No permitas que las imperfecciones y fallas de los hombres, te alejen de las perfecciones y victorias de Cristo, quien nunca jamás te fallará. — John piper
Han pasado dos años desde que vi al gran ministerio RZIM caer. Dos años de ver cómo la honorabilidad de un gran hombre de Dios se desvanecía ante mis ojos. Dos años de ver, lo que creo fue, un juicio de Dios del que nadie puede escapar o con el que nadie debería jugar.
Aún hoy se me hace difícil decir su nombre. No es que me de repulsión, como si yo fuera un “santo” perfecto que no debe tocar lo impuro, solo que aún me llena de pesar. ¿Cómo fue posible que un hombre tan reconocido, confiable, inteligente y con grandes dones haya sido capaz de engañar a tantos y cómo pudo ser capaz de hacer cosas tan horrendas? Si eso le ocurre a alguien así, ¿qué me espera a mí? ¿Por qué Dios permitió esta situación?
El corazón se carga en medio de tantos pensamientos, pero Dios siempre brinda una luz al final del túnel. Bueno sería no tener que regresar por los caminos dolorosos del pasado oscuro; sin embargo, los hechos están delante nuestro y necesitamos volver para reflexionar sobre ellos. Los eventos ocurridos son parte de nuestra historia y el olvidarlos sería irresponsable porque estaríamos muy expuestos a caer en lo mismo. Es nuestro deber recordarlos y pedirle a Dios que nos dé la gracia necesaria para evitar tropezar en lo mismo.
En cierto grado, Ravi fue un padre espiritual para mí, y no es placentero escribir acerca de los pecados de un padre. Serví cerca de seis años en la división de Latinoamérica de su ministerio, y en verdad fue una bendición tremenda para mi vida y sé que para miles de otros también. Constantemente escuchaba sus prédicas, oía sus programas radiales, o leía sus libros o los de otros apologistas de su ministerio. Sus frases se hicieron parte de mi vocabulario, y aún hoy muchas de sus historias me acompañan para ejemplificar muchos temas. En definitiva Ravi marcó mi vida.
Eran inicios del 2020 (¡vaya año!). Como ministerio habíamos trazado muchos planes y estábamos entusiasmados por un futuro que lucía muy prometedor. Latinoamérica seguía creciendo en sus capacidades para defender el evangelio de una manera razonada y preocupándose por el prójimo. Incluso estaba programada una visita de Ravi a la Argentina. El ministerio no podía estar en un mejor momento.
De pronto nos enteramos de que Ravi había sido diagnosticado con un cáncer sumamente agresivo, un cáncer muy poco común (1 de cada 40 000 casos), un sarcoma al hueso sacro (el hueso que se encuentra al final de la columna vertebral), una zona de su cuerpo que siempre le había causado mucho dolor, debido a las múltiples cirugías a las que había tenido que someterse en esa zona. Todos nos lamentamos de tal terrible noticia, pero no perdimos las esperanzas de una pronta mejoría. El cáncer había sido hallado en una fase muy temprana.
Pasaron las semanas y el COVID-19 nos mandó al encierro a todos. Pasarían más semanas y el ministerio tuvo que cambiar su estrategia y digitalizarse a gran velocidad. Con todo, el ministerio siguió creciendo a un nivel global nunca antes visto. Nos sentíamos imparables. Y de pronto, Ravi fallece en mayo a los 74 años. Como suelo decir, si había personas en ese entonces que no sabían quién era Ravi Zacharias, se enteraron ese día. Miles de pastores de renombre y miles de otras organizaciones alrededor del mundo emitieron saludos de despedida a tal hombre de Dios. “Sin duda una gran pérdida para la Iglesia”. “Adiós al mejor apologista del siglo XXI”. “La persona que más me impactó en mi vida”.
El servicio en su memoria fue increíblemente bello y emotivo. Recordamos su vida y su gran trayectoria. Sin duda su legado estaba asegurado. Entre las ceremonias la hija de Ravi leyó el Salmo 37:1-9.
1 No te irrites a causa de los impíos
ni envidies a los que cometen injusticias;
2 porque pronto se marchitan, como la hierba;
pronto se secan, como el verdor del pasto.
3 Confía en el Señor y haz el bien;
establécete en la tierra y mantente fiel.
4 Deléitate en el Señor,
y él te concederá los deseos de tu corazón.
5 Encomienda al Señor tu camino;
confía en él, y él actuará.
6 Hará que tu justicia resplandezca como el alba;
tu justa causa, como el sol de mediodía.
