La mayoría de los pastores estadounidenses han visto de frente los problemas relacionados con la salud mental en los bancos de sus congregaciones, mientras que algunos han experimentado problemas de salud mental por sí mismos.
Un reciente estudio de Lifeway Research explora las experiencias de los pastores protestantes estadounidenses con la enfermedad mental y cuán bien están equipadas sus iglesias para responder a aquellos que están necesitando ayuda.
La mayoría de los pastores (el 54%) dicen que en las iglesias en las que ellos han servido directamente, ellos han conocido al menos a un miembro de la congregación que ha sido diagnosticado con una enfermedad mental grave, como depresión clínica, trastorno bipolar o esquizofrenia.
La mayoría de estos pastores ha tenido experiencias con un pequeño número de miembros: el 18 por ciento dicen que con uno o dos miembros de su congregación con este tipo de problemas, otro 18 por ciento afirma que han tratado con tres o cinco personas. Pocos pastores dicen que ellos han conocido a seis o diez personas con problemas mentales (solo el 8% hizo esta afirmación), el 5% han tratado con 11 o 20 personas y solo el 6% con más de 20 personas. Cerca de un tercio de los pastores (el 34%) dice que ninguno de los miembros de sus congregaciones ha sido diagnosticado con una enfermedad mental severa, mientras que el 12% afirmó no saber si alguno de los miembros de su iglesia padecía algún tipo de enfermedad mental o si había tratado con una persona que sufriera de este tipo de condición.
“Hay un cambio generacional saludable ocurriendo en la medida en que los pastores más jóvenes y los pastores de la mediana edad han tenido muchos más encuentros con personas en sus iglesias que han experimentado algún tipo de enfermedad mental severa que los pastores mayores”, dijo Scott McConnell, director ejecutivo de Lifeway Research. “Sin embargo, no es claro si la presencia de las personas con condiciones mentales difíciles está incrementando entre los miembros de la iglesia o si simplemente ellos se sienten más cómodos compartiendo sus diagnósticos con los pastores más jóvenes”.
Los pastores de 65 años de edad (el 46%) y aquellos sin un título universitario (el 52%) tienen más probabilidades de decir que ellos no han conocido a ningún miembro de sus congregaciones que padezca de algún tipo de enfermedad mental.
El 26% de los pastores protestantes estadounidenses dicen que ellos han luchado personalmente con algún tipo de enfermedad mental, incluyendo el 17 por ciento que dice que han sido diagnosticados y un 9 por ciento que afirman que ellos han experimentado problemas mentales pero que no han sido diagnosticados. Tres cuartas partes de los pastores (el 74%) dicen que ellos nunca han enfrentado una enfermedad mental.
En comparación con un estudio de Lifeway Research de 2014, un número similar de pastores dicen hoy que ellos han experimentado algún tipo de enfermedad mental (26% hoy vs. el 23% del 2014). Sin embargo, más pastores dicen hoy que ellos han sido diagnosticados (17% vs. el 12% de hace ocho años).
“Durante la pandemia del Covid-19 muchos estadounidenses han enfrentado desafíos relacionados con su salud mental”, dice McConnelll. “Muchos más pastores están buscando ayuda profesional hoy, tal y como es evidenciado por un mayor número de ellos que han sido diagnosticados con alguna enfermedad mental. Los pastores más jóvenes son los que tienen las mayores probabilidades de decir que ellos han sufrido algún tipo de enfermedad mental”.
Los ministros menores de 45 años (el 37%) son los que tienen más probabilidades de decir que ellos han luchado con alguna forma de enfermedad mental.
La iglesia puede ayudar
Puede que los feligreses no hayan escuchado hablar mucho de las enfermedades mentales en los púlpitos, pero la mayoría de las iglesias escucharán este tema al menos una vez al año por parte de sus pastores.
Seis de cada 10 pastores protestantes estadounidenses dicen que ellos hablan en sus congregaciones acerca de las enfermedades mentales crónicas o agudas en sus sermones o en mensajes a grandes grupos al menos una vez al año, incluyendo un 17 por ciento de los pastores que afirma que habla del tema al menos una vez al año. Para más de dos de cada cinco pastores, el tema sobresale múltiples veces al año, con el 30 por ciento afirmando que ellos han hablado acerca de ello varias veces al año, el nueve por ciento afirma que ha hablado del tema al menos una vez al mes y el cuatro por ciento señala que habla de esto varias veces al mes.
