El evangelicalismo en Escocia tiene una larga tradición. Desde que llegó la Reforma en el siglo XVI, la Iglesia protestante ha tenido que enfrentar grandes dificultades para mantenerse en pie: mártires quemados en la hoguera, desafíos políticos y económicos, controversias teológicas, y momentos de apostasía y enfriamiento, entre otros.
BITE conversó con cuatro pastores reformados que han estudiado o ejercido su ministerio en Escocia. En artículos publicados anteriormente, estos pastores nos dieron su perspectiva histórica de la Iglesia escocesa y de cómo ésta ha logrado perseverar a lo largo de cinco siglos. En el presente artículo hablamos de tres valiosas recomendaciones que nos dieron sobre qué debe hacer la iglesia actual para seguir perseverando en el siglo XXI.
Estos pastores son:
- Cory Brock (CB), ministro de la Iglesia Libre de Escocia en St. Columba’s, Edimburgo.
- Iver Martín (IM), pastor, director del Seminario Teológico de Edimburgo, y máster en Teología de la Universidad de Glasgow.
- Israel Guerrero (IG), MTh de la Universidad de Glasgow y del Seminario Teológico de Edimburgo.
- El ministro Derek Lamont (DL).
1. Es fundamental que la iglesia equilibre el estudio de la teología con la devoción personal
Las nuevas generaciones cada vez prescinden más de la preparación académica formal para el desarrollo de sus carreras profesionales. Eso incluye a la iglesia y a los nuevos ministros del evangelio. Si bien no es obligatorio que un pastor tenga un título de un seminario teológico, ¿qué tan fundamental es que cuente con una buena formación?
CB: La teología es importante porque es una doble manera de conocer a Dios. Cuando nos involucramos en la labor teológica estamos intentando conocerlo a Él y conocer todas las cosas a la luz de Él. Ya que Dios es el Creador del cielo y de la tierra, reconocemos que es fundamental ver el mundo desde Su perspectiva, tener en cuenta Sus pensamientos e interpretarlo todo según Él nos lo ha enseñado. La vieja frase latina que solía usarse a menudo en teología lo resume: Deus dixit, que significa “Dios ha hablado”. Tenemos que responder a Su voz, porque Él mismo se ha revelado.
Ahora, creo que la teología de la Reforma en particular es muy importante porque es la expresión más pura de teología que jamás se haya ofrecido a lo largo de la historia. En realidad es un retorno a la teología de los padres de la iglesia; se trata de retroceder y recuperar mucho de lo que se perdió entre esa época y la Edad Media.
Pero, ¿qué hace la teología reformada? Primero, intenta fundamentar todo el conocimiento de Dios en la autoridad de las Escrituras, que es nuestra norma final revelada por Él, la cual lo regula todo. Luego, debido a que este es Su mundo, donde Él continúa ordenando todas las cosas y la belleza de Su creación permanece, también nos invita a conocerlo a través de Su revelación general.
Podría decirse que el pecado ha afectado incluso algo tan vital como el estudio de Dios. ¿Creen que exista algún peligro en el estudio de la teología?
CB: Un peligro es que todos sabemos que hay una diferencia intuitiva entre el conocimiento sobre Dios y el conocerlo personalmente. En otras palabras, cuando se estudia y no se cultiva el alma al mismo tiempo, la teología puede convertirse en la simple revisión de una ciencia. Eso es lo que llamamos “intelectualismo”: poner demasiado énfasis en el conocimiento de Dios como ciencia sin que el corazón se vea afectado. Creo que los hombres modernos son más propensos a esto. En el mundo premoderno, la gente sabía que la teología era fundamentalmente doxológica, pues comenzaba y terminaba con la oración, y estaba orientada a la adoración.
Otro peligro es el extremo opuesto: el antiintelectualismo, que ha afectado al evangelicalismo en muchos lugares y momentos de la historia, especialmente en el último siglo, y que invade a la iglesia de hoy. Para evitar este error, debemos preguntarnos: ¿qué tan bien estás estudiando a Dios? ¿Lo estás haciendo en conversación con los teólogos de la antigüedad? ¿Tus estudios realmente conectan con la gente en la actualidad? Sin excepción, cualquier persona que crea en Dios es un teólogo. El problema con el enfoque antiintelectualista es que no reconoce que la teología es exactamente lo que estamos haciendo cada vez que abrimos la boca para decir algo sobre Jesús.
