“No me sorprende que las personas no sean agradecidas hacia mí; pero lo que me sorprende es que no sean agradecidos hacia Dios por el bien del cual Él me ha hecho un instrumento de transmisión a mis semejantes” (E. Jenner)
En la National Portrait Gallery de Londres se expone un retrato al óleo de un médico rural pintado en 1803 por un pintor e historiador del arte inglés llamado James Northcote (1746-1831). El personaje en cuestión, aparece sentado en su despacho justo en el momento de hacer un receso en su labor intelectual. Se trata ni más ni menos que de Edward Jenner, reconocido por sus contribuciones a la medicina y por la invención de la vacunación, como padre de la Inmunología (disciplina de la Biología que se ocupa del estudio de todos los mecanismos fisiológicos de defensa de la integridad biológica del organismo).
Se podría decir que Jenner es el hombre que, con su trabajo, ha salvado más vidas en la historia de la humanidad1. No en vano fue el creador de un nuevo método revolucionario para prevenir la viruela denominado inmunización. Edward Jenner (1749-1823) fue un naturalista, científico y médico británico.
El estudio de la historia de la humanidad y su relación con las enfermedades constituye uno de los pilares fundamentales para la mejor comprensión de los acontecimientos actuales y proyección de futuros escenarios, en este último tiempo aquella reflexión ha estado más presente debido a la encrucijada provocada por la pandemia de Covid – 19. Sin embargo, y a pesar de la actual situación, hoy son raras muchas enfermedades infecto – contagiosas que azotaron a la humanidad en tiempos anteriores, aunque es importante tener presente que éstas pueden reemerger bajo ciertas condiciones especiales y amenazar a la sociedad contemporánea2.
En la configuración de nuestra privilegiada situación de control de enfermedades infecto – contagiosas, la vacunación se ha convertido en la medida médica de mayor éxito de todos los tiempos, librando al mundo de la viruela y transformando las perspectivas de salud de todos los niños en países desarrollados desde el siglo pasado. Pero todo comenzó con el estudio de un modesto médico cristiano en el pueblo rural de Gloucestershire en 1796, cuando Edward Jenner inoculó al pequeño de ocho años, James Phipps, con viruela vacuna para protegerlo contra el virus de la viruela, él estaba poniendo en la práctica conocimientos sobre de la naturaleza de las enfermedades infecciosas que fueron verdaderamente extraordinarios para su tiempo3.
La medicina china y su cultura ancestral parecen tener los antecedentes más remotos de los intentos por prevenir o curar el azote epidemiológico de esa época: la viruela. Estos conocimientos llegaron al Asia Central y Europa, y algunos granjeros hicieron observaciones de la utilidad de la inoculación sin llegar a documentar sus ensayos en la comunidad científica. El mérito de Edward Jenner reconocido como el descubridor de la vacuna antivariólica, radica en haber demostrado con evidencia práctica la protección frente a la enfermedad adquirida por la administración en un niño sano de un material proveniente de una persona con lesiones causadas por el cowpox, el virus de la viruela.
Además de ser el pionero de la vacuna contra la viruela (la primera vacuna creada en la historia), Jenner destacó por sus observaciones en cardiología respecto a los trastornos de cardiopatía isquémica y angina de pecho, y en distintos temas de la biología tales como la historia natural, la zoología y la ornitología, en la cual fue el primero en describir el parasitismo de puesta del cuco común.
Sobre Edward Jenner se ha registrado que:
“… hombre conocido por ser bastante espiritual, creyente y fiel a Dios, quien exponía la necesidad de una educación tanto científica como religiosa en reconocimiento de Dios, y a su vez atestiguaba su gran pasión y el privilegio de salvar vidas. Aquel pensamiento en su correspondencia personal fue constatado tras la larga y rigurosa investigación sobre la cura contra la viruela humana, que le dio más cuerpo a aquella idea. Tras los resultados de aquellos estudios Jenner manifestaba haber estado en el sitio y el momento adecuados, considerando que Dios lo había usado como como un instrumento para ayudar a la humanidad”4.
Primeros años, formación personal e inicios de su carrera científica
Edward Jenner (1749-1823) nació en Berkeley, Gloucestershire, Reino Unido. Su padre fue el sacerdote Stephen Jenner de la Iglesia Anglicana, que era vicario del poblado de Berkeley quien junto a su esposa Sarah Head, tuvieron nueve hijos5, aunque solo cinco de ellos sobrevivieron hasta la edad adulta. Edward fue el octavo de ellos.
En el mes de mayo de 1754 Sarah Head da a luz a su noveno hijo, el 8 de mayo es bautizado con el nombre de Thomas, pero fallece al día siguiente. Veinticuatro horas después Sarah Jenner fallece por complicaciones del post parto a la edad de 46 años y sólo dos meses después el 9 de diciembre fallece el presbítero Stephen Jenner, dejando a Edward huérfano a la temprana edad de cinco años quedando al cuidado de su tía Deborah y de su hermana mayor Mary. Su hermano mayor Stephen asume la responsabilidad de la familia Jenner, y para Edward será su figura paterna, de hecho también siguió estudios teológicos en Oxford (junto con Henry, otro de los hermanos mayores).
