«Los Cretenses son siempre mentirosos, malas bestias, glotones ociosos» (Tit 1:12).
En la actualidad, Creta es una isla grande y montañosa situada en la parte sur del Mediterráneo oriental, frente a las costas africanas de lo que hoy es Libia. Sus costas son recortadas y peligrosas para la navegación desde tiempos antiguos; su economía es típicamente mediterránea, mayormente agrícola, destacando el cultivo del olivo y sus productos, así como ganadera. La isla fue el escenario de una de las batallas más encarnizadas de los primeros años de la Segunda Guerra Mundial, después de una larga etapa de guerrillas [1].
Es la quinta isla más grande del mar Mediterráneo y la mayor de Grecia: 260 kilómetros de longitud. Su anchura varía entre 10 y 56 kilómetros, y su extensión es de 8.335 kilómetros cuadrados[2], y queda a casi mitad de camino entre Siria y Malta, y al sureste de Grecia. La cumbre más alta es el monte Ida, de 2.458 m, en la Creta central, el legendario lugar de nacimiento de Zeus[3].
El rey Minos, personaje mitad histórico y mitad mitológico, pretendido hijo de Zeus, fue uno de los primeros gobernantes de Creta. Las más importantes de las ciudades antiguas de Creta son Knossos, excavada por Arthur Evans; Gortina, cerca del golfo de Mesara; y Cidonia. Por el año 140 a. C., los judíos establecieron en esta isla una colonia lo suficientemente grande como para poder apelar con éxito a la protección de Roma[4].
Fue el escenario de la cultura minoa, una de las más brillantes y desarrolladas de toda la antigüedad, pero esta había desaparecido por completo[5]. Muchos judíos se instalaron en ella (Hch 2:11) y el cristianismo se introdujo tempranamente en ella. Hasta principios del siglo XX también se la conoció con el nombre de Candía.
Según los registros del Nuevo Testamento, fue el apóstol Pablo quien primero evangelizó e hizo conocer el cristianismo en la isla griega de Creta. También se cree que fue el primero en organizar la iglesia cristiana. Las circunstancias del arribo del cristianismo no fueron fáciles, pues Pablo y sus seguidores iban para Roma y una gran tormenta los atrapó en el mar y por esa causa fue que llegaron a Creta, en Kali Limenes, o sea, en Puertos Buenos, según lo contado en Hechos de los Apóstoles (27:8).
Después de quedar libre de su primera prisión en Roma, volvió a Creta; es en ese entonces que prepara a su discípulo Tito de origen griego, cretense, y lo deja a cargo de toda la iglesia cristiana de la isla, pero dicho encargo no sería nada de fácil dadas las especiales características de los habitantes de la isla.
Sus habitantes, posibles ascendientes de los filisteos, eran excelentes marineros que visitaban todas las costas, y también hábiles en el manejo del arco y la flecha[6]. La isla de Creta llegó a ser un importante centro comercial y los gobernadores surgieron de la parte fértil del centro de la isla y construyeron enormes palacios para su uso.
Estaban rodeados por ciudades prósperas cuyos ciudadanos vivían en casas cómodas rodeados de lujo. Ciertos palacios y villas eran iluminados por claraboyas y tenían un excelente sistema de drenaje. Las paredes estaban adornadas con frescos de colores que representaban panoramas, peces, aves, animales y escenas de la vida cretense. El aceite, el vino y el grano se guardaban en inmensos jarrones[7].
En la antigüedad clásica su cultura era casi nula, lindando los habitantes en la barbarie, una condición que era notoria en todo el mundo grecorromano. R. Benton, citando de Polibio, el prolífico historiador griego del siglo I a. C., confirma esta reputación: «La avaricia y la glotonería son tan innatas en la tierra de Creta que es el único pueblo entre el que no existe, ninguna clase de deshonra, cualquiera que sea el beneficio que se obtenga»[8].
Creta era una de las «Kaes» contra cuya infidelidad amonestaba el proverbio griego, a saber: Kappadokia, Kilikia y Krete [9].
Los cretenses fueron famosos arqueros, pero sus vicios les hicieron proverbialmente famosos, como dice Pablo, citando a Epiménides: «Los cretenses son siempre mentirosos, malas bestias, glotones, ociosos» (Tit 1:12).
Es probable que el evangelio llegara a Creta después del día de pentecostés, ya que leemos en Hechos 2:11 que entre las personas que escuchaban la predicación de Pedro aquel día se contaban algunos judíos cretenses.
No es difícil imaginar que algunos de ellos se convirtiesen y volviesen a sus pueblos y sinagogas con el mensaje del Evangelio, aunque es probable que no formaran iglesias locales cristianas hasta la llegada del Apóstol, un poco después de ser liberado de su primer encarcelamiento en Roma. Al parecer, no pudo estar allí́ mucho tiempo, aunque sí lo suficiente para formar un grupo de creyentes en las ciudades más importantes, tal como era su costumbre en los viajes narrados en el libro de Hechos.
