A principios de la década de 1980, el misionero e investigador David Barrett publicó la Enciclopedia Cristiana Mundial (ECM), un enorme estudio sobre el cristianismo y las misiones en el mundo. Desde entonces, el trabajo de Barrett y otros investigadores ha influido profundamente en el enfoque de las misiones por parte de la Iglesia, sobre todo al centrar la atención en los pueblos aún no alcanzados del mundo.
Ahora, nuevas generaciones de investigadores rastrean la propagación del Evangelio por el Sur Global y más allá. Esto muestra que la Iglesia actual es más diversa de lo que muchos imaginaban, y ayuda a los cristianos de hoy a participar más estratégicamente en el avance del Evangelio.
Los evangélicos se toman en serio las misiones. Citando al historiador estadounidense Douglas Sweeney, “a los evangélicos sólo les importa evangelizar el mundo”. Él puede estar diciendo una hipérbole, pero no del todo. Nos apasiona hacer y somos conocidos por nuestro activismo. Este es un punto fuerte de los evangélicos.
Pero lo que, como grupo, no siempre se ha tomado en serio es la vida intelectual. Como escribió Mark Noll en su epístola de un amante herido, “El escándalo de la mente evangélica es que no hay mucha mente evangélica”. No hemos sido tan apasionados en cuanto a pensar y no somos tan conocidos por nuestra erudición. Esta ha sido nuestra debilidad. Durante el siglo XX, las misiones evangélicas estadounidenses a menudo no supieron combinar el celo con el conocimiento.
En una reciente conferencia sobre la historia de la misionología, Brian Stanley observó que “siempre hay una tendencia, particularmente en las misiones cristianas, a que el campo se divida entre los hacedores y los pensadores”. Acertadamente se refirió al problema como una “separación fatal”, que puede ser más pronunciada en este ámbito del ministerio que en cualquier otro.
Stanley, un intelectual muy respetado, es también un evangélico muy partidario de la actividad misionera. Como dijo en el mismo discurso: “El reto es permitir que los hacedores tengan menos miedo de la investigación y la reflexión profundas, y, a la inversa, desafiar a los pensadores con el imperativo continuo de lo que la iglesia está realmente llamada a hacer”.
Ha habido momentos en nuestro pasado reciente en los que los pensadores y los hacedores se han reunido. Este ensayo presenta a los lectores el trabajo de David Barrett y una notable historia de éxito que ha provocado cambios significativos en la forma en que los evangélicos llevan a cabo la Gran Comisión. Seguirá un debate sobre el cristianismo en el Sur Global, interactuando con los recientes comentarios de Philip Jenkins sobre lo que él llama “el fin del Sur Global”. ¿Qué quiere decir y cuáles son las posibles implicaciones para la Iglesia y su misión?
“Milagro de Nairobi”
En 1982, Oxford University Press publicó la Enciclopedia Cristiana Mundial (ECM), de 1010 páginas. Fue editada por David Barrett (1927-2011), quien sirvió en la Sociedad Misionera Eclesiástica entre 1957 y 1985. Él era un evangélico británico que se había preparado para el sacerdocio anglicano en Ridley Hall, Cambridge. Tuvo como mentor a Stephen C. Neill (1900-1984), un misionero en la India que más tarde se convirtió en académico de la Universidad de Cambridge.
Tras finalizar sus estudios en Cambridge (licenciatura y maestría), Barrett sirvió como misionero en la entonces Kenia Británica. Luego, continuó su formación en el Seminario Teológico de la Unión, en donde hizo una maestría en Teología Sagrada, y en la Universidad de Columbia (PhD). Barrett el misionero, al igual que su mentor, se convirtió en Barrett el académico.
Tras finalizar su doctorado en Columbia, donde realizó su trabajo sobre las iglesias independientes africanas, Barrett regresó a África Oriental para llevar a cabo un ambicioso proyecto de investigación. Utilizando Nairobi como base, viajó entre 1968 y 1981 a casi “todos los países del mundo” (enumeró 212) para recopilar estadísticas sobre el cristianismo y la actividad misionera en todo el mundo, según Gina Zurlo. Trabajó con un equipo de veintiún editores y más de quinientos consultores, uno de los cuales era Patrick Johnstone, misionero-investigador y autor de Operation World.
