La misionera evangélica suiza Beatrice Stockly, secuestrada en Tombuctú en el norte de Malí en enero de 2016, fue asesinada solo unas semanas antes de que los extremistas islamistas liberaran a otros rehenes, en un aparente intercambio de prisioneros por rehenes negociado por el nuevo gobierno de transición de Malí.
La noticia de su ejecución provino de Sophie Petronin, una trabajadora humanitaria francesa de 75 años, liberada el 8 de octubre, Petronin aparentemente había estado retenida por el mismo grupo de milicias islamistas o por uno vinculado a él.
El asesinato de Beatrice Stockly pone de relieve ante la comunidad internacional la grave situación por la que atraviesan los cristianos en este país, así como la profunda crisis humanitaria, social y económica que vive Malí y que ha influenciado el auge del fundamentalismo islámico. La nación no ha podido superar las heridas de su pasado colonial y es uno de los países más pobres del mundo, aproximadamente la mitad de la población se encuentra en condiciones de pobreza extrema según los datos del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo. Igualmente, el gobierno de Malí sigue siendo muy frágil para combatir amenazas como el terrorismo e involucrarse en un auténtico proyecto de estado moderno. Vastas partes del territorio permanecen bajo el control de grupos yihadistas.

Contexto religioso de Malí
Según los reportes anuales del Departamento de Estado de los Estados Unidos sobre libertad religiosa, el Islam, que es la religión mayoritaria de Mali y de la que hace parte el 80% de la población, puede ser considerado como moderado, tolerante y adaptado a las condiciones locales. Las mujeres participan en actividades económicas, sociales y políticas, y generalmente no utilizan el burka. La constitución establece que Malí es un Estado democrático, laico y proporciona libertad religiosa, y el gobierno respeta en gran parte este derecho. La relación entre los musulmanes comunes y los practicantes de minorías religiosas puede considerarse cordial y respetuosa y los grupos de misioneros extranjeros (tanto musulmanes como no musulmanes) son tolerados. Las festividades cristianas, al igual que las musulmanas, están reconocidas oficialmente y se celebran sin ningún tipo de problema.
Según el estudio del Pew Forum de 2012 Los musulmanes del mundo: Unidad y Diversidad, el 94% de los musulmanes en Mali cree que la religión es muy importante en sus vidas y el 71% cree que hay “solo una forma verdadera de entender las enseñanzas del Islam”. 24% de los musulmanes de Malí cree que son posibles múltiples interpretaciones del Islam.
Sin embargo, a pesar de la relativa tolerancia hacia los cristianos en Malí, la persecución religiosa se ha hecho evidente en este país, principalmente por la llegada de grupos extremistas afiliados a Al Qaeda, los cuales se han fortalecido desde la década de los 2000.

Los devotos extremistas del Islam han sido responsables de algunos ataques múltiples reprobables en Malí, entre los que destaca la que se ha denominado como la Batalla de Gao, en la que un grupo musulmán extremista, Ansar Dine, comenzó a destruir varios sitios que han sido declarados patrimonio de la humanidad por la Unesco. El más significativo de ellos fue el mausoleo de Sidi Mahmoud Ben Amar y en los mausoleos de la capital, incluido el de Sidi Yahya, los militantes irrumpieron y destruyeron tumbas.

Muchas ciudades de Malí están siendo víctimas de la aplicación de la ley Sharia por parte de grupos extremistas, por la cual se han negado muchas culturas y formas de vida tradicionales africanas. Un informe reciente en The Guardian reveló que los grupos extremistas han prohibido la música en ciertas regiones y se sabe que aparecen al azar en las aldeas, armados con rifles y ametralladoras, para quemar instrumentos musicales y discos de música en las hogueras. A un guitarrista lo amenazaron con que le cortarían los dedos si volvía a mostrar su rostro en una ciudad. El 18 de mayo de 2017, un hombre y una mujer fueron apedreados hasta la muerte por vivir maritalmente sin estar casados. Según funcionarios del gobierno, los extremistas primero cavaron dos agujeros, uno para el hombre y otro para su mujer, y la pareja fue enterrada hasta el cuello y luego cuatro extremistas comenzaron a arrojarles piedras y continuaron apedreándolos hasta que murieron por sus heridas.
Los analistas políticos internacionales consideran que las graves condiciones de marginación política y social que experimentan muchas personas en países del Norte de África y Oriente Medio están empujando a los más jóvenes hacia el extremismo religioso. El Islam extremista parece proporcionarle a la generación más joven un sentido de identidad y realización que muchos no encuentran en las formas tradicionales de participación social, política y económica. (Ver: https://economics.mit.edu/files/11865)