La evangelización en la famosa isla trajo múltiples desafíos: ¿Qué tan cierto era el famoso refrán citado por Pablo? ¿Qué podemos aprender de los cretenses del pasado y la naciente iglesia cristiana del lugar?
Perspectiva histórica: los tiempos antiguos
Durante la civilización minoica, en la que se dieron varias fases y altibajos, Creta llegó a su máximo esplendor, con el mayor auge en los siglos siglo XVI y XV a. C. Durante ellos, Creta estableció una talasocracia[10] que se extendía hasta la Grecia peninsular, el mar Egeo, las costas de Asia Menor y zonas adyacentes como Sicilia. Durante esta época los contactos con Egipto, ya existentes anteriormente, fueron muy importantes.
Sin embargo, hacia finales del siglo XV a. C., la isla sufrió la invasión de los aqueos, que habían desarrollado una civilización en la Grecia continental, fundamentalmente en el Peloponeso, no exenta de fuertes influencias cretenses. Con la expansión de los invasores, los cretenses abandonaron los palacios.
Se baraja también la posibilidad de que una colonización de emigrados cretenses en las costas del sur de Canaán fuese el origen de los filisteos (Peleset), que aparecen en la Biblia y de cuyo nombre procede el topónimo Palestina. Estos filisteos fundaron varias ciudades en la costa meridional cananea: Gaza, Asdod, Ecrón, Ascalón y Gat.
De acuerdo con los griegos, cierto rey Minos fundó la civilización cretense. Las excavaciones revelan la existencia de una elevada cultura en la isla desde tiempos muy remotos. De hecho, se han descubierto varios palacios; particularmente notable es el que desde 1900 desenterró Sir A. J. Evans en Cnosos. Esta estructura tenía un laberinto de cámaras, salas, depósitos, un teatro y un gran patio central; probablemente el laberinto de la leyenda griega. Su arte demuestra que la civilización minoica alcanzó un asombroso nivel: cerámica, trabajos en piedra y metal, arquitectura de buen gusto, y hermosas pinturas murales conservadas en Cnosos, Festo, Hagia Triada y otros lugares.
Los cretenses de los períodos minoicos habrían sido una nación marítima con un ágil intercambio comercial con Egipto, las costas de Siria y el área del Mar Egeo. Alrededor del 1400 a. C. esta cultura minoica fue destruida y reemplazada por la de un pueblo muy inferior, quizá los filisteos, que en sus migraciones hacia el este destruyeron la cultura minoica de Creta[11].
En el poema épico la Odisea, de Homero, se encuentra una de las primeras referencias históricas a la isla de C., según la cual, su población era muy heterogénea, pues habitaban allí aqueos, dorios, pelasgos, fenicios y eteocretense, los nativos prehelénicos. Los estudios arqueológicos actuales muestran que desde el año 3000 al 1200 a. C., la isla de C. fue el epicentro, en la edad del bronce, de la civilización del Egeo o minoica, y Cnosos fue la principal ciudad y capital del mítico reino de Minos. C. es la misma Kaftor, que se menciona en el A. T., de donde son originarios los filisteos (Gn 10:14; Dt 2:23; Jer 47:4; Am 9:7).
La decadencia de Creta, iniciada con la hegemonía aquea, se acentuó en el siglo XI a. C. con la invasión de los dorios, portadores del hierro. La isla pasó a ser una parte más del mundo griego, sin originalidad y dividida en ciudades rivales.
Fue conquistada por Alejandro Magno, y a su muerte Creta gozó de cierta independencia respecto a otros reinos helenísticos cercanos, pero tras la decadencia helenística la isla quedó en manos de piratas de origen siciliano, lo que provocó que los romanos la conquistaran en 67 a. C., en una expedición comandada por Cecilio Metelo, y la agregasen como provincia romana.
Durante los períodos helenístico y romano, muchos judíos se establecieron en Creta (1 Mac 15:23; Hch 2:11; Tit 1:10-14). Los romanos la ocuparon en el 67 a. C. y la transformaron en una provincia senatorial. Posteriormente fue incorporada a la Cirenaica, en el norte de África. Los cretenses tenían la reputación de ser buenos arqueros y también grandes mentirosos, como lo expresa el hexámetro citado por Pablo en Tito 1:12, que se supone fue escrito por Epiménides.
Los primeros cristianos de Creta
El barco que llevó a Pablo como prisionero a Roma entró en uno de los puertos de Creta, según se registra en Hechos 27:7-8:
«Durante muchos días la navegación fue lenta, y a duras penas llegamos frente a Gnido. Como el viento nos era desfavorable para seguir el rumbo trazado, navegamos al amparo de Creta, frente a Salmona. Seguimos con dificultad a lo largo de la costa y llegamos a un lugar llamado Buenos Puertos, cerca de la ciudad de Lasea» (NVI).
