Evan Jones, un bautista entre los indios cheroqui, fue uno de los ministros más importantes de la historia de Estados Unidos. Aunque hoy ha sido olvidado en gran medida, el legado de su labor hecha a través de increíbles turbulencias y peligros merece un lugar entre los anales de los misioneros de esa denominación.
Jones nació en Gales en 1788. Pasó sus primeros años en la Iglesia Metodista. Sin embargo, en 1821 emigró a Filadelfia y, poco después de su llegada, adoptó los principios bautistas. Llegó a ser maestro en una escuela misionera entre los cheroquis de Carolina del Norte.
Inspirados por la labor de dos obreros de su misma denominación, el británico William Carey en la India y el estadounidense Adoniram Judson en Birmania, los bautistas y otros evangélicos comenzaron a enviar un número considerable de misioneros a los grupos nativos americanos en las décadas de 1810 y 1820. Estos se centraron especialmente en tribus como los cheroquis, quienes mostraban interés por la educación en lengua inglesa.
Jones asumió esta tarea misionera y, en 1824, se convirtió en el líder de la misión bautista a los cheroquis, cargo que ocupó durante cuarenta años. Sin embargo, pronto descubrió que el ministerio entre esa comunidad se complicaba por los conflictos culturales y políticos entre Estados Unidos y las tribus indias.
Amigo de los cheroquis
Jones y sus colaboradores estaban consternados por el violento racismo de los blancos de Carolina del Norte y Georgia hacia los cheroquis. Muchos locales se oponían vehementemente a los esfuerzos por educar o evangelizar a los indios, pues creían que los nativos americanos eran deshonestos y brutales de una forma incorregible. Como era común en esa época, los misioneros bautistas tenían sus propios prejuicios culturales. A menudo asumían que los nativos no sólo necesitaban el evangelio de la salvación a través de Cristo, sino también “civilizarse” para poder vivir decentemente como cristianos.
Muchos blancos del sur se oponían a la mera idea de que los indios se convirtieran en cristianos. Jones afirmó que algunos llegaron a decirles que el evangelio de Cristo era falso y que no tenía nada que ver con los indios. Además, difundían rumores horribles sobre Jones y su familia siempre que podían. Jones también se encontró con la resistencia de los tradicionales “prestidigitadores” indios, quienes advirtieron a los cheroquis que no traicionaran sus creencias y rituales animistas ancestrales.
En contraste con sus detractores blancos, Jones mostró una confianza excepcional en los ayudantes de la comunidad amerindia. Aquellos que se hicieron cristianos le ayudaron a traducir sermones y la Biblia. Algunos se convirtieron en predicadores. Uno clave fue Jesse Bushyhead, quien se unió a la fe cristiana en 1829, hablaba inglés y cheroqui con fluidez, y se convirtió en pastor de una iglesia en 1831. En 1832, Jones lo conoció y quedó muy impresionado por su aptitud para el ministerio, así que convenció a la junta nacional de misiones bautistas de que le dieran un salario regular como misionero y evangelista.
Contra Jackson
Los conflictos entre Estados Unidos y los cheroquis culminaron en la década de 1830. Precisamente en ese año, los bautistas y todas las denominaciones que servían entre los nativos americanos comenzaron a enfrentarse a la amenaza del traslado de los indios. El presidente Andrew Jackson, elegido en 1828, había luchado contra ellos en los estados del sur como líder militar en la década de 1810. Estaba decidido a expulsar a todas las tribus que quedaban en el sureste más allá del Mississippi.
Los partidarios de la expulsión, entre los que se encontraban varios líderes bautistas blancos, argumentaban que ambas comunidades nunca podrían vivir en paz, por lo que era mejor para todos que los nativos americanos fueran trasladados al Territorio Indio (Arkansas u Oklahoma).
La expansión del Reino del Algodón aumentó la presión para que todas las tierras de labranza del Sur Profundo se abrieran a los granjeros blancos y a sus trabajadores afroamericanos esclavizados. La mayoría de los líderes de la comunidad, encabezados por el jefe principal John Ross, se opusieron a la expulsión. Ross, Bushyhead y Jones se convirtieron en estrechos aliados durante esa crisis. Sin embargo, incluso algunos cheroquis cristianos (aunque no bautistas) creían que aquel suceso era inevitable y que era mejor cooperar con el gobierno de Jackson que arriesgarse a una situación violenta.
Jones se opuso rotundamente a los planes de la administración Jackson. Por convicción cristiana y simple justicia, creía que los amerindios tenían derecho a permanecer en sus tierras. El número de bautistas cheroquis crecía rápidamente a principios de la década de 1830. La mayoría de los misioneros blancos que trabajaban con ellos había presenciado sólo unas pocas conversiones, pero esa denominación vio crecer el total de cristianos cheroquis de 90 a más de 500 entre 1830 y 1838. A Jones no sólo le preocupaba el peligro físico que la expulsión suponía para los aborígenes, sino que temía que pudiera devastar las iglesias florecientes.
Camino de las lágrimas
Un pequeño grupo de cheroquis sumisos firmó el célebre Tratado de Nueva Echota en 1835, por el que su pueblo se comprometía a ceder a la expulsión. Jones consideró que el acuerdo era un fraude y fue arrestado brevemente por negarse a cooperar con los funcionarios federales enviados a la zona para organizar la expulsión. Jones y Bushyhead siguieron predicándole a la comunidad y bautizando a docenas de nuevos conversos, incluso cuando los agentes del gobierno y la milicia se movilizaron para orquestar la deportación.
