Thomas Coke (1747-1814) a menudo aparece en la historia del metodismo primitivo como una figura secundaria, eclipsado por el liderazgo fundacional de John Wesley o la tenaz labor itinerante de Francis Asbury. Sin embargo, un análisis detenido revela a Coke no como un personaje de apoyo, sino como el estructurador organizativo y legal indispensable del avivamiento wesleyano y el motor principal de su expansión global. Se trata de “el padre de las misiones metodistas”.
De una tradición formalista a una fe viva y experiencial (1747-1777)
Thomas Coke nació el 9 de septiembre de 1747, en el seno de una familia acomodada que habitaba en Brecon, ciudad que por entonces era la más rica de Gales. Su padre era un boticario adinerado y respetado, y Thomas fue el único hijo superviviente, ya que sus dos hermanos mayores murieron en la infancia.

Creció en un ambiente de privilegio y recibió una educación clásica en el Christ College de Brecon antes de matricularse en el Jesus College de Oxford, una institución con fuertes vínculos galeses. Allí, se distinguió por su trayectoria académica: no solo culminó una licenciatura en 1768 y una maestría en 1770, sino también un doctorado en derecho civil en 1775. Esta avanzada formación jurídica se convertiría en un factor de valor incalculable para el movimiento metodista, que a menudo se enfrentaba a complejos desafíos legales.
El trasfondo socioeconómico y educativo de Coke era marcadamente atípico para un líder metodista temprano. El movimiento al que pertenecía era en gran medida propio de las clases bajas y medias; a menudo la élite establecida lo veía con recelo y desdén. La decisión de Coke de unirse a los metodistas no fue, por tanto, motivada por un ascenso social, más bien iba en contra de sus intereses de clase. De hecho, antes de dedicarse por completo al clero, Coke participó activamente en la vida cívica, llegando a ser elegido alcalde de su ciudad natal en 1772.

Ese mismo año fue ordenado sacerdote por la Iglesia de Inglaterra. Tras haberse formado en Oxford y haber sido ordenado diácono en 1770, Coke siguió el camino esperado para un hombre de su posición. Sin embargo, en ese entonces estaba espiritualmente inquieto y, durante un tiempo, fue influenciado por la filosofía escéptica de la época, así que se sintió incapaz de defender con convicción las doctrinas cristianas.
Esa crisis espiritual lo llevó a explorar los escritos metodistas. Se sintió profundamente atraído por el énfasis del movimiento en la justificación por la fe y el testimonio interior del Espíritu Santo, conceptos que ofrecían una certeza personal que su fe formalista no le proporcionaba. Esta búsqueda culminó en una genuina experiencia de conversión, un momento que describió como sentir que Dios “hablaba paz a su alma, disipaba todos sus temores y llenaba su corazón de un gozo inefable”. Esta transformación interior alteró radicalmente su ministerio. Descartó sus manuscritos preparados y comenzó a predicar de forma improvisada, con una pasión y un fervor que no había tenido antes. Su nueva predicación, rebosada por su experiencia personal, tuvo un efecto inmediato: atrajo a multitudes y llevó a la conversión de varios de sus feligreses.

El viaje interno de Coke reflejaba la tensión más amplia que existía entre el formalismo de la Iglesia de Inglaterra y el experiencialismo del avivamiento metodista. Al pasar de una fe heredada y abstracta a una fe personal y sentida, se puso inevitablemente en rumbo a una colisión con el orden establecido. Su nuevo estilo “metodista”, apasionado, directo y centrado en la experiencia personal de la salvación, así como la organización de servicios religiosos en casas y al aire libre (prácticas promovidas por Wesley, el líder del movimiento metodista), no tardaron en generar oposición y, finalmente, terminaron en su expulsión.

Tras una segunda apelación al obispo por parte de sus detractores, fue destituido de su cargo de coadjutor el Domingo de Pascua de 1777. Este evento marcó su ruptura definitiva con el sistema parroquial de la Iglesia de Inglaterra y su plena incorporación al movimiento wesleyano. El festejo público de su despido le cerró cualquier camino de retorno, obligándolo a elegir un bando. Como Wesley anotó en su diario, Coke había “dicho adiós a su honorable nombre” para “echar su suerte con nosotros”.
Así, el mismo acto destinado a disciplinarlo y marginarlo se convirtió en el catalizador para que ejerciera un papel mucho más amplio y significativo dentro del avance metodista. Fue una consecuencia no intencionada que terminó alterando el curso de la historia del metodismo.

La mano derecha de John Wesley (1777-1804)
Incluso antes de su expulsión, Coke ya había buscado a John Wesley. Se reunió con él por primera vez el 18 de agosto de 1776. Wesley, que entonces tenía 73 años, quedó inmediatamente impresionado con el joven de 28 años. Tras su destitución en 1777, Coke se unió formalmente a los metodistas y su ascenso fue acelerado.
Rápidamente se convirtió en uno de los compañeros y asistentes más cercanos y de mayor confianza de Wesley. La relación fue tan estrecha que Wesley se refería a Coke como su “mano derecha”. También le dio el apodo de “la pulga”, un testimonio de la energía incansable con la que Coke viajaba por el país en nombre del movimiento. La salud de John Fletcher, el sucesor propuesto por Wesley, estaba en declive, así que muchos llegaron a ver a Coke como aquel que heredaría el liderazgo del metodismo. El título de “mano derecha” no era meramente afectivo, sino una descripción precisa de su función indispensable.

La confianza de Wesley en Coke se tradujo rápidamente en importantes responsabilidades administrativas. En 1780, fue nombrado superintendente del circuito de Londres, uno de los puestos más importantes del movimiento. Dos años más tarde, en 1782, se convirtió en el primer Presidente de la Conferencia Irlandesa, un cargo que ocupó en repetidas ocasiones y que era equivalente al de un obispo en cuanto a sus funciones.
Sin embargo, su contribución más crucial fue en el ámbito legal. La formación que recibió en Oxford fue puesta al servicio del metodismo en innumerables ocasiones para resolver disputas y asegurar la propiedad de las capillas. Su obra maestra fue la redacción de la Escritura de Declaración (Deed of Declaration) de 1784, el documento que institucionalizó el movimiento. Todo el trabajo que realizó fue el andamiaje invisible que garantizó la estabilidad a largo plazo del avivamiento wesleyano. Mientras Wesley proporcionaba la visión espiritual y la inspiración teológica, Coke construía la estructura organizativa y legal necesaria para que esa visión perdurara.
Al utilizar su formación en leyes para crear un cuerpo corporativo que sucediera a Wesley, Coke resolvió lo que pudo haber sido la mayor amenaza existencial para el movimiento. Esto demuestra que su importancia no radicaba únicamente en su predicación o su celo misionero, sino en su capacidad única para traducir un avivamiento espiritual en una institución duradera y legalmente sólida. Así, Coke hizo posible que el movimiento liderado por Wesley se transformara en una denominación estable y organizada.

Arquitecto del metodismo en América (1784-1803)
La Revolución Americana creó una crisis pastoral para los metodistas en el nuevo país. La Iglesia de Inglaterra, de la que técnicamente ellos seguían siendo parte, retiró a su clero, dejando a los fieles sin ministros ordenados para administrar los sacramentos del bautismo y la Santa Comunión. Desesperado, John Wesley solicitó al Obispo de Londres que ordenara a algunos de sus predicadores para servir en América, pero su petición fue rechazada.
Sintiéndose “providencialmente llamado” a actuar y creyendo que los principios bíblicos lo permitían, Wesley, que era solo un presbítero y no un obispo, tomó la medida revolucionaria y sin precedentes de ordenar a Thomas Coke. En una ceremonia privada en Bristol en septiembre de 1784, Wesley impuso sus manos sobre Coke y lo consagró como “superintendente” para la obra en América.

Este acto fue una ruptura radical con el orden eclesiástico anglicano, que sostenía que solo los obispos en sucesión apostólica podían ordenar. La decisión fue profundamente controvertida. El hermano de Wesley, Charles, que era un anglicano más tradicional, quedó horrorizado y furioso. Expresó su desdén en un poema mordaz: “Wesley sus manos sobre Coke ha puesto, pero ¿quién las puso sobre él?”.
La ordenación de Coke por parte de Wesley fue una solución pragmática a una crisis pastoral que tuvo consecuencias cismáticas profundas y, quizás, no del todo previstas. Fue un acto de rebelión eclesiástica nacido de la necesidad, el cual puso en marcha la separación formal del metodismo de la Iglesia de Inglaterra. Wesley pudo haberlo concebido como una medida de emergencia para una situación particular, pero fue interpretado por otros como un acto fundacional de una iglesia nueva e independiente y, en última instancia, en eso se convirtió.
Esta ordenación fue fundamental para el desarrollo del metodismo en América. Revisemos brevemente tres elementos de dicho desarrollo: la “conferencia de Navidad”, la “dinámica Coke-Asbury” y la “esclavitud en América”.

1. La conferencia de Navidad: el nacimiento de una denominación
Con las instrucciones secretas de Wesley, Coke zarpó hacia América en noviembre de 1784. Al llegar, se reunió con Francis Asbury, el líder de facto de los metodistas americanos, en la Capilla de Barratt en Delaware. Juntos, convocaron una conferencia de todos los predicadores itinerantes, que se llevó a cabo en la Capilla de Lovely Lane, en Baltimore, el 24 de diciembre de 1784. Aquel evento pasó a la historia como la “Conferencia de Navidad”.
En esta conferencia histórica, los aproximadamente 60 predicadores presentes votaron por unanimidad para constituirse como un cuerpo independiente: la Iglesia Metodista Episcopal. El evento representó una fusión única de la directiva episcopal de Wesley y los principios democráticos americanos. Aunque Coke llegó con un mandato claro del líder del movimiento, Asbury estaba profundamente en sintonía con el espíritu de la nueva nación, así que insistió en no aceptar el cargo de superintendente a menos que fuera elegido por sus compañeros predicadores. Esta fue una modificación crucial del plan de Wesley.
La conferencia procedió a elegir tanto a Coke como a Asbury como superintendentes conjuntos. En días sucesivos, Coke ordenó a Asbury como diácono, luego como presbítero y, finalmente, lo consagró como superintendente. Aunque esta votación pudiera parecer una formalidad, cambió fundamentalmente la base de la autoridad de la sucesión apostólica al consenso congregacional. Estableció la política democrática que caracterizaría al metodismo americano, distinguiéndolo de sus orígenes británicos más jerárquicos.
Coke fue el agente del plan de Wesley, pero Asbury fue el arquitecto de su adaptación americana. En 1787, el título de “superintendente” fue cambiado formalmente por el de “obispo”, a pesar de la conocida desaprobación de Wesley hacia ese término por considerarlo demasiado pretencioso.

2. La dinámica Coke-Asbury
La asociación entre Thomas Coke y Francis Asbury fue fundamental para el establecimiento de la Iglesia metodista, pero estuvo lejos de ser armoniosa. Fueron descritos como colegas “unidos en un yugo desigual”, y sus continuas disputas sobre las políticas de la nueva institución se hicieron notorias. El conflicto era, en esencia, un microcosmos de la tensión más amplia entre el movimiento metodista original británico y la emergente iglesia americana independiente.
Fue un choque de personalidades, estilos de liderazgo e identidades nacionales. Por un lado, Coke era un inglés educado en Oxford, acostumbrado a la autoridad que Wesley le había conferido y que veía su papel como un vínculo transatlántico. Asbury, por otro lado, se había quedado en América durante la Revolución, ganándose su autoridad desde la base a través de viajes incesantes a caballo y un profundo conocimiento de los predicadores y las congregaciones locales. Los metodistas americanos veían a Coke con cierta sospecha, percibiendo que sus lealtades estaban divididas entre Gran Bretaña y América, y nunca lo aceptaron por completo.
A pesar de sus conflictos, Coke realizó un total de nueve viajes a través del Atlántico a América, y su presencia continuó simbolizando la unidad del metodismo a ambos lados del océano. Sin embargo, el liderazgo práctico de la iglesia americana se consolidó firmemente bajo Asbury.

3. Confrontando la esclavitud de América
A pesar de sus desacuerdos en materia de gobierno, Coke y Asbury estaban unidos en su firme oposición a la esclavitud, una convicción heredada directamente de John Wesley. Acordaron tomar una postura pública contra esta práctica, llegando a amenazar a los propietarios de esclavos con la excomunión. Su acción más significativa en este frente tuvo lugar en 1785, cuando viajaron a Mount Vernon para presentar una petición antiesclavista directamente al presidente George Washington.
Washington los recibió cortésmente y, en privado, les confió que compartía sus sentimientos sobre la inmoralidad de la esclavitud. Prometió que si la Asamblea de Virginia consideraba el asunto, él comunicaría sus puntos de vista en una carta. Sin embargo, se negó a firmar la petición, alegando que la eminencia de su cargo lo hacía inapropiado. La respuesta de Washington encapsuló el trágico dilema del movimiento abolicionista temprano y de la propia nación: un consenso moral entre líderes clave en privado, pero una falta de voluntad política para actuar en público. El encuentro presagió la propia retirada de la Iglesia metodista.
La postura inicial y enérgica contra la esclavitud, impulsada por Coke y Asbury, provocó una reacción muy violenta, especialmente en el sur. Finalmente, la iglesia priorizó su mandato evangelístico (el acceso a las plantaciones y la conversión de esclavos y amos) por encima de su mandato profético y cultural (la denuncia pública de la injusticia y el llamado a transformar una estructura social esclavista profundamente enraizada).
La audaz petición de Coke y Asbury a Washington fue un temprano punto álgido del abolicionismo metodista que la institución, en su búsqueda de crecimiento, no pudo sostener. La impopularidad de Coke en el sur de América se debió en gran parte a sus francas y continuas críticas a la posesión de esclavos.