Antes de acudir a la escuela, las hermanas de Edward ya le habían enseñado las reglas básicas de matemáticas, música, a leer y a escribir. Con estos conocimientos básicos ingresa a la escuela de gramática Wotton-under-Edge, situada a cuatro millas al este de Berkeley. Esta escuela fue dirigida por el presbítero Tomas Clissod, donde recibió clases de latín y griego, pero al muy joven Edward lo que más le apasionaba era dar largos paseos por las colinas y bosques y así observar y aprender de la naturaleza. Entre las piedras calizas de las pequeñas colinas cerca de su casa buscaba fósiles. También coleccionaba nidos de ratones de campo, de los que llegó a tener más de cincuenta. Era también llamado el sabio-poeta debido a la pasión que sentía por escribir y manifestar sus sentimientos a través de los poemas y la literatura. También amaba la música y la naturaleza.
Primeros encuentros con la enfermedad de la viruela
Cuando Edward Jenner tenía ocho años, en Berkeley surgió un brote de viruela, por lo que la familia de Edward decidió que era necesario aplicarle el único método preventivo conocido hasta entonces: la variolización (método que había importado a Inglaterra la exploradora Lady Mary Wortley Montagu, que observó dicha costumbre en el Imperio otomano), pues era ya un hecho conocido que la viruela sólo se padecía una vez en la vida, por eso la mayoría de los médicos de la época recomendaban practicar la inoculación en los niños y así evitar que adquiriesen una forma mortal, lo cual ocurría de manera muy frecuente en esa época.
A Edward Jenner y a sus compañeros les realizó las inoculaciones el boticario, el señor Holborn, de la cercana localidad de Wotton-under-Edge. En la inoculación los niños recibían un corte hasta el sangrado en un brazo donde el señor Holborn aplicaba el contenido purulento de la vesícula de un enfermo de viruela, después cubría la herida con un vendaje limpio. Los que recibían la inoculación debían ser aislados pues presentaban la enfermedad y podían transmitirla a otras personas que no la habían padecido. A Edward y sus compañeros los aíslan en un establo maloliente, con poca iluminación y sin ventilación, donde tenían que comer, dormir y hacer sus necesidades por cuarenta días (cuarentena) una experiencia terrible que Edward al igual que los demás inoculados no olvidarían con facilidad.
A los 14 años Jenner se hizo aprendiz de un doctor llamado Daniel Ludlow, cuya experiencia y dirección influyeron en su deseo de volverse cirujano también. Completó esta primera etapa formativa a los 21 años.
Inicio de su carrera como médico
Desde 1770, Jenner continuó aprendiendo sobre técnicas quirúrgicas y anatomía bajo la dirección del cirujano John Hunter6 y otros miembros del Hospital de la Universidad de St. George en Londres. Allí, fue expuesto a la influencia de grandes figuras como William Osler, quien le introdujo a la forma de trabajo de William Harvey.
Rechazó incorporarse a la expedición científica al mando del marino británico James Cook a bordo del barco Endeavour (expedición que doblando el Cabo de Hornos se dirigió al sur del Pacífico y Oceanía y luego dio la vuelta al mundo, y realizó desde agosto de 1768 hasta julio de 1771 estudios cartográficos, astronómicos y biológicos de flora y fauna).
Jenner regresó a su pueblo natal en 1773, época en la que se volvió un exitoso doctor familiar y cirujano. Se dice que, era capaz, hábil y popular. Además de ejercer la medicina, se unió a dos grupos médicos para la promoción del conocimiento médico y escribió artículos médicos ocasionales. Tocaba el violín en un club musical, escribía versos ligeros y, como naturalista, hizo muchas observaciones, en particular sobre los hábitos de anidación del cuco y la migración de las aves7.
Eventualmente, fundó, junto a otros, la Sociedad Médica Fleece “Gloucestershire”, que tenía la intención de organizar reuniones entre los mejores profesionales de la salud para discutir temas médicos. En esta instancia, Jenner ofreció observaciones y comentarios sobre la angina de pecho, la oftalmia, la enfermedad cardiaca valvular y la viruela.
La lucha contra la viruela
La viruela, antigua enfermedad aguda eruptiva altamente contagiosa, de transmisión por vía respiratoria y cuyo agente etiológico lo constituía el virus de la viruela o Poxvirus Variolae8, fue una enfermedad altamente prevalente, causante de un gran problema epidemiológico. El virus estuvo distribuido en casi todo el mundo, no distinguía edades ni clases sociales, y además causaba alta mortalidad (30 a 60% en los no vacunados) y producía secuelas significativas no sólo estéticas (cicatrices, calvicie). Hasta un tercio de los sobrevivientes quedaban ciegos cuando se comprometía la córnea.
La viruela, conocida como el “monstruo moteado” debido a sus distintivas erupciones en forma de ampolla, había matado a millones de personas durante la Edad Media. Llegó a ser la principal causa de muerte en Europa, matando a 400.000 personas cada año. En América devastó a tribus nativas, y culturas enteras colapsaron. Un tercio de los sobrevivientes quedaba ciego. Casi todos los que no morían tenían cicatrices de por vida9.
Entre sus muchas víctimas se incluyen faraones de Egipto según certifican sus momias, Isabel I de Inglaterra, músicos clásicos como Mozart y Beethoven, y presidentes de los Estados Unidos como Lincoln y Washington. Durante el siglo XVIII sufrieron la enfermedad el emperador José I de Austria, el rey Luis I de España, el zar Pedro II de Rusia, la reina Ulrika Eleonora de Suecia y el rey francés Luis XV. En América se cuenta al gobernante del Imperio Inca Huayna Capac y en Chile al Abate Molina y a la destacada cantautora Violeta Parra, que se sentía acomplejada por las cicatrices faciales dejadas por la enfermedad10.
En la antigüedad fue descrita por el médico árabe Rhazes, en el siglo X, quien apuntó en sus informes que el médico Ahron ya la conocía en el siglo VII. Diversos autores señalan que la enfermedad era conocida en el Norte de Italia y Sur de Francia como Variola.