Esa parece haber sido la primera visita de Pablo a la isla. Aparentemente, más tarde, entre el primer y el segundo encarcelamiento en Roma, Pablo visitó la isla, dejando a Tito para que completara la organización de la iglesia.
El barco alejandrino en que iba prisionero Pablo hacia Roma rodeó la isla de Creta, hasta llegar a Buenos Puertos, cerca de la ciudad de Lasea, de donde siguió navegando, buscando el puerto cretense de Fénica, y sobrevino el naufragio y el navío fue a dar a la isla de Malta.
En Creta el apóstol fundó una comunidad cristiana, la cual quedó a cargo de su discípulo Tito (Tit 1:5). El día de Pentecostés estaban presentes varias personas naturales de la isla de C., que presenciaron los prodigios sucedidos ese día: «Judíos y prosélitos; cretenses y árabes: ¡todos por igual los oímos proclamar en nuestra propia lengua las maravillas de Dios!» (Hch 2:11, NVI)
Según otros escritos, después Tito fue el primer obispo de Gortina, dividió a Creta en nueve diócesis, aunque otras fuentes señalan que esa reestructura es posterior. Ya en la época de Tito el cristianismo en la isla de Creta encontró fuerte resistencia, sobre todo de los judíos.
Continuando con la tradición, Tito fue seguido por Felipe, que logró algo muy importante: que los romanos dejaran de perseguir a los cristianos. Aunque se sabe que igualmente las persecuciones del emperador Decio a los cristianos fueron terribles, y más aún en Creta.
La multitud de víctimas del emperador Decio fueron convertidas en los primeros mártires de la iglesia cristiana cretense y fueron llamados los diez santos. En el siglo VI, es cuando el cristianismo cretense termina la construcción de la Basílica de San Tito de Gortina, convirtiéndose así en el primer monumento cristiano[12].
La opinión general es que después de verse libre de su primer encarcelamiento en Roma, cerca del año 63 d.C., Pablo volvió hacia el este e incluyó a Creta en su itinerario[13].
Una carta para animar un trabajo difícil
La situación de la iglesia de Creta era deprimente: carecía de liderazgo y organización; sus miembros vivían una vida de disolución (Tit 1:5,10-12; 2:1-10). Pablo insiste en la necesidad de cultivar una fe y conducta sanas dirigidas por una doctrina sana (2:1-10; 3:1-3; 2:11-14; 3:4-8)[14].
Pablo escribió esto al tiempo que otros dos trabajadores cristianos (Zenas y Apolo, mencionados en Tito 3:13) estaban a punto de ir a Creta, así que Pablo envió esta carta con ellos.
Esta carta fue dirigida a Tito, pero también fue escrita para los cristianos en la isla de Creta. Pablo sabía que esta carta sería leída públicamente entre las iglesias de la isla. Así que, en la estructura de la introducción de su carta se preocupó por decirle a los cristianos de Creta cuáles eran sus credenciales, y cuál era su posición en temas de importancia[15].
Una expresión clave es: «Para que corrigieses lo deficiente», según el comentarista Wiersbe: «La frase es de un término médico; antes se usaba para corregir una extremidad torcida». Entonces, la principal tarea encomendada para Tito en la naciente iglesia fue el establecimiento de orden y liderazgo, esto mediante el nombramiento de líderes piadosos.
En ese tiempo (años 63-67 después de Cristo), la Isla de Creta estaba habitada por nativos de Creta y por judíos, pero aún era la isla «de las 100 ciudades», llena de montañas y con valles muy fértiles. Tito era un joven griego hijo de papá y mamá paganos. La conversión de Tito fue resultado de la prédica de Pablo en Antioquía de Siria[16].
La «fama» de los Cretenses
Los creyentes firmes de la isla de Creta se relacionaban diariamente con miembros de la iglesia que no estaban tan firmes pero que estaban dispuestos a prestar oídos a engañadores judaizantes de hablar altisonante, teñidos de gnosticismo. A su vez, estos falsos maestros estaban bajo la influencia de hombres que estaban completamente fuera de la iglesia; por ejemplo, judíos propagandistas farisaicos que rechazaban completamente a Cristo, dando las espaldas a la verdad redentora de Dios revelada en su Hijo[17]. Pero los problemas de la joven iglesia de Creta también tenían profundas raíces en la sociedad de origen de sus miembros.
Si los corintios fueron famosos como fornicarios y disolutos, los cretenses eran famosos como mentirosos, indignos de confianza alguna. Nadie en el mundo antiguo tenía peor reputación que los cretenses. El mundo antiguo hablaba de las tres C’s como lo peor de lo peor: Cretenses, Cilicios y Capadocios. Los cretenses eran famosos por ser borrachos, insolentes, infiables, embusteros y glotones.
