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Para muchos, esta es la traducción bíblica más importante de la historia después de la Septuaginta.
Fue el primer libro importante en ser impreso. Alrededor del año 1450 el impresor Johann Gutenberg (1400-1468) perfeccionó el uso de los tipos móviles. En 1456 fue publicada la “Biblia Gutenberg”, basada en esta versión.
En el año 180 d.C, se inició una persecución contra la iglesia en Numidia, al norte de África. Allí, en un pequeño pueblo, los cristianos eran arrestados, sometidos a juicio y luego decapitados en la cercana Cartago. A uno de los cristianos, se le preguntó qué tenía en un cofre que cargaba. El contestó: “Libros y cartas de Pablo, un hombre justo”.
Los libros a los cuales se refería eran traducciones en latín, porque no es probable que la gente allí supiera griego. Así que para este tiempo las epístolas de Pablo existían en latín; y si las cartas de Pablo estaban en latín, seguramente los evangelios habían sido traducidos también a este idioma.
Pero, ¿cómo pasamos del idioma griego al idioma latín?
Cuando en los años 50 d.C., Pablo escribió su carta a los Romanos, él escribió en griego. Otros escritores igualmente usaban el griego hasta tan tarde como mediados del siglo II y más allá.
Con el tiempo, sin embargo, Roma necesitaría su Biblia en latín también; esto puede haber sucedido aproximadamente al mismo tiempo que las versiones latinas aparecieron en África. El tiempo fue tan temprano como el 160 d.C. o antes.
De manera similar, las traducciones latinas llegaron a usarse en otras zonas del Imperio. Al principio fueron hechas informalmente por misioneros o por cristianos locales para ayudar a las congregaciones en su adoración.
Pero también es importante comprender que el latín era el idioma oficial del Imperio romano, y que este competía principalmente con el idioma griego. Con el tiempo, ya el griego no era la lengua común, mientras el latín se popularizaba, principalmente en el ámbito religioso. El latín se impuso cuando la iglesia hace una alianza con el Imperio en el año 313 d.C. y el estado se convierte de la noche a la mañana de perseguidor de la iglesia a su protector y patrocinador. En ese momento nace la hegemonía del idioma latín, dentro de la Iglesia de Roma, que duraría más de 1,500 años.
La existencia y propagación de los textos latinos puso en el escenario una serie de eventos que culminarían en la traducción de la Vulgata Latina.
Jerónimo nació aproximadamente en el año 345 d.C en Dalmacia, pero no vamos a hablar sobre Jerónimo en este video, lo haremos después, solo nos vamos a concentrar en su trabajo más importante: la traducción de las Escrituras al latín.
En el 383 d.C. el Obispo Dámaso (366-384) de Roma vio la necesidad de compilar las diversas traducciones latinas en una edición oficial. Para entonces, Jerónimo ya era conocido como un importante experto en hebreo y servía a Dámaso como su secretario y traductor.
Jerónimo fue comisionado para revisar la Antigua Latina, y para el año 384 él había completado los evangelios y tal vez, un poco después, otras porciones del Nuevo Testamento. Por los siguientes años, en Belén, a donde se había mudado, continuó su trabajo traduciendo varios libros del Antiguo Testamento. Estos, sin embargo, fueron traducidos de la Septuaginta y no del hebreo. Pero conforme más hebreo aprendía Jerónimo, más se convencía de que la autoridad final para cualquier libro del Antiguo Testamento debía provenir del hebreo. Por consiguiente, empezó una traducción nueva del Antiguo Testamento directamente del idioma hebreo.
Pero la Antigua Latina, al parecer no era la única traducción de las Escrituras al latín de su tiempo. Existían al menos tres versiones más, conocidas hoy como la traducción Italiana, la Africana y la Hispana.
La Antigua Latina o Vetus Latina es el nombre colectivo dado a los textos bíblicos en Latín, que fueron traducidos desde la lengua griega. Estas compilaciones datan de alrededor del 150 d.C, pero tiene limitaciones definidas porque fueron basadas en la Septuaginta. La Vulgata Latina, en cambio, es considerada como más valiosa porque retrocede hasta el original hebreo.
Jerónimo pasó del 390 al 405 d.C. poniendo el Antiguo Testamento en latín directamente del hebreo. Primero tradujo Samuel y Reyes. Después los Salmos, que previamente él había revisado dos veces. Luego vinieron los profetas y Job, seguidos por Esdras y Crónicas, y finalmente los libros restantes del Antiguo Testamento.
También corrigió el Nuevo Testamento. Para esto, Jerónimo revisó la Antigua Latina existente, pero afortunadamente revisó también los manuscritos griegos. No sabemos cuáles manuscritos utilizó exactamente, pero en los evangelios, por ejemplo, él parece depender principalmente de un texto similar al de los que tenemos hoy, y que conocemos como Manuscritos Vaticano y Sinaítico.
Pero algunos expertos de la época le reprocharon su revisión de los evangelios. Su revisión del Antiguo Testamento le trajo más controversias. Generaciones de cristianos habían estado leyendo sus traducciones latinas basadas en la Septuaginta. ¿Cómo podía Jerónimo ser tan osado como para alterar sus traducciones?
Varios de los prefacios de Jerónimo a los libros del Antiguo Testamento mencionan a sus críticos. En su prefacio a Job él asegura a sus críticos que no pretende menospreciar la Septuaginta, sino solamente extraer del hebreo lo que consideraba difícil de comprender.
A través de la Edad Media, la Vulgata fue corregida y ampliamente copiada. Posteriormente, esta versión serviría como base para todas las traducciones cristianas de Europa occidental.
La Vulgata fue hecha la Biblia oficial de la Iglesia Católica Romana, y así sigue hasta hoy. El resultado fue que las primeras traducciones de las Biblias católicas en español, y a otros idiomas, fueron una traducción de una traducción, y no fueron una traducción del idioma original.
El uso de la Vulgata Latina comenzó a decaer a partir del Concilio Vaticano II, que se dio de 1962 a 1965, cuando este cambió la liturgia de la iglesia, que hasta aquel momento se realizaba sólo en latín.
No hablaremos en este video sobre los libros que se incluyeron y que se dejaron de lado en la Vulgata. El tema del canon es un tema lo suficientemente amplio como para tratarlo en otro video.
Lo que sí debemos reconocer en este caso, es la importancia histórica de esta traducción. Alguna vez Jerónimo dijo: "Desconocer la Escritura es desconocer a Cristo". En otra ocasión, hablando sobre la oración y la lectura de las Escrituras afirmó que: "Cuando tú oras le hablas a Jesús. Cuándo lees la Escritura es Él quien te habla".
Es claro que Jerónimo comprendía la importancia de la Biblia. Aunque su traducción no fue perfecta, su intención era que a través del estudio del Texto Sagrado, las personas se acercaran al Señor.
Desafortunadamente, la tarea de traducción se estancó en los siglos posteriores y, en lugar de buscar una mejor versión, la iglesia romana sacralizó el trabajo de Jerónimo.
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