Otros pastores cubren el tema con mucha menos frecuencia, con el 26 por ciento diciendo que ellos rara vez hablan del tema, y un once por ciento señalando que nunca hablan de las enfermedades mentales. Un tres por ciento respondió que no estaba seguro de cada cuanto hablaba del tema.
Los pastores tienen más probabilidades de hablar del tema en un grupo grande hoy que en el 2014, cuando el 49 por ciento dijo que ellos rara vez o nunca hablaban del tema. Hace ocho años, el 33 por ciento mencionaba el tema varias veces al año o más en comparación con el 43 por ciento de ellos que hablan del tema hoy.
“Mientras que el pastor promedio no ha experimentado la enfermedad mental en sí mismo, los pastores son bastante proactivos cuando se trata de enseñar acerca de esta necesidad y sienten que tienen la responsabilidad de ayudar”, dijo McConnell. “Aunque predicar del tema de la enfermedad mental es la norma e incluso más pastores sienten que la iglesia tiene la responsabilidad de ayudar a las personas mentalmente enfermas, todavía un 37 por ciento de los pastores rara vez o nunca exponen el tema desde el púlpito”.
Más allá de hablar del tema desde el púlpito, 9 de cada 10 pastores estadounidenses protestantes (el 89%) dicen que las iglesias locales tienen una responsabilidad de proveer recursos y apoyo para los individuos con enfermedades mentales y para sus familias. Pocos pastores (solo el 10%) están en desacuerdo.
Cuando se les preguntó acerca de los tipos específicos de ayuda que las iglesias pueden ofrecer a aquellos que están sufriendo de enfermedades mentales y a sus familias, más de cuatro de cada cinco pastores dijeron que ellos ofrecen algún tipo de ayuda. Casi siete de cada diez (el 68%) dicen que sus iglesias tienen una lista de expertos con los cuales ellos pueden referir a las personas que sufren enfermedades mentales. Dos de cada cinco (el 40%) afirman que tienen un plan para apoyar a las familias de aquellos que sufren enfermedades mentales.
Cerca de un cuarto de los pastores dicen que ellos proveen entrenamiento para animar a las personas con enfermedades mentales (el 26%), otro 26% señala que ofrecen programas como Celebrate Recovery u ofrecen seminarios típicos sobre la depresión y la ansiedad (un 24% afirmó tener estos tipos de programas en sus iglesias). Cerca de uno de cada cinco provee entrenamiento para los líderes para que identifiquen los síntomas de la enfermedad mental (el 20%) o tienen un consejero en su equipo con habilidades para tratar las enfermedades mentales (un 18% señaló esto). Otro siete por ciento señaló que sus iglesias proveen otro tipo de recursos.
“En los años entre los estudios, la mayoría de las iglesias han desarrollado planes para apoyar a las familias de aquellos que sufren enfermedades mentales. Unas cuantas iglesias más están ofreciendo entrenamiento para que los líderes mismos identifiquen los síntomas de las enfermedades mentales y reciban a grupos de expertos como la Alianza Nacional sobre Enfermedades Mentales”, dijo McConnell. “La forma más común y más temprana en la que una iglesia puede ayudar a alguien que enfrenta una enfermedad mental es tener una lista de expertos en salud mental con los cuales referir a los miembros de sus iglesias o personas necesitadas. Aún así, casi un tercio de las iglesias no tienen tal tipo de lista”.
Los pastores más jóvenes, de entre 18 y 44 años ( el 9%) tienen más probabilidades de decir que ellos no proveen ningún tipo de recurso potencial para las personas con enfermedades mentales. Los pastores de las iglesias con menos de 50 feligreses en sus congregaciones ( el 24%) son los que más probabilidades tienen de proveer estos tipos de recursos.
