El contexto mundial de la pandemia ha puesto a la vida cotidiana patas arriba. La mayoría de los gobiernos del mundo han optado por restringir la vida social en diferentes grados. A raíz de esto, muchas actividades e industrias han tenido que modificar, de una forma u otra, cómo se venían desarrollando. La educación ha sido uno de los ámbitos más transformados en este tiempo, y esto tuvo un fuerte impacto en la vida del hogar.
Muchas instituciones han hecho sus esfuerzos por adaptarse a la enseñanza en línea y virtual, pero en la práctica el mayor peso de la tarea ha recaído sobre los padres. Para algunas familias la experiencia ha sido un verdadero caos, una lucha por adaptarse a las nuevas dinámicas, mientras que para otras, la experiencia ha sido más feliz. Todo esto abrió la posibilidad a un tipo de educación que hasta ahora había pasado desapercibida, más asociada a minorías: el homeschooling – o, educación en casa.
Durante este tiempo, miles de familias han estado haciendo, de una u otra manera, educación en casa. Muchos padres que estaban previamente interesados en el homeschooling, han aprovechado la oportunidad para intentar la modalidad y seguramente la quieran seguir practicando, por los diferentes beneficios que les proporciona. Un repaso histórico nos permitirá reflexionar sobre las posibilidades y desafíos de la educación en casa, una opción cada vez más real en las circunstancias actuales.
¿Qué es el homeschooling? Un repaso histórico
La educación en casa se trata de una alternativa a la educación en escuelas, en la que los padres se hacen cargo del aprendizaje de los hijos. La educación se lleva adelante en el entorno familiar.
Aunque la modalidad puede sonar rara para nuestros días, lo cierto es que ha sido la forma de enseñanza más antigua y más usual en la historia de la humanidad. Desde los inicios de la vida en sociedad, los niños simplemente aprendían en el contexto de sus casas, enseñados por sus familiares, la tribu o el clan. También lo vemos en la historia bíblica, el libro de Deuteronomio (Dt 6:7-9; 11:19) relata cómo la ley divina era confiada a los padres, para ser transmitida a sus hijos. En el ambiente familiar se aprendían las leyes civiles, la historia y los valores morales del pueblo de Dios. El mismo caso se repite en otras civilizaciones, aunque a veces la educación podía ser delegada a un maestro o tutor particular, pero siempre dentro del contexto doméstico. Un ejemplo muy conocido es el emperador Alejandro Magno, quien fue instruido por Aristóteles. Para los saberes más avanzados o específicos, surgieron ámbitos especializados y que muchas veces estaban restringidos a la mayoría de la población. Monasterios, academias o gremios guardaban celosamente sus conocimientos.
Con el transcurso de la historia, la educación se fue formalizando y unificando gradualmente, hasta que tomó su forma actual recién en la Edad Moderna, hace unos 200 años. A partir de la Revolución Francesa, la educación empezó a considerarse como un asunto público, un asunto de Estado. Se perseguía el ideal de una educación universal, disponible para ricos y pobres por igual, que permitiera las mismas oportunidades de mejorar sus vidas a aquellos que no contaban con tierras o propiedades para asegurarse el futuro. La educación se consideraba como la mejor forma de avanzar en la escala social, y también de asegurar que gente realmente capacitada ocupe puestos claves en el desarrollo de una nación, basado en su desempeño individual y no en sus apellidos o títulos. Fue gracias a este ideal que las escuelas se volvieron la opción predominante para la educación de los niños, con el Estado como el principal garante. Después de todo, para aquella época, sólo el Estado tenía la capacidad y los fondos necesarios para asegurar una educación de buena calidad para todo el conjunto de la población.
