Las teorías de la conspiración se forman alrededor de temas que fueron sinónimo de caos en el 2020, desde el racismo perpetuado en los asesinatos de afroamericanos hasta los escándalos políticos relacionados con Donald Trump. Sin embargo, el mayor catalizador de estas teorías ha sido la pandemia del Covid-19. Hay quienes dicen que la vacuna es la “marca de la Bestia”. Otros dicen que Bill Gates está poniendo microchips en las personas. Los menos osados afirman que las elites americanas crearon el virus para beneficiarse con la vacuna. De hecho, un estudio del Pew Research Center demostró que alrededor del 70% de los estadounidenses había escuchado, al menos una vez, que el Covid-19 fue intencionalmente planeado por grupos de gente poderosa, y que un tercio de estas personas creía que dicha teoría era cierta.
En una encuesta realizada recientemente por Lifeway Research se les preguntó a pastores en Estados Unidos si la siguiente frase aplicaba para ellos: “Frecuentemente oigo a miembros de mi congregación repitiendo teorías de la conspiración que han escuchado acerca de por qué algo sucede en nuestro país.” La mitad de los pastores respondió de manera afirmativa.
La encuesta también demostró que la tendencia es que las iglesias con una asistencia de 250 personas o más sea en donde se escuchan dichas teorías. Si bien las teorías de la conspiración son traídas a la congregación por unos pocos, es en iglesias grandes donde hay más posibilidad de que estas ideas se difundan con facilidad. Esto lo afirma Scott McConnell, director ejecutivo de Lifeway Research.
Obstáculo al evangelio
Las entidades gubernamentales y de la salud que están luchando contra el avance del Covid-19 en el mundo ratifican cuán dañinas son dichas teorías. El solo hecho de que la gente las crea hace que los esfuerzos médicos sean obstaculizados. En todo el mundo se persigue una inmunización de la población para el 2021, pero quienes creen en ideas de conspiración están logrando que otros se abstengan de vacunarse por evitar los supuestos efectos destructivos o de control que éstas tienen. También hay quienes, en este momento, más de un año después de que apareciera el Covid-19, piensan que el virus no es real, por lo que la gente deja de cuidarse. Mark Labberton, presidente del Seminario Teológico Fuller, se lamentaba en el verano de 2020 diciendo que “Esta gente sospecha que el coronavirus no es real. Se están alejando cada vez más de la realidad.”
En medio de esta lucha, es triste que haya tan gran número de iglesias con cristianos que se dedican a difundir ideas que a los ojos del mundo solo representan un obstáculo a la vida. La verdad del evangelio queda cubierta y reemplazada por ideas vanas que no contribuyen al avance del reino de Dios.
Mary Jo Sharp, apologista cristiana, dice lo siguiente: “La irresponsabilidad con la información daña el impacto del testimonio de un cristiano a su comunidad y, con las redes sociales, al mundo entero (…). Los no cristianos comenzarán a creer o les será aún más inculcada la creencia popular de que los cristianos son anti-intelectuales (…). Los cristianos siempre deben estar centrados en el avance del evangelio en cuanto a cómo viven sus vidas públicas. Son representantes del reino de Dios.” Así pues, quienes deciden priorizar la comunicación de teorías de la conspiración, no son más que un obstáculo al evangelio.
Desde Éfeso hasta hoy
Pero esto que sucede entre nosotros no es nada nuevo. El apóstol Pablo se vio en la urgente necesidad de pedirle a Timoteo que se quedara en Éfeso para que instruyera a la gente a “no enseñar doctrinas extrañas, ni prestaran a atención a mitos y genealogías interminables, lo que da lugar a discusiones inútiles en vez de hacer avanzar el plan de Dios que es por fe” (1 Tim. 1:4-5).
Los judíos de ese tiempo estaban dedicados a hacer avanzar su religión como medio de salvación por encima de la salvación en Cristo, y los griegos seguían dedicados a sus mitos y discusiones filosóficas. Pero contrario a esas teorías que hacían desviar la fe de las personas, dice el apóstol que sí hay una “Palabra fiel y digna de ser aceptada por todos.” ¿Cuál es? El evangelio: “Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, entre los cuales yo soy el primero” (1 Tim. 1:15).
Luego, en los capítulos 2 y 3 Pablo habla a Timoteo sobre cómo deberían hacerse oraciones por los gobernantes, cómo deberían conducirse las mujeres en la congregación y cuáles son los requisitos para los obispos y diáconos. Al final del capítulo 3, como conclusión de estas formas dignas en que la gente debería caminar, Pablo afirma: “te escribo para que sepas cómo debe conducirse uno en la casa de Dios, que es la iglesia del Dios vivo, columna y sostén de la verdad” (1 Tim 3:15). En el siguiente versículo, Pablo dice que “grande es el misterio de la piedad” (1 Tim 3:16) y explica de forma poética el evangelio.
En otras palabras, por cuanto los creyentes son columna y sostén de la verdad, deben conducirse sabiamente, pues el misterio de la piedad, el evangelio, requiere de un testimonio fiel. Teniendo eso en cuenta es que Timoteo debe luchar por evitar la vana palabrería y perseguir la predicación fiel del evangelio. Esa meditación, considero, es también urgente para nosotros en los tiempos del Covid-19.
El centro de nuestros esfuerzos
El punto no es ser legalistas y decir que los cristianos no pueden hablar de nada que no sea el evangelio. Muy por el contrario, estamos llamados a ser los más informados, los más críticos y los que abogan por las cosas que convienen en todas las áreas de la sociedad. El problema real es cuando le damos a las teorías de la conspiración un estatus de verdad absoluta y salvadora, de manera que las comunicamos con más eficiencia y energía que el evangelio que nos ha dado vida.
En el artículo de Lifeway Research Aaron Earls dice que “Mientras la mitad de los pastores afirman que oyen frecuentemente a miembros de sus iglesias compartiendo teorías de la conspiración, un estudio previo encontró que los miembros no están compartiendo el evangelio con la misma frecuencia”.
Al respecto, McConnell, director de Lifeway Research, dice que “Comunicar de generación en generación el testimonio visto con los ojos [de los apóstoles] sobre la enseñanza de Jesús y su muerte, sepultura y resurrección es la misión de la iglesia. Sin embargo, muchos miembros de la iglesia están compartiendo cosas que pueden ser, podrían suceder o suenan posibles. El primero es un mensaje firme de esperanza, y el otro es un mensaje tambaleante de terror.”
Si quien se encuentra con este artículo está más dedicado a las teorías de la conspiración que a la predicación del evangelio, solo puedo recordarle las palabras de Jesús después de su resurrección: “Así está escrito, que el Cristo padecerá y resucitará de entre los muertos al tercer día; y que en Su nombre se predicará el arrepentimiento para el perdón de los pecados a todas las naciones, comenzando desde Jerusalén. Ustedes son testigos de estas cosas.” Por lo tanto, de eso debemos ser testigos, y no de teorías inciertas.
En fin, ¿de qué está siendo estandarte la iglesia hoy? El Señor la diseñó para ser estandarte de la verdad, pero a medida que los miembros de las iglesias dedican sus esfuerzos a teorías inciertas, más parece estandarte de la conspiración. Que Dios nos dé su gracia en este tiempo.
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