El proyecto iba a durar 3 años, pero se amplió a 12, porque Barrett y todo el equipo editorial “habían subestimado gravemente el tamaño y la complejidad del mundo cristiano”. El estudio masivo demostró que la gran mayoría de los cristianos vivían en el “llamado Tercer Mundo” y que había “iglesias cristianas en todos los países habitados de la tierra”. La revista Time aclamó su trabajo como el “¡Milagro de Nairobi!”.
Como académico bien formado, Barrett utilizó un marco conceptual ampliamente aceptado del estudio de la geografía económica. Sus datos se organizaron en torno a lo que todavía se conoce como la Línea Brandt, que dividía el globo entre las regiones económicamente desarrolladas del mundo en el Norte Global y las clasificadas como económicamente subdesarrolladas en el Sur Global.
El término ‘Tercer Mundo’ era entonces una referencia abreviada a las naciones con las economías menos desarrolladas, aunque en la década de 1980 este término fue sustituido gradualmente por uno más agradable: ‘Sur Global’. Este último se refería a la mayoría (no todos) de los países de África, Asia, América Latina (incluido el Caribe) y Oceanía. El término ‘Norte Global’ se utilizó para referirse al bloque de naciones con economías desarrolladas que se concentran en Norteamérica y Europa.
Esta nomenclatura sigue utilizándose ampliamente en la disciplina de los estudios globales y sirve de base a importantes decisiones tomadas por gobiernos, ONG y organismos intergubernamentales (como las Naciones Unidas y el Banco Mundial). La taxonomía sigue siendo válida, aunque en los últimos años, con el rápido crecimiento de algunas economías en desarrollo, las líneas han empezado a difuminarse.
Ver a los no alcanzados
Una de las aplicaciones más fascinantes del trabajo de Barrett está relacionada con la forma en que los evangélicos toman decisiones sobre dónde asignar misioneros. Sus datos mostraban que la Iglesia occidental seguía enviando casi todos sus voluntarios a partes del mundo donde el cristianismo ya se había arraigado.
Un caso clásico es el de Kenia, país en el que Barrett había vivido desde los años 50 y al que había regresado una y otra vez para investigar. En 1900, los cristianos representaban menos del 1 % de la población de lo que entonces era el África Oriental británica, pero en el 2000 el porcentaje había aumentado hasta un 77 %. Aunque Kenia se había cristianizado en gran medida, seguía siendo (y aún lo es) un destino popular para la asignación de misioneros evangélicos, igual que muchas partes de África y la mayor parte de América Central y del Sur.
Las agencias misioneras occidentales, según demostró la investigación de Barrett, seguían enviando personal a lugares donde ya se habían sentado las bases, incluso a países del Sur Global que eran abrumadoramente cristianos. Muchas iglesias parecían mantener la suposición de que una estrategia misionera eficaz significaba simplemente adquirir un pasaporte y enviar a la gente a cualquier lugar al que “se sintieran guiados” a ir fuera de Estados Unidos. Había que replantearse por completo este supuesto.
La obra de Barrett animó a los evangélicos a reflexionar sobre lo que estaban haciendo. Poco después de que Oxford la publicara, la Junta de Misiones Extranjeras (FMB por sus siglas en inglés) de la Convención Bautista del Sur (SBC por sus siglas en inglés) lo contrató a él como consultor. La FMB, ahora International Mission Board, era una de las agencias misioneras más grandes e influyentes del mundo. Al utilizar su investigación, determinó que era necesario centrarse más en lo que comúnmente se denomina ‘grupos de personas no alcanzadas’.
Donald McGavran (1897-1990), consultor de la Enciclopedia, y Ralph Winter (1924-2009), uno de los primeros asesores, ya habían empezado a popularizar el lenguaje de los grupos de personas ‘no alcanzadas’ o ‘no involucradas’ en la década de 1970, aunque la investigación de Barrett fue decisiva para su uso. La FMB creó un grupo de reflexión llamado Grupo de Estrategia Global para reevaluar su asignación de personal misionero.