Pero, ¿cómo evitar el intelectualismo? ¿Qué puede hacer un joven estudiante para evitar que el estudio teológico se convierta en un ídolo o en un conocimiento sin sentido?
CB: La forma de evitar que la teología se convierta en una tarea intelectualista, en un ídolo, es nunca involucrarte en el estudio teológico sin estar completamente inmerso en la vida de la iglesia: la oración, los medios de gracia, la predicación, la autoridad eclesial, y una vida devocional sólida. Cuando el estudio teológico comienza a separarse de eso, entras a un terreno peligroso; debes detenerte para recuperar el corazón antes de continuar.
También debes recordar que estás haciendo esto por el bien de las personas, por la gloria de Dios y la misión de los seres humanos que necesitan a Jesús. Ese es el objetivo. Así, el estudio de la teología busca proteger y servir a las personas, abordando las ideas modernas y respondiendo a las preguntas que la gente está haciendo en este momento.
¿Por qué es tan importante mantener el estudio de la teología en la actualidad?
Necesitamos mantener la formación teológica en múltiples niveles porque en cada época habrá desafíos únicos para la iglesia, la teología y los fundamentos del evangelio. En mi opinión, siempre ha habido eruditos designados por Dios para abordar estos problemas, en particular aquellos que dedican su tiempo a reflexionar sobre cómo las diferentes ideologías se están apoderando de la iglesia y los creyentes las están aprendiendo por ósmosis.
Entonces, la teología forma parte de la protección de la iglesia como pilar y baluarte de la verdad, como nos dice Timoteo, y como campo de estudio siempre será importante, particularmente para el pastor. Muchas de las labores pastorales que encontramos en el Nuevo Testamento están relacionadas con proteger y cuidar al rebaño, como lo hacía un sacerdote o un pastor de ovejas del Antiguo Testamento. Esto se debe a que la teología pura nos ayuda a alejarnos de aquello que nos aparta del evangelio y de las verdades fundamentales sobre Jesucristo.
2. Es fundamental que la iglesia recuerde su propia historia
Muchos creyentes creen que la historia de la iglesia solo corresponde al contexto de un seminario teológico, en donde pastores y profesores la estudian. Incluso, el cristiano que no tiene alguna función de liderazgo puede considerar que es un tema aburrido e irrelevante. ¿Por qué es importante conocerla?
IM: La historia de la iglesia es importante porque es la continuación de lo que narra la Biblia. Lo que sucedió con los Apóstoles termina en Hechos 28, pero eso no significa que Dios haya dejado de actuar. La historia de la iglesia incluye la asombrosa difusión del evangelio, no solo en Judea y Oriente Medio, sino en todo el mundo. También es importante por las personas asombrosas que conoces del pasado, a las que Dios utilizó y que hoy siguen siendo una inspiración para la gente. Además, es una advertencia para que no volvamos a cometer los muchos errores que se han cometido a lo largo de los siglos. Se trata de un vínculo vital y vivo entre el pasado, el presente y el futuro, pues tenemos que entender que formamos parte de la historia y que la estamos viviendo ahora mismo.
¿Cómo la historia de la iglesia puede inspirarnos o ayudarnos a no cometer los mismos errores de antes?
IG: No solamente vamos a considerar las cosas buenas que ellos hicieron; también vamos a aprender de sus errores para no volver a cometerlos. La historia nos ayuda a ver a la iglesia en constante santificación. Dios fue obrando en ella para contrarrestar herejías teológicas y moldear el carácter de Sus siervos. Así, si queremos crecer en nuestras iglesias latinoamericanas, necesitamos abrazar las grandes verdades que Dios ha dado a Su iglesia a través de los siglos.
¿Deberíamos imitar todo lo que hicieron nuestros hermanos del pasado?
