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Esta pequeña mujer fue una misionera fuerte y determinada. Durante su ministerio hizo que una de las denominaciones más grandes de los Estados Unidos se involucrara decididamente en las misiones. Su trabajo e influencia son muy profundos en la forma en la que hacemos misiones hoy en día. Bienvenidos a este resumen de la vida de Lottie Moon (1840-1912).
Llamado a las misiones
Lottie nació en medio de una rica y piadosa familia el 8 de diciembre de 1840 en el condado de Albemarle, en el estado de Virginia en los Estados Unidos. Sin embargo, sería hasta 1858, a los 18 años, cuando Lottie se convertiría en creyente al escuchar el mensaje del evangelio en una reunión de avivamiento.
Fue educada en el Seminario Femenino de Virginia y luego en la Universidad Hollins, donde se graduó con una maestría en estudios clásicos en 1861. Lottie fue una de las primeras mujeres sureñas en completar una maestría. Al final de sus estudios, regresó a su casa durante la Guerra Civil, y aprovechó el tiempo para enseñar a niñas en escuelas de Alabama, Kentucky y Georgia.
Un momento clave en su vida fue el año 1872 cuando, bajo la influencia de su hermana, quien ya era misionera en China, sintió el llamado del Señor para las misiones. Lottie Moon se convertiría en una de las primeras mujeres solteras en ser nombradas por la Junta de Misiones Extranjeras de la Convención Bautista del Sur. Viajó a China dejando atrás una vida cómoda y una promesa de matrimonio rota: decidió no casarse debido a fuertes diferencias en sus convicciones de fe con su prometido.
Entrega total a un pueblo extraño
Tan pronto como viajó a China, se instaló en la costa de la provincia de Shandong, que tenía en ese entonces una población de alrededor de 80.000 habitantes. Allí fue maestra de niños durante más de una década mientras aprovechaba el tiempo para sumergirse en la cultura china. Durante estos años empezó a definir como prioridad la evangelización y la educación de mujeres y niñas. En 1878, abrió un internado para niñas, el primero de muchos que establecería en China a lo largo de su vida.
Uno de los trabajos principales de Moon fue promover las misiones extranjeras entre sus hermanos en los Estados Unidos. En sus cartas instaba a los cristianos a apoyar las misiones extranjeras a través de la oración y de las ofrendas. También defendía constantemente su idea de ampliar el papel de las mujeres como misioneras. Alguna vez escribió:
“Lo que quieren las mujeres que vienen a China es una oportunidad libre para hacer el mayor trabajo posible”.
Para Moon, las misiones eran un asunto de urgencia. Ella defendía la idea de que los misioneros recién nombrados se involucraran en la obra misionera de inmediato, en lugar de esperar para completar el estudio del idioma y para establecer sus permisos regulares.
En 1880 Moon decidió hacer un cambio en su estrategia. Dejó su trabajo en las escuelas que ella misma había fundado y se fue a hacer lo que ella llamaba un "trabajo de campo". En los próximos años ella abandonaría la docencia para dedicarse solamente al trabajo evangelístico.
Recorrió más de 15.000 kilómetros cuadrados visitando a cientos de mujeres y compartiendo el evangelio con ellas en las calles, en sus hogares y en sus casas. En medio de su trabajo ella escribió al secretario de la junta de misiones:
“Mientras recorro mi camino de aldea en aldea, siento que no es una fantasía ociosa que el Maestro camina a mi lado y escucho su voz que me dice gentilmente: '¡He aquí! Yo estaré contigo siempre hasta el final'”.
Con el tiempo, ella se convertiría en una experta en el idioma y en la cultura china. Para lograrlo, se esforzó por involucrarse en el estilo de vida del país, así que decidió adoptar la forma de vestir de las mujeres chinas, su peinado y su apariencia. También sostuvo un fuerte respeto por la cultura china, que contrastaba con la actitud de muchos de sus colegas. Alguna vez dijo:
“Es fácil entregarse a la obra misionera, pero no es fácil entregarse a un pueblo extraño. Este último es un trabajo mucho mejor y más verdadero que el primero”.
Ojalá tuviera mil vidas
En 1885, un grupo de hombres recorrió casi 500 kilómetros con el objetivo de pedirle a Moon que fuera a "enseñarles la verdad". Ella se conmovió al ver el deseo de estos hombres de conocer a Cristo, así que inició el viaje de al menos cuatro días a lomo de mula hasta la ciudad de Pingdu.
Tan pronto como llegó se convirtió en la primera mujer de cualquier grupo misionero extranjero que vivía sola en un pueblo chino y que estaba fuera del alcance o protección que el gobierno de los Estados Unidos le pudiera ofrecer. También fue la primera mujer en establecer una iglesia en China. Sin embargo, ella fue muy cuidadosa de no bautizar a sus conversos.
