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El trabajo de la gran mayoría de los historiadores de la iglesia rara vez influye en la historia misma, pero la obra de este hombre parece ser la excepción. El trabajo de John Foxe (1516 – 1587) trabajo fue fundamental en el establecimiento del protestantismo en Inglaterra.
Perseguido por causa de la Reforma
John Foxe nació en 1516 en la ciudad de Boston, Lincolnshire, Inglaterra. Su infancia comenzó con pérdida: su padre murió cuando aún era muy joven. Su madre se volvió a casar, pero la relación con su padrastro fue bastante fría.
Cuando creció, Foxe ingresó a la Universidad de Oxford y estudió allí siete años. Obtuvo una beca que le permitió llegar al nivel de maestría. Sin embargo, según algunos testigos, sostenía ideas protestantes que estaban prohibidas, por lo que perdió su beca y su familia le dio la espalda. Así pues, Foxe llegó al punto de sufrir para conseguir un empleo estable.
En 1547 abandonó Oxford para trasladarse a Londres, donde consiguió un trabajo como tutor de los nietos del duque de Norfolk, quienes habían quedado huérfanos. Debido al clima político que se cernía sobre Inglaterra, el trabajo le fue muy favorable, pues implicaba una especie de refugio para él. Durante este tiempo, Foxe se casó con Agnes Randall (1521-1605), con quien tuvo seis hijos.
En los próximos años a su llegada a Oxford, aún bajo el reinado de Eduardo VI (1537-1553), Foxe fue nombrado diácono de la Iglesia de Inglaterra, tiempo por el cual empezó a escribir varios tratados a favor de la Reforma. Por ese tiempo también empezaría el que sería su trabajo más famoso: Un relato sobre los testimonios de los mártires cristianos.
Pero el ascenso de la reina católica María I (1516-1558) en 1553 obligó a Foxe a dejar su trabajo y a huir de Inglaterra con su esposa e hijos. Se trasladó a Estrasburgo, donde se dedicaría a la escritura y publicaría al año siguiente en idioma latín parte de su investigación de 212 páginas sobre los mártires, que a la postre se convertiría en la semilla de su obra maestra.
Sobre los mártires cristianos
Luego se trasladó a Frankfurt, donde prestó apoyo a los calvinistas liderados por John Knox (1514-1572). Durante este tiempo, Foxe se ganó la vida como impresor. De allí se trasladó a Basilea, desde donde llamó a la nobleza inglesa a encontrar la forma de persuadir a la reina María de detener el asesinato de protestantes. Su temporada allí estuvo marcada por profunda necesidad económica y pobreza personal.
Foxe recibía reportes constantes de protestantes que estaba siendo martirizados en Inglaterra, pues muchos ellos eran sus amigos. Al ver dicha situación, se vio persuadido a complementar su libro con las historias que ahora escuchaba, actualizándolo con testimonios de mártires que iban hasta 1556. El libro se imprimió finalmente en 1559 en latín, un año después de que ascendiera al trono la protestante Elizabeth I (1533-1603).
Foxe quiso regresar a Londres en 1558 para seguir trabajando en mejorar su obra, pero su situación económica le obligó a esperar a que le enviaran dinero para poder financiar el viaje de regreso a su patria. Una vez en Inglaterra, revisó en registros oficiales y buscó a los testigos presenciales de los martirios, y de esta forma amplió mucho más su investigación. Durante este tiempo, y al parecer durante casi diez años, Foxe y su familia se refugiarían en la casa de su exalumno, Thomas Howard (1536-1572), ahora cuarto duque de Norfolk.
La versión en inglés de la obra de Foxe sería impresa en el año 1563, bajo el nombre de Actes and Monuments of these Ultter and Perillous Dayes. Trabajó con el impresor John Day (1522-1584) para producir en 1563 una nueva versión de su obra maestra, que ahora tenía unas 1.800 páginas. Fue un volumen sorprendente que contaba con una extensa documentación, una narrativa conmovedora y terribles ilustraciones grabadas sobre muchos de los 300 mártires del reinado de María I.
Tan pronto como fue publicado se le empezó a conocer como El Libro de los mártires. Esta versión sería la más completa que había publicado Foxe hasta entonces, aunque hizo algunos cambios en la edición de 1576, respondiendo a las críticas de los partidarios católicos de Inglaterra. Finalmente, el libro se reimprimió en 1583 en una edición más accesible.