La representación de los cretenses como engañadores o mentirosos puede haber surgido de su pretensión de tener en su isla la tumba de Zeus. Sin embargo, la mentira no era su único defecto ampliamente conocido. Su avaricia era proverbial. Polibio escribió:
«Los cretenses, a causa de su avaricia innata, viven en perpetuo estado de peleas privadas y contiendas públicas y conflictos civiles… y no sería fácil encontrar en ninguna otra parte personajes más tramposos y falsos que los de Creta (…) Aprecian tanto el dinero que su posesión se considera, no solo necesaria, sino altamente acreditada; y de hecho la avaricia y la codicia son tan naturales del suelo de Creta que son el único pueblo del mundo entre los que es sin tacha cualquier forma de hacer dinero».
Complementando lo anterior, Polibio habla de un cierto convenio que hizo el traidor Bolis con el gobernador Cambylus «con toda la sutileza de un cretense… Eso llegó a ser tema de discusión entre ellos en un espíritu verdaderamente cretense. Nunca tuvieron en consideración el salvar a una persona en peligro, ni sus obligaciones de honor para con los que les habían confiado la empresa, sino limitaban la discusión enteramente a cuestiones de su propia seguridad y ventaja. Como eran los dos cretenses no tardaron en llegar a un acuerdo unánime».
Los habitantes de esta isla tenían la mala fama de mentir de manera crónica al grado que, según el comentarista William Hendriksen, varios autores indican que llegaron a existir los vocablos griegos: cretismo para mentira y cretensear como el verbo engañar o decir mentiras[18], el verbo krêtizein, cretizar, que quería decir mentir y engañar; y tenían un refrán: Krêtizein pros krêta, «cretizar contra un cretense», que quería decir oponer mentiras con mentiras, como el diamante se corta con el diamante (Polibio VIII. 19)
Esta pésima fama fue recogida en la carta enviada al discípulo (y probablemente atribulado pastor), Pablo hace referencia al dicho de un profeta cretense que describió a sus compatriotas: Los cretenses son siempre mentirosos, malas bestias, glotones perezosos.
Las palabras que cita el Apóstol son aún más fuertes cuando se analizan en detalle:
Malas bestias, malvadas fieras: es decir, rudos, salvajes, voraces (de apetito voraz), del vocablo therion, el cual denota casi invariablemente una fiera salvaje; así como una expresión indica falta de educación (civilización) y pasiones descontroladas.
Al respecto, un comentarista profundiza esta noción agregando que en su comportamiento los creteneses solían echar a todos fuera de su camino con un empujón a fin de lograr una ventaja personal. Algunos ven en este epíteto descriptivo una alusión al mitológico Minotauro cretense, mitad toro, mitad hombre, a quien Minos escondió en el laberinto de Creta, donde, hasta que Teseo le dio muerte, devoraba a jóvenes y doncellas atenienses que se le enviaba cada nueve años como tributo[19].
Glotones ociosos: Literalmente vientres ociosos o perezosos. La mayoría de los que miman sus vientres llegan a ser perezosos; holgazanes, glotones desocupados, esto debido a que se careció dominio propio (algunas referencias a la misma idea se pueden encontrar en Fil 3:19; Ro 16:18, 2 Ti 3:4: amadores de los deleites). Con esto se describe a los hombres completamente entregados a la sensualidad, pereza, glotonería y avaricia, sin pensamiento alguno de la espiritualidad, la moralidad o la justicia.
Así, comenta Lutero, que se les atribuye tres «virtudes»: son una nación frívola, cultivan la mentira y viven de acuerdo con ella. Por eso les fue tan fácil dejar entrar a los falsos apóstoles. «Por ello, deberéis prestar a esto una atención especial». Nuestros vicios nos hacen feroces y ebrios o glotones, por ello somos como cerdos nacidos en guerra y destinados al matadero[20].
Como consenso general entre los autores, se considera que aquella dura descripción citada por Pablo se atribuye a Epiménides, un nativo de Cnosos al norte de la isla, ubicado entre los años 630 y 500 a. de J. C.
El hecho de que Pablo lo llame profeta no necesariamente indica que lo reconociera como tal en el sentido bíblico, sino que este era el concepto en que era tenido por sus contemporáneos, como un vocero de los dioses. Algunos historiadores incluso lo identifican como uno de los «siete sabios» del mundo antiguo. La cita referida en Tito 1:12 es una línea formada por seis pies (verso hexámetro), ritmo basado en sílabas largas y cortas del griego[21].
Se ha planteado la pregunta de si Pablo había leído o no a Epiménedes, pero no todos dan la misma respuesta. Algunos sostienen que, puesto que la cita es realmente un proverbio, podría haber sido derivado por Pablo de una tradición oral extensamente difundida[22].
Algunos escritores consideran que la acción de Pablo al citar esta afirmación tan categórica con respecto al carácter de los cretenses demuestra una falta de tacto y establece una gran mancha sobre toda una población.