Cristianismo en Malí
Según los datos oficiales, solamente el 10% de los malienses son cristianos, los cuales se encuentran conformados por diversas denominaciones religiosas, aunque la mayoría pertenece a iglesias históricas. El cristianismo fue introducido en Malí a finales del siglo XIX por misioneros franceses y desde entonces ha venido creciendo a un paso muy moderado.
De acuerdo a la organización Puertas Abiertas, con la proliferación de grupos yihadistas como el Estado Islámico en el Gran Sahara, el vasto territorio de Malí que no está bajo control gubernamental efectivo se está convirtiendo en un santuario para los militantes islámicos que son una amenaza para la seguridad de toda la región. Ubicada en una de las regiones semillero de yihadistas, la situación en Malí es parte del aumento general de la militancia islámica en toda la región.
Así mismo, Puertas Abiertas destaca que en Malí, los cristianos están experimentando un aumento de la violencia y la hostilidad, especialmente aquellos que hablan abiertamente de su fe. Los creyentes de origen musulmán sufren en particular el trauma del rechazo y la intimidación de sus familias. Además, las normas tradicionales y culturales significan que muchas mujeres y niñas cristianas están sujetas a abuso sexual, matrimonio forzado, matrimonio de menores y se les niega el acceso a la educación moderna. “Los misioneros cristianos que operan en Mali viven bajo la constante amenaza de secuestro y algunos han sido secuestrados por yihadistas. Algunos misioneros secuestrados siguen siendo rehenes”.

La muerte de Beatrice Stockly
El asesinato de Beatrice Stockly a manos de yihadistas viene a confirmar lo que ha sido una clara tendencia de persecución y hostilidad hacia los cristianos en Malí, aunque también es claro que los ciudadanos malienses comunes, sin importar su denominación religiosa, también están sufriendo por cuenta del conflicto y las imposiciones culturales y religiosas de los grupos islamistas.
El Ministerio de Relaciones Exteriores de Suiza expresó su pesar porque Beatrice Stockly, una mujer soltera de poco más de cuarenta años, fue “aparentemente asesinada por miembros de la organización terrorista islamista Jama'at Nasr al-Islam wal Muslim (JNIM) hace aproximadamente un mes”, aunque en el comunicado del gobierno suizo no se mencionó a Beatrice por su nombre, como es costumbre en las declaraciones oficiales. Jama'at Nasr al-Islam wal Muslim es un grupo terrorista basado en el integrismo religioso y es considerado como un grupo asociado a la Red Al- Qaeda.
“Con gran tristeza me enteré de la muerte de nuestra conciudadana”, dijo el consejero federal suizo Ignazio Cassis. “Condeno este acto cruel y expreso mi más sentido pésame a los familiares”.

Intentos de liberación
Las autoridades suizas dicen que han “trabajado durante los últimos cuatro años, junto con las autoridades pertinentes de Malí y con socios internacionales, para garantizar que la ciudadana suiza fuera puesta en libertad y pudiera regresar con su familia. Los miembros del Consejo Federal Suizo han presionado repetidamente a las autoridades pertinentes de Malí para que la liberaran. Se desplegó un grupo de trabajo interdepartamental bajo la dirección del Ministerio de Relaciones Exteriores Suizo. El grupo de trabajo también incluyó a representantes de ... [la policía, los servicios de inteligencia]... y la Fiscalía Federal Suiza. Además, las autoridades estuvieron en contacto permanente con la familia de la víctima”.
Ahora, dicen que harán todo lo posible para averiguar los detalles de cómo murió exactamente y devolver su cuerpo, o sus restos, a su familia.
¿Quién era Beatrice Stockly?
Un líder de la iglesia de Malí, que dijo que había trabajado con Beatrice Stockly, dijo a World Watch Monitor en 2012 que la misionera se instaló en Tombuctú en 2000, trabajando para una iglesia suiza, antes de comenzar a trabajar sola, sin afiliación a ninguna iglesia.
El líder religioso afirmó que Beatrice había llevado una vida austera en Abaradjou, un distrito popular de Tombuctú, pero conocido por haber sido frecuentado por grupos yihadistas armados. Se la describió como sociable, especialmente entre mujeres y niños, y solía vender flores y repartir material cristiano.
Stockly fue sacada de su casa antes del amanecer del 8 de enero de 2016 por hombres armados en cuatro camionetas, según fuentes confidenciales.