La enfermedad se difundió por Asia a Europa y África del Norte durante la Edad Media; fue llevada a España por los musulmanes, en la época del Califato de Córdoba, se esparció por toda la Península Ibérica e influyó marcadamente las Cruzadas o grandes movimientos de contingentes de hombres, generalmente de las más bajas capas sociales, quienes se ocupaban de rescatar objetos de personas muertas desde Tierra Santa, y transmitieron de esta forma el virus a la población susceptible.
La viruela se transmitía por un contacto cercano con las llagas o las gotitas emitidas por la respiración de una persona infectada. La ropa de cama o prendas de vestir contaminadas también podían transmitir la enfermedad. Un paciente seguía siendo un foco infeccioso, hasta que la última costra se separaba de su piel.
Por lo general, en la segunda semana de la infección morían aproximadamente un 30% de los infectados del tipo Variola major. La mayoría de los sobrevivientes conservaba cierto grado de cicatrización permanente, que también podía ser extenso. Igualmente, podían surgir otras deformidades, como la pérdida de tejido labial, nasal y cartilaginoso; y como resultado de las costras en las córneas, la persona infectada podía quedar ciega. La Variola minor era menos grave y provocaba menos estragos y muerte entre los infectados.
Algunos cálculos indican que las muertes por viruela a nivel mundial durante el siglo XX sumaron más de 300 millones de personas11.
La falta de conocimiento científico del problema y el deplorable estado higiénico de las poblaciones influyen en la alta mortalidad, registrada durante los siglos XVII y XVIII con un saldo de más de 30 000 muertes anuales en países como Francia y Alemania.
La observación de los estudiosos de la época llevó a concluir que quien enfermaba una vez y sobrevivía no volvía a padecer la enfermedad; existían epidemias benignas, en las cuales la mortalidad era baja y había epidemias graves, que sí reportaban una mortalidad muy alta, por lo que era una ventaja enfermar de una epidemia ligera y quedarse protegido durante toda la vida.
Diversos métodos fueron utilizados por la Humanidad frente a esta terrible enfermedad. El hombre, ante la dura realidad de que nada había que detuviese la viruela, optó por inoculársela, para intentar sobrellevarla , este método fue conocida como variolación12.
La variolación o contaminación con la propia viruela fue el procedimiento más utilizado. Muchas vidas pudieron conservarse gracias a ellas. Sin embargo, esta medida a nivel masivo era muy poco eficiente y presentaba serios peligros, pues la viruela existía y reaparecía; la variolación aunque extendida, no era general, y, por ende, no cubría la totalidad de la población y uno de sus riesgos más importantes era el hecho de que las personas inoculadas enfermaban gravemente de viruela, pues el producto inoculado era pus extraído de una pústula humana reciente y además era factible la transmisión de otras enfermedades durante la variolación al ser un método rudimentario13.
Para el siglo XVIII, Voltaire, en una de sus observaciones de la época, estimaba que cerca de 60% de la población en Europa estaba expuesta al virus de la viruela, y el 20% había muerto a causa de ella.
El descubrimiento de la vacuna. ¿Coincidencia o designio divino?
En 1761, el joven Edward Jenner se trasladó a Sodbury, donde empezaría su formación como cirujano y farmacéutico bajo las órdenes del médico del pueblo, Abraham Ludlow. Allí Jenner oiría por primera vez, en boca de Sarah Nelmes, una ordeñadora de vacas, la siguiente afirmación: “Yo nunca tendré la viruela porque he tenido la viruela bovina. Nunca tendré la cara marcada por la viruela”14. Jenner atendió a una chica que lo consultó sobre unos granos que tenía en la piel. Ella trabajaba como ordeñadora y le dijo casualmente: “Sé que no es viruela pues ya me dio viruela bovina”. Esas pocas palabras hicieron que Jenner recordara que en la región de la que él venía también se decía que quienes contraían viruela bovina al ordeñar vacas quedaban inmunes a la viruela y la viruela bovina no era grave: nadie moría de eso.
Con 24 años, en 1773, Edward Jenner abrió un pequeño consultorio en Berkeley. Gracias a los conocimientos que había adquirido en Londres, poco a poco fue ganando más reputación en el pueblo y se convirtió en uno de los médicos más reconocidos de la región.
Durante los siguientes años siguió ejerciendo de médico del pueblo y conoció a su esposa, con quien tendría tres hijos15. Sin embargo, fue también en esta época en la que la epidemia de viruela golpeó con más fuerza a la región.
Así, en 1775, Jenner empezó un minucioso estudio sobre la relación entre la viruela bovina y la de humanos. Después de experimentar con animales descubrió que si tomaba un extracto de una llaga de viruela bovina y se la inyectaba a un ser humano, esa persona quedaba protegida contra la viruela16.
En 1797 presentó su estudio ante la Royal Society describiendo su experimento. Sin embargo, Jenner no podía explicar la razón por la que el método era efectivo, pues aún no se podía ver el virus con los microscopios de la época. La respuesta de los científicos fue que sus ideas eran demasiado revolucionarias y que necesitaba presentar más pruebas.
Pero aquello no lo desanimó y prosiguiendo sus estudios con el nuevo método Jenner experimentó con varios otros niños, incluyendo su propio hijo de 11 meses. Una fecha clave es el 14 de mayo de 1796, cuando inoculó a un niño, James Phipps, con linfa tomada de una pústula de viruela de la mano de una ordeñadora de vacas de un establo17.