En la medida en que los pastores tienen más probabilidades de tener una lista de referencia médica o de consejería en sus iglesias, la mayoría dice que ellos están preparados para identificar cuando alguien necesita ser atendido por un experto. Casi nueve de cada 10 pastores (el 86%) afirman que ellos están equipados para identificar cuando una persona está pasando por una enfermedad mental aguda o crónica que podría requerir ser referida a un profesional de la salud, con un 34% de los pastores señalando que se sienten muy bien equipados para esto. Pocos pastores (el 12%) no se sienten equipados para este tipo de desafíos, y un uno por ciento afirmó no estar seguro.
El porcentaje de pastores que se sienten equipados se encuentra ligeramente más alto que en el 2014, cuando el 81 por ciento de ellos dijo que se sentía capaz de identificar a una persona con problemas de salud mental para referirle a un profesional de la salud.
Elementos a tener en cuenta sobre las enfermedades mentales
Las enfermedades mentales en muchas ocasiones aparecen como un cuestionamiento a la realidad de la fe. Ellas son en sí mismas las manifestaciones de algo que en teoría no debería ser, algo que no debería estar allí, pero que sin embargo está. Todo el sufrimiento que ellas generan a los que las padecen y a sus familias se presenta así como una gran anomalía, un grito de desesperación en medio de un mundo que en muchas ocasiones es indiferente ante el dolor del otro. Es además apenas comprensible, aunque digno de revisión, que históricamente las enfermedades mentales se hayan visto como una manifestación del mal moral y la opresión demoníaca.
Así mismo, las personas que padecen enfermedades mentales viven con frecuencia en medio de la incomprensión de sus familias, de su medio laboral y de su comunidad. No es extraño escuchar a muchas personas decir que los enfermos mentales “se inventan su dolor” con la finalidad de no trabajar o de no llevar ciertas responsabilidades o que “todo es producto de su imaginación”. De la misma manera, el enfermo mental también puede ser estigmatizado como “un loco”, como alguien que se sale de la norma y no puede adherir a un estilo de vida convencional. Desafortunadamente el estigma con el que cargan las personas que sufren una enfermedad mental es real.
En estos contextos, es preciso recordar varias realidades. A continuación presentamos algunos elementos a tener en cuenta respecto al trato que se le debe dar a la enfermedad mental y a las personas que la sufren:
Primero, la enfermedad mental es real, existe, no es algo que las personas estén inventando con algún fin determinado; el padecimiento que las personas sufren está allí y es preciso que tengamos empatía frente a este tipo de realidad. Al respecto, el Centro Médico de la Universidad de Rochester señala: “Las enfermedades mentales son tan reales como las enfermedades del corazón o el cáncer. Comprender que la enfermedad mental no es una debilidad o un defecto de carácter ayuda a las personas a obtener ayuda”.
Segundo, Cristo nos mostró la actitud que debemos tener ante los enfermos de todo tipo de dolencia. El evangelio de Marcos nos recuerda que el Señor hizo muchas curaciones y todos los enfermos se acercaban a Él con la esperanza de que los curara de sus dolencias (Marcos 1, 29-34). El testimonio apostólico es claro en que Jesús se compadeció de los enfermos y “pasó su vida haciendo el bien”( Hechos 10, 38). Esa misma misericordia mostrada por el Señor es la que estamos llamados a mostrar ante todos los que sufren.
Tercero, la enfermedad mental frecuentemente ha sido vista desde un profundo desconocimiento, ya sea de actitudes de estigmatización de quienes no creen en la recuperación del enfermo, así como de una perspectiva que la equipara a la posesión demoníaca. Esta última actitud ha sido frecuente en la historia del cristianismo debido al desconocimiento científico del carácter mismo de la enfermedad mental, sus causas y sus consecuencias. La enfermedad mental tiene causas sociales, psicológicas y biológicas, mientras que las definidas como posesiones demoníacas no tienen una causa natural explicable. Ante cualquier duda sobre una presunta posesión, es preciso primero descartar, con la ayuda de expertos, la existencia de una enfermedad mental.
¿Cómo apoyar a las personas que tienen un diagnóstico de enfermedad mental?
Una vez que comprendemos que la enfermedad mental es real, que no es lo mismo que una posesión demoníaca y que tal como Cristo mismo hizo, debemos apoyar y mostrar misericordia a todos los que sufren, es preciso que como cristianos demos paso a la acción informada.
Tal y como informa el estudio de Lifeway Research, cada vez más pastores están informando sobre enfermedades mentales propias o de conocer a algún miembro de su comunidad que ha sufrido algún tipo de enfermedad mental. Esto quiere decir que las barreras de conocimiento sobre la enfermedad mental se están rompiendo y los estigmas sobre las mismas se están superando. Cada vez más personas tienen menos miedo a hablar de sus problemas y de buscar ayuda cuando se están enfrentando a algún tipo de problema de orden mental. En este contexto, si se conoce a alguien con algún tipo de diagnóstico de enfermedad mental, lo primero que debe hacerse es buscar toda la información disponible sobre el tipo de diagnóstico que tenga el paciente y referir la persona a un experto. La ayuda médica es clave en los procesos de recuperación de las personas que sufren de alguna enfermedad mental y en su reinserción en la vida comunitaria, así como para que las personas puedan volver a llevar una vida normal.
Como segundo elemento, que las comunidades cristianas deben tener en cuenta respecto a las personas que sufren enfermedades mentales, se debe evitar a toda costa las actitudes de estigmatización. Las actitudes de estigmatización incluyen creencias erróneas como: “Las personas con esquizofrenia son violentas”, “la depresión es una debilidad del carácter”, “simplemente no es una persona fuerte”, “no va a volver a llevar una vida normal”, “no va a poder volver a trabajar”, “no se va a curar”. Todas estas creencias son falsas y deben ser evitadas. Las personas que sufren enfermedades mentales necesitan el apoyo de su comunidad y saber que tienen a su lado todas las herramientas que necesitan para superar sus problemas. En muchas ocasiones la estigmatización no hace más que exacerbar los problemas que sufren las personas y agravarlos.
Un tercer elemento que debe tenerse en cuenta es el apoyo comunitario. En muchos casos, con recursos económicos brindados por la comunidad y la sensación de que las cosas pueden volver a ser tan normales como antes y que podrán ser integradas en la vida social y laboral, las personas pueden desarrollar mejores estrategias de afrontamiento ante las crisis. De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud, una de cada cuatro personas padece una enfermedad mental a lo largo de su vida, por lo que no es extraño que la mayoría de las personas se recuperen de la enfermedad o que puedan llevar una vida completamente normal y funcional a pesar de su enfermedad. Además de esto, las campañas de sensibilización, la atención en la comunidad con servicios sanitarios y sociales de calidad, y sobre todo el contacto directo y en lugares normales de vida con las personas afectadas, parecen ser las estrategias más eficaces para luchar contra el estigma. Es necesario que como cristianos nos cuestionemos la visión que poseemos de la enfermedad mental y nuestras actitudes con quienes la padecen. Tenemos múltiples barreras que superar. Pero también hay mucho que ganar y un testimonio muy positivo que dar cuando afrontamos de forma correcta el sufrimiento y lo abordamos desde la misma perspectiva de misericordia y sanación con la que Cristo miró a los que sufrían y eran excluidos a causa de este.
Ministerios de misericordia ante la enfermedad mental
Tal y como afirma el pastor y autor estadounidense Timothy Keller en su libro Ministerios de Misericordia, el Llamado de la Ruta de Jericó, los ministerios de misericordia no son algo opcional para la iglesia, sino más bien la forma tangible en la que el Reino de Dios se hace visible en la tierra gracias a la acción de la iglesia. Al reconocer el carácter traumático de las enfermedades mentales, así como su necesidad de atención, la iglesia puede hacer visible la misericordia de Cristo a las personas que padecen enfermedades mentales por medio de un ministerio de misericordia.
Los ministerios de misericordia para personas con enfermedades mentales no necesitan ser algo complejo y como ya hemos visto en el estudio de Lifeway Research, muchas iglesias ya lo están desarrollando. Este ministerio puede incluir una lista de expertos en salud mental con los cuales una iglesia puede referir a una persona con un diagnóstico o a alguien que se encuentre experimentando un episodio angustioso que muestre signos de ser una enfermedad mental. El ministerio de misericordia también puede incluir un entrenamiento para pastores y laicos sobre cómo identificar apropiadamente la enfermedad mental y qué hacer al respecto. Adicionalmente, la acción de la iglesia puede complementarse con un ministerio de apoyo social que incluya recursos económicos para citas médicas, emergencias y otros tipos de necesidades.