Al respecto, el mismo Martín Lutero comentó:
«Este es un pasaje muy inusual porque Pablo cita un texto pagano. "Edifica sobre este fundamento... plata" (1 Co. 3:12). La verdad procede del Espíritu Santo, independientemente de quien la diga, en especial las verdades de los poetas cuando delatan nuestros pecados. La causa y el origen de esta declaración siempre es Él; se trata de una declaración enfática. Los cretenses adoraban a Júpiter al que llamaba el dios supremo. También afirmaban poseer el sepulcro de Júpiter al que alimentaban en sus cavernas (…) Grecia es una nación notablemente alegre, y aunque los griegos suelen mentir, en su historia podemos encontrar testimonios de casos de veracidad, como lo demuestra la oración de Flacus. Sin embargo, de entre los griegos, los cretenses son los peores. El vicio predominante de esa nación era la mentira»[23].
Y, profundizando la idea, Lutero aporta la siguiente observación: «A partir de una acusación, puedes aprender cómo son», dice el sexto libro de la Eneida.
Por ello, el reformador reafirma el hecho de que el carácter de los cretenses se exhibía por sí mismo en forma tan clara que la confirmación del severo juicio proviene de todas las direcciones y no está limitado a un solo siglo. Al respecto, se pueden referir varios testimonios mucho más antiguos.
Polibio, historiador griego que vivió entre 203–120 a.C.: «En efecto, el amor a la ganancia deshonesta y la codicia predominan a tal punto, que de todos los hombres, los cretenses son los únicos en cuya estimación el no obtener ganancia es siempre una desgracia» (en Las Historias VI. 46).
El mismo, en otro registro agrega: «Por cierto, los principios morales de los hombres son tan divergentes que los cretenses… consideran que los asaltos en los caminos (o “bandolerismo”) son algo honorable» (en República III. ix. 15).
Livio, otro historiador romano (59 a.C.–17 d.C.), señaló: «Los cretenses siguieron a Perseo con la esperanza de recibir dinero» (XLIV. XLVI).
Otra fuente, Plutarco, ensayista y biógrafo griego (46–120 d. C.) señala que:
«De sus soldados, los cretenses (solamente) lo siguieron, no por tener una disposición favorable (hacia él), sino porque tenían tan ferviente devoción a sus riquezas como las abejas a sus colmenas. Porque llevaba abundantes tesoros, y había entregado, para que se distribuyeran entre los cretenses, copas y vasijas y otros utensilios de oro y plata, evaluados en cincuenta talentos» (en Aemilius Paulus XXIII. 4).
Una fuente más moderna, pero apoyada por descubrimientos arqueológicos, señala que los antiguos cretenses eran «bebedores poderosos» y presenta una interesante evidencia arqueológica: el hecho de que se encontraran grandes cantidades de copas vineras y para cerveza, éstas provistas de filtros, en las colonias filisteas, quienes, según las Escrituras (Am 9:7), vinieron de Caftor, esto es, Creta[24].
Ante toda la evidencia citada, no es sorprendente entonces que Pablo afirme que el testimonio que refiere es verdadero, pues las acciones de los cretenses demostraban tan claramente su hábito de mentir y codiciar que no se puede hacer otra cosa que confirmar el juicio expresado en el hexámetro de Epiménedes.
Epiménides y el Apóstol Pablo, entre paradojas y verdades
La primera frase: «Los cretenses son mentirosos crónicos», se había hecho famosa por un poeta posterior e igualmente famoso llamado Calímaco. Había un monumento en Creta que se llamaba La tumba de Zeus. Se suponía que el más grande de los dioses sería inmortal, y Calímaco citaba esto como el ejemplo perfecto de las mentiras cretenses. En su Himno a Zeus escribió:
«Los cretenses son embusteros crónicos, porque edificaron una tumba, oh Rey, y la llamaron tuya; pero tú no mueres, sino que vives para siempre».
Como señalamos anteriormente, la cita que hace Pablo fue tomada de un poeta griego llamado Epiménides, que vivió hacia el año 600 a. C., y era uno de los Siete Sabios de Grecia. Clemente de Alejandría (Estrómata, I. XIV. 59) y Jerónimo citan la frase.
Según la tradición, Epiménides ayudó a Solón en el establecimiento de nuevas leyes y en Esparta profetizó sobre algunos logros militares. Escribió diversas obras y poesías que, lamentablemente, solo han llegado a nosotros fragmentadas. De acuerdo a algunas fuentes, murió a los 158 años[25].
Para el pueblo griego, Epiménides era un personaje misterioso y casi divino. Vivió alrededor del 600 antes de Cristo, por lo que era contemporáneo de Lehi y Jeremías de Jerusalén, Solón de Atenas y Confucio de China.
Sus coterráneos creían que era hijo de una ninfa y que un espíritu celestial le otorgaba su don profético, por ello lo consideraban un profeta, lo cual resume en un concepto las apreciaciones de varios autores, tales como Platón: «Un hombre divinamente inspirado», y según Plutarco: «Un hombre querido por los dioses».