Lottie se limitó a enseñar solamente a las mujeres durante todo su ministerio, lo que sin duda era un verdadero reto práctico. Pero, paradójicamente, muchos hombres llegaron a escuchar el evangelio oyendo a través de la ventana mientras ella les enseñaba a las mujeres. Uno de los conversos más influyentes del ministerio de Moon fue el pastor Li Shou-ting, que se convertiría en un evangelista chino muy destacado. Se cree que, a través de su predicación, al menos 10.000 personas llegaron al conocimiento del evangelio.
Durante este tiempo, Moon logró sobrevivir al levantamiento de los bóxers, un movimiento nacionalista chino, iniciado en el año de 1898 y finalizado en 1901, que buscaba exterminar la influencia extranjera en el comercio, la política y la religión.
En 1912, los problemas políticos y económicos azotaban a China. Muy pronto el hambre llegó a la ciudad de Pingdu y Lottie Moon se encontró en medio de una situación muy difícil. Como ella provenía de una familia muy adinerada, comenzó a donar su dinero heredado para ayudar a aliviar el hambre de sus hermanos chinos. También usó sus recursos personales para aliviar las deudas que la misión había contraído.
Pero los recursos se empezaron a agotar, y ese mismo año la propia Moon empezó a padecer hambre, lo que le causó un serio problema de desnutrición, a tal punto que los misioneros más jóvenes buscaron los medios para enviarla a los Estados Unidos para que pudiera recibir atención médica. Sin embargo, mientras estaba en un barco en Kobe, Japón, murió en la víspera de la Navidad de 1912. Alguna vez diría sobre su trabajo:
“Ojalá tuviera mil vidas que pudiera entregar por las mujeres de China.”
Inmortal
En sus casi 40 años de servicio en China, Lottie Moon recibió al primer médico y a la primera enfermera; vio cómo se erigió el primer hospital, un colegio de mujeres, instituciones de trabajo social y seminario teológico de los bautistas del sur en el país oriental. Sin embargo, su mayor carga era por más sacrificio, más oración y la necesidad de más misioneros. Alguna vez dijo sobre esto:
“Las necesidades de esta gente me oprimen el alma y no puedo estar callada. Es doloroso pensar que estas almas humanas vayan camino a la muerte sin haber tenido la oportunidad de escuchar el nombre de Jesús.”
También apoyó la llegada de cientos de misioneros que llegaban a servir en China. Muchos de ellos sufrían por las dificultades de cambio de cultura y por las carencias de la labor misionera. Sin embargo, la sabiduría y el consuelo del Señor a través de Lottie Moon eran un bálsamo para estos jóvenes misioneros.
Lottie también fue crítica en cuanto a la actitud de muchos de sus hermanos en los Estados Unidos. Reprendió a los bautistas del sur por sus disputas doctrinales, por la inconsistencia de enviar misioneros a África mientras oprimían o ignoraban a los afroamericanos en los Estados Unidos, y por su escaso interés y apoyo a las misiones extranjeras. Cuarenta años de tales amonestaciones y apelaciones surtieron efecto, y la Convención Bautista del Sur se convirtió en uno de los principales organismos de envío de misioneros del mundo.
Durante toda su vida, Moon escribió cientos de cartas a revistas, iglesias y mujeres. A través de estas cartas ella inspiró la formación de muchos grupos de apoyo a las misiones. Esas cartas fueron vitales en la fundación de la Unión de Mujeres Misioneras de la Convención Bautista del Sur en 1888. Como su primer proyecto, la nueva organización tomó la idea de Moon de recoger una ofrenda de navidad todos los años para ayudar a los misioneros en China. La tradición de recolectar esta ofrenda continúa hasta el día de hoy. La Ofrenda de Navidad Lottie Moon representa hoy cerca del 50% de los fondos misioneros de la Convención Bautista del Sur.
Por otra parte, los descendientes de los cristianos en China que llegaron a conocer a Jesucristo a través del ministerio de Moon enfrentaron una terrible persecución a partir de 1950 con la llegada del comunismo al poder. Pero después de 1987 las antiguas propiedades de las iglesias fueron restauradas. Durante la restauración, las autoridades locales excavaron entre un montón de escombros un obelisco que los cristianos chinos habían erigido en memoria de Lottie Moon en 1915.
Alguna vez Lottie Moon dijo sobre su llamado:
“Soy inmortal hasta que mi trabajo esté terminado”.
Y parece que, aunque Lottie Moon haya muerto hace más de 100 años, su legado aún sigue trabajando por ella.
¿Y tú? ¿Qué piensas? ¿Cuál será tu compromiso personal con llevar el evangelio a los perdidos? ¿Cómo crees que la iglesia de hoy se debería comprometer más con las misiones extranjeras? ¿De qué formas la vida de Lottie Moon te ha inspirado?
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