IG: Al estudiar la historia, la iglesia no debería idealizar ciertos periodos ni querer “copiar y pegar”. La teología es un organismo: crece, se desarrolla y madura. Un buen estudio recoge la esencia de la teología a lo largo de los siglos, bajo la guía del Espíritu Santo, y al mismo tiempo es capaz de contextualizarla en el lugar y tiempo donde la Providencia del Señor nos ha puesto.
Así, sería un error “copiar y pegar” exactamente lo mismo que hicieron nuestros hermanos en los siglos XVI, XVII, XVIII y XIX, y pensar que la forma en la que ellos hicieron las cosas va a funcionar hoy en nuestros contextos latinos. Ese no es un sano ejercicio porque obedece a contextos sociales y cosmovisiones distintos.
Por supuesto, reconocemos que el hombre tiene el mismo problema desde siempre [el pecado] y necesita el evangelio de Cristo para la transformación de su corazón y de la sociedad. Sin embargo, la forma de pensar, la filosofía, el lenguaje que describe la realidad es distinto en cada época y contexto. Por lo tanto, en Latinoamérica, el estudiante de teología, el maestro, el pastor y el cristiano en general deben orar y pedirle a Dios Su guía para saber cómo aplicar la esencia de estas grandes verdades en su presente.
¿Qué ventajas tenemos los cristianos de hoy frente a tiempos pasados?
IM: Tenemos que reconocer dónde estamos hoy, pues ya no es el siglo XVIII. Vivimos en un mundo lleno de oportunidades: está el internet, por lo que todo se puede transmitir y comunicar en línea. Entonces, tenemos que aprovechar las facilidades de este tiempo, tal como nuestros antepasados aprovecharon aquellas que estaban disponibles en ese momento. Pero espero que la pasión siga ahí, y si no, que estemos orando para que Dios la reavive dentro de la iglesia moderna.
3. Es fundamental que la iglesia tenga una gran pasión por el avance del evangelio
Al revisar la historia de la iglesia, particularmente la de los mártires y misioneros escoceses, nos damos cuenta de que una gran pasión los movió a trabajar en pro del reino de Dios. Sin embargo, la sociedad secular en Escocia y en muchos otros lugares del mundo pareciera evidenciar una pasión que se ha apagado con el paso de los siglos. ¿Por qué el ministerio cristiano no puede ser una labor fría?
DL: Es la diferencia entre disfrutar de una deliciosa cena caliente y luego tenerla fría al día siguiente. No te gusta comerla así, ¿verdad? El evangelio va a transformar nuestro corazón; es un mensaje de amar a Dios y a los demás. No podemos afirmar que lo conocemos y lo amamos, a menos que también amemos a los demás. Llevamos ese amor de Dios a la vida de quienes nos rodean, así que por eso, y por la necesidad del evangelio, debe haber una pasión real. Hay un cielo al que se puede llegar y un infierno que se debe evitar.
Debido a que esas realidades de la salvación y la condenación están en juego, la iglesia necesita que su pasión sea avivada. ¿Qué hacer para recobrarla?
DL: Creo que, en nuestro contexto, uno de los mayores retos es educar, enseñar y animar a todos nuestros miembros a compartir el evangelio. Ellos son la primera línea. Nosotros somos los pastores que los alimentaremos, nutriremos y animaremos, y encontraremos los dones de los evangelistas, porque todo el mundo necesita compartir su fe. La institución de la iglesia es vista cínicamente por muchos en la sociedad, sin embargo, las personas escucharán las historias de los creyentes comunes que les hablen de Jesús en sus vidas. Por tanto, se trata de animar, alentar y fortalecer a toda nuestra gente para que sean la primera línea de Jesús en su trabajo, comunidades, barrios y familias.
En cierto sentido, todas las personas son iguales, pues su necesidad es la misma: están espiritualmente perdidas. La gente se siente aislada y sola, por lo que la comunidad de la iglesia es de suma importancia. A medida que nos amamos mutuamente, nos perdonamos y nos servimos unos a otros, defendemos poderosamente el evangelio.
