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En 1655, una viuda piadosa y adinerada, Mary Hanmer, se mudó a Kidderminster, un remoto pueblo en el oeste de Inglaterra, para seguir el ministerio de Richard Baxter. Él era uno de los mejores predicadores de la época. Bajo su ministerio, Kidderminster había sido transformado. Hogares caracterizados por la embriaguez y la violencia se convirtieron en lugares de alabanza gozosa. La Sra. Hanmer estaba ansiosa por beneficiarse de sus predicaciones y servir en esta comunidad rural.
Sin embargo, la situación era diferente para su hija adolescente rebelde, Margaret. Inicialmente, ella estaba horrorizada por la pobreza y la monotonía de la vida en Kidderminster, y no tenía ningún interés espiritual en el ministerio de Baxter. Sin embargo, aquí comenzó la historia que llevó a esta joven de ser Margaret Hanmer a la Sra. Baxter, una esposa de piedad inquebrantable.
Viviendo para sí misma
A sus dieciséis años, Margaret había sufrido enormemente durante las guerras civiles que desgarraron a Inglaterra de 1642 a 1651. Cuando tenía solo cinco años, el castillo familiar donde vivía fue incendiado, algunos hombres de la familia fueron asesinados y ella fue despojada y amenazada.
Ahora que la paz prevalecía, Margaret quería divertirse. Pero venía de una clase social más alta que la de cualquier habitante de esta comunidad rural de tejedores. ¡No había compañía ni vida social! Deliberadamente, se vestía de la forma más espléndida que le era posible para distinguirse.
La Sra. Hanmer estaba angustiada por la falta de interés de su hija en las realidades espirituales. Pero, al menos, Margaret ahora asistía a una iglesia que proclamaba el evangelio. Después de todo, Richard Baxter siempre predicaba “como un hombre moribundo a hombres moribundos”. Agonizaba en oración por aquellos que escuchaban su predicación, y visitaba diligentemente cada hogar en su parroquia, instando a las personas a volverse a Dios.
A pesar de sí misma, Margaret comenzó a experimentar una profunda convicción con respecto a su egoísmo, orgullo, vanidad y desprecio por Dios. Esta convicción marcó el comienzo de su transformación de una adolescente rebelde a una seguidora devota de Jesús.
Viviendo para Dios
A medida que la actitud de Margaret se ablandaba, se arrepintió de menospreciar la pobreza de sus vecinos. Comenzó a dedicar tiempo a leer la Biblia y orar, y registró su nuevo deseo de vivir para Dios. Su diario privado, descubierto después de su muerte, contenía los “papeles de autojuicio” escritos cuando tenía veinte años. Por ejemplo, anotó “diez marcas de la persona que tiene el Espíritu de Cristo”. Para cada una de ellas, también registró su propio pecado y lamentó no tener aún el Espíritu de Cristo.
En esa época, Margaret cayó gravemente enferma. Muchos en la comunidad ayunaron y oraron con la esperanza de que su vida fuera salvada, y Dios respondió extraordinariamente a sus oraciones. Durante su recuperación, ella enumeró siete “grandes misericordias” por las que quería que la iglesia diera gracias. También envió varias solicitudes de oración urgentes: quería mayor humildad, una conciencia sensible, poder para resistir la tentación y mansedumbre para soportar cualquier otra prueba que Dios pudiera enviarle.
Además, hizo un “pacto secreto con Dios” y una serie de resoluciones descubiertas solo después de su muerte. Ella escribió:
Aquí y ahora renuevo mi pacto con Dios Todopoderoso, y resuelvo, por Su gracia, esforzarme por obtener y mantener un sentido fresco de Su misericordia en mi alma, y un sentido aún mayor de mi pecado.
Viviendo para servir a otros
En 1660, con el regreso de Carlos II al trono, la Iglesia de Inglaterra también fue restaurada. Debido a ese cambio, Baxter se mudó a Londres para tratar de influenciar la Iglesia hacia una dirección más bíblica.
Mary Hanmer se había mudado a Kidderminster para seguir el ministerio de Baxter. Como no tenía más razones para estar allí, ella y Margaret se trasladaron a Londres. Pero unos meses después, Mary murió, dejando a Margaret sola.