En este mismo sentido y en referencia a la así́ llamada actividad profética de Epiménedes, Platón (en Leyes I. 642 D y E) escribió́ lo siguiente:
«Ese hombre divinamente inspirado, Epiménedes (...) nació́ en Creta, y diez años antes de la guerra persa, según el oráculo del dios, fue a Atenas (...) y cuando los atenienses se vieron llenos de temor en razón de las fuerzas expedicionarias de los persas, hizo esta profecía: No vendrán por diez años, y cuando vengan, se volverán sin haber logrado lo que esperaban (lograr), y habiendo sufrido más dolores que los que habrán infligido»[26].
Se registró en otras crónicas que cuando la peste y una maldición afligían Atenas, Nicias fue a buscar a Epiménides por la gran reputación que tenía en el mundo heleno. Al llegar tomó ovejas negras y blancas, las llevó al Areópago y allí las soltó, dejando que fueran por donde querían; pero mandó que las siguiesen y allí donde se detuvieran fuesen inmoladas en honor a un dios diferente cada una. De ese modo cesaron las enfermedades y la maldición que había sobre la ciudad (a este episodio es al que Pablo se refiere en Hechos 17, cuando observa la estatua al dios no conocido).
Muchas leyendas se contaban de él: una de ellas tenía que ver con que había dormido por 57 años en una cueva y al despertar ya no reconocía a su pueblo y a sus amigos, pero en ese trance había adquirido el don de ver el futuro. Los más realistas pensaban que durante ese período había viajado por el mundo conocido y adquirido gran conocimiento.
También, muchos consideraban a Epiménedes como uno de los siete sabios del mundo antiguo. Estos siete fueron: Bías de Priene, Cleóbulo de Lindo, Pitaco de Mitilene, Jilón de Esparta, Solón de Atenas, Tales de Mileto y Epiménedes de Creta, o Piandro de Corinto, o Anajarsis el escita (véase Plutarco, Vidas, Solón XII. 4–6; cf. Clemente de Alejandría, Estrómata I. XIV).
Como es sabido Pablo era un hombre con mucha educación, de hecho proviene de la muy respetada ciudad de Tarso, allí fue entrenado por un maestro judío muy respetado, Gamaliel (Hechos 22:3; 5:34), por ello era conocedor no solamente de la Escritura y literatura judía, sino también de la literatura griega clásica.
Evidencia de su gran acervo cultural, es el hecho de que mientras que hablaba a un grupo de filósofos epicúreos y estoicos en Hechos 17:22-34, Pablo, en el versículo 28, citó de la Cretica de Epiménides («Porque en él vivimos, y nos movemos, y somos») y la Phaenomena de Arato («Porque linaje suyo somos»), usando a estos dos poetas paganos para establecer su punto. Así también, en 1 Corintios 15:33, Pablo cita de la comedia de Menandro, Thais («Las malas conversaciones corrompen las buenas costumbres»).
Sin embargo, algunos críticos han sugerido que el apóstol, cuando habló a Tito con respecto a su misión en la isla de Creta, cometió una falacia lógica al citar al poeta cretense Epiménides: «Uno de ellos, su propio profeta, dijo: Los cretenses, siempre mentirosos, malas bestias, glotones ociosos. Este testimonio es verdadero» (Tit 1:12,13a).
Esta es una forma de paradoja lógica conocida comúnmente como la Paradoja de Epiménides: «Un cretense dijo: "Todos los cretenses son mentirosos"». Si, como Pablo afirma, este enunciado es verdadero, entones el enunciado es falso ya que un cretense mentiroso lo hizo. Estas afirmaciones—que el enunciado es verdadero y el enunciado es falso—se contradicen y violan la Ley de la No-Contradicción, ya que un enunciado no puede ser verdadero y falso a la vez.
Al respecto, el apologista islámico M.S.M. Saifullah declaró concerniente a Tito 1:12: «El escritor Pablo a lo menos en esta ocasión, no tuvo la Guía Divina ya que no discernió la sutileza» (Saifullah, 1999). Sin embargo, para quienes creemos en la inspiración e infalibilidad de la Palabra aquella conclusión no es una posibilidad de respuesta.
Ante esto hay que considerar un asunto clave: este es tomar en cuenta que Epiménides era un poeta. Los poetas, dramaturgos y otros escritores algunas veces usan una técnica literaria conocida como hipérbole, la cual es una exageración deliberada usada para argumentar. Decir que los cretenses son siempre mentirosos, malas bestias, glotones ociosos, es decir que la sociedad cretense como un todo era inmoral y decadente, no necesariamente que cada individuo en la sociedad era un mentiroso, una mala bestia y un glotón ocioso. En consecuencia, no existe paradoja cuando se considera la hipérbole encontrada en Tito 1:12.