Pero luego de la Segunda Guerra Mundial, el mundo occidental vivió una crisis en su modo de vida, una situación a la que muchos han llamado como “posmodernidad” – término que adquiere los significados más diversos. El caso es que la educación pública fue puesta en duda a causa de las muchas falencias que estaba mostrando. Varios expertos empezaron a notar que las escuelas en vez de fomentar el conocimiento, tal como habían sido pensadas, estaban estandarizando el aprendizaje e impidiendo que los niños desarrollen su propia creatividad, y a la larga, desalentando la curiosidad. Desde mediados del siglo XX, se iniciaron muchas experiencias de educación no formal, como alternativas a la educación tradicional. Por ejemplo, surgió la educación libre, donde los niños aprendían por sus propios medios y de forma natural, simplemente viviendo. Otras iniciativas propusieron la enseñanza de contenidos alternativos, que la escuela tradicional, orientada a las ciencias, no estaba ofreciendo. Todas estas propuestas tenían una currícula muy flexible, o contenidos muy alternativos, y eran más acordes a las convicciones de los padres que a la verdadera necesidad de los niños.
Al mismo tiempo que esas propuestas, surgió en los Estados Unidos una preocupación por brindar buena educación, acorde a las exigencias legales, pero en un ambiente moral más sano y religioso. Esa tal vez sea la principal diferencia entre la corriente norteamericana y las demás propuestas. En aquella región, el inicio y desarrollo del homeschooling estuvo directamente asociado a familias cristianas, con una clara orientación religiosa, mientras que en Latinoamérica, el movimiento de educación en casa tuvo más que ver con la crisis del sistema educativo y la necesidad de lograr estabilidad en el aprendizaje, más que a valores cristianos o religiosos. La educación en América Latina ha estado desde siempre, muy condicionada por las continuas problemáticas sociales, económicas y políticas, que deriva en huelgas, paros docentes, malos salarios, planes de estudios retrasados, falta de recursos, y un largo etcétera.
En la actualidad, ambas corrientes de homeschooling se han combinado en Latinoamérica. Tanto las preocupaciones por el sistema educativo que constantemente presenta problemas para su normal funcionamiento, como la inquietud cristiana ante el avance del marxismo cultural, han hecho que el movimiento de educación en casa se unifique y se convierta en una alternativa posible. Las datos y estadísticas confiables acerca del tema son pocas, debido a que ningún gobierno le ha prestado demasiada atención hasta ahora. Las dependencias del gobierno de los Estados Unidos son las únicas fuentes confiables, y una mirada a sus estadísticas puede brindar una idea de la situación a nivel mundial. Pero conviene tener cuidado, pues las condiciones sociales, culturales y económicas en Estados Unidos son bastante distintas a las de América Latina.
Razones: Entorno, bullying y buena educación
Según una encuesta realizada por el National Center for Education Statistics1, entidad que depende del U.S. Department of Education, la motivación principal de los padres para elegir el homeschooling es el entorno escolar. Las situaciones que se viven en las escuelas, asociadas al maltrato o bullying, la exposición a drogas y a la presión negativa de los pares, son los principales motivos detrás de la elección. Un reporte2 publicado en 2018 por la UNESCO sobre el estado global de la violencia escolar, reveló que en Centroamérica, alrededor del 20% de los adolescentes sufre algún tipo de acoso. El porcentaje se eleva al 25% en el Caribe, y llega hasta el 30% en Sudamérica, lo cual demuestra que la violencia escolar es una problemática muy concreta en nuestros países. En este contexto, se comprende la motivación de muchas familias que eligen una educación distinta.
El segundo motivo más recurrente que los padres estadounidenses dan a la hora de elegir el homeschooling, tiene que ver con la insatisfacción con la instrucción académica. El sistema educativo en todo el mundo estuvo experimentando una crisis en los modos de enseñar y aprender. Esto produjo muchos cambios en la educación durante estas últimas décadas, ya que muchas investigaciones demostraron que la educación tradicional perdía capacidad frente a las innovaciones digitales y tecnológicas. El más decisivo de estos estudios se realizó en el Reino Unido en 1998, hoy conocido como el informe Robinson3, que causó un gran impacto al demostrar que el sistema educativo estaba desalentando la creatividad y el pensamiento divergente, todas virtudes muy valoradas en el ámbito empresarial y laboral del mundo actual. Entonces, las escuelas estaban muy lejos de preparar a los niños para el futuro, e incluso estaban perjudicando su inserción en el mundo laboral.