Después de inocular al niño no se observó reacción, lo que le hizo plantear que la vacuna producía inmunidad contra la viruela. En los años siguientes Jenner experimentó repetidamente su nuevo método que denominó vacunación por variolae vaccínae o vacuna de viruela.
Después de años de investigación, experimentos, y comprobación de hipótesis médicas, Jenner logró desarrollar un método eficaz de vacunación que hizo que las personas tratadas con la vacuna se volvieran inmunes a la enfermedad, todo a partir de sus observaciones respecto a las vaqueras (ordeñadoras de las vacas). Quienes enfermaban de vaccinia (enfermedad cutánea de las vacas) declaraban no haber contraído la viruela o reaccionado ante la variolación. Jenner se propuso demostrar que la inoculación del contenido extraído, a partir de las vesículas de la viruela vacuna (vaccinia) en el Hombre, daba origen a una excelente protección contra la viruela. Por ello, recibió el nombre de “vacuna” por proceder del ganado vacuno.
Como resultado de éstos estudios, en 1798 publicó su investigación “An Inquiry into the Causes and Effects of the variolae vaccínae”, en la que acuñó el término “vacuna”, del latin "vacca" (vaca). Lo que menos recibió fueron aplausos o gloria, sino burlas. Este trabajo fue rechazado por la Royal Society, pero Jenner lo publicó por cuenta propia. También, se levantaron muchos críticos, entre ellos también personas de la iglesia, quienes denunciaron que era repugnante e impío inocular a alguien con material de un animal enfermo. Su método fue aceptado y aplicado en la propia Inglaterra hasta 180118. Las personas creían que si se vacunaban les crecerían apéndices vacunos en el cuerpo y sobre eso se hizo una sátira llamada “The cow pock” (1802).
Para algunos padres de familia, la vacunación contra la viruela provocaba miedos y protestas, ya que había que rasgar la carne del brazo de un niño e introducir la linfa de la ampolla de una persona que había sido vacunada aproximadamente una semana antes. Algunos opositores, incluidos los sacerdotes locales, creían que la vacuna “no era cristiana” porque provenía de un animal19; para otros opositores, el descontento con la vacuna contra la viruela reflejaba su desconfianza general ante la medicina y a las ideas de Jenner sobre la transmisión de la enfermedad.
Al sospechar de la eficacia de la vacuna, algunos escépticos alegaban que la viruela era el resultado de material en descomposición en la atmósfera20. Por último, mucha gente objetaba la vacunación porque creía que atentaba contra su libertad personal, una tensión que empeoró cuando el gobierno desarrolló políticas para la vacunación obligatoria21. Parece claro que la oposición a las vacunas es tan antigua como las mismas vacunas22.
Un gran detractor de la vacunación fue el doctor Mosely, del Hospital de Chelsea, que manifestó que era ridículo contagiar una enfermedad de las vacas a las personas, y con sentido del humor dijo que podrían aparecer cuernos a las personas; bastó poco para que los humoristas hicieran viñetas satíricas sobre la vacunación23. El tiempo le daría la razón a Jenner y la vacunación se impondría frente a la variolización en todo el mundo.
Reconocimiento a un trabajo histórico
El reconocimiento al trabajo de Jenner llegó con la organización en España de la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna que patrocinó la primera expedición de vacunación a nivel mundial, al abarcar su imperio de ultramar (Hispanoamérica y Filipinas)24.
Pero sería desde Francia, donde provendría el merecido reconocimiento cuando Napoleón da la orden de vacunar a toda su tropa en el año 1805, y a petición de Jenner, el emperador liberó a dos prisioneros de guerra ingleses y les permitió regresar a sus casas. El emperador francés comentó que no podía "negar nada a uno de los más grandes benefactores de la humanidad"25. Posteriormente la Condesa de Berkeley y Lady Duce hacen vacunar a sus hijos, haciendo que la nobleza inglesa imite a los franceses.
Así se quiebra definitivamente el círculo de opositores a la vacunación y es entonces cuando lo invitan a establecerse en Londres y ganar mucho dinero, pero Edward Jenner declina la propuesta, sin embargo, recibe dinero y distinciones que le permiten pasar una vejez sin preocupaciones económicas.
En un reporte personal, Jenner registró los avances:
“Desde el año 1762 hasta 1792, el número de personas que murió de viruela en los dominios de Dinamarca ascendió a 9.728. Cerca del año 1802, se introdujo la vacunación por primera vez, y la práctica se generalizó, pero no se hizo universal; Sin embargo, para el año 1810, solamente cincuenta y ocho personas habían muerto por causa de la viruela. La vacunación, por orden del rey, fue adoptada ahora universalmente. Y desde el año 1810 hasta el año 1819, no ha ocurrido un solo caso de viruela.
Un patrón interesante de la vacunación es aquello que todo observador de su progreso debe haber sido testigo; a saber, que todas las cosas han cooperado para su bien. Los opositores de la vacunación han sido los mayores instrumentos para facilitar el progreso de los promotores de la vacunación, pues han llamando a la investigación, y esto siempre ha terminado en pruebas completas de su eficacia.
La vacunación se ha practicado ampliamente en este país, sin embargo, ha sido entendida de manera muy imperfecta”26.
Otras publicaciones de Jenner fueron:
- 1798: An Inquiry intro the Causes and Effects of the Variolæ Vaccinæ
- 1799: Further Observations on the Variolæ Vaccinæ, or Cow-Pox.
