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Este documento es el más antiguo de los estándares doctrinales de las iglesias reformadas de los Países Bajos. Se escribió en el siglo XVI, en medio de una terrible persecución desatada contra los protestantes. Constituyó un bosquejo aclaratorio de la doctrina reformada que buscaba darla a entender y lograr tolerancia hacia ella. Bienvenidos a este resumen de la historia de la Confesión Belga.
Una confesión de la fe calvinista
La Confesión Belga consta de 37 artículos escritos por Guido de Brès (1522-1567), un pastor ambulante reformado de los Países Bajos del sur que fue alumno de Calvino en Ginebra. Aunque de Brès fue el autor principal de la Confesión Belga, otros pastores y teólogos reformados contribuyeron a la edición final. Entre estos está incluido Francisco Junius, que más tarde se convertiría en un conocido profesor reformado en la Universidad de Leiden.
Se conoce comúnmente como la confesión "belga" porque surgió de las iglesias reformadas de habla francesa en las "Tierras Bajas" del sur o "Países Bajos" (hoy Bélgica). Históricamente ha servido como uno de los tres símbolos confesionales de las iglesias reformadas holandesas, junto con el Catecismo de Heidelberg y los Cánones de Dort. El afecto hacia esta confesión se deriva, tanto de las conmovedoras circunstancias sufridas por su autor original y sus suscriptores, como de su rica declaración de la fe reformada.
Philip Schaff, el conocido historiador de la iglesia, observa que esta confesión es "en general, la mejor declaración simbólica del sistema calvinista de doctrina, con la excepción de la Confesión de Fe de Westminster".
Tan pronto como fue impresa por primera vez en 1561 en Rouen, se enviaron copias de la Confesión a Ginebra y a otras iglesias reformadas para su aprobación. Posteriormente, sería revisada en un sínodo en Amberes en 1566 y se reimprimió ese mismo año en Ginebra. Fue aceptada por los sínodos de Wesel de 1568, de Emden en 1571, de Dort en 1574 y de Middelburg en 1581. También el texto de la confesión fue revisado y aceptado en el Sínodo de Dort en 1619.
Lucha por tolerancia en Europa
Poco después de que se escribiera por primera vez, se buscó que la Confesión fuera presentada a Felipe II de España (1527-1598), quien ejercía soberanía sobre los Países Bajos en ese momento. Ante la intensa persecución por parte de este soberano católico y sus magistrados hacia los protestantes, Guido de Brès y los creyentes reformados de los Países Bajos estaban ansiosos por demostrar que su fe estaba de acuerdo con las enseñanzas de las Sagradas Escrituras y el antiguo consenso de la iglesia universal.
En 1562 una copia fue enviada al rey Felipe II junto con un discurso donde los demandantes declararon que estaban dispuestos a obedecer al gobierno en todas las cosas lícitas. En consecuencia, la Confesión Belga es cuidadosa en la demostración del compromiso de la fe reformada con las grandes doctrinas bíblicas de la Trinidad, así como con la persona y obra de Cristo. El objetivo de la confesión era persuadir a sus lectores de que la fe reformada no era otra cosa que la fe histórica de la iglesia cristiana.
Sin embargo, ni la confesión ni la petición produjeron el fruto deseado por los protestantes en las autoridades españolas. De Brès fue martirizado en la horca por su fe cinco años después y se convirtió en un testimonio del gran sufrimiento de los creyentes reformados en los Países Bajos. Estos creyentes fieles, que podían hablar de "gozo y alegría" en medio de una severa persecución, declararon en el prefacio de la confesión que "ofrecerían sus espaldas a azotes, sus lenguas a cuchillos, sus bocas a mordazas y sus cuerpos enteros al fuego”, en lugar de negar la verdad del evangelio.
La Confesión Belga es un símbolo de la lucha de los protestantes reformados por la tolerancia en Europa, especialmente en Holanda y Bélgica. Miles de creyentes reformados perdieron la vida durante la lucha por la reforma de la iglesia en estos territorios.
Otro propósito de la confesión, que la distingue de la Confesión francesa o galicana de 1559, era demostrar que la fe reformada era distinta a de la de los anabautistas. Entre los anabautistas, que tuvieron una influencia considerable en los Países Bajos en el período inicial de la Reforma, hubo quienes, no solo rechazaron la práctica del bautismo infantil, sino también la legitimidad del magistrado civil como siervo de Dios e instrumento para ejercer su gobierno.
Los anabautistas distinguieron claramente el reino espiritual de Cristo, la iglesia, del orden civil, y defendieron una separación estricta del mundo, que requería el rechazo del servicio militar, la toma de juramentos y el pago de impuestos. Algunas de las características más distintivas de la Confesión Belga indican que fue escrita para defender la fe reformada contra el supuesto de que compartía estas características con la franja radical de la Reforma. De Brés quería probar ante los perseguidores que los seguidores de la fe reformada no eran rebeldes, como se les acusaba, sino que eran ciudadanos respetuosos de las leyes y que profesaban la doctrina cristiana según las Escrituras.
Influencia hasta nuestros días
La forma actual de la confesión proviene de la época del Sínodo de Dort, que se celebró entre 1618 y 1619, cuando el texto fue revisado y aprobado oficialmente en los idiomas francés, latín, holandés y alemán. Esta se convirtió en el credo estándar de la Iglesia reformada de los Países Bajos y de las iglesias reformadas de origen holandés en los Estados Unidos y en otras partes del mundo, que adoptaron una traducción de una versión latina preparada para el Sínodo de Dort.
La Confesión belga no es una declaración confesional como los cánones de Dort, que fueron escritos para abordar un tema doctrinal particular. Al igual que sus precursoras, la Confesión Ginebrina de Calvino y la Confesión Galicana, ambas completadas en 1559, la Confesión Belga ofrece una declaración completa de la fe cristiana y reformada.
A grandes rasgos, el contenido de los treinta y siete artículos que componen la confesión se distribuye según los tres artículos del Credo de los Apóstoles. Comienza con varios artículos introductorios que exponen el punto de vista de la Reforma sobre la inspiración y autoridad de las Escrituras canónicas (Art. 1-7). Luego, en una sección primaria, afirma la verdad de la Trinidad y de las obras de creación y providencia de Dios (Art. 8-13). La sección central establece la enseñanza bíblica con respecto a la persona y obra de Cristo, distinguiendo el entendimiento de la Reforma sobre la salvación por gracia solamente a través de la fe, de la enseñanza católica romana medieval (Art. 14-23). La sección final ofrece una declaración resumida de la persona y obra del Espíritu Santo, que incluye varios artículos sobre la iglesia y los sacramentos, así como un artículo específico sobre el nombramiento divino y el ministerio del magistrado civil (Art. 24– 37).
Aunque la Confesión Belga tiene marcas evidentes del contexto histórico en el que fue escrita, sigue siendo una de las mejores declaraciones históricas de la fe de las iglesias reformadas. Los creyentes evangélicos harían bien en familiarizarse con esta confesión, tomando nota especialmente de las difíciles circunstancias de persecución en las que fue escrita.
¿Y tú? ¿Qué piensas? ¿De qué forma los creyentes de hoy podemos ser más claros al dar testimonio de nuestra fe? ¿Cómo el testimonio de nuestros hermanos perseguidos en el pasado nos alienta a ser fieles a las verdades del evangelio? ¿Crees que los creyentes de hoy estamos lo suficientemente entrenados doctrinalmente para distinguir la verdad del error?
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