Las razones para hacer homeschooling también pueden variar según las situaciones únicas y particulares de cada familia. A veces los motivos están asociados a discapacidades de los niños, más las convicciones de índole religiosa, moral o hasta ideológica. Además, se agregan a la lista, la falta de recursos económicos y los horarios familiares difíciles. La decisión siempre es compleja, pero mientras el acoso escolar, la crisis del sistema educativo y el adoctrinamiento ideológico sean cuestiones muy presentes en las escuelas, la educación en casa seguirá creciendo al mismo ritmo que hasta ahora, entre un 2% y un 8% anual, al menos en Estados Unidos.
Se estima que para 2014, en Estados Unidos había cerca de 2 millones de niños realizando homeschooling. Aunque las familias blancas siguen siendo mayoritarias, la tasa de crecimiento en los últimos años ha sido más alta entre las comunidades hispanas, los afroamericanos y árabes musulmanes. El homeschooling se ha convertido en una propuesta amplia, no restringida a un grupo étnico o religioso, ni asociado a ningún sectarismo, sino a una genuina preocupación por el entorno escolar y una educación de mejor calidad.
Preocupaciones: Legalidad y socialización
Los motivos para optar por el homeschooling pueden ser muy variados, y todos muy válidos porque tienen que ver directamente con la situación y necesidades únicas de cada familia. Pero las buenas intenciones no quitan los desafíos que existen en la educación de los hijos, bajo esta modalidad. Hay dos aspectos que tal vez sean los que más preocupan a los padres, y con justa razón. El primero es la validez de los estudios cursados, y el segundo, la preocupación por la socialización de los niños.
En América Latina, como en la mayoría de los países del mundo, la educación en casa no está regulada por el Estado4. Es cierto que existen algunos artículos en las Constituciones y en los Códigos Civiles de cada país, que otorgan a los padres el derecho de elegir la educación que deseen para sus hijos, y parecen abrir la posibilidad al homeschooling. Pero en la práctica está lejos de ser sencillo, pues se desalienta mucho su implementación. Quienes deseen practicar esta forma de escolarización, deben enfrentarse a una larga serie de obstáculos e incertidumbres de las que deben ocuparse personalmente, y muchas veces en soledad. Por eso han surgido cada vez más grupos en Facebook y otras redes sociales, que conforman una comunidad de padres y familias, en donde se intercambian experiencias, consejos y datos útiles.
También existen precedentes legales que pueden ayudar al futuro desarrollo del homeschooling en América Latina. Varios países tienen un sistema de educación a distancia para casos especiales, es decir, una condición libre para niños y adolescentes que no pueden asistir de forma normal al colegio. Las razones pueden ser de salud física o psíquica, viajes (como deportistas de alto rendimiento) o estadía en el extranjero. Si la situación se comprueba con los documentos correspondientes, el Estado les permite a los estudiantes cursar desde sus domicilios y presentarse solamente a rendir exámenes. Estos tipos de casos demuestran que existen los medios necesarios para un modo de educación diferente. Pero nuevamente, es una opción fuertemente restringida, y si no se pueden comprobar las razones que impidan que los niños asistan a la escuela, casi siempre habrá una respuesta negativa de parte de las autoridades.
La problemática por la legalidad del proceso es una cuestión seria. Si el Estado no reconoce la validez de la educación en casa, no se podrán acreditar los saberes y los niños no podrían insertarse al sistema laboral. Sin el título escolar otorgado por los Ministerios de cada país, no se puede acceder a ninguna educación superior (ya sea pública o privada), y por lo tanto a ningún trabajo profesional. Por eso, alcanzar la legalidad es un objetivo crucial para el movimiento de homeschooling, porque más allá de las convicciones morales, religiosas o incluso ideológicas de los padres, la mayor preocupación suele pasar por las posibilidades futuras de sus hijos.
Aunque la legalidad del proceso educativo es esencial, no es la única preocupación que los padres suelen tener. El otro aspecto importante es la socialización, el aprendizaje de la vida en comunidad y la chance de los niños de aprender con y de otras personas de su edad. En ese sentido, es muy cierto que la escuela siempre ha sido el ámbito donde los niños aprenden a ser ciudadanos. De hecho, la pandemia por COVID-19 y la implementación desordenada de la modalidad virtual, sirvió para reivindicar la función cívica y social de las escuelas. Hay cosas que no se pueden aprender de forma online, ni por una pantalla. En las aulas, los niños no solo reciben información, también aprenden a convivir, a cumplir plazos y horarios, y a respetar la autoridad de otros adultos que no sean sus padres.
Pero la pregunta es si la escuela es el único espacio para la socialización de los niños, o incluso si es el mejor lugar. Como se apuntó más arriba, el fenómeno del bullying pone en duda a la escuela como el mejor ámbito de aprendizaje cívico. Pero más allá de las falencias, la escuela sigue siendo el lugar usual donde los niños aprenden a vivir en sociedad. La novedad de la educación en casa está en proponer nuevos ámbitos y nuevos modos de socialización.
Pero en cualquier caso, el temor está presente. Los niños que no salen de sus casas tienen menos oportunidades para relacionarse con otras personas, y por lo tanto, no ejercitan sus aptitudes sociales. También la escuela y el trabajo demandan el cumplimiento de horarios y rutinas, que en el ambiente familiar se flexibilizan. Muchos padres se preguntan si el homeschooling afectaría esos aspectos de la vida social de sus hijos.
Diferentes propuestas
Aunque la modalidad de Homeschooling depende mucho de la organización que provea los contenidos y acredite la validez, se puede plantear que existen tres modos generales. La primera es una modalidad mayormente informal, tanto en la forma del aprendizaje como en los contenidos que se enseñan. El aprendizaje simplemente sucede en la vida cotidiana, sin un plan claro. Es la opción menos elegida por las familias. La segunda es una combinación entre la educación en casa, más algunas horas de asistencia a la escuela, usualmente alrededor de 10 horas semanales. Tampoco es una alternativa muy común, pero es una posibilidad, al menos en Estados Unidos.
La opción más elegida, por mucha diferencia, es la educación formal practicada enteramente en el entorno familiar, 5 días a la semana y 25 horas semanales5. Se llama formal porque existe un plan y una currícula de contenidos, pero el uso de las horas se adapta a la dinámica de cada familia, pues nunca son 5 horas diarias sentados en un banco, simulando ser una escuela tradicional. El horario se distribuye entre clases de gimnasia, higiene y salud personal, instrucción moral o religiosa, proyectos especiales de trabajo y actividades fuera del hogar, además de los clásicos contenidos de matemáticas, lengua, historia, literatura y ciencias. Algunas veces puede significar la ayuda de un tercero, como un tutor o profesor especializado, que pueda dar clases sobre contenidos muy avanzados.
En cuanto a la socialización de los niños, el homeschooling sin duda se destaca por su creatividad. Las familias en general, utilizan dos estrategias que casi siempre se implementan juntas. Por un lado, las actividades con otras familias que también hacen educación en casa, con proyectos especiales y tareas cooperativas. Por otra parte, la complementación con actividades extracurriculares, como asistir a una escuela de deportes, clubes, cursos o simplemente revalorizar los espacios públicos como plazas y parques. Sin duda, para familias cristianas, la iglesia local también aporta mucho en el aspecto social de los niños.
La socialización no es un tema menor, pues se trata de un aspecto importante para el desarrollo del carácter y la personalidad. En ese sentido, el homeschooling no está exento de desafíos, ni de sacrificios. Se deben pensar y buscar espacios para que los niños puedan entablar relaciones sanas con personas fuera del hogar. Pero no solo los niños, también las familias, pues la educación en casa involucra a todo el hogar. Los datos marcan que el 60% de los niños participan en actividades y eventos con otros estudiantes que también realizan homeschool. Pero solo el 30% de los padres participan, y son aún menos los que toman algún curso o instrucción para realizar una mejor tarea6. Elegir el homeschooling solamente porque es más cómodo, puede traer consecuencias indeseables en el futuro, si no existe un compromiso intencional y perseverante. Acompañar al niño, tomar capacitaciones, y seguir de cerca el proceso son algunas de las demandas de la escuela en casa, demandas que se agregan a la vida de los padres.