Además, tengamos en cuenta que estamos en una época diferente. [Edimburgo] es una ciudad muy secular: probablemente solo el 3 o 4 % de las personas asisten a alguna iglesia. El evangelio no existe a nivel social, la gente no lo conoce y no suele ir a la iglesia por simple tradición, porque no creen que es beneficioso para sus carreras ni para sus vidas. Quienes generalmente van, lo hacen porque sienten pasión por Jesús y desean adorarlo y servirlo. Así que hay una gran oportunidad para acercarse a ellos.
También existe una gran pobreza y una gran necesidad. Aunque a veces el gobierno se encarga, existen muchas brechas. En St. Columba tenemos un ministerio llamado Sparkle Sisters, que se dedica a mujeres desfavorecidas o abusadas, que no tienen hogar, o que han sido víctimas de la trata de personas. Allí son cuidadas y atendidas, y se establecen relaciones entre ellas y otras mujeres de la iglesia. Queremos brindarles amor, pero también queremos enseñarles acerca de Jesús y la necesidad que tienen de Él en sus vidas y corazones.
¿Qué importancia tiene la vida en comunidad?
DL: El ministerio se hace en dos vías: una individual y otra comunitaria. Sin duda, necesitamos estar espiritualmente vibrantes a nivel individual. Necesitamos que el Señor Jesús nos llene nuevamente y que el Espíritu Santo trabaje en nuestros corazones, transformándonos y cambiándonos, dándonos pasión y fuego por Él y por los demás. Pero también necesitamos orar, comulgar, comer y estar juntos en la sociedad. De esa forma podríamos introducir a nuestros amigos incrédulos en esa comunidad y tenderles la mano.
Desde el centro de esta ciudad nos damos cuenta de que no podemos alcanzarla toda por nosotros mismos, así que estamos plantando iglesias incluso en sus alrededores, pequeñas comunidades centradas en la predicación del evangelio y la enseñanza de la Biblia. Abrimos la Palabra y nuestros corazones para llevar las buenas nuevas del evangelio a las personas.
¿Qué tan vital es la unidad entre iglesias y ministros?
DL: Creo que es fundamental. Hay una diferencia entre estar unidos bajo el evangelio y pensar igual en todo. Eso último no ocurre. Me reúno con unos treinta ministros diferentes de toda la ciudad cada jueves por la mañana para orar. Tenemos diferentes trasfondos teológicos y ninguno de nosotros está de acuerdo en todo, excepto en la necesidad de llevar a Jesucristo a la ciudad y predicar el evangelio. Así que hay unidad y a la vez diversidad; no todos trabajamos juntos, pero oramos juntos, nos valoramos mutuamente e incluso hablamos bien el uno del otro.
¿Qué nos pueden decir sobre los medios de gracia?
IG: Alguien que quiera estudiar teología y que no esté siendo edificado por los medios de gracia en su iglesia local, o que no sea partícipe de esa comunidad, en verdad está haciendo cualquier otra cosa menos honrar al Señor a través de sus estudios teológicos o formación ministerial. Los medios de gracia y la devoción por el Señor no son un enemigo de la preparación teológica y creo que es importante considerar eso. No podemos separar lo que Dios ha juntado, es decir, la devoción por el Señor y una profunda y excelente preparación teológica.
Conclusión: teología, historia y pasión
Según estos eruditos, la enseñanza de la teología reformada a la próxima generación es fundamental, pero no puede dejar de ir acompañada de devoción. Conocer la historia de la iglesia es necesario para entender nuestra misión y para aprender tanto de lo positivo como de lo negativo. Además, capacitar a las personas para compartir el evangelio, servir a la sociedad, tener vida en comunidad, mantener la unidad entre iglesias y ministros, y aprovechar los medios de gracia son prácticas fundamentales para que la iglesia tenga una pasión latente por compartir el evangelio.
¿Habías tenido en cuenta estos aspectos? ¿Crees que la iglesia latinoamericana los está aplicando? ¿Cómo puedes contribuir a que en tu comunidad local se apliquen estas recomendaciones y prácticas fundamentales?