7 Guarda silencio ante el Señor,
y espera en él con paciencia;
no te irrites ante el éxito de otros,
de los que maquinan planes malvados.
8 Refrena tu enojo, abandona la ira;
no te irrites, pues esto conduce al mal.
9 Porque los impíos serán exterminados,
pero los que esperan en el Señor heredarán la tierra.
“No te irrites ante el éxito de otros, de los que maquinan planes malvados”. En ese momento, no entendí muy bien porqué se seleccionó ese Salmo, pero la ceremonia continuó con la misma solemnidad hasta el final.
Posteriormente, el ministerio siguió adelante bajo el liderazgo del apologista Michael Ramsden. En Latinoamérica se llevó a cabo el primer curso internacional de apologética y fue un éxito. Muchos alumnos se vieron fortalecidos en su fe y aprendieron a defenderla ante las preguntas del mundo. Todo seguía luciendo prometedor. Pero, nada nos preparó para lo que vino luego.
A finales de septiembre de ese mismo año, el portal The Roys Report publicó una nota perturbadora. “¿¡Que Ravi hizo qué!?”, fue la expresión que más escuché esos días. La nota afirmaba que Ravi había cometido actos indebidos con una trabajadora de un spa en Atlanta (la ciudad donde estaban las oficinas del ministerio). Le escribí a nuestro director ejecutivo: “Un amigo de la iglesia me ha mandado esto”. “Me parece que esto es lo antiguo, que lo están reflotando… voy a preguntar”, me respondió. Todos estábamos confundidos ante las declaraciones de ese artículo.
Por “lo antiguo” se refería a una acusación que se dio a conocer en el 2017 contra Ravi. En ese entonces, Lori Anne Thompson denunció públicamente a Zacharias de haberle pedido fotos íntimas después de haber creado lazos de cercanía y conocer sus vulnerabilidades. Ravi negó todo y en Christianity Today (un portal cristiano muy reconocido y respetado en EE.UU.) afirmó ante Dios que “esa mujer” solo buscaba dinero y que esa acusación solo era una extorsión. Todos le creímos.
Pero el nuevo caso levantó muchas sospechas sobre el antiguo. ¿Es posible que Ravi nos hubiera mentido? No. Eso no era posible.
Días más tarde, Christianity Today corroboró el testimonio de unas masajistas y encontró otras nuevas declaraciones. Esto revelaba que existía un patrón más allá de la duda razonable. Al parecer, Ravi sí era culpable de tocamientos indebidos.
Esto desató un terremoto dentro del ministerio. Voces defendiendo a Ravi y voces en favor de abrir una investigación independiente colisionaron. Aunque al final se optó por seguir el camino de la investigación. Las operaciones del ministerio sufrieron un frenado repentino. La tensión en el aire se podía cortar con un cuchillo. La espera por el reporte se hizo eterna. Hasta que finalmente en diciembre se publicó el primer avance.
Esto había sido peor de lo que pensábamos.
En febrero del 2021 se publicó al fin la versión completa de la investigación. En verdad no creíamos que se superaría la oscuridad del informe preliminar, pero estuvimos muy equivocados. Lo descrito en este informe final es tan nefasto que hasta el día de hoy nadie lo ha traducido al español, porque la tarea es muy dolorosa. El informe contiene unas descripciones muy gráficas de las cosas que Ravi hacía, y está de más repetirlas aquí. Basta decir que los pecados cometidos, iban desde el acoso hasta la malversación de dinero para cubrir malas acciones en contra de algunas masajistas. Simplemente, inimaginable.
En esos meses comprendí por qué aquel Salmo fue leído en su funeral. No fue leído para consuelo de la familia de Ravi o porque haya sido el Salmo de su preferencia. Dios permitió, en su providencia, que esa porción bíblica fuese leída en favor de las víctimas. Él iba a tomar venganza a su favor.
Lo que más quiso proteger Ravi, su ministerio, su nombre y su legado terminaron siendo las cosas más destruidas. Fue como si Dios le hubiese dicho “¿Estas cosas son las que más quieres defender? Pues serán las cosas que más serán humilladas”. En el tiempo alrededor de su muerte, el alcance del ministerio subió hasta niveles nunca antes pensados, solo para que desde allá, la noticia de su vergüenza, lo lanzara hasta las profundidades más oscuras.