En los casos en que sean los pastores mismos quienes reporten el padecimiento de alguna enfermedad mental, las iglesias pueden comprometer los recursos necesarios por medio de dichos ministerios y una tesorería independiente para dichos fines; buscar el apoyo de un pastor suplente para la presidencia de los servicios eclesiales y las labores ministeriales que sean requeridas.
Adicionalmente es importante reconocer que aunque la enfermedad mental es algo que muchas veces está presente entre los miembros de la iglesia, los cristianos estamos llamados a servir a los necesitados dondequiera que se encuentren. Aunque el maestro que interroga a Jesús en medio de la parábola del Buen Samaritano intenta limitar la definición de prójimo, El Señor amplía la definición a cualquiera que se encuentre necesitado. Así, la iglesia está llamada a prestar un servicio a la sociedad, extendiendo la misericordia del Señor incluso a los no creyentes y todos aquellos que se sientan oprimidos de alguna forma por la angustia y la desesperación. Hoy los cristianos somos aquellos que hacen realidad la profecía del “Año favorable del Señor” en el que se provee libertad a los cautivos y los oprimidos. (Lucas 4, 18). Todos aquellos oprimidos por la enfermedad mental, tanto dentro como fuera de la iglesia, pueden alegrarse por estas declaraciones del Señor y sentirse destinatarios de este mensaje de liberación.
Por esto, además de un ministerio interno de misericordia dentro de las iglesias, los pastores y laicos de la comunidad pueden desarrollar visitas a instituciones de salud mental, realizar censos y estudios sobre requerimientos de dichas instituciones e involucrarse con algún tipo de ayuda concreta en recursos materiales y profesionales, servicios de voluntariado, referencias a expertos médicos, entre otros servicios.
Conclusiones
La enfermedad mental es una realidad que cada vez está siendo más reconocida por las iglesias y la sociedad. El mayor conocimiento disponible y la amplia disponibilidad de nuevos servicios y tratamientos médicos eficaces para dichas enfermedades ha hecho posible que la estigmatización de las mismas sea cada vez menor y se brinde una ayuda más oportuna a todos los que las padecen.
Aproximadamente una cuarta parte de la población experimentará algún tipo de enfermedad a lo largo de su vida, esto incluye a pastores y miembros laicos de las iglesias cristianas evangélicas. Dichas personas necesitan y merecen una ayuda oportuna y experta para que puedan ver una recuperación. Las personas que padecen enfermedades mentales no están condenadas a padecerlas de forma crónica o a llevar una vida disfuncional, prueba de ello son las amplias tasas de recuperación y la amplia capacidad de muchas personas para llevar una vida normal a pesar de sus enfermedades.
A ejemplo de Cristo (Médico por excelencia del género humano), la iglesia puede prestar un servicio activo de misericordia a todas las personas que sufren de enfermedades mentales con servicios de referencia a expertos en salud mental, ayuda económica y acompañamiento comunitario, bien sea que estas personas se encuentren dentro o fuera de la iglesia, sean creyentes o no.
Con información de Christianity Today
Apoya a nuestra causa
Espero que este artículo te haya sido útil. Antes de que saltes a la próxima página, quería preguntarte si considerarías apoyar la misión de BITE.
Cada vez hay más voces alrededor de nosotros tratando de dirigir nuestros ojos a lo que el mundo considera valioso e importante. Por más de 10 años, en BITE hemos tratado de informar a nuestros lectores sobre la situación de la iglesia en el mundo, y sobre cómo ha lidiado con casos similares a través de la historia. Todo desde una cosmovisión bíblica. Espero que a través de los años hayas podido usar nuestros videos y artículos para tu propio crecimiento y en tu discipulado de otros.
Lo que tal vez no sabías es que BITE siempre ha sido sin fines de lucro y depende de lectores cómo tú. Si te gustaría seguir consultando los recursos de BITE en los años que vienen, ¿considerarías apoyarnos? ¿Cuánto gastas en un café o en un refresco? Con ese tipo de compromiso mensual, nos ayudarás a seguir sirviendo a ti, y a la iglesia del mundo hispanohablante. ¡Gracias por considerarlo!
En Cristo,
Giovanny Gómez Director de BITE |