En medio de la expansión de uno de los virus más letales de la historia, algunos puritanos encontraron en la inoculación una solución efectiva para hacerle frente. Esto causó sorpresa y, en muchos casos, oposición.
En 1721, un virus despiadado golpeó a Boston. Se trataba de la ya muy conocida viruela —en inglés, variola o smallpox. Las primeras descripciones escritas que se conocen sobre esta afección provinieron de China y datan del siglo IV. Su tasa de letalidad se encontraba alrededor del 30 %. Para tener una referencia, la del COVID-19 ronda el 5,7 %, según los CDC (Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades).
La viruela era una bestia.
La campaña de conquista contra ese virus comenzó cuando dos pastores puritanos indagaron si Dios había proporcionado alguna solución en la naturaleza para hacerle frente. Entonces, ante el brote, empezaron a investigar con inoculaciones. Tales experimentos provocaron una feroz oposición.
Pastores puritanos y ‘variolación’
Ministros puritanos como Cotton Mather (1663-1728) y Benjamín Colman (1673–1747) estaban entre las figuras más destacadas de la sociedad de Nueva Inglaterra. Mather era hijo y nieto de padres fundadores puritanos; Colman, un influyente pastor fundador de la Brattle Street Church de Boston. Tras haber perdido 10 hijos, Mather sin duda estaba desesperado, y canalizó su búsqueda para salvar de la enfermedad a sus otros descendientes de un modo que puede sorprender a quienes tachan a los puritanos como legalistas y escapistas religiosos.
Mather aprendió sobre la inoculación a través de su esclavo africano Onésimo, cuyo pueblo, los ‘guramantinos’, la practicaba. El relato del esclavo, con una cicatriz como prueba de que había sobrevivido, fue confirmado por reportes procedentes de Turquía. El primer conejillo de indias de Mather fue su propio hijo, Samuel: tomó un poco de sangre y pus de una persona con caso leve de viruela y se los dio a Samuel, un procedimiento llamado ‘variolación’.
Samuel se enfermó un poco pero pronto se recuperó. En poco tiempo, muchos se mostraron dispuestos a que Mather los inoculara; otros, sin embargo, se horrorizaron, y él sufrió un acoso severo. Un hombre arrojó una bomba en la casa de Mather con una nota adjunta: “Esto te inoculará, Cotton Mather”, pero el artefacto falló.
James Franklin (1697-1735), hermano mayor de Benjamín Franklin, fundó un periódico con la misión declarada de denunciar los experimentos “morbosos” de Mather. La Cámara de Representantes de Massachusetts aprobó un proyecto de ley que prohibía las inoculaciones, pero se estancó en la cámara alta. ¿En dónde estaban los doctores en todo esto? Asombrosamente, la mayoría apoyó a la mafia, a James Franklin y a los legisladores.
Escribiendo para la mayoría de los otros doctores de Boston, John Williams publicó Varios argumentos que prueban que la inoculación de la viruela no está contenida en la ley de la física, ya sea natural o divina, y por lo tanto es ilegal. En el texto, argumentó: “la inoculación es hacer violencia contra la ley de la naturaleza y el modelo que Dios nos ha establecido… Por tanto, la inoculación es profana”.
En la epidemia de la viruela de Boston (1721) la mayoría de médicos se opuso a la inoculación, mientras que muchos ministros la apoyaron. Cotton y su padre, Increase Mather, se unieron a Colman y su socio William Cooper para apoyar abiertamente las inoculaciones.
Ciencia y religión
¿Qué tenía el puritanismo para que sus ministros estuvieran tan abiertos al avance científico incluso frente a la oposición generalizada?
Hoy en día, la gente busca en la ciencia la salvación del coronavirus. Existe un mito secular y moderno que dice que, históricamente, los cristianos se han opuesto a la ciencia. En el relato oficial de los CDC sobre el descubrimiento de la inoculación contra la viruela, este se le atribuye al médico inglés Edward Jenner (1749–1823), sin mencionar el trabajo pionero que los pastores puritanos realizaron dos generaciones antes.
La verdad es que el puritanismo defendió a la ciencia precisamente debido a sus convicciones teológicas fundamentales. En vez de tiranos que queman disidentes, que son de otro mundo y son cerrados de mente, como muchos los imaginan, los puritanos eran, como los he definido en otro lugar, “un movimiento evangélico ascético del mundo interior, cuyo objetivo era la transformación social holística de acuerdo al modelo ideológico de las Escrituras, empezando con la regeneración personalmente experimentada de seres humanos pecadores”.
La interioridad y el holismo son particularmente relevantes aquí.
Por ejemplo, Colman y Cooper publicaron un tratado a favor de los experimentos de inoculación que abrieron una intrigante perspectiva de la cosmovisión puritana. Una crítica común a las inoculaciones era que estaban “quitándole a Dios el trabajo de sus manos”. Los pocos cristianos que hoy evitan la medicina moderna esgrimen un argumento muy parecido.
Cooper, en palabras de las que Colman se hizo eco al año siguiente, estaba de acuerdo en que la viruela (‘el moquillo’) no puede “detener a nadie sin un encargo de Dios”. Sin embargo, sabía que se propaga “por medio de segundas causas”. Tanto si se contrae por infección como por inoculación, sigue siendo obra de Dios, ya que todas las causas segundas dependen y actúan bajo las órdenes de Él, la causa primera.