Hasta ese momento, Baxter no había considerado el matrimonio. Creía que si un ministro servía con devoción, no tendría capacidad para atender las demandas familiares. Sin embargo, el Acta de Uniformidad de 1662, que exigía que el clero repudiara sus distintivos puritanos, forzó a Baxter a dejar el ministerio. Con su justificación para el celibato removida, se casó con Margaret el 10 de septiembre de 1662. Él tenía 47 años y ella 23.
En ese entonces él no tenía medios para ganarse la vida y ella poseía una riqueza independiente. Los chismes no tardaron en surgir.
Pero Margaret estaba abrumadoramente feliz. Aunque enfrentó persecución e incertidumbre junto a su esposo, ambos disfrutaron de un verdadero compañerismo en el evangelio. Compartían la pasión de ofrecer a Cristo a los pecadores necesitados. Ella también se encargó de las necesidades prácticas de la vida cotidiana, dándole libertad a Richard para que ejerciera su ministerio de escritura. Él admiraba su sabiduría y a menudo consultaba su opinión:
Era mejor resolviendo un caso de conciencia que la mayoría de los teólogos que conocí en toda mi vida. A menudo le planteaba casos que ella resolvía tan rápidamente, que me convencía de cierto grado de error en mi propia resolución.
Margaret se deleitaba en utilizar sus recursos financieros para distribuir buena literatura y ayudar a los necesitados. Ella y Richard abrieron su hogar a los vecinos para que Richard pudiera compartir la Palabra de manera informal (era una actividad ilegal, pero la hacían de todos modos).
En junio de 1669, Richard fue arrestado y sentenciado a seis meses de prisión. Margaret insistió en unirse a él en la cárcel, y un carcelero amable les permitió tener una habitación propia. Fueron liberados anticipadamente, pero luego tuvieron que buscar alojamiento fuera de Londres debido a la notoria Ley de Cinco Millas, que prohibía a los predicadores no conformistas acercarse a menos de cinco millas de cualquier lugar donde hubieran predicado anteriormente.
En 1672, el rey emitió una Declaración de Indulgencia, que alivió la situación para los no conformistas. Durante sus últimos años de vida, Margaret apoyó y animó a Richard en su ministerio. Usó su riqueza para alquilar edificios donde él pudiera predicar e incluso pagó la construcción de casas de reunión.
Vida eterna
Durante sus diecinueve años de matrimonio, tanto Richard como Margaret Baxter sufrieron de mala salud, viviendo conscientemente a la luz de la eternidad.
En 1647, Baxter había sufrido una grave enfermedad. Durante ese tiempo, escribió El descanso eterno de los santos, instando a sus lectores a meditar diariamente en el cielo:
Ve a un lugar privado, en un momento conveniente, y deja de lado otras distracciones. Mira hacia el cielo. Recuerda que tu descanso eterno está allí. Medita en su maravilla y realidad. Eleva tu fe comparando las alegrías celestiales con las terrenales, hasta que te transformes de un pecador olvidadizo y amante del mundo, a un ferviente amante de Dios (...) Medita hasta que tu corazón se aparte de la tierra hacia el cielo, hasta que te deleites en caminar con Dios.
Margaret fue la primera en entrar en su “descanso eterno”. Después de doce días de intensa enfermedad, murió el 14 de junio de 1681, cuando apenas tenía 42 años. Richard estaba desolado. Inmediatamente escribió un memorial de su esposa, describiendo con amor su devoción a Dios.
Richard reflexionó honestamente sobre la tendencia de Margaret a la ansiedad y el miedo, y sus frecuentes, perfeccionistas y obsesivas tendencias. Se presionaba a sí misma hasta el límite. Su deseo de servir superó su fuerza y, al final, tanto su cuerpo como su mente cedieron bajo la presión. Pero él celebró su compasión por los pobres y necesitados, así como su celo por alcanzar a quienes no conocían a Cristo, como un ejemplo brillante a seguir. Siempre fue popular entre los vecinos debido a su alegre y agradable comportamiento.
El testimonio de Baxter sobre la devoción y piedad de su esposa es tan poderoso que el matrimonio Baxter a menudo se ha levantado como un ideal para otros. Más de trescientos años después, Margaret sigue siendo una mujer digna de admiración e imitación.
Este artículo fue traducido y ajustado por Maria Paula Hernández. El original fue publicado por Sharon James en Desiring God. Allí se encuentran las referencias.
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