Escucha este artículo en formato podcast:
Esta es posiblemente la traducción más importante de la historia. Fue la primera traducción del Antiguo testamento a otro idioma. Fue la versión más usada por la Iglesia cristiana primitiva, y arroja una gran información sobre el desarrollo del Nuevo Testamento. Aun así, muchos cristianos de hoy tienen poco o ningún conocimiento sobre esta importante traducción del Antiguo Testamento.
Para empezar, tal vez te estés preguntando ¿Qué es la Septuaginta? A menudo se ha usado el término Septuaginta para darle un nombre a la traducción del Antiguo Testamento hebreo y arameo al idioma griego, al igual que la Vulgata Latina que fue la traducción del Antiguo y Nuevo Testamento al idioma latín, o la Peshitta que es la versión de la Biblia traducida al idioma siríaco. Pero, técnicamente hablando, no existe una versión unificada o completa de "la Septuaginta". Las copias modernas de esta versión son ediciones "eclécticas", es decir, una colección de los mejores manuscritos griegos reconstruidos para aproximarse a la traducción original del Antiguo Testamento.
Entonces, cuando los académicos usan el término Septuaginta, no se refieren a un solo texto. Más bien, se refieren a una colección de traducciones griegas producidas por numerosos escribas en el transcurso de unos pocos cientos de años y, con toda probabilidad, compuestas en diferentes lugares. Hoy, el término se usa generalmente para referirse a las diversas traducciones de la Biblia hebrea al idioma griego.
¿Cuál es la historia de esta importante traducción?
Una carta de un hombre llamado Aristeas nos habla del posible origen de la Septuaginta. Aristeas, que aparentemente era un judío alejandrino, escribe a su hermano Filócrates y le cuenta lo que sucedió en la corte de Ptolomeo II (308–246 a.C.). De acuerdo con la carta, el rey le pide a Demetrio, su bibliotecario, arreglar que la Ley Judía sea traducida y agregada a la colección real de libros. Así se envía una carta a Eleazar (260–245 a.C.), el sumo sacerdote judío de Jerusalén, pidiéndole ayuda para traducir la Ley. Aristeas mismo es uno de los dos hombres escogidos para llevar la petición a la capital judía. Aristeas describe todo esto, hasta detalles del templo judío, los sacerdotes, los campos y demás. Setenta y dos ancianos, seis de cada una de las doce tribus, fueron escogidos como traductores y enviados a Egipto, llevando con ellos una hermosa copia de la Ley. Aristeas enlista los nombres de los traductores. Por alguna razón el número original de los setenta y dos ha sido redondeado a setenta.
Al llegar a Alejandría, el rey les ofreció un banquete de siete días en el que la sabiduría de cada uno de los traductores fue probada con preguntas del rey. Después de esto, el monarca les proveyó alojamientos cerca del mar, probablemente en la isla de Faros. En Faros estaba el famoso y recién construido faro, una de las siete maravillas del mundo antiguo. Bajo la sombra del faro los traductores completaron su trabajo en setenta y dos días, que, cuando se leyó a los judíos congregados en Alejandría, fue aprobado como exacto.
¿Qué debemos pensar de la carta de Aristeas? ¿Es un hecho o es ficción? En respuesta debemos decir que toda la cuestión de Aristeas es compleja. Sin duda hay problemas históricos aquí. Por ejemplo, no estamos seguros de que Demetrio fuera el bibliotecario de Ptolomeo II (308–246 a.C.) o de Ptolomeo I (367-283 a.C.). Además, la carta tiene un tono tan afectado que a menudo parece más una leyenda que un hecho. Por otra parte, por mucho tiempo se ha reconocido que Aristeas conserva al menos un sustrato de verdad sobre cómo empezó la Septuaginta.
¿Entonces qué podemos aprender de esta carta? Aristeas describe el origen de la Septuaginta con la traducción del Pentateuco. Esto se hizo en Alejandría, donde había una gran población judía y donde sería necesaria una traducción del hebreo al griego. Tolomeo II puede haber estado conectado de alguna manera con la traducción; él era bien conocido como patrocinador de la literatura. De igual manera, Demetrio puede haber estado involucrado. Él le puede haber sugerido la traducción a Ptolomeo I, pero el proyecto podría no haberse completado hasta el principio del reinado de Ptolomeo II.