- 1800: A Continuation of Facts and Observations relative to the Variolæ Vaccinæ
- 1801: The Origin of the Vaccine Inoculation
- 1824: (Obra póstuma) On the Migration of Birds
Jenner fue reconocido y afiliado en sociedades científicas. En 1803 se convirtió en Presidente de la Sociedad Jenneriana de Londres, preocupada por promover la vacunación para erradicar la viruela. La Sociedad Jenneriana cesó sus operaciones en 1809. En 1808, con la ayuda del gobierno, se fundó el Instituto Nacional de Vacunación, pero Jenner se sintió deshonrado por los hombres seleccionados para gestionarlo, y renunció a su dirección.
Se convirtió en miembro de la Sociedad de Cirugía y Medicina en su fundación en 1805 (actualmente Real Sociedad de Medicina) y presentó varias ponencias allí. Jenner fue elegido miembro honorario extranjero de la Academia Estadounidense de las Artes y las Ciencias en 1802 y miembro extranjero de la Real Academia Sueca de Ciencias en 1806. Incluso fue nombrado médico del rey Jorge IV en 1821.
Al regresar a Berkeley continúa recibiendo honores que le llegan desde distintos puntos del mundo. Cualquier petición de su parte, a diferentes autoridades, era prácticamente complacida. De la misma forma se le quería y respetaba en su pueblo, donde continuaba esforzándose por sus pacientes, fue elegido como alcalde del pueblo a causa de su decisión de permanecer allí.
Jenner continuó investigando sobre medicina y hornitología hasta el final de sus días, su trabajo llegó a inspirar a figuras como Louis Pasteur, quien impulsó mucho más el desarrollo de las vacunas con el descubrimiento de la vacuna para La Rabia y el Ántrax. Edward Jenner falleció víctima de una apoplejía, el 26 de enero de 1823, a la edad de 73 años, en la localidad de Berkeley, la localidad en la que nació
El último caso de infección natural de viruela en el mundo se produjo en octubre de 1977; se certificó la erradicación mundial de la enfermedad en 1979 por la Organización Mundial de la Salud y públicamente fue confirmado por la Asamblea Mundial de Salud, en 1980. En los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Atlanta (Estados Unidos) y en el Centro Estatal de Investigación de Virología y Biotecnología de Koltsovo, en Rusia permanecen guardados bajo estrictas medidas de seguridad todos los virus conocidos de viruela27.
No es casualidad que hayamos pasado de tener una esperanza de vida de 37 años (justo antes de que se descubrieran las vacunas) a una de más de 80 años. Junto a los otros avances en medicina, las vacunas han permitido que vivamos muchos más años y que estos años sean de una mayor calidad de vida28.
La fe cristiana de Jenner
Descrito por Charles F. Horne (1894) como un hombre distanciado tanto del fanatismo religioso como de la laxitud moral, Jenner era un cristiano anglicano que en su correspondencia personal se mostró como un hombre bastante espiritual y que consideraba que Dios lo había usado como un instrumento para ayudar a la humanidad.
Como lo describe su amigo cercano John Baron en el libro biográfico “La vida de Edward Jenner” (1838, 2014), Edward Jenner atesoraba la Biblia, compartía su mensaje, y hablaba de Dios en varias de sus cartas a sus amigos cercanos. En una de estas cartas, poco antes de su muerte, Jenner le escribió a su amigo confesando lo sorprendido que estaba por la ingratitud de la humanidad hacia Dios:
“Desde la parte temprana de su trabajo él demostró cuan devotos eran sus sentimientos cuando reflexionaba sobre los grandes resultados de sus experimentos con la vacuna. Hacia el final de su vida, muchos incidentes sostuvieron el poder cada vez mayor de este principio. Él frecuentemente expresaba su sentimiento de lamentación porque la humanidad no fuera tan consciente del valor de la vacunación. Entre sus últimas palabras que me escribió, no muchos días antes de su ataque mortal, él usó esta frase notable:
“No me sorprende que las personas no sean agradecidas hacia mí; pero lo que me sorprende es que no sean agradecidos hacia Dios por el bien del cual Él me ha hecho un instrumento de transmisión a mis semejantes".”
Jenner tenía gran reverencia por las Escrituras; y cuando les presentaba copias de ellas a sus ahijados o a otros, nunca salían de sus manos sin alguna inscripción declaratoria de su veneración29. En algunas cartas, Jenner agradecía a Dios por la salud de su hijo30, y en otras, se percibía su admiración hacia el hacedor del universo:
"Mientras se acercaba al final de sus días, sus conversaciones conmigo generalmente eran más o menos teñidas con dichas perspectivas como las que le vienen a una mente seria cuando contempla la obra de las manos del Creador. En toda la confusión y el desorden que aparece en el mundo físico, y en todas las anomalías y errores que desfiguran la moral, él veía una demostración convincente de que Él, que formó todas las cosas a partir de la nada, todavía maneja y guía la maquinaria de su enorme Creación"31 (…) "Él dio su vida mientras continuaba sus esfuerzos para hacerle el bien a su prójimo; agradecido a Dios por las misericordias indicativas que Él había concedido a la humanidad por medio de él"32.
Un carta escrita por Jenner a su amigo “El señor Hicks” contiene una prueba indudable sobre la intensidad de sus sentimientos y sufrimientos de esperanza en medio de un tiempo de aflicción. Al igual que Leonhard Euler y James David Forbes, en medio de la enfermedad Jenner puso su esperanza en Dios y escribió:
“Me siento profundamente en deuda con cada uno de los intentos que consolarme en mi presente aflicción, pero usted, que conoce tanto sobre la mente humana, está convencido de cuan vanos son estos esfuerzos amistosos. No lo concebía sino hasta que la cuchillada me llevó hasta lo más profundo; ¡pero que se haga la voluntad de Dios!