En la primavera de 1838, estaba claro que se iba a producir la expulsión forzosa. A regañadientes, John Ross empezó a dividir a los cheroquis en regimientos para emprender el mortal viaje hacia el oeste. Eligió a Jesse Bushyhead para dirigir uno de los contingentes y nombró a Jones comandante adjunto de otro. En junio de ese mismo año, Jones escribió que las tropas del gobierno habían sacado a los amerindios de sus casas, los habían acorralado en campos de detención y no les habían dado la oportunidad de llevarse nada más que la ropa que llevaban puesta.
Jones también informó que los creyentes cheroquis seguían adelante con su “labor de amar a los pecadores moribundos”, continuando con el bautismo de nuevos cristianos en vísperas de la deportación. El misionero estimó que 175 cheroquis recibieron el bautismo sólo en los campos de detención previos a la marcha. La revista Baptist Missionary Magazine relató que, debido a un “repentino derramamiento del Espíritu”, Jones y Bushyhead bautizaron a 55 conversos en un solo día durante ese tiempo de flagelación.
Jones fue uno de los pocos misioneros blancos que acompañaron a los cheroquis en el viaje forzado a Oklahoma, conocido como el “Camino de las Lágrimas”. Bushyhead y Jones siguieron la pista de los que eran bautistas a lo largo de la marcha e hicieron todo lo posible por celebrar servicios de culto regulares. Los quince mil amerindios obligados a trasladarse a Oklahoma tenían suministros desastrosamente escasos, y más de cuatro mil de ellos murieron en el trayecto.
Escritura en cheroqui
En 1839, los funcionarios federales expulsaron a Jones del Territorio Indio. Esto se debió a que los cheroquis que favorecían la expulsión difundieron nuevas quejas y rumores sobre él. Pero el infatigable Jones solicitó con éxito regresar a los cheroquis tras dos años de ausencia. Demostró ser uno de los misioneros blancos con más éxito entre los nativos americanos: unos dos mil cheroquis se unieron a las iglesias bautistas durante las décadas de su ministerio.
La traducción de la Palabra de Dios a los dialectos nativos había sido durante mucho tiempo un distintivo de las misiones protestantes. Jones y su hijo John la tradujeron al cheroqui utilizando el nuevo alfabeto desarrollado por el lingüista Sequoyah en 1821. A medida que se desarrollaba el proyecto, Jones insistió en utilizar la versión cheroqui en lugar de la Biblia King James en las escuelas de su misión, a pesar de la oposición de algunos funcionarios misioneros bautistas que pensaban que era mejor que los nativos aprendieran la fe cristiana en inglés.
Esta apertura a la lengua cheroqui fue una de las principales razones del éxito de Jones. Su versión de la Biblia en Cheroqui fue un hito de la lingüística y la evangelización a esa comunidad. John Jones dominaba lo suficiente el hebreo y el griego como para poder traducir las Escrituras directamente a la lengua indígena, lo que eliminó gran parte de la influencia de la prosa inglesa en su trabajo. Los Jones también solicitaron la opinión de los nativos para utilizar los términos que mejor captaran el significado de las palabras griegas y hebreas. Como era de esperar, la mayoría de cristianos de ese pueblo quedó encantada con la obra.
Portador de la luz
La última gran controversia de la carrera de Evan Jones giró en torno a la esclavitud y la Guerra Civil. Los Jones procedían del entorno bautista del norte, que generalmente era antiesclavista. En la década de 1850, hicieron un llamamiento a los cheroquis de esa denominación para que se opusieran a la esclavitud y liberaran a sus subyugados (varios cheroquis adinerados eran propietarios de trabajadores afroamericanos).
Quienes poseían esclavos consideraron que los Jones eran abolicionistas problemáticos y expulsaron a John del territorio cheroqui. Evan, temiendo por su seguridad, acabó abandonando el área de Oklahoma en dirección a los climas más amistosos de Kansas. Los cheroquis se dividieron a causa de la Guerra Civil, y los Jones trabajaron para apoyar a los que eran partidarios de la Unión. Sorprendentemente, a pesar de su débil salud y sus limitados medios económicos, Evan regresó de nuevo a la destrozada nación cheroqui una vez terminada la guerra; trabajó para restaurar y fortalecer las iglesias bautistas de la comunidad.
Al final de la Guerra Civil, los líderes unionistas cheroquis tomaron una medida sin precedentes: convertir a Evan y John Jones en ciudadanos de pleno derecho de la nación cheroqui. Los cheroquis señalaron que la familia Jones había servido entre los cheroquis durante cuarenta años. “Cuando los cheroquis eran pobres y estaban cubiertos por la oscuridad”, decía el decreto de los cheroquis, “la luz con respecto al otro mundo nos la trajo Evan Jones”. Jones murió en 1872 y fue enterrado en Tahlequah, Oklahoma.
Este artículo fue traducido y ajustado por el equipo de redacción de BITE. El original fue publicado por Thomas S. Kidd en Desiring God, bajo el título A Friend on the Trail of Tears: How a Baptist Missionary Became a Cherokee. Allí se encuentran las citas y notas al pie.
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