Pero lo más probable es que la Septuaginta se produjo en Egipto en ese periodo; que la Torá, o Pentateuco, se tradujo cerca de mediados del siglo III a.C. y que el resto del Antiguo Testamento se tradujo en el siglo II a.C.
¿Por qué era necesaria una traducción al griego del Antiguo Testamento?
La respuesta es bastante sencilla: el hebreo dejó de ser un idioma hablado ya en el período exílico o post-exílico, y el arameo se convirtió en la lengua franca o idioma común del pueblo judío. Con el ascenso de Alejandro Magno (356-323 a.C.) y el imperio griego, los judíos de la diáspora fueron helenizados, y para algunos judíos, especialmente para los que vivían en el Egipto ptolemaico, el griego se había convertido en su idioma principal. Por lo tanto, se hizo necesario que las Escrituras se tradujeran al griego.
¿Qué tiene que ver la Septuaginta con el Nuevo Testamento? Hay algunas formas obvias en las que la Septuaginta ha influido en el Nuevo Testamento. Por ejemplo, el título de Jesús en el Nuevo Testamento, "Cristo" Χρίστος, es la traducción griega de la palabra hebrea מָשִׁיחַ o mesías. Las palabras con las que todos estamos familiarizados, como “gloria” δόξα, “Señor” κύριος y “evangelio” εὐαγγέλιον, derivan un significado especial de la Septuaginta. Otras palabras y frases neotestamentarias vienen directamente de la Septuaginta, incluyendo palabras como "apóstol", "expiación", "pacto", "fe", "perdón", "ley", "paz", "redención", "justicia" y "verdad"
Otro tema muy importante es que la mayoría de las citas directas del Antiguo Testamento en el Nuevo Testamento coinciden con la Septuaginta. Hay aproximadamente 300 pasajes del Antiguo Testamento que se citan directamente o se aluden fuertemente de esta versión en el Nuevo Testamento.
Por otro lado, la Septuaginta nos ayuda a comprender mejor la teología judía, ya que arroja luz sobre las prácticas de adoración del pueblo en el período del Segundo Templo, es decir, en la época previa a los tiempos de Jesús. Génesis Γένεσις, Éxodo Ἔξοδος, Levítico Λευϊτικὸν, Números Ἀριθμοὶ y Deuteronomio Δευτερονόμιον son nombres que han entrado a nuestra Biblia de la Septuaginta por vía de la Vulgata Latina. De igual manera, la agrupación de libros en ley, historia, poesía y profetas, así como la subdivisión de libros en 1 y 2 Samuel, 1 y 2 Reyes, etc., se deben a la Septuaginta.
Fue la principal Biblia para la iglesia primitiva y el texto más citado por los apóstoles y por los escritores inspirados del Nuevo Testamento. Por ejemplo, Mateo y Marcos citan directamente de la Septuaginta en Mateo 15:7 al 9 y en Marcos 7:6 y 7 cuando escriben: "Respondiendo él, les dijo: Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías, como está escrito: 'Este pueblo de labios me honra, mas su corazón está lejos de mí. Pues en vano me honran, enseñando como doctrinas mandamientos de hombres'". Por su parte, el apóstol Pablo no escribió en un griego campesino ni en un griego de soldados, sino que escribió como un hombre docto que tenía a la Septuaginta en su mente y que la citó abundantemente.
Esta traducción arroja luz muy necesaria sobre palabras importantes y conceptos teológicos tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento. Nos ayuda a comprender mejor el contexto religioso y político en el que vivieron Jesús y los autores del Nuevo Testamento; ha ayudado a los académicos a determinar qué manuscritos son más confiables, lo que a su vez conduce a traducciones fieles del Antiguo Testamento; y nos da una mayor comprensión de los padres de la iglesia, quienes a menudo citaron la Septuaginta. Hoy solamente podemos estar agradecidos con Dios por la Septuaginta. El Nuevo Testamento fue escrito en griego, pero antes de que se escribiera, ya el Antiguo Testamento se había traducido al griego. Fue en la providencia de Dios que la Septuaginta por su idioma y vocabulario abriera el camino para el evangelio en un mundo dominado por el idioma griego.