Algunos argumentaban que Dios ha predeterminado cuánto tiempo vamos a vivir y que la inoculación intenta alterar el decreto de Dios. Colman y Cooper, en Carta de un amigo en el campo (A Letter from a Friend in the Country), estaban de acuerdo con la premisa pero negaban la conclusión. “Aquel que ha fijado por su propio consejo cuánto tiempo viviremos, también ha determinado que por tales o cuales medios nuestras vidas se prolongarán hasta ese período de tiempo”, afirmaron.
El Creador de la naturaleza no es un ‘Dios de las brechas’. Él ha creado medios -causa y efecto en el mundo natural- para que podamos descubrirlos y utilizarlos
Los dos libros de Dios
Los puritanos creían que el libro de la naturaleza concuerda con el libro de la revelación, la Biblia. La creación es el otro libro de Dios, además de las Escrituras, y también merece un estudio intensivo. Increase Mather articuló esta doctrina sucintamente: “Las obras [naturales] de Dios tienen voz en ellas, al igual que su Palabra”. Él fue uno de los primeros en escribir y publicar un texto sobre los cometas.
Mather los observó con el telescopio que un joven de la Royal Society (organización científica fundada en su mayoría por puritanos, que nos dio a Isaac Newton) llamado John Winthrop Jr. (1606-1676) llevó a Harvard en 1663.
Winthrop era hijo del gobernador fundador de la Mancomunidad de la Biblia (Bible Commonwealth) puritana de Massachusetts y él mismo fue gobernador durante mucho tiempo del igualmente puritano Connecticut. También fue uno de los científicos más distinguidos de Nueva Inglaterra. La Royal Society le nombró miembro y publicó algunas de sus observaciones sobre animales y fauna.
Cotton Mather era miembro de la Royal Society y también debe ser considerado un científico, precisamente por ser un ministro puritano. Además de experimentar con inoculaciones de viruela, estudió microorganismos a través de su microscopio y el cometa Halley a través del telescopio de Harvard. Consideraba esa observación científica como “actos de devoción en sí mismos, que daban nuevos motivos para alabar al Todopoderoso al realzar su sentido del orden perfecto de las cosas”.
Su compromiso con la ciencia era tal que el puritano tardío Jonathan Edwards fue inoculado contra la viruela en 1758 con trágicos resultados. La inoculación mató a Edwards cinco semanas después de su toma de posesión como presidente del Colegio de Nueva Jersey (hoy, Universidad de Princeton).
Los puritanos nunca soñaron que la verdad bíblica debía ser aceptada a pesar de las evidencias de la razón o la ciencia. La teoría de Copérnico ganó una temprana aceptación en Nueva Inglaterra. La unidad de toda verdad, tanto revelada como empírica, era una convicción puritana básica. Como observa el erudito Perry Miller, también de esa corriente cristiana, “el puritanismo se veía a sí mismo como la síntesis de la piedad y la razón”.
Esta síntesis es una gran parte de lo que convirtió al puritanismo en una fuerza potente en la formación de una modernización emergente.
La teología y la ciencia son amigas
Debido al progreso científico, estamos relativamente libres de terrores incontrolables como los que enfrentó Cotton Mather, aunque tuvimos que saborearlos con el COVID-19. Para los puritanos, la teología no era un escape de las realidades de este mundo, sino un impulso para estudiar y aprovechar el mundo de Dios. El premio Nobel Simon Kuznets señala que el creciente control sobre el medio ambiente, especialmente sobre las pandemias catastróficas, es una de las marcas de la modernización.
Hoy, asociamos este movimiento hacia el control de la naturaleza con la ciencia, que muchos, a su vez, asocian con la secularización. Sin embargo, los puritanos, en su irrefrenable afán por escuchar a Dios hablar tanto en la creación como en su Palabra, fueron pioneros de este movimiento. Ellos nos muestran cómo la ciencia y la teología pueden ser amigas, los mismos medios empleados por Dios para llevar la curación holística al cuerpo y al espíritu.
Redacción BITE
Este artículo fue traducido y ajustado por el equipo de redacción de BITE. El original fue publicado por John B. Carpenter en The Gospel Coalition.
Apoya a nuestra causa
Espero que este artículo te haya sido útil. Antes de que saltes a la próxima página, quería preguntarte si considerarías apoyar la misión de BITE.
Cada vez hay más voces alrededor de nosotros tratando de dirigir nuestros ojos a lo que el mundo considera valioso e importante. Por más de 10 años, en BITE hemos tratado de informar a nuestros lectores sobre la situación de la iglesia en el mundo, y sobre cómo ha lidiado con casos similares a través de la historia. Todo desde una cosmovisión bíblica. Espero que a través de los años hayas podido usar nuestros videos y artículos para tu propio crecimiento y en tu discipulado de otros.
Lo que tal vez no sabías es que BITE siempre ha sido sin fines de lucro y depende de lectores cómo tú. Si te gustaría seguir consultando los recursos de BITE en los años que vienen, ¿considerarías apoyarnos? ¿Cuánto gastas en un café o en un refresco? Con ese tipo de compromiso mensual, nos ayudarás a seguir sirviendo a ti, y a la iglesia del mundo hispanohablante. ¡Gracias por considerarlo!
En Cristo,
Giovanny Gómez Director de BITE |