Pasión por el evangelio contra todo riesgo
Esta era la segunda vez que la secuestraban en Tombuctú; la primera vez en 2012 fue cuando el norte de Malí fue ocupado por grupos armados islamistas. Esa vez fue liberada diez días después, tras la mediación liderada por el país vecino, Burkina Faso. Acompañada de su madre y su hermano, regresó a Suiza en 2012, pero su pasión por evangelización y servir al Reino de Dios era más poderosa que todas las advertencias, por lo que pronto regresó a Malí.
A finales de enero de 2016, un vocero enmascarado del grupo con acento británico se atribuyó la responsabilidad del secuestro de Stockly en nombre de Al-Qaeda en el Magreb Islámico, diciendo: “Beatrice Stockly es una monja suiza (aunque en realidad era una misionera evangélica) que declaró la guerra al Islam en su intento de cristianizar a los musulmanes”.
El grupo terrorista había accedido a liberarla ese mismo año, pero impuso sus propias condiciones. Las condiciones de su liberación incluían la liberación de los combatientes de Al Qaeda encarcelados en Malí y la de uno de los líderes del grupo detenido en la Corte Penal Internacional en La Haya. La condición más importante, dijo el vocero del grupo, era que Stockly no regresara a ninguna tierra musulmana a predicar el cristianismo. Sin embargo, la Confederación Suiza aparentemente exigió su liberación sin condiciones.
Un año después de su captura, en enero de 2017, Al Qaeda publicó un vídeo de una mujer, con la cabeza cubierta por un velo negro que se identificó como Stockly. Al parecer el vídeo había sido grabado en la víspera de Año Nuevo de 2017.
Hablando en francés, con la voz cansada, apenas audible y el rostro borroso, Stockly saludó a su familia y agradeció al gobierno suizo “por todos los esfuerzos realizados”.
Otros misioneros secuestrados
El 1 de julio de 2017, una coalición de grupos yihadistas afiliados a Al-Qaeda publicó un video que mostraba a seis rehenes extranjeros, incluidos tres misioneros, horas antes de la visita del presidente francés Emmanuel Macron a Mali, cuando Francia acordó enviar su apoyo militar para contribuir a los esfuerzos antiterroristas en el Sahel.
Según SITE, una agencia de inteligencia privada estadounidense, el video fue publicado por Nusrat al-Islam wal Muslimeen, un grupo local con nexos con Al Qaeda.
Beatrice Stockly fue uno de los tres misioneros mostrados en el video; los otros dos eran la religiosa colombiana Gloria Argoti, de unos sesenta años y Ken Elliott de Australia, conocido como “el médico de los pobres”. Esa fue la primera prueba de vida de Gloria Argoti, la monja colombiana, secuestrada en Malí un año después que Stockly.
Las otras tres personas en el video de julio de 2017 eran Stephen McGowan,(liberado ese mismo año), Iulian Ghergut, secuestrado en Burkina Faso en 2015, y Sophie Pétronin.

El futuro de los cristianos en Malí
En una coyuntura como la actual, en la que el fundamentalismo islámico ha ganado grandes puntos de apoyo en los países del Norte de África, es posible prever que el cristianismo continuará viéndose amenazado allí y que la muerte de Beatrice Stockly, lamentablemente será uno de los múltiples casos que seguirán resonando en la conciencia de la comunidad internacional. Por lo tanto, es preciso que los organismos multilaterales internacionales y los cristianos de todo el mundo puedan participar de la reconstrucción de un país que ha sido devastado por el colonialismo, las guerras y el extremismo religioso.
Un auténtico compromiso evangélico, con el apoyo de la comunidad internacional, no solo facilitará la paz del país, sino que creará condiciones más propicias para una evangelización más activa y para que los cristianos puedan profesar libremente su fe en un contexto de verdadera libertad religiosa. El camino para que esto suceda, sin lugar a dudas, pasa por la oración y la sumisión a la voluntad del Padre para que conceda gracia y coraje a la Iglesia para que pueda continuar su misión misionera en Malí.
Con información de Christianity Today
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