Escucha este episodio en formato podcast:
Fue una de las primeras afroamericanas que logró una posición prominente en medio de una sociedad esclavista, todo con la bandera de las misiones y la educación cristiana. Fue la primera mujer soltera de color en ir al campo.
Librada de la esclavitud
Betsey Stockton nació en una familia de esclavos en el año 1798, en la ciudad de Princeton, Nueva Jersey. Aunque su madre era una mujer de color, es probable que su padre fuera un hombre blanco. Cuando tan solo era una niña, fue entregada a la hija de su dueño Robert Stockton, como parte de una especie de regalo de bodas. Elizabeth Stockton se había casado recientemente con Ashbel Green (1762-1848), quien era presidente del Colegio de Nueva Jersey, más adelante Universidad de Princeton.
Estando en la casa de los Green, Betsey tuvo la oportunidad de aprender de su propio amo. Ashbel Green se convirtió en un maestro que apoyó su educación a través de tutorías y el uso de una enorme biblioteca privada de la familia. En 1815, un avivamiento se estaba gestando en el campus universitario de la Universidad de Princeton. Este despertar llegaría hasta la casa de los Green y el Señor despertaría el corazón de Betsey al evangelio. Un año después de su conversión, se bautizó en la iglesia presbiteriana de la que luego haría parte.
En 1817, Betsey fue admitida como miembro de la Primera Iglesia Presbiteriana en Princeton y fue formalmente liberada de su condición de esclava, pero ella decidió mantener el apellido Stockton de su primer dueño. A pesar de ya no tener la necesidad de mantenerse como sirvienta, ella decidió permanecer como empleada doméstica con la familia Green a cambio de un salario. Los Green entonces la acogieron como parte de la familia y le permitieron continuar con sus estudios.
El sueño de las misiones
Betsey seguió avanzando en su formación académica, así que pronto se convirtió en una mujer bien entrenada y formada intelectualmente. Sin embargo, un fuerte deseo por el evangelismo se comenzó a gestar en su interior. Su deseo era obedecer el llamado de ser misionera en África. Pero ¿qué esperanza tenía ella, una mujer de color soltera, de alcanzar ese sueño?
No obstante, el entorno de Betsey parecía ser favorable para este deseo. En la casa de los Green siempre fue tratada con amabilidad, como una sirvienta por la que sentían un gran afecto. Generalmente se le incluía en las oraciones familiares y recibía instrucción cristiana como cualquier otro miembro de la familia. Entonces, era de esperarse que los Green apoyaran su ilusión.
¿Cómo llegaría la oportunidad de ir al campo misionero? Providencialmente, Betsy se enteró de que Charles S. Stewart (1795-1870), un estudiante del famoso Seminario Teológico de Princeton y que también era amigo de la familia Green, quería viajar a Hawai como misionero, así que Betsy se emocionó con la idea de acompañarlo. Para ese momento, Betsey ya contaba con habilidades en enfermería y podía desarrollar una labor de maestra de niños.
La familia Green se emocionó por el deseo misionero de Betsey, así que le escribieron una carta de recomendación a la Junta Estadounidense de Comisionados para Misiones Extranjeras. Esta carta fue muy importante, ya que por ella fue posible conocer muchos aspectos de la infancia, del carácter y del celo misionero de Betsey. Pero había un gran reto que debía superarse. Muchos se hacían la pregunta si las iglesias estadounidenses estaban listas para enviar a una mujer soltera y afroamericana al extranjero sin un protector. Pronto se conoció la respuesta a esta pregunta.
La Junta aceptó la solicitud de Betsey, pero no sabían cómo solventar el hecho de que ella fuera soltera y de color. La solución fue comisionar a Betsey como miembro de la familia de misioneros con la que viajaría. La carta de aprobación decía “ni como una igual ni como una sirvienta, sino como una humilde amiga cristiana.” Con esta cita ambigua pero pionera, Betsey Stockton se convirtió en la primera misionera soltera enviada por una agencia misionera norteamericana más allá de las fronteras de los Estados Unidos.
La mayor parte de los gastos de la misión fueron pagados por la Junta Estadounidense de Comisionados para Misiones Extranjeras, pero los misioneros mismos debían contribuir a las necesidades económicas de su trabajo. Betsey estaba decidida a ir a Hawái, pero ¿cómo lograría reunir el dinero? Ella solo contaba con algunos ahorros de su salario. Milagrosamente, el Señor tocó el corazón de los Green, quienes compensaron la diferencia del presupuesto para la misión. Finalmente, gracias a sus ahorros sacrificados y a la ayuda financiera de su empleador, Betsey pudo cumplir con los requisitos económicos para su labor en las islas del Pacífico.
Betsy, misionera educadora
Betsey y los Stewart partieron de la ciudad de New Haven el 22 de noviembre del año 1822 en un barco ballenero, en un viaje que duró al menos cinco meses. El equipo misionero a bordo tenía como finalidad apoyar a un grupo evangelístico que la Junta había enviado en 1820. Aunque la mayoría de los misioneros eran blancos, algunos de ellos eran isleños que se habían preparado para las misiones en su propia tierra.
Tan pronto como llegaron a Maui en 1823, Betsy empezó a trabajar como maestra en una población llamada Lahaina. Otros misioneros ya habían establecido las primeras escuelas en las islas, a las que asistían principalmente las clases altas. Pero Betsey fue la primera en organizar una escuela para los desfavorecidos, especialmente las familias de agricultores. También se propuso aprender el idioma nativo de Hawai, mientras enseñaba historia, inglés, latín y álgebra en la escuela. La labor educativa que llevó a cabo como maestra en Hawai marcó el resto de su vida.
La pasión y el trabajo de Betsey hicieron una contribución significativa al equipo misionero y brindaron una plataforma para el evangelismo y el discipulado. Antes de dejar las islas, Betsey capacitó a maestros nativos de Hawái que la reemplazarían hasta que llegara otro misionero. La escuela que Betsey comenzó en Maui prosperó y, para 1826, ocho mil hawaianos habían recibido educación gracias a su servicio. La razón por la que Betsey dejó su trabajo en Hawái se debió a la mala salud de la Sra Stewart. Aunque podría haber optado por quedarse en las islas para continuar con su labor, Betsey decidió regresar con los Stewart a Norteamérica en 1825.
Dos años después de su regreso, Betsey tuvo la oportunidad de convertirse en maestra nuevamente. Se mudó a Filadelfia, a donde entendía que tenía un llamado. Así, el 1 de mayo de 1828, con 15 dólares se estableció la escuela infantil para niños de color de Filadelfia, con 46 niños y dirigida por Betsey. La iniciativa surgió del naciente movimiento de escuela infantil que se había originado en Inglaterra y que se expandía rápidamente por los Estados Unidos. El objetivo era ayudar a los niños a salir de las calles brindándoles educación. El modelo de enseñanza combinaba la instrucción académica con la formación espiritual.
El talento de Betsey Stockton como maestra hizo que la escuela infantil fuera un éxito inmediato. De sus cuarenta y seis estudiantes iniciales el primer día de mayo de 1828, la escuela rápidamente agregó otros veintinueve a finales de mes. Un comité de supervisión que visitaba la escuela con regularidad quedó muy impresionado con el trabajo que Stockton y su maestra asistente habían hecho en tan poco tiempo. Así sucedió mes tras mes, con el comité visitante ofreciendo repetidas observaciones positivas: “la escuela sigue siendo interesante”, “la escuela continúa floreciendo”, “una escuela completa y ordenada”, y notando un aumento constante en la asistencia.
Pero pronto la idea de ayudar a más niños la emocionó, así que en abril de 1829 aceptó el llamado de fundar una escuela entre los niños indígenas de Canadá, cerca del lago Ontario. Sin embargo, tan solo unos meses después, Betsey regresó a Filadelfia para retomar su trabajo en la escuela que había ayudado a fundar. Mientras tanto el comité de visita continuaba presentando informes entusiastas: “La escuela en buen estado; los niños aprecian a sus maestros”, “La inteligencia manifestada por los niños es observada con sorpresa por los extraños.”
Pero el entusiasmo de su labor como maestra no duró mucho, ya que pronto se vería obligada a regresar a Princeton para ayudar a los Stewart, la misma familia con la que había ido a Hawai. No obstante, no desaprovechó el tiempo y, estando allí, ayudó a fundar la Primera Iglesia Presbiteriana para personas de Color. Aprovechó su posición dentro de la nueva iglesia para ayudar a hacer del lugar un refugio, tanto para la instrucción en la fe y el evangelio, como para la educación general. También dirigió una escuela dominical donde los niños aprendían las Escrituras mientras se alfabetizaban. Betsey desarrolló su labor educativa como maestra en Princeton por el resto de su vida.
Betsey Stockton murió el 24 de octubre de 1865, pocos meses después del asesinato de Abraham Lincoln (1809-1865) y del fin de la Guerra Civil. En Princeton, su funeral reunió a una multitud considerable tanto de blancos como de personas de color. El presidente del Colegio de Nueva Jersey dirigió el servicio y varios notables locales ofrecieron tributos.
Pero a pesar de todo el buen trabajo que había hecho en Princeton y de toda la buena voluntad que muchos de sus habitantes expresaron ante su fallecimiento, Betsey Stockton no quería ser enterrada en la ciudad. Los obituarios señalaron que “era su deseo descansar después de la muerte cerca de las tumbas de la familia con la que había estado más estrechamente asociada en la vida”, la de sus compañeros misioneros Charles y Harriet Stewart. Las estrechas conexiones que hizo en sus días de misionera con los Stewart permanecieron con Betsey Stockton durante toda su vida, y su entierro en su parcela familiar simbolizó la lealtad que tenía y que les mostró mucho después de que regresaran del Pacífico.
Betsey Stockton fue admirada e influyó en muchos estudiantes con su amable espíritu cristiano. Puede que haya nacido en la esclavitud, pero emergió como una pionera cristiana que usó la educación para transmitir la fe a las nuevas generaciones.
Apoya a nuestra causa
Espero que este artículo te haya sido útil. Antes de que saltes a la próxima página, quería preguntarte si considerarías apoyar la misión de BITE.
Cada vez hay más voces alrededor de nosotros tratando de dirigir nuestros ojos a lo que el mundo considera valioso e importante. Por más de 10 años, en BITE hemos tratado de informar a nuestros lectores sobre la situación de la iglesia en el mundo, y sobre cómo ha lidiado con casos similares a través de la historia. Todo desde una cosmovisión bíblica. Espero que a través de los años hayas podido usar nuestros videos y artículos para tu propio crecimiento y en tu discipulado de otros.
Lo que tal vez no sabías es que BITE siempre ha sido sin fines de lucro y depende de lectores cómo tú. Si te gustaría seguir consultando los recursos de BITE en los años que vienen, ¿considerarías apoyarnos? ¿Cuánto gastas en un café o en un refresco? Con ese tipo de compromiso mensual, nos ayudarás a seguir sirviendo a ti, y a la iglesia del mundo hispanohablante. ¡Gracias por considerarlo!
En Cristo,
Giovanny Gómez Director de BITE |