Considerando esto, podemos concluir que Epiménides había hecho un enunciado exagerado concerniente a la conducta de la gente en Creta, y Pablo estaba secundándolo para señalar a Tito la dificultad que enfrentaban los ancianos cretenses. Así pues, Pablo no estaba afirmando una contradicción, sino que estaba siguiendo una costumbre literaria.
De esta manera se permitió la conservación de los estilos de escritura de los autores, permaneciendo en su sentido original y con ello se mantuvo la integridad de la Palabra inspirada de Dios[27].
En conclusión, la intención del autor al citar el refrán fue remarcar que Creta era notable por sus muchas y constantes mentiras. Y aquella declaración deja lugar para las siguientes proposiciones: aun los cretenses mentirosos dicen a veces la verdad; algunos cretenses no son tan mentirosos y este cretense en particular, a saber, Epiménedes, dijo la verdad cuando dijo que los cretenses, generalmente hablando, eran mentirosos constantes.
Otro asunto espinoso es el hecho de que el apóstol haya utilizado la expresión «su propio profeta». Considerando el contexto, Pablo no quiere decir que el reformador cretense sea realmente un profeta en el sentido bíblico, sino que el objetivo preciso de dicha expresión sería afirmar que «un hombre que por ellos y otros era considerado profeta, un portavoz de los dioses».
Los cretenses y las personas de la actualidad
Luego de analizar al autor y orígenes sociales de la frase que citó Pablo en su carta a Tito, se puede comprender con mayor profundidad por qué la utilizó para caracterizar a la sociedad en la cual se estaba desarrollando una iglesia, aún a pesar de su fuerte contenido.
El utilizar el refrán ampliamente conocido y confirmado entre el mundo antiguo, habría sido una manera estratégica de remarcar y hacer conciencia respecto al difícil contexto de la sociedad. Asimismo, se trasluce la intención de establecer un contraste afirmando que ante este trasfondo cultural, los cristianos cretenses podían sacudirse esa mala reputación y dar lugar al surgimiento de maestros de la verdad, de una fe sana y de una doctrina saludable.
Otro aspecto implicado en este pasaje es que no obstante la gravedad de las faltas, la reprensión no debería como objetivo avergonzar o humillar a las personas, sino que debería hacerse con el único propósito de rescatarles del error y afirmarles en la verdad[28].
Cerrando su comentario sobre el pasaje que hemos analizado, Lutero señala:
«Las palabras de este verso son ciertas aunque las haya escrito un poeta pagano. Son como trofeos que podemos llevarnos. Sin embargo, aplicar este tipo de argumentos a los temas espirituales, requiere cierto arte. Platón y Aristóteles escribieron muy bien acerca de los temas políticos, Plinio describió́ las obras de la naturaleza, etc...., pero no penséis que un pagano pueda instruir las conciencias de los hermanos. Sólo Cristo, nuestro Maestro, puede hacerlo»[29].
Finalmente, luego de este recorrido por diversas fuentes quedó registrado que los cretenses sí fueron famosos debido a que eran común entre ellos la mentira, trampas y como así también la glotonería y traición, pero he ahí una gran verdad: sabiendo aquello, y hasta habiéndolo comprobado, un autor comenta con gracia y sabiduría que:
«Pablo no le dice a Timoteo: "Abandónalos a su suerte. No tienen remedio, como todo el mundo sabe". Dice: "Son malos, y todo el mundo lo sabe. Ve a convertirlos"[30] (…) Pocos pasajes muestran más a las claras el optimismo divino del evangelista cristiano, que se niega a considerar a ninguna persona un caso desesperado. Cuanto mayor es el mal, mayor es el desafío. El cristiano está convencido de que no hay pecado demasiado grande para que lo conquiste la gracia de Jesucristo»[31].
Notas:
[1] Wilton M. Nelson, “Nuevo Diccionario Ilustrado de la Biblia”, Editorial Caribe, USA, 1998, Pág. 279.
[2] Diccionario Bíblico Digital, Grupo C Service & Design Ltda., Colombia, 2003.
[3] Diccionario Bíblico Evangélico, disponible en: http://biblia.com/diccionario/, consultado febrero de 2022.
[4] J. D. Douglas Merrill, C. Tenney editores en castellano James Bartley, Rubén O. Zorzoli, “Diccionario Bíblico Mundo Hispano”, Casa Bautista de Publicaciones, Texas, USA, 1997, Pág. 328.
[5] Wilton M. Nelson, “Nuevo Diccionario Ilustrado de la Biblia”, Editorial Caribe, USA, 1998, Pág. 279.
[6] Wilton M. Nelson, “Nuevo Diccionario Ilustrado de la Biblia”, Editorial Caribe, USA, 1998, Pág. 279.
[7] Charles F. Pfeiffer, “Diccionario Bíblico Arqueológico”, Editorial Mundo Hispano, USA, 2002, Pág. 388.