En medio de mi desdicha un rayo de consolación a veces se abre paso hacia mí y me dice que mi dolor traerá algún beneficio para mí. ¡Qué misteriosos e inescrutables son los caminos de la Providencia! Dios lo bendiga.
Con afecto, E. Jenner”33.
Jenner, al igual que otros pedagogos, también consideraba que había una gran necesidad de contar con una educación tanto científica como religiosa incluyendo el reconocimiento de Dios, así entregó algunos consejos para mejorar el plan escolar en su población, escribiendo lo siguiente:
“Necesitamos una nueva educación. La experiencia ha demostrado que el actual sistema de enseñanza con respecto a la instrucción de los niños en el conocimiento del Creador es defectuoso en lo más extremo y tengo cada razón para pensar que el plan que he propuesto desde hace mucho, con el cual usted está familiarizado, si se realizara, probaría ser de una incalculable importancia al educar a esta generación”34.
También escribió algunos fragmentos de oraciones y reflexiones fuertemente expresivas de una sumisión profunda y humilde ante la voluntad divina. En uno de estos pensamientos, Jenner escribió:
“El poder y la misericordia de la Providencia se muestra de manera sublime y tremenda en los relámpagos y en la tempestad. Casi nunca ocurre durante aquello que es conocido como una tormenta eléctrica, a excepción de cuando oímos que algún humano pierde su vida por un destello de los Cielos; y cuando la tempestad ruge a nuestro alrededor, sabiendo que alguna clase de destrucción siempre ocurrirá.
Pero ¡de qué forma tan maravillosa se sazona en esto el poder con la misericordia! Se nos muestra que en vez de castigos parciales, podrían haber sido universales.
El brazo del Todopoderoso que azotó postrando a un solo individuo, pudo, al mismo tiempo, haber lanzado sus rayos sobre las cabezas de todos. Aquél que dirigía la tormenta para su poderosa fuerza por medio de una destrucción parcial, le muestra a todo ojo que mira, que con Su decreto pudo haber barrido toda cosa viviente. ¡Pero qué bellamente se modifica! Llega al justo punto en el que todo lo terrestre parece al borde de la ruina universal, y luego, misericordiosamente, lo suaviza en una tranquilidad. ¡Cuán sublime, cuán temible es esta demostración de poder y de misericordia de Dios!
Nuestro lenguaje ordinario nos muestra, por así decirlo, de manera inconsciente, nuestras ideas de una existencia compuesta, la subordinación del cuerpo a la agencia del alma: "Salí disparado de la casa"; "Estaba fuera de sí," esto es, su mente estaba fuera de él. "De oídas te había oído; mas ahora mis ojos te ven." [Job 42:5].
Lo anterior es aplicable al tema de la reforma en la educación de los niños. El gran Libro del mundo está abierto a todos los ojos. Mi deseo es que todo ser humano pueda ser enseñado a leerlo. La gente pobre no sabe a veces que biblioteca tan rica tiene disponible; que tiene el mismo derecho que el monarca más orgulloso del mundo de tener acceso a ella.
Una aceptación sincera de las órdenes de la Providencia controlará el desconcierto mental más allá que otra cualquier cosa. Producirá una calma en medio de una tormenta.
Si tememos de todas las cosas que son posibles, vivimos sin limites para nuestra miseria. Las más altas facultades de nuestra naturaleza son nuestro sentido de excelencia moral, el principio de la razón y la reflexión, la benevolencia hacia nuestros semejantes, y nuestro amor hacia el Ser Divino”35.
Aunque se volvió rico, siguió su vida tranquila en la misma casa de siempre en Berkeley y continuó trabajando como médico rural, atendiendo a ricos y pobres. Vacunaba gratis a las personas de menores ingresos en una cabaña pequeña que tenía en su jardín. Se cuenta que en el año 1800, en un sólo día, vacunó a casi 200 personas. Cuando murió en 1823 era considerado todo un héroe, uno de sus amigos dijo que nunca había conocido a “un hombre con un corazón más cálido”.
Owen Gower, gerente de la Casa Museo de Jenner, reflexionó sobre el legado del médico rural con las siguientes palabras:
“Se han evitado innumerables muertes y la incidencia de las graves cicatrices y ceguera que la enfermedad podría causar, gracias al descubrimiento de Jenner y su determinación de contarle al mundo al respecto (…) Ahora tenemos la oportunidad de hacer lo mismo con otras enfermedades. Otras vacunas, desarrolladas después de la muerte de Jenner, salvan aproximadamente de dos a tres millones de vidas cada año. El legado de Jenner es un mundo en el que no tenemos que vivir con miedo a terribles enfermedades infecciosas”36.
Edward Jenner señaló sobre la vacuna contra la viruela en 1801:
“Resulta demasiado evidente, como para tener que admitir controversia alguna, que la aniquilación de la viruela, la peor amenaza mortal para la especie humana, será el resultado final de esta práctica37".