El trabajo de Foxe quiso demostrar que la iglesia, a pesar de todo tipo de pruebas y persecuciones, “¡aún ha soportado y retenido lo suyo!” Al respecto dijo:
Oramos fervientemente para que los anales de ningún país, católico o pagano puedan mancharse jamás con tal repetición de sacrificios humanos al poder papal, y que el aborrecimiento en el que se retiene el personaje de María puede ser un faro para que los reyes sucesivos eviten las rocas del fanatismo.
Foxe y el triunfo de la Reforma
Los escritos de Foxe, especialmente su obra más famosa, fueron una de las razones por las que la reina católica se hizo conocida como “María la sanguinaria” (en inglés, “Bloody Mary”). Otro detalle importante acerca de Foxe y su obra es que éste nunca recibió regalías por su trabajo, lo cual fue paradójico en tanto que el libro se vendía por un muy buen precio y además fue muy exitoso, incluso mientras Foxe estaba vivo.
El historiador David Loades dijo sobre la obra de Foxe:
Es difícil exagerar el impacto que tuvieron sus Actes and Monuments durante los 20 años posteriores a su publicación en 1563. En la segunda edición de 1570 ya era parte del mito nacional (...) Foxe proporcionó tanto una historia como una teología para el triunfo de la Reforma.
Debido a que el Libro de los mártires contenía fuertes relatos de los mártires protestantes, ayudó mucho al establecimiento del reinado protestante de Elizabeth. Una de las ediciones, la de 1570, contenía más de 2500 páginas y cubría la historia de la persecución desde la iglesia primitiva hasta los tiempos de María I. Esta versión sería llevada a todas las iglesias de Inglaterra y se usaría en la enseñanza regular.
El historiador Douglass Campbell describió el éxito de este libro así::
Cuando uno recuerda que, hasta la aparición de El progreso del peregrino, la gente común casi no tenía otro material de lectura excepto la Biblia y el Libro de los Mártires de Foxe, podemos comprender la profunda impresión que produjo este libro. Las personas aprendieron los detalles completos de todas las atrocidades cometidas contra los reformadores protestantes; los analfabetos pudieron ver las fuertes ilustraciones de los diversos instrumentos de tortura, el potro, la parrilla, el aceite hirviendo, y luego los santos exhalando sus almas en medio de las llamas.
El final del cansado semblante
Después de la muerte de su protector, la economía de Foxe se volvió precaria. Ejerció la labor de clérigo de la Iglesia de Inglaterra, en la que fue ordenado en 1560. Sin embargo, por sus convicciones puritanas, rechazó todos sus títulos y cargos, pues tuvo fuertes diferencias con la Iglesia de Inglaterra y su liturgia, a la que consideraba peligrosamente parecida a la liturgia romana. Con todo, ejerció como predicador de la iglesia oficial varias veces en su vida.
John Foxe murió el 18 de abril de 1587 en la ciudad de Cripplegate, Londres, cuando tenía algo más de 70 años. Según algunos registros, a su funeral asistió una gran multitud. El libro de los mártires es considerado hoy como uno de los documentos más importantes de la reforma inglesa, ya que contiene testimonios y documentos de primera mano que de otra forma tal vez no se hubieran conservado.
Foxe también fue muy conocido por su ardua diligencia. Trabajaba tanto que en muchas ocasiones sus amigos no lo reconocían en la calle por su cansado semblante. Sin embargo, antes de morir, había producido dos ediciones muy voluminosas de su obra maestra y más de treinta artículos, y había liderado un programa de predicación y obra social. También era conocido como un hombre muy piadoso, un gran consejero espiritual, caritativo y aferrado a la oración.
Las ediciones actuales de El libro de los mártires, de casi 300 páginas, incluyen una recopilación muy detallada de las persecuciones y los martirios de los cristianos desde el Siglo I hasta el Siglo XVI. Gracias a su trabajo, Foxe es considerado hoy como uno de los historiadores cristianos más importantes de la historia y una figura clave en la formación del carácter nacional inglés y del espíritu de libertad religiosa que tuvieron los primeros colonos protestantes en América. Su trabajo, entonces, no sólo moldeó a la iglesia, sino también a la cultura.