La SBC estaba tan convencida de la necesidad de actuar a partir de este estudio que, en una muestra de cooperación interinstitucional sin precedentes, invitó a otras 36 organizaciones misioneras a considerar seriamente las propuestas de Barrett. En 2011, tras su fallecimiento, el estratega global de la SBC escribió:
Cuando David Barrett llegó a la Junta de Misiones Extranjeras como consultor en 1985, menos del 3 % de nuestra fuerza misionera estaba desplegada en [almas no alcanzadas o involucradas]. Hoy, como resultado del empuje profético de Barrett, más del 80 % de los grupos de personas a los que nuestros misioneros sirven son no alcanzados.
John Piper dio a conocer la labor de Barrett a un público aún más amplio en su libro ¡Alégrense las naciones! La supremacía de Dios y las misiones, publicado por primera vez hace 30 años. Piper citó a David Barrett, Patrick Johnstone y Ralph Winter en todo el libro, exhortando a los evangélicos por lo que Winter había llamado “la ceguera de la gente”. Su alegato combinaba un riguroso trabajo exegético con una impresionante reflexión ‘misionológica’.
Piper corrigió malentendidos de la palabra inglesa nation (nación) e instó a los evangélicos a poner mayor énfasis en declarar las maravillosas obras de Dios entre todos los grupos étnicos. Su animada y erudita contribución a la ‘misionología’, que ha vendido más de 300.000 ejemplares desde su primera impresión, probablemente ha influido en el pensamiento evangélico sobre las misiones más que cualquier otra obra que se haya publicado en los últimos 30 años. La disposición de los evangélicos a pensar sobre lo que estaban haciendo ha conducido a una mayor fidelidad evangélica a la missio Dei.
¿El fin del ‘Sur Global’?
Hace poco mantuve una conversación con Philip Jenkins sobre su sugerencia de que podríamos estar entrando en una nueva era, que él denomina “el fin del Sur Global y, en consecuencia, del cristianismo global/mundial”. El libro de Jenkins de 2002 The Next Christendom: The Coming of Global Christianity (La próxima cristiandad: el advenimiento del cristianismo mundial), contribuyó a centrar la atención de laicos cultos y académicos eruditos en el rápido crecimiento del cristianismo en África, Asia y América Latina.
Jenkins contribuyó a popularizar aquello en lo que Barrett y otros habían estado trabajando desde finales de los años 60. A la luz del uso que él hace de la expresión ‘cristianismo en el Sur Global’ y de su perspicaz trabajo sobre “el advenimiento del cristianismo global”, es razonable preguntarse qué quiere decir con estos comentarios. ¿El cristianismo en el Sur Global ha dejado de ser una categoría útil? ¿Ha llegado ya el cristianismo global y se ha ido?
Echando la vista atrás a las dos últimas décadas, Jenkins ha observado que se ha producido “un progreso real en la conciencia popular de los asuntos globales entre los cristianos”. Señala que “en los últimos años, la situación ha cambiado por completo. Las editoriales han publicado innumerables volúmenes sobre el cristianismo mundial o global, un tema que ahora se trata muy bien en los seminarios y departamentos de religión”.
Los notables logros literarios de académicos como Andrew Walls, Lamin Sanneh, Dana Robert, Brian Stanley, Kirsteen Kim, Kwame Bediako, Jehu Hanciles, Mercy Oduyoye, Todd Johnson, Dyron Daughrity, Scott Sunquist, Paul Hiebert, Gina Zurlo y Wilbert Shenk (¡por mencionar solo algunos nombres!) están ampliando ahora la historia del cristianismo. Una generación más joven de académicos también está subiéndose a los hombros de gigantes y escribiendo nuevas historias que abarcan casi todos los países del mundo.
El campo del cristianismo global/mundial abarca ahora a historiadores, teólogos, sociólogos, antropólogos, lingüistas y ‘misiólogos’, muchos de ellos agrupados en torno a la Conferencia de Yale-Edimburgo, cofundada en 1992 por Andrew Walls (1928-2021) y Lamin Sanneh (1942-2019). Estos estudiosos se interesan por el tema más amplio del cristianismo global/mundial, pero como individuos también se especializan en regiones concretas (por ejemplo, continentes, subcontinentes) y en países.
Además, se centran en temas como los movimientos transnacionales (como el evangelicalismo, el anglicanismo, el pentecostalismo), así como en temas específicos (por ejemplo, hombres y mujeres, política, migración, misión). Muestras generosas de su erudición se encuentran en revistas académicas impresas y en línea publicadas por las principales universidades de investigación en lugares como Boston, Cambridge, Edimburgo y Princeton.
Se puede acceder a extensas entradas bibliográficas en obras como Edinburgh Companions to Global Christianity, la World Christian Encyclopedia (las bibliografías figuran en cada país) y la nueva Cambridge History of Christianity en nueve volúmenes. En la actualidad existe una amplia cobertura del cristianismo en todos los periodos históricos y en casi todos los países del mundo.
La reciente obra de Gina Zurlo Global Christianity: A Guide to the World's Largest Religion from Afghanistan to Zimbabwe es un esfuerzo por hacer que parte de este trabajo académico sea más accesible para el público general. Cientos de académicos muy motivados, un número sorprendente de los cuales son evangélicos, están arrojando nueva luz sobre la historia de la Iglesia.
Global desde el principio
El enorme caudal de investigaciones sobre la historia del cristianismo desde el siglo I hasta nuestros días demuestra que la Iglesia es más diversa de lo que jamás hubiéramos imaginado. Cuando el Espíritu de Dios sopló en Pentecostés, el Evangelio se tradujo a las lenguas de África, Arabia, Asia y Europa, extendiéndose desde Jerusalén hasta los confines de la tierra. Alrededor del año 60 d.C., el apóstol Pablo ya podía decir que el Evangelio estaba “dando fruto y creciendo” en “todo el mundo” (Colosenses 1:6).
El cristianismo ha sido un movimiento mundial y policéntrico desde sus inicios y, contrario a las ideas erróneas populares, Roma nunca ha sido la única sede de la autoridad eclesiástica. De hecho, el cristianismo fue adoptado como religión oficial de Armenia y Georgia en Asia, y de Axum (Etiopía) en África antes de convertirse en la religión estatal de Roma en Occidente. En la Iglesia antigua (100-450), los cristianos se agrupaban en torno a lugares como Jerusalén, Antioquía y Constantinopla en Asia, Alejandría en África y Roma en Occidente, con múltiples centros de influencia que confesaban un credo casi idéntico.
Durante un breve periodo a principios de la Edad Media, estas cinco regiones formaron una pentarquía (cinco esferas iguales), pero incluso antes de que se utilizara este término en el siglo VI, ya se habían formado nuevos centros más allá, en Asia, hasta la India y China, a través de África hasta el sur de Sudán y hasta los confines de Europa occidental y septentrional. El trabajo de los historiadores nos está ayudando a ver más que nunca que el cristianismo ha sido una religión diversa y global durante 2000 años.
En nuestros días, la creciente diversidad étnica y geográfica del cristianismo está empujando a pensadores como Jenkins a cuestionar el uso de expresiones como Sur Global y cristianismo global/mundial. Jenkins cree que esas clasificaciones, y la de Norte Global, son útiles para conversar sobre tendencias a gran escala, pero que no le hacen justicia a la ilimitada diversidad del cristianismo. Con tanta luz académica arrojada sobre esta religión en todos los países del mundo, quiere tener cuidado con el uso de Sur Global como si fuera un monolito religioso, y evitar un lenguaje que divida a la Iglesia en dos.
Para ser justos con mis colegas que trabajan en demografía religiosa, ellos no utilizan los términos de esta manera, y el propio Jenkins sigue utilizando el cristianismo del Sur Global en sus escritos. De forma más controvertida, la ilimitada diversidad del cristianismo ha llevado incluso a algunos académicos a adoptar la expresión “cristianismos mundiales” (en plural) en lugar de cristianismo global/mundial (en singular), aunque este lenguaje está siendo refutado ahora de forma convincente.
Unos pocos ejemplos bastarán para ilustrar de qué habla Jenkins. El cristianismo ha crecido rápidamente en Kenia, así como en el vecino Sudán del Sur, aunque la Iglesia en ambos países ha sido moldeada por diferentes narrativas y realidades políticas y sociales dispares. Nigeria está dividida a grandes rasgos entre el cristianismo y el islam, lo que crea condiciones y retos únicos para la iglesia dentro de las distintas regiones del mismo país.
El cristianismo está creciendo en el noreste de la India y en el vecino reino ermitaño de Bután, pero de formas muy diferentes, debido en parte a contextos políticos y sociales muy distintos. Los historiadores siguen escribiendo sobre el cristianismo coreano, aunque es innegable que las iglesias de Corea del Norte y Corea del Sur viven su fe en contextos políticos diferentes.
El cristianismo en Centroamérica tiene rasgos comunes, pero se pueden ver y sentir las diferencias entre las iglesias de Guatemala y la vecina Honduras. Ambos países son distintos de Costa Rica, con su gran comunidad de expatriados. Brasil ofrece uno de los ejemplos más interesantes de diversidad cristiana, con evangélicos y pentecostales ahora difusos en casi todas las tradiciones, incluido el catolicismo romano, de una manera que ahora ha influido en las elecciones nacionales.
Esos son sólo algunos ejemplos de contraste, y ni siquiera hemos empezado a hablar de las vastas diferencias continentales. En palabras de Jenkins, “en términos demográficos y culturales, el mundo es cualquier cosa menos plano”. Dicho de otro modo, el Sur Global no es un país.
El drama de la redención en desarrollo
Los estudiosos continuarán su trabajo (y sus debates), pero lo que es importante señalar aquí es que el estudio académico del pasado y el presente del cristianismo ha sido una fuente de enorme sabiduría para el compromiso evangélico en las misiones globales. Esto debería animar a los cristianos que han desconfiado de la vida intelectual a no tener miedo de una reflexión cuidadosa. El aumento de consciencia de la ilimitada diversidad del cristianismo en nuestros días también tiene implicaciones para las misiones, un tema que requiere un estudio más profundo.
Una implicación es clara: nunca ha sido mayor la oportunidad de que toda la Iglesia lleve el Evangelio a todo el mundo. Lo que se necesita es un cambio en el pensamiento misionero, que abandone la mentalidad de “América primero” y adopte una mentalidad de “el Evangelio primero”. Para retomar un tropo paulino, el Evangelio no nació con nosotros y no somos los únicos a los que él ha alcanzado. El camino del futuro consiste en trabajar juntos a través de las culturas en misiones transculturales para la gloria de Dios.
Lo que estamos presenciando hoy en día, a través del trabajo de investigadores trotamundos y académicos cansados de viajar, es el glorioso drama del despliegue de la redención mundial de Dios. El Espíritu sopla donde quiere, los reinos del mundo siguen entrando en el reino del Señor desde el este y el oeste, el norte y el sur, y las naciones cantan las alabanzas de Dios. Estas historias están siendo publicadas por las principales editoriales académicas, ya que los eruditos han centrado su atención en la comprensión de la “sorprendente obra de Dios” en todo el mundo.
Los académicos cristianos tienen ojos para ver la obra global de la historia redentora en su estudio detallado, incluso mientras se deleitan en la creciente diversidad de la iglesia “que nadie [puede] contar, de todas las naciones, de todas las tribus y pueblos y lenguas” (Apocalipsis 7:9). Las nuevas investigaciones nos están ayudando a reimaginar el mundo cristiano y a ampliar nuestra mirada para aprehender más plenamente la gloria de Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
Referencias y bibliografía
- Douglas A. Sweeney, The American Evangelical Story (Grand Rapids: Baker Academic, 2005), 79.
- Mark A. Noll, The Scandal of the Evangelical Mind (Grand Rapids: Eerdmans, 1994), 3.
- Brian Stanley, The Changing Face of Mission Studies Since the Nineteenth Century, Edinburgh Theological Seminary Lectures Online. Marzo 28, 2019, video de YouTube, 44:30 to 46:45.
- El material de referencia sobre Barrett, salvo que se indique lo contrario, procede de Gina A. Zurlo, ‘A Miracle from Nairobi’: David B. Barrett and the Quantification of World Christianity, 1957–1982 (PhD diss., Boston University, 2017). Véase también su reciente libro, From Nairobi to the World: David B. Barrett and the Re-imagining of World Christianity (Leiden: Brill, 2023).