La viruela sobrevivió por muchos años después de la muerte de Jenner. La vacuna fue mejorada por científicos como Louis Pasteur. Una campaña mundial de vacunación redujo año tras año los casos hasta que en 1980 la Organización Mundial de la Salud declaró que el mundo estaba libre de viruela. Es decir 180 años más tarde, sus deseos se cumplieron
En otra carta, aparentemente una oración escrita durante un tiempo aflicción, Edward Jenner concluye con un pensamiento inspirado en la obra de Jesucristo, quien no solo fue su consuelo sino guía en tiempos de trabajo y estudio:
“Que aquellas verdades sagradas, reveladas por Aquél que condescendió a asumir una forma humana y aparecer entre los seres humanos sobre la tierra, estén tan implantados en mi mente, que yo nunca jamás pierda de vista estas misericordias divinas Tuyas, y que en consecuencia, por mi fe y mi práctica, cuando te agrade mandar mi cuerpo a la tumba, que el alma imperecedera sea recibida en Tus moradas de gloria eterna”38.
Referencias
1. Santiago Roura Ferrer “La historia original de las vacunas que todos deberíamos conocer”, 23 mayo 2021, consultado agosto de 2021.
2. Dra. Daisy M. González Cárdenas; Dra. María Elena Reyes González; Dra. Berta Fomental Hidalgo; Dra. Marisel Gómez de Molina Iglesias “La variolación y el advenimiento de la vacuna contra la viruela”, Revista Habanera de Ciencias Médicas, versión On-line ISSN 1729-519X, v.6 n.2 Ciudad de La Habana abr.-jun. 2007, disponible en, consultado agosto de 2021
3. Neil, Natasha. “Edward Jenner: The end of plagues?”. Society of Biology; septiembre 2014.
4. Yurannt Marcela Chávez, Edgar Airson Ñañez “Articulación de la ciencia en la enseñanza: interpretaciones de Edward Jenner sobre el sistema inmunológico” en: Henry Giovanny Cabrera Castillo “Educación en Biología: aportes de estudios históricos al diseño de unidades didácticas” Programa Editorial Universidad del Valle, Cali, Colombia, 2018, Págs. 84 - 85
5. Mary Jenner, Henry Jenner, Stephen Jenner, Sarah Jenner, Anne Jenner.
6. John Hunter, fue uno de los cirujanos más destacados de Londres. Sin embargo, lo que es aún más importante, fue un anatomista, biólogo y experimentalista de primer orden; no sólo recogió muestras biológicas, sino que también se preocupó por los problemas de fisiología y función. Fuente: Enciclopedia Británica, consultado agosto de 2021.
7. Enciclopedia Británica “Edward Jenner. English surgeon”, consultado agosto de 2021.
8. Kempe Henry C. “Viruela y Vacunación: Introducción e Historia”. En: Cecil Loeb. “Tratado de Medicina Interna 1”. 12 a. ed. Edición Revolucionaria del Instituto Cubano del Libro; 1968, p. 44-51; Benenson Abram S. Manual para el control de las enfermedades transmisibles.16 a. ed. Washington: Organización Panamericana de la Salud; 1997.
9. Greig Watson “La curiosa historia de cómo el movimiento antivacunas nació hace 150 años en Inglaterra”, BBC News, 19 enero 2020, consultado agosto de 2021.
10. Arnoldo Quezada “Los orígenes de la vacuna”, Revista Médica Clínica Las Condes, Mayo - Agosto 2020, Páginas 367-373, consultado agosto de 2021.
11. “Historia de la viruela”, consultado agosto de 2021
12. Dra. Daisy M. González Cárdenas; Dra. María Elena Reyes González; Dra. Berta Fomental Hidalgo; Dra. Marisel Gómez de Molina Iglesias “La variolación y el advenimiento de la vacuna contra la viruela”, Revista Habanera de Ciencias Médicas, versión On-line ISSN 1729-519X, v.6 n.2 Ciudad de La Habana abr.-jun. 2007, consultado agosto de 2021
13. García Mayo M. “Introducción de la Vacuna en Cuba”. (Tesis doctoral). La Habana: Editorial Alfa; 1938. Colectivo de autores. “Edward Jenner. Forjadores de la Medicina Moderna”. La Habana: Instituto Cubano del Libro; 1970, págs. 3-7.
14. Josep Gavaldà “Edward Jenner, probablemente el científico que más vidas ha salvado en la Historia”, 7 de mayo de 2019. Actualizado a 12 de diciembre de 2019, consultado agosto de 2021.
15. Catherine Fitzhardinge Jenner, Edward Robert Jenner, Robert Fitzhardinge Jenner
16. Redacción BBC Mundo “Vacunas: cómo una ordeñadora de vacas le dio a Edward Jenner la clave para descubrir la vacuna contra la viruela (y lo convirtió en el médico más famoso del mundo)” 29 julio 2017. Actualizado 16 mayo 2020, consultado agosto de 2021.
17. Jenner describió su primer experimento de inmunización así: “Para observar mejor cómo evolucionaba la infección, inoculé la viruela vacuna a un niño sano de ocho años. La vacuna procedía de una pústula del brazo de una ordeñadora, a quien había contagiado la vaca de su señor. El 14 de mayo de 1796 se la inyecté al niño a través de dos cortes superficiales en el brazo, cada uno de los cuales tenía la anchura de un pulgar. El séptimo día se quejó de pesadez en el hombro; el noveno, perdió el apetito, tuvo algo de frío y un ligero dolor de cabeza; durante todo el día se encontró enfermo y pasó la noche inquieto, pero al día siguiente volvió a encontrarse bien. La zona de los cortes evolucionaba hacia la fase de supuración, ofreciendo exactamente el mismo aspecto que adquiere la materia virulosa. Para cerciorarme de que el niño, levemente infectado por la viruela vacuna, había quedado realmente inmunizado contra la viruela humana, el 1 de julio le inyecté materia virulosa que había extraído con anterioridad de una pústula humana. Se la apliqué profusamente mediante varios cortes y punturas, pero no dio lugar a ningún ataque de viruela. En los brazos aparecieron los mismos síntomas que provocan las sustancias virulosas en los niños que han sufrido variola o viruela vacuna. Al cabo de unos meses, le volví a inocular materia virulosa, que en esta ocasión no produjo ningún efecto visible en el cuerpo”. Fuente: Santiago Roura Ferrer “La historia original de las vacunas que todos deberíamos conocer”, 23 mayo 2021, consultado agosto de 2021.
