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Cada vez más personas ven a sus perros y gatos como hijos. En 2023, por primera vez en la historia, las ventas de cochecitos para animales superaron a las de cochecitos para bebés en Corea del Sur, uno de los países con las tasas de natalidad más bajas del mundo. Por miedo a los desafíos económicos y de tiempo, muchos jóvenes surcoreanos optan por tener mascotas.
Esto sigue una tendencia mundial: actualmente, hay más perros y gatos que niños en Japón. Según estimaciones de la Asociación Japonesa de Alimentos para Mascotas, en 2015 había aproximadamente 19.8 millones de perros y gatos como mascotas, mientras que la población de niños menores de 15 años era de 15.9 millones. Es evidente que la población infantil no ha hecho sino disminuir en ese país, ya que para 2024, solo había 14 millones.
¿De qué manera afecta esto a la iglesia? Son innumerables los cristianos que tienen o anhelan tener mascotas y que manifiestan un gran amor hacia los animales. Entonces, ¿en qué medida la decisión de tener una mascota debería ser distinta a la tendencia cultural?

El auge del Pet Parenting
“No nos habíamos parado a pensar si realmente queríamos tener hijos. Fue entonces cuando me di cuenta de que no tenía ese deseo y comencé a hablar con [mi esposo] Mateus al respecto”, dijo la empresaria Patricia Camargo, de 38 años, para la BBC. En el momento de la decisión tenía una tienda para mujeres embarazadas y madres. “[A mis perros] los trato como a mis hijos, los cuido y me haré cargo de ellos hasta el final de mi vida”, agregó.
Estamos en una época en la que los adultos tienen menos hijos y más mascotas. Esto se debe al auge del Pet Parenting: la creciente tendencia a asumir el cuidado y atención de un animal como se haría con un hijo. Según un estudio de Pew Research, el 57% de los adultos menores de 50 afirman que probablemente nunca tendrán hijos. En contraste, de acuerdo con una encuesta de YPulse, el 76% de los millennials tiene un perro o un gato.


Hoy no es raro ver a parejas “criando” a sus animales: preparan comidas específicas y saludables para su mascota, establecen rutinas diarias de paseos y juegos para su ejercicio físico y estimulación mental, y dedican tiempo a su “educación” y adiestramiento con paciencia y constancia. También acostumbran a visitar regularmente al veterinario para monitorear su salud, comprar juguetes y accesorios personalizados, e incluso celebrar sus cumpleaños o pasar con ellos los días festivos. Les hablan, los integran a su vida familiar y los llevan a salidas y sesiones de fotos.
¿A qué se debe este reemplazo de los niños por los animales?
En otro artículo ya hablamos del rechazo generalizado de la sociedad hacia la paternidad. Aquí me gustaría resaltar un aspecto particular de ese rechazo: cada vez más, tener hijos es considerado como una “imposición social” de la cual es necesario liberarse. Un ejemplo de ello se evidencia en un artículo de la BBC, en el que se citan las siguientes palabras de la empresaria Carolina de Arruda Botelho Mattar, de 37 años:
Desde el inicio de la relación, [mi esposo] Eduardo siempre dijo que no quería tener hijos. Yo quería hacerlo, pero con el tiempo fui trabajando en mi mente y entendí que no hace falta tener hijos para ser feliz, que es una imposición de la sociedad.
Desde ese punto de vista, tener mascotas es sinónimo de liberación, de conseguir la compañía y la felicidad que tradicionalmente ofrecen los niños sin seguir la norma social.

Sin embargo, vale la pena preguntarse, ¿cuál es la verdadera norma social en la actualidad? El Pet Parenting es parte de un fenómeno mucho más grande: hay un gran aumento en la soledad, junto con un declive en las relaciones interpersonales. Debido a esto, han surgido nuevas formas de llenar los vacíos o de reemplazar la familia tradicional, como las parejas de inteligencia artificial para reemplazar a los cónyuges o las mascotas para reemplazar a los hijos.
Según datos de la American Time Use Survey (Encuesta del uso del tiempo en Estados Unidos), entre 2003 y 2022, el promedio de horas que los hombres dedicaban a socializar cara a cara con otras personas se redujo en un 30%, y la cifra ascendió hasta el 45% en el caso de los adolescentes. Pero esta tendencia se invirtió en el caso de los animales: mientras que la mujer promedio pasaba mucho más tiempo socializando con otras personas que interactuando con su gato o perro en el 2003, para 2022, dedicaba más tiempo a interactuar activamente con su mascota.
El sociólogo y psicoanalista Wlaumir Souza afirma que el Pet Parenting es cada vez más común debido a la dedicación de las mujeres a sus carreras profesionales:
El cambio de niños a mascotas va acorde al momento actual que vivimos. Tener un hijo requiere mucho tiempo y esfuerzo, lo que puede conllevar ciertas dificultades en la promoción profesional de las mujeres, dado que muchas de ellas abandonan el mercado laboral para cuidar de sus hijos y luego ese regreso sigue lleno de retos. Muchas veces no pueden volver a trabajar.

El mercado no solo se ha aprovechado de este creciente fenómeno, sino que lo ha promovido, al punto de popularizar ideas tan radicales como “las mascotas son los mejores hijos del mundo”. Esta frase fue parte de la campaña desarrollada por la Better Choice Company en 2022, titulada The World's Best Food For The World's Best Kids (La mejor comida del mundo para los mejores hijos del mundo), que buscaba vender su nueva marca de alimento premium para mascotas. Según un comunicado de la empresa, su objetivo era empoderar a la nueva generación de “mamás de mascotas”.
La compañía utilizó un comercial bastante controvertido, que mostraba a padres de mascotas tratándolas como si fueran hijos, destacando el vínculo emocional entre ellos y reforzando la idea de que las mascotas son más fáciles de cuidar que un niño. Si bien el anuncio fue cancelado tras ser ampliamