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En el año 2019, la autora Kelly Needham publicó un interesante libro llamado “Friendish: Reclaiming real friendship in a culture of confusion”, abordando la necesidad de moldear las relaciones de amistad a través del evangelio. Su punto es que, debido al crecimiento de la población soltera, las relaciones de amistad serán cada vez más decisivas en comparación a otros tipos de relaciones.
Al mirar las estadísticas, su argumento cobra mucho sentido. Durante las últimas décadas, han crecido los porcentajes de solteros en el mundo mientras decrecen las cantidades de matrimonios y cae la tasa de nacimientos. Cada vez más personas eligen vivir solas, lo que inevitablemente afectará a la iglesia en algún momento. Entonces ¿debe la iglesia tomar alguna decisión respecto a los solteros? ¿Qué desafíos le propone el nuevo escenario social?
Los solteros en el mundo
Un siglo atrás era un hecho que la base de la sociedad eran las familias, mientras la moral cristiana aún tenía peso en occidente. Hoy, el panorama social ha cambiado drásticamente, a tal punto que la familia nuclear se ha ido desmembrando bajo el efecto de los cambios sociales, culturales y morales de nuestro tiempo. Casarse y formar una familia ya no es una prioridad para muchas personas, ya sea porque viven satisfechos en la casa de sus padres o porque simplemente prefieren vivir solos. Para el año 2017, el 45% de la población adulta en Estados Unidos estaba legalmente soltera, lo que equivale a la cifra récord de 110.6 millones de personas1.
Otro estudio de Pew Research Center 2 arrojó que sólo el 31% estaba totalmente soltera, o sea, sin convivir en pareja y sin ningún tipo de relación amorosa. De estos solteros absolutos, la mitad no buscaba pareja, porque casarse no forma parte de su proyecto de vida. Las proyecciones demográficas aseguran que a este ritmo, un cuarto de los jóvenes adultos de Estados Unidos llegará a la edad de 50 años sin haberse casado nunca. El impacto cultural y económico de esta realidad podría ser enorme, ya que modifica el modelo de vida y de familia, y toda la dinámica social. Un simple ejemplo es la celebración de “National Singles Week” (semana de los solteros) durante el mes de septiembre, una fiesta que crece año a año, e impacta el mercado y las ventas.
El panorama en el resto del mundo sigue en la misma línea. La ONU Mujeres, entidad dedicada a fomentar la igualdad de género y el empoderamiento de la mujer, publicó en junio de 2019 un reporte titulado “El progreso de las mujeres en el mundo 2019-2020: Familias en un mundo cambiante” 3. Allí analizan las transformaciones que se están produciendo en las familias, y cómo esto afecta al rol social de las mujeres. Las estadísticas revelan un incremento de mujeres mayores de 45 años que no se han casado nunca, principalmente en las regiones de Australia y Nueva Zelanda (1 de cada 7 mujeres), Latinoamérica y el Caribe (1 de cada 8) y Europa-Norteamérica (1 de cada 10).
También la edad para contraer matrimonio por primera vez se ha incrementado a nivel mundial. La edad promedio más alta está en Australia y Nueva Zelanda, con 31 para los hombres y 30 para las mujeres. En Europa y Norteamérica, el promedio es de 30 para los hombres y 27 para las mujeres. Según el informe de ONU Mujeres, esto sería un buen síntoma porque “ha permitido a las mujeres completar su educación, lograr una presencia más sólida en el mercado laboral y auto-mantenerse económicamente”. Claramente la ONU no persigue el modelo bíblico de familia. En Latinoamérica y el Caribe, el promedio es de 26 años para los hombres, y 24 para las mujeres, siendo de los más bajos en el mundo.
El estudio asegura que en todo el mundo se está incrementando la cantidad de personas solas, debido a la soltería más el aumento de divorcios y viudez. En general, los hombres se casan después de los 26 años pero mueren antes, dejando una gran cantidad de mujeres viudas. A la misma vez, cada vez son más las mujeres que llegan a los 45 años sin haberse casado nunca.
La situación en América Latina
Una dificultad de nuestra región es la falta de actualización de los datos, a la vez que cada instituto nacional de estadística cuenta con diferentes criterios para considerar el estado civil de la población. De todos modos, los datos que existen pueden ayudar a dar un pantallazo, tomando como referencia a los cuatro países más poblados de hispanoamérica.
En Colombia, los datos están divididos en los distritos, pero según el DANE, en 2005 el 45% de las personas menores de 30 años en Bogotá eran solteras, sin contar a convivientes ni las uniones libres 4. Mientras que en Argentina, según el último censo nacional 2010, el 44% de la población adulta era soltera, pero si se recortan los datos a los menores de 30 años, un abrumador 87% de argentinos permanecen solteros 5.
En México, el INEGI publicó datos de decrecimiento en la cantidad de matrimonios, que desde 2014 son 20 mil menos cada año. A la misma vez, la cantidad de divorcios sube de manera constante año a año, al punto que para 2017 había 3 divorcios por cada 10 bodas. Por su parte, los solteros representan el 31% de la población, que si se suman a los divorciados, separados y viudos, el porcentaje trepa sobre el 40%. O sea que 4 de cada 10 adultos no están en ningún tipo de relación estable y si sólo se tiene en cuenta la población menor de 30 años, los solteros representan el 68% (7 de cada 10) 6.
En Perú, el INEI publicó que según el censo de 2017, solo un 25,7% de la población adulta está casada (era un 35% en 1993). El 38,5% se declara soltera, porcentaje que incluye a los jóvenes entre 18 y 26 años, grupo mayoritario en el país. Pero el dato más significativo es el aumento de los convivientes, que era solo del 16% en 1993 y subió hasta 26,7% para 2017, demostrando que el casamiento legal es una opción cada vez menos popular en Perú7.
En general, en Latinoamérica la soltería no suele extenderse más allá de los 26 años, aunque eso no significa que el casamiento legal sea la primera opción. Así como en Europa, Norteamérica y Australia-Nueva Zelanda cada vez más adultos prefieren mantenerse solteros hasta después de los 30, en nuestra región la preferencia es la convivencia o la unión libre, según como lo reconozca cada país. De todas maneras, por una u otra razón, el matrimonio decrece a nivel mundial.
Los motivos para elegir la soltería
Existen muchas respuestas posibles al interrogante de porqué una gran cantidad de personas prefieren vivir solteras la mayor parte de sus vidas, o incluso toda su vida. Diferentes estudios, con diferentes enfoques, ofrecen variadas respuestas, algunas más sociológicas, psicológicas, o económicas. Pero en lo que la mayoría de estos estudios están de acuerdo es que la soltería generalizada es un fenómeno de los países de capitalismo avanzado y economías estables.
El desarrollo personal, tanto en lo académico como lo laboral, ha demorado a muchas personas en la búsqueda de pareja, o en la concreción del matrimonio. Alcanzar los puestos más altos de una empresa, o lanzar un emprendimiento propio, muchas veces significa que tanto hombres y mujeres estén dispuestos a postergar la conformación de una familia, que pudiera traer algunos contratiempos a sus carreras. Alcanzar estas metas, hace algunas décadas atrás era un objetivo difícil de cumplir en soledad y ser soltero era sinónimo de vivir mal, en lugares precarios o mal alimentado. Hoy esto ha cambiado mucho con el avance de los servicios y las comodidades del primer mundo. Un joven profesional tiene el ingreso necesario para vivir y mantenerse solo, sin tener un mal pasar que solía derivar en vidas depresivas.
La cantidad de nuevos aparatos y servicios que ofrecen una vida cómoda, ha ayudado a que muchas personas nunca sientan la necesidad de formar equipo para realizarse como personas. Incluso la soledad puede ser combatida con un amplio arsenal de entretenimiento y actividades para personas solas. La combinación entre el desarrollo personal y las comodidades en los países del primer mundo, ha ayudado a promover la soltería hasta edades cada vez más tardías.
Pero también debe tenerse en cuenta el profundo cambio moral que hubo en el mundo occidental durante el último siglo, entendida como la “revolución sexual”. Aunque es un fenómeno complejo, es innegable que desde hace unos 100 años hasta hoy, existe una mayor libertad en los jóvenes para experimentar su vida íntima. Las opciones de convivir un tiempo, o experimentar diferentes relaciones, suelen ser los motivos para irse a vivir solo, lo que finalmente retrasa la decisión de afrontar un compromiso a largo plazo.
Los psicólogos sociales también plantean una “paradoja de la elección”, ante la masiva oferta de potenciales parejas en este mundo hiperconectado. Los adultos no quieren comprometerse con una sola persona, pues sienten como si estuvieran perdiendo. Las capacidades de decisión y de compromiso quedan bloqueadas por la posibilidad de conocer alguien más en el futuro. Esta explicación es todavía una conjetura, pero que se verifica en parte por la explosión de aplicaciones de citas casuales, donde abiertamente se pueden buscar encuentros sexuales sin compromiso, algo impensado hace algunas décadas atrás y que encuentra nicho en la gran cantidad de solteros.
Las razones pueden ser variadas, dependiendo del estudio que se tome como fuente, si tiene una orientación más sociológica o psicológica. En lo que respecta a las respuestas ofrecidas por los mismos solteros, se trata de una transformación en las expectativas culturales. Casarse y formar una familia simplemente no forma parte de los anhelos y prioridades de las nuevas generaciones.
La mitad de los solteros en Estados Unidos aseguran no estar interesados en una relación amorosa. Aseguran que se sienten bien así como están. Aunque la soltería en los países latinoamericanos aún no es un fenómeno decisivo en la conformación de la estructura social, como sí lo es en Europa y Norteamérica, no se puede negar que nuestra región está a tono con las estadísticas mundiales: los matrimonios decrecen, mientras los solteros aumentan. Las proyecciones y la historia marcan que, con las particularidades de nuestras culturas, pronto enfrentaremos la misma situación.
Solteros cristianos
Las iglesias no escapan al fenómeno, pero aún no ha sido abordado de manera seria. Solo en Inglaterra, en 2012 y 2014, se realizaron investigaciones para indagar sobre las opiniones y actitudes de los solteros dentro de las iglesias en el Reino Unido.
Estos trabajos impulsaron la iniciativa “Single Friendly Church” 8, una campaña para hacer a las iglesias más receptivas a la población soltera. En dicho caso, aunque un tercio de la población adulta de Gran Bretaña decía ser cristiano, solo un 10% realmente asistía regularmente a una iglesia, porcentaje que equivalía a unos 6 millones de personas para el año 2014. De ese total de asistentes regulares, un 32% está soltero, divorciado o viudo. Entonces, las iglesias están mayormente conformadas por familias y esto se hace notar en los programas, ministerios y decisiones que se toman al interior de la congregación.
El estudio citado realizó una encuesta a más de 3000 solteros cristianos. La mayoría asegura que se siente parte de su iglesia, pero reconocen a la misma vez haber experimentado soledad o aislamiento en muchas ocasiones. La sensación es que los programas y horarios están orientados a las familias. Esto no significa que exista una exclusión activa, sino que las necesidades e inquietudes de las personas solteras no son abordadas de una manera suficiente, o ni siquiera se tienen en cuenta. Por ejemplo, el calendario de actividades de la iglesia suele estar orientado por el calendario escolar. Entonces en el aspecto de la vida social, no se sienten necesariamente excluidos pero sí solitarios, tratando de encajar en un ambiente muy orientado a las familias. Estas sensaciones pueden ser muy desalentadoras muchas veces.
Las opiniones recogidas en la misma encuesta también apuntan a la participación de los solteros en las actividades y ministerios. Suelen sentirse como “mano de obra” de las actividades familiares, pero a la misma vez sienten que se les niegan los puestos de liderazgo. La combinación de ambas situaciones puede producir desgaste y frustración por no poder usar todos sus dones, de la manera que quisieran.
A estas sensaciones, tanto de vida social en la iglesia, como a la participación en los ministerios, se suman los sentimientos encontrados por la forma en que se trata el tema en la iglesia. Por un lado, cada vez que se toca la soltería de manera puntual, se la enseña como un don de Dios, con el típico ejemplo del apóstol Pablo. Pero luego, la soltería suele estar ausente de la enseñanza normal de la iglesia, donde casi siempre se dan aplicaciones orientadas a las familias. La mayoría de las veces se asume que los solteros son jóvenes o adolescentes, y al final, se tratan más las luchas propias de la edad.
Tal vez esa sea la principal “novedad” del nuevo fenómeno de la soltería: se trata de adultos entre 25 y 40 años, en su mayoría mujeres, de clase media y con relativa estabilidad económica. Las luchas que enfrentan son mucho más complejas que el simple interrogante de “¿Con quién me casaré?”. Incluyen también la incomodidad de no saber cómo encajar en la comunidad de la iglesia local, qué roles ejercer y con quienes sentirse comprendido. La misma encuesta hecha en Gran Bretaña recogía testimonio de mujeres solteras que eran tratadas como “amenazas” por otras mujeres casadas, ya que hablaban más con los esposos, que trabajan en las oficinas, que con las madres que se quedaban en casa. Tenían poco en común con las mujeres de la iglesia, porque sus experiencias estaban alejadas de la maternidad y el matrimonio.
Esta combinación de sensaciones y malestares ha producido que la iglesia pierda capacidad de alcanzar a los solteros. Estos se debaten entre quedarse en las iglesias soportando las incomodidades de un ambiente orientado exclusivamente a las familias, o acceder a las ofertas del mundo de llevar una vida centrada en uno mismo, disfrutando de la amplia oferta de viajes y entretenimientos pensados para ellos.
Dos áreas de desafío para la iglesia
La misión de la iglesia no es formar familias, aunque estas sean importantes en la voluntad de Dios para los seres humanos, acorde al libro de Génesis. Tampoco los esfuerzos evangelísticos de la iglesia pueden estar condicionados por el estado civil de las personas, pues al fin y al cabo, de toda lengua, nación y familia Dios tiene pueblo escogido, sean hombres o mujeres, tengan la edad que tengan y estén casados o no.
Cada vez que la iglesia quiso apoyarse demasiado en estrategias de marketing y segmentación de públicos, terminó por desviarse de la voluntad de Dios para su crecimiento, por lo que tampoco sería una buena idea formar iglesias para solteros, ni ministerios tan específicos que los terminan aislando del resto del cuerpo local. La misión de la iglesia sigue siendo la misma, predicar el evangelio y hacer discípulos, pero en cada momento de la historia se presentan desafíos particulares. El creciente número de solteros en el mundo plantea actualmente dos áreas.
En primer lugar, el desafío de una iglesia formada mayormente por matrimonios que se propone alcanzar a un mundo con mayoría de solteros (o convivientes). El modelo bíblico de familia está desapareciendo de nuestra sociedad, y las personas viven la mayor parte de sus vidas solteros, aunque saltando de relación en relación. La investigación realizada en Gran Bretaña reveló que los adultos solteros no sienten que las iglesias sean lugares para ellos, y prefieren vivir su religión de manera privada y a su propio modo. Es tarea de la iglesia denunciar los pecados de nuestra sociedad consumista y egoísta, pero también debe estar dispuesta a abrir los brazos con amor y dar respuestas a la enorme cantidad de corazones rotos. Las iglesias, ambientes donde abundan los matrimonios y las familias, deben estar preparada para recibir a solteros de edad avanzada y tratar sus inquietudes puntuales sin hacerles sentir menospreciados.
Mientras el primer desafío está ligado a la evangelización de los no creyentes, el segundo tiene que ver con el pastoreo y discipulado puertas adentro. También dentro de las iglesias, al igual que en el resto del mundo, crece la cantidad de adultos que llegan a los 30 años sin casarse. Las luchas e inquietudes de un soltero de 20 años no serán las mismas que las de un soltero de 40, sin dudas. Estos solteros cristianos, en su mayoría mujeres, enfrentan desafíos y luchas que muchas veces el resto de los miembros ni siquiera nota, o muchas veces minimiza. El desafío de la iglesia es pastorear el corazón de sus miembros que llegan a esta etapa de sus vidas, enseñándoles cómo encaminar sus deseos, dudas y dones.
En muchos países occidentales, la cantidad de solteros alcanza casi la mitad de la población total y este nuevo paisaje social impacta la cultura, el mercado y hasta la religión. Aunque todavía no sea un fenómeno decisivo en Latinoamérica, como sí lo es en Europa y Estados Unidos, existen razones para pensar que en el futuro tendrá cada vez más impacto en nuestros países. El desafío de la iglesia será mantenerse fiel a Dios y su misión, ante un nuevo escenario social.
REFERENCIAS
1- United States Census Bureau (2017) Unmarried and single american week. https://bit.ly/3iHk9Je
2- Brown, A. (2020) A profile of single americans. Recuperado en: http://pewrsr.ch/3ohcuCy
3- ONU (2020) El progreso de las mujeres en el mundo 2019-2020: familias en un mundo cambiante. Recuperado en: http://bit.ly/2LTqMw9
4- DANE (2005). Algunos datos de la población soltera en Bogotá. Recuperado en: https://bit.ly/3sYilQD
5- INDEC (2010). Censo nacional de población, hogares y viviendas, cuadro P25. Recuperado en: http://bit.ly/39ZbYEg
6- INEGI (2015) Encuesta intercensal, situación conyugal. Recuperado en: http://bit.ly/366EBy7
7- INEI (2017) Censos nacionales 1993, 2007, 2017. Consultado en: http://bit.ly/3c9bDkR
8- Single Christian (2014) The numbers of single adults practising christian worship. https://bit.ly/2YdEBrS
9- Consultado en: http://bit.ly/3qTM9Mm
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