El padre de las misiones metodistas (1786-1814)
Si bien su papel en América fue fundamental pero conflictivo, el legado más perdurable e indiscutible de Thomas Coke es el de “padre de las misiones metodistas”. En 1786, su visión misionera inicial se centró en Nueva Escocia. Zarpó de Inglaterra con la intención de establecer una misión allí. Sin embargo, el destino —o como Coke lo interpretaría, la Providencia— tenía otros planes. Un violento vendaval desvió de su rumbo el barco en el que él iba, obligándolo a desembarcar de forma totalmente accidental en la isla de Antigua, en las Indias Occidentales.
Lejos de ver esto como un contratiempo, Coke se sintió “emocionado por las oportunidades” que encontró en el Caribe. Vio una población de esclavos africanos en gran parte desatendida por la Iglesia anglicana y lista para recibir el mensaje metodista. A partir de ese momento, las misiones en las Indias Occidentales británicas se convirtieron en su pasión dominante y así fue por el resto de su vida. Bajo su dirección, y gracias a sus incansables esfuerzos, se establecieron misiones en casi todas las islas de habla inglesa del Caribe.
La naturaleza accidental de su llegada se convirtió en una piedra angular de su teología misionera. La narrativa de un “vendaval providencial” fue una herramienta poderosa para inspirar y legitimar un campo misionero que no había sido planeado originalmente. Este relato transformó un acto aleatorio del clima en una señal de la voluntad divina, infundiendo a la misión de las Indias Occidentales un sentido de destino y urgencia. Hizo que fuera más fácil reclutar misioneros y recaudar fondos para una causa que parecía haber sido divinamente ordenada en lugar de meramente concebida por el hombre.

El compromiso de Coke con la obra evangelizadora no fue un impulso repentino. Ya en 1783, había publicado su Plan de la sociedad para el establecimiento de misiones entre los paganos, un primer borrador de su visión global. Su panfleto de 1786, Un discurso a los piadosos y benevolentes, en el que expuso la necesidad y la estrategia para una sociedad organizada con este fin, se considera el primer tratado de este tipo dentro del metodismo.
Coke fue un auténtico emprendedor de las misiones, cuya visión personal y compromiso financiero superaron consistentemente las estructuras institucionales del movimiento. No se limitó a administrar una organización; la creó a través del sacrificio personal y la promoción incesante. No solo pedía apoyo a los demás, sino que daba ejemplo: donó toda su considerable fortuna familiar a la iniciativa, a menudo cubriendo personalmente los déficits financieros.
En 1790, la Conferencia metodista finalmente lo nombró formalmente jefe del primer comité misionero. Desde esta plataforma, organizó y financió misiones no solo en el Caribe, sino también en Sierra Leona, Nueva Escocia, Irlanda y Francia. Durante las guerras napoleónicas, incluso organizó un ministerio entre los 70.000 prisioneros de guerra franceses retenidos en Inglaterra.

A pesar de sus éxitos en el Atlántico, la última ambición de Coke era establecer una misión en Oriente, especialmente en la India. Durante años, la Conferencia Británica se mostró reacia a apoyar una empresa tan costosa y lejana. Finalmente, en 1813, Coke obtuvo su aprobación, pero solo después de hacer una promesa asombrosa: financiaría personalmente la misión con 6000 libras de su propio dinero, una suma enorme en aquella época.
El 30 de diciembre de 1813, a la edad de 66 años, Coke zarpó de Inglaterra al frente de una pequeña banda de misioneros con destino a Ceilán (actual Sri Lanka) y Sudáfrica. El viaje fue arduo, plagado de tormentas y enfermedades. En la mañana del 3 de mayo de 1814, a solo unas semanas de su destino, Coke fue encontrado muerto en su camarote. Había fallecido de “apoplejía”, probablemente un derrame cerebral o una hemorragia. Su cuerpo fue sepultado en el mar, en el océano Índico, esa misma tarde.
La muerte de Coke fue la máxima expresión de su devoción misionera y fue el catalizador que transformó su misión personal y de servicio en una obra permanente e institucionalizada. Su muerte, a las puertas de cumplir el sueño de su vida, conmocionó a la Conexión Metodista (el conjunto del movimiento). La repentina comprensión de que toda su empresa misionera dependía de un solo hombre, que ya entonces estaba ausente, los obligó a crear una estructura sostenible.
El resultado fue la formación de la Sociedad Misionera Metodista Wesleyana, que aseguró el futuro de la causa por la que él murió. Tras su muerte, Coke logró aquello por lo que había luchado conseguir en vida: la completa institucionalización de la visión misionera metodista.

Su legado: la pluma de un predicador
Además de sus roles como administrador y misionero, Thomas Coke fue un autor prolífico y un erudito de considerable importancia. Su extensa producción literaria fue una estrategia deliberada, que tuvo el objetivo de construir un fundamento intelectual e histórico para el movimiento metodista, que a menudo era criticado por su excesivo “entusiasmo” y su falta de rigor teológico. A través de sus escritos buscó legitimar el metodismo como una tradición teológica seria y registrar su historia para la posteridad.
Su obra más ambiciosa fue un Comentario sobre la Santa Biblia en varios volúmenes, publicado entre 1801 y 1803. Este monumental proyecto de erudición, que abarcaba todo el Antiguo y el Nuevo Testamento en seis volúmenes, fue una profunda declaración de la seriedad teológica del metodismo.

Coke también fue un historiador. Su Historia de las Indias Occidentales en tres volúmenes (1808-1811) fue escrita intencionadamente para narrar el desarrollo de las misiones cristianas en el Caribe. Esta obra sirvió como correctivo de los relatos puramente seculares y aseguró que la contribución metodista al desarrollo de la región quedara documentada. Además, fue coautor de una de las primeras y más influyentes biografías de John Wesley y publicó extractos de sus propios diarios de viaje, que sirvieron como documentos de primera mano sobre la fundación del metodismo americano y sus viajes misioneros.
En conjunto, estas no son las obras de un mero activista, sino de un constructor de instituciones. Coke comprendió que un movimiento duradero necesita no solo predicadores y conversos, sino también un cuerpo de literatura: una teología, una historia y una hagiografía.

El legado de Thomas Coke es triple y fundamental para el desarrollo global del metodismo: como la “mano derecha” y genio legal de John Wesley, aseguró la supervivencia institucional del metodismo británico con documentos como la Escritura de Declaración de 1784; y como cofundador y primer obispo, fue el agente clave que transmitió la autoridad al Nuevo Mundo, estableciendo la Iglesia Metodista Episcopal. De forma más perdurable, como “padre de las misiones metodistas”, su visión y sacrificio —culminando con su muerte en el Océano Índico— lanzaron un movimiento global que se vio obligado a institucionalizarse.
Si John Wesley fue el alma del avivamiento metodista, Thomas Coke fue su corazón incansable y su fervoroso misionero; bombeó la vida del movimiento e hizo circular su “sangre” hasta los confines de la tierra. A pesar de su pequeña estatura, era un gigante de la fe, cuya energía y visión ayudaron a transformar un movimiento de avivamiento inglés en una convicción cristiana de alcance mundial.
Referencias y bibliografía
The Legacy of Thomas Coke: Father of Methodist Missions, Part 1 | Holy Joys
The Legacy of Thomas Coke: Father of Methodist Missions, Part 2 | Holy Joys
Thomas Coke (bishop) | Wikipedia
Thomas Coke | Andrew Curtis Lay
Thomas Coke | Southwestern University
Thomas Coke - Methodist, Missionary, Bishop | Britannica
COKE, THOMAS (1747 - 1814), Wesleyan Methodist minister | Dictionary of Welsh Biography
Coke, Thomas (1747-1814) | History of Missiology
The Legacy of Methodist Bishops, Part One: Coke & Asbury | People Need Jesus
Thomas Coke:- 1747 – 1814 – Walking With God | Geoffrey Keyte
Thomas Coke Ditty - The Museum of Methodism & John Wesley's House | Wesley's Heritage
Thomas Coke Landed with Secret Orders | Christianity.com
Thomas Coke: A Father of Methodism | UMC
The Americanization of Francis Asbury | Firebrand Magazine
From 1787 to 1791 Inclusive | BibleHub
George Washington and slavery | Wikipedia
Pioneers of education | Sunday Times
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