Una mirada bíblica: progresismo y responsabilidad
Todos los padres cristianos se enfrentan a la difícil tarea de proteger a sus hijos de la influencia cada vez más grande del progresismo y marxismo cultural. Difícil, porque estas corrientes están introduciendo contenidos que hasta hace poco eran impensados, y lo hacen de formas cada vez más explícitas. Para los cristianos, el avance del progresismo moral en temas como la educación sexual y el aborto, son aspectos claves para tomar una decisión. Hay varias maneras en que los cristianos pueden proteger a sus familias de estas mentiras peligrosas y el homeschooling es una de ellas. Aunque siempre hubo prejuicio respecto a la educación en casa, incluso entre cristianos, en el contexto actual es necesario deshacernos de esos prejuicios y empezar a considerar diferentes alternativas.
También la actitud condenatoria y la falta de empatía puede traer mucho dolor a las familias que eligen este modo de escuela, que se agrega a las incertidumbres y temores que de por sí ya enfrentan. Cada hogar es único, y tiene sus razones únicas a la hora de elegir una forma de educación. Entre los cristianos debe prevalecer una relación de amor y un vínculo de paz, más allá de los diferentes criterios que puedan existir.
La Biblia nos muestra que es responsabilidad de los padres instruir a sus hijos en el temor de Dios. Eso se puede lograr en el culto familiar, devocionales y lecturas en casa. Es importante que el evangelio sea explícito y que la biblia sea central en la vida del hogar. Pero también se realiza “andando por el camino”, en las actividades cotidianas. Los padres están llamados a discipular a sus hijos en todo tiempo, en todo aspecto, y ser ejemplos para ellos. Entonces sí, ante Dios, los padres son responsables de la educación de sus hijos, puntualmente en la instrucción moral, espiritual y bíblica. Los padres deben guiar a sus hijos en el camino de la Verdad.
¿Quiere decir esto que Dios nos ordena a hacer homeschooling? No, Dios no exige a los padres que sean expertos en pedagogía, matemáticas avanzadas o ciencias. Elegir el homeschooling o no, es un tema de libertad cristiana. Cada familia debe evaluar con discernimiento y en oración qué es lo mejor, en su situación y contexto específicos. Lo mejor es no tomar la decisión con rapidez, sino meditar durante un buen tiempo sobre las ventajas, desventajas y posibilidades. En redes sociales se pueden encontrar otros padres con quienes consultar dudas y conocer experiencias. En los medios de comunicación cada vez hay más información, a medida que el movimiento de educación en casa crece, y especialmente durante la actual pandemia. El consejo de la iglesia local también será importante en este asunto. Por sobre todo, debemos recordar que nuestro Padre celestial cuida de sus hijos. Ya sea en homeschooling o en la escuela tradicional, el futuro de los niños está en sus manos y depende de Él. Nunca se debe perder la confianza en su gracia soberana y en su cuidado.
Referencias
1- National Center for Education Statistics (2019). Homeschooling in the United States: Results from the 2012 and 2016 parent and family involvement survey. https://nces.ed.gov/pubs2020/2020001.pdf
2- UNESCO (2018). School violence and bullying: global status and trends, drivers and consequences. Recuperado en: https://latinamericanpost.com/es/
3- Ken Robinson fue un escritor, conferencista y asesor educativo, experto en el campo de la creatividad, calidad e innovación de la enseñanza. En 1998, el Ministerio de Educación británico le encomendó dirigir un comité para investigar la importancia de la creatividad en la educación y la economía.
4- Las posibilidades y recursos legales varían de país a país, por eso conviene averiguar la situación puntual. Se puede consultar en https://sinescuela.org/portada
5- National Center for Education Statistics. OP. CIT.
6- Ibíd
Fuentes
Cheng, A. y Donnelly, M. (2019) New Frontiers in Research and Practice on Homeschooling, Peabody Journal of Education, 94:3, 259-262, DOI: 10.1080/0161956X.2019.1617576
Home School Legal Defense Association (HSLDA) https://hslda.org/
National Center for Education Statistics (NCES) https://nces.ed.gov/
National Home Education Research Institute (NHERI) https://www.nheri.org/