En un tiempo, los evangélicos nos jactábamos frente a los católicos de que nuestras doctrinas y prácticas nos llevaban a tener una moral más elevada, a diferencia de sus casos de pederastia. Pero hoy, en nuestras filas hemos visto caídas escandalosas. Desde pastores de Hillsong, hasta graves casos de abuso entre los bautistas del sur norteamericanos, pasando por malos manejos de acusaciones de abuso en la iglesia de John McArthur. ¿Cómo responder a esta crisis?
En primer lugar debemos evitar las tres típicas reacciones ante estas noticias. Apatía, apoyo incondicional, y el deseo de borrar todo rastro del líder caído. Lo que tienen en común estas tres reacciones es la falta de meditación. La apatía sólo se presenta como un desinterés por el tema, por ser en apariencia poco importante o repetitivo. Sin embargo, si hay víctimas de por medio, el tema debería captar nuestra atención porque estamos hablando del sufrimiento real de personas reales. Por otro lado, el apoyo incondicional se puede presentar por una negación de los hechos y por el pensar que de alguna manera los líderes espirituales no pueden pecar tan gravemente. Por último, el deseo de eliminar todo legado del líder caído puede venir a raíz de un mal deseo de venganza, cuando la justicia y el juicio solo vienen de Dios. Sin una meditación adecuada no podremos aproximarnos a las evidencias, y mucho menos llegar a conclusiones cercanas a la verdad.
En segundo lugar, debemos reconocer que un líder puede caer, pero Dios sigue en su trono. El único ser humano perfecto que pisó la tierra fue Jesús. Luego de Él, nadie ha podido alcanzar su nivel de perfección. ¿Por qué esperaríamos algo diferente de otros simples humanos como nosotros?
En tercer y último lugar, estas noticias deben llevarnos a trazar un cambio en la manera en la que estamos trabajando en la iglesia. ¿Qué estamos haciendo para que esto no pase en nuestras congregaciones? ¿Qué estoy haciendo para evitar que yo caiga en lo mismo? Todos tenemos ese terrible potencial de hacer lo mismo si estuviéramos en las mismas circunstancias. Tener un poco de poder y usarlo para mal es muy sencillo. ¿Estamos construyendo un entorno seguro para nosotros mismos en el que rindamos cuentas?
Lamentablemente, Ravi construyó a su alrededor una cultura que no fomentaba las críticas hacia su persona y mucho menos hacia sus decisiones. Como ejemplo de lo contrario podemos ver a Josh McDowell, otro importante apologista quien desarrolló un sistema de cuidado con su equipo de trabajo. Desarrolló una cultura de confianza con su personal, en el que cualquiera podría pedirle razones de sus actos o corregirlo si así lo veían conveniente. En cada viaje un hombre de su confianza ingresaría a su cuarto para revisar que no hubiera nadie más antes de que él entrara. Algunos pueden ver estas medidas como extremas, pero tras años de puesta en práctica vemos los buenos resultados.
Creo que cada uno de nosotros cargamos con cierto grado de responsabilidad porque todos hemos estado ciegos ante esto, por lo que hemos permitido sin querer, por lo que no hemos denunciado y porque consentimos en que esto continuará sin freno. — Sam Allberry.
Como dije en una reflexión unas pocas semanas luego de que se conocieran las noticias sobre Ravi, esto no significa el final de la apologética o menos aún el de la fe. Lo bueno que recibimos de Ravi, o de cualquier otro maestro, fue bueno no por el mensajero, sino porque el mensaje era de Dios. Él sigue haciendo su obra a pesar de nuestras flaquezas y pecados.
Espero que leer estas líneas haya llevado tu corazón a tener un temor reverente hacia la poderosa santidad de Dios. Con Él nadie puede jugar. Tenemos un Dios lleno de gracia y misericordia, pero también de justicia, y no llamará inocente al culpable.
En medio de todo, recordemos la primera parte del versículo lema de la apologética (1ª de Pedro 3:15): “Santifiquen a Cristo como Señor de nuestros corazones”. Si Jesús no va por delante nuestro, en el lugar más importante de nuestro corazón, no importa cuán famoso seas, cuán dedicado seas, ni cuán grandes instituciones puedas crear, el destino final será el fracaso espiritual.
Con todo, la labor continúa. Tenemos un Dios fiel a pesar de nuestras infidelidades (2ª de Timoteo 2:13). A su lado la victoria está asegurada. Sigamos en la tarea de quien nos llamó a ser sal y luz de esta tierra. Pongamos nuestra mirada hacia las cosas de adelante para terminar la carrera. Seamos testigos fieles de su evangelio.
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