18. Sergio Zúñiga R “Los niños en la lucha contra la viruela” Revista chilena de pediatría. Versión impresa ISSN 0370-4106. Rev. chil. pediatr. v.75 n.4 Santiago jul. 2004, consultado agosto de 2021.
19. Durbach, N. “They might as well brand us: Working class resistance to compulsory vaccination in Victorian England”. The Society for the Social History of Medicine. 2000;13:45-62. Citado en: “Historia de los movimientos en contra de la vacunación”, consultado agosto de 2021.
20. Porter, D., Porter, R. “The politics of prevention: Anti-vaccination and public health in 19th century England”. (2.8MB). Medical History. 1988;32:231-252. Acesado el 10 enero 2018, citado en: Citado en: “Historia de los movimientos en contra de la vacunación”, consultado agosto de 2021.
21. Durbach, N. “They might as well brand us: Working class resistance to compulsory vaccination in Victorian England”. The Society for the Social History of Medicine. 2000;13:45-62. Citado en: “Historia de los movimientos en contra de la vacunación”, consultado agosto de 2021.
22. Poland, G.A. y Jacobson, R.M. (2011). The Age-Old Struggle against the Antivaccinationists. The New England Journal of Medicine, 364(2), pp. 97-99., Citado en: Miguel Ángel López Santamaría “Los movimientos antivacunacion y su presencia en internet” Ene. vol.9 no.3 Santa Cruz de La Palma dic. 2015. Consultado agosto de 2021.
23. Fernández Teijeiro, J.J. “El vencedor de la viruela Jenner”. 2012; Editorial NIVOLA, Tres Cantos. Citado en: Fco. Javier Burguillo Muñoz “Edward Jenner y la primera vacuna de la historia”, 8 diciembre, 2020, disponible, consultado agosto de 2021.
24. La “Real Expedición Filantrópica de la Vacuna”, también conocida como Expedición Balmis en referencia al médico español Francisco Javier Balmis, fue una expedición de carácter filantrópico que dio la vuelta al mundo y duró desde 1803 hasta 1806. Su objetivo era en principio que la vacuna de la viruela alcanzase todos los rincones del Imperio español, ya que la alta letalidad del virus estaba ocasionando la muerte de miles de niños.
25. El rey Carlos IV apoyó y sufragó con fondos públicos al médico de la corte, el doctor Balmis, en su idea de una vacunación masiva de niños a lo largo del imperio, ya que su propia hija, la infanta María Teresa, había fallecido a causa de la enfermedad. Se considera la primera expedición sanitaria internacional de la historia. Royal Society of London "Notes and Records of the Royal Society of London”, Volumes 9-11., 1952, Pág. 297.
26. Jenner, citado en Baron, John. 1838. “The Life of Edward Jenner: With Illustrations of His Doctrines, and Selections from His Correspondence”, Volume 2. Henry Colburn, Pág. 446.
27. Benenson Abram S. “Manual para el control de las enfermedades transmisibles”. 16 a. ed. Washington: Organización Panamericana de la Salud; 1997
28. Pol Beltran Prieto “Edward Jenner: biografía y resumen de sus aportes a la ciencia”, consultado agosto de 2021.
29. Baron, John. 1838. “The Life of Edward Jenner: With Illustrations of His Doctrines, and Selections from His Correspondence”, Volume 2. Henry Colburn, Pág. 295
30. Baron, John. 1838. “The Life of Edward Jenner: With Illustrations of His Doctrines, and Selections from His Correspondence”, Volume 2. Henry Colburn, Pág. 179
31. Baron, John. 1838. “The Life of Edward Jenner: With Illustrations of His Doctrines, and Selections from His Correspondence”, Volume 2. Henry Colburn, Pág. 282
32. Baron, John. 1838. “The Life of Edward Jenner: With Illustrations of His Doctrines, and Selections from His Correspondence”, Volume 2. Henry Colburn, Pág. 317
33. Baron, John. 1838. “The Life of Edward Jenner: With Illustrations of His Doctrines, and Selections from His Correspondence”, Volume 2. Henry Colburn, Pág. 141.
34. E. Jenner, en su carta a Mr. E. Gardner, Frampton. Gloucester, el 13 de abril de 1816
35. Jenner, cit. en Baron, John. 1838. “The Life of Edward Jenner: With Illustrations of His Doctrines, and Selections from His Correspondence”, Volume 2. Henry Colburn, págs. 446-447.
36. Greig Watson “La curiosa historia de cómo el movimiento antivacunas nació hace 150 años en Inglaterra”, BBC News, 19 enero 2020, consultado agosto de 2021.
37. Redacción BBC Mundo “Vacunas: cómo una ordeñadora de vacas le dio a Edward Jenner la clave para descubrir la vacuna contra la viruela (y lo convirtió en el médico más famoso del mundo)” 29 julio 2017. Actualizado 16 mayo 2020, consultado agosto de 2021
38. Jenner, cit. en Baron, John. 1838. “The Life of Edward Jenner: With Illustrations of His Doctrines, and Selections from His Correspondence”, Volume 2. Henry Colburn, Págs. 295-296.
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