[8] Ernesto Trenchard y colaboradores “Comentario Expositivo del Nuevo Testamento”, Editorial CLIE, Barcelona, España, 2013, Pág. 3658-3659.
[9] Wilton M. Nelson, “Nuevo Diccionario Ilustrado de la Biblia”, Editorial Caribe, USA, 1998, Pág. 279.
[10] Es una palabra que proviene de los vocablos griegos: θάλασσα thálassa 'mar' y -cracia (fuente: Diccionario de la Real Academia Española, https://dle.rae.es/talasocracia, consultado marzo de 2022); la talosocracia podría definirse como el poder que tiene una nación como consecuencia de su predominio en la navegación, tanto en el ámbito militar como en el civil (fuente: Definición ABC, https://www.definicionabc.com/general/talasocracia.php, consultado marzo de 2022).
[11] Diccionario Bíblico Evangélico.
[12] Absolut Grecia | | Grecia “Los primeros cristianos de Creta”, disponible en: https://www.absolutviajes.com/grecia/los-primeros-cristianos-de-creta/, consultado febrero de 2022.
[13] Asociación Luis Palau “Pescando en las Escrituras #1 / Continuación”, disponible en: http://luispalau.net/v2/articulos-consejero-continuar.aspx?id=2705&cantidad=13750, consultado febrero de 2022.
[14] Asociación Luis Palau “Pescando en las Escrituras #1 / Continuación”, disponible en: http://luispalau.net/v2/articulos-consejero-continuar.aspx?id=2705&cantidad=13750, consultado febrero de 2022.
[15] David Guzik “Tito 1 – Una misión para Tito”, disponible en: https://www.blueletterbible.org/Comm/guzik_david/spanish/StudyGuide_Tit/Tit_1.cfm, consultado febrero de 2022
[16] http://www.sls.org.sv/index.php/es/reflexion-obispal/50-la-carta-a-tito-un-documento-para-leer.
[17] William Hendriksen, “Comentario al Nuevo Testamento. Exposición de las Epístolas Pastorales”, Libros Desafío, Grand Rapids, Michigan, USA, 2006, Pág. 280 - 283.
[18] http://www.waynepartain.com/Sermones/s4563.html.
[19] William Hendriksen, “Comentario al Nuevo Testamento. Exposición de las Epístolas Pastorales”, Libros Desafío, Grand Rapids, Michigan, USA, 2006, Pág. 282.
[20] Martín Lutero, “Comentario sobre la Epístola de San Pablo a Tito”.
[21] William Hendriksen, “Comentario al Nuevo Testamento. Exposición de las Epístolas Pastorales”, Libros Desafío, Grand Rapids, Michigan, USA, 2006, Pág. 280.
[22] William Hendriksen, “Comentario al Nuevo Testamento. Exposición de las Epístolas Pastorales”, Libros Desafío, Grand Rapids, Michigan, USA, 2006, Pág. 280.
[23] Martín Lutero, “Comentario sobre la Epístola de San Pablo a Tito”.
[24] Werner Keller, “The Bible as History” Nueva York, 1956, pp. 172, 173, citado en: William Hendriksen, “Comentario al Nuevo Testamento. Exposición de las Epístolas Pastorales”, Libros Desafío, Grand Rapids, Michigan, USA, 2006, Pág. 282.
[25] Mario R. Montani, “Pablo y Epiménides”, en: https://mormosofia.wordpress.com/2013/04/23/tito-1-12-13-pablo-y-epimenides/ ,consultado febrero de 2002.
[26] William Hendriksen, “Comentario al Nuevo Testamento. Exposición de las Epístolas Pastorales”, Libros Desafío, Grand Rapids, Michigan, USA, 2006, Pág. 282.
[27] Saifullah, M. S. M. (1999), “Epimenides’ Paradox: Was Paul Inspired?,” Islamic Awareness [En-línea], URL: http://www.islamic-awareness.org/Bible/Text/paul.html. Origen: https://apologeticspress.org/la-paradoja-de-epimenides-una-discrepancia-logica-en-tito-112-1928/
[28] Juan Carlos Cevallos, Rubén O. Zorzoli, Editores Generales; “Comentario Bíblico Mundo Hispano”, El Paso, Texas, USA, 2009, Págs. 255 - 256.
[29] Martín Lutero, “Comentario sobre la Epístola de San Pablo a Tito”.
[30] Barclay, W. (2006). “Comentario Al Nuevo Testamento”. Viladecavalls (Barcelona), España: Editorial CLIE.
[31] Visión Celestial KC, “La mala reputación de los cretenses. Tito 1:12. Un llamado a los pastores a seguir adelante!” https://visioncelestialkc.wordpress.com/2014/03/15/la-mala-reputacion-de-los-cretenses-tito-112-un-llamado-a-los-pastores-a-seguir-adelante/, consultado febrero de 2022.
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