- David B. Barrett, ed. World Christian Encyclopedia: A Comparative Study of Churches and Religions in the Modern World, AD 1900–2000 (Oxford: Oxford University Press, 1982), v.
- Richard Ostling and Alistair Matheson, Counting Every Soul on Earth: Miracle from Nairobi; The First Census of All Religions, Time. Mayo 2, 1982.
- Nicholas Lees, “The Brandt Line After Forty Years: The More North-South Relations Change, the More They Stay the Same?” Review of International Studies 47, no. 1 (2021): 85–106.
- Todd M. Johnson and Gina A. Zurlo, World Christian Encyclopedia, 3rd ed. (Edinburgh: Edinburgh University Press, 2020), 445.
- William R. Estep, Whole Gospel Whole World: The Foreign Mission Board of the Southern Baptist Convention, 1845–1995 (Nashville: Broadman & Holman, 1994), 351–53.
- John D. Massey, Mike Morris, and W. Madison Grace II, eds., Make Disciples of All Nations: A History of Southern Baptist International Missions (Grand Rapids: Kregel Academic, 2021), 25. Véase la historia completa en el capítulo 9.
- Mark Kelly, Missions researcher David Barrett dies, Baptist Press. Agosto 8, 2011.
- John Piper, Let the Nations Be Glad (Grand Rapids: Baker, 1993), 167–218.
- Elliot Clark, Tom Steller, Gloria Furman, Ajith Fernando, J.D. Payne, and Brooks Buser, John Piper’s ‘Let the Nations Be Glad’ Celebrates 30 Years: A Symposium, The Gospel Coalition. Septiembre 27, 2022; John Piper, Let the Nations Be Glad! — Thirty Years Later, Desiring God. Noviembre 14, 2022.
- Philip Jenkins, “My Last Note from the Global Church,” The Christian Century 139, no. 15 (Julio 27, 2022): 44.
- Philip Jenkins, The Next Christendom: The Coming of Global Christianity (Oxford: Oxford University Press, 2002), 3.
- Wilbert R. Shenk, Enlarging the Story: Perspectives on Writing World Christian History (Eugene, OR: Wipf & Stock, 2011).
- Dana Robert, Naming ‘World Christianity’: Historical and Personal Perspectives on the Yale-Edinburgh Conference in World Christianity and Mission History, International Bulletin of Mission Research 44, no. 2 (2020), 111–28.
- Gina A. Zurlo, Global Christianity: A Guide to the World’s Largest Religion from Afghanistan to Zimbabwe (Grand Rapids: Zondervan Academic, 2022).
- Philip Jenkins, Faith and Fertility: The Demographic Revolution and the Transformation of World Religions (Waco, TX: Baylor University Press, 2020), 18.
Literatura adicional recomendada
- Para un balance histórico equilibrado, véase Owen Strachan, Awakening the Evangelical Mind: An Intellectual History of the Neo-Evangelical Movement (Grand Rapids: Zondervan, 2015).
- Para consultar una encuesta, véase Brian Stanley, “Global Mission” en The Oxford Handbook of Christian Fundamentalism, ed. Andrew Atherstone (Oxford: Oxford University Press, forthcoming). Un agradecimiento especial a Brian por compartir una copia de este capítulo antes de su publicación.
- Para críticas convincentes que defienden “la conexión y la comparación”, así como “la continuidad y la diversidad”, véase Joel Cabrita, David Maxwell, and Emma Wild-Wood, eds., Relocating World Christianity: Interdisciplinary Studies in Universal and Local Expression of the Christian Faith (Leiden: Brill, 2017), así como Scott W. Sunquist, Continuity and Diversity in the Global Church: The Shape of Christian History (Downers Grove, IL: InterVarsity Press, 2020).
- Véase el debate de Piper sobre “cómo la diversidad engrandece a Dios” en Piper, Let the Nations Be Glad, 215–18.
Este artículo fue traducido y ajustado por el equipo de redacción de BITE. El original fue publicado por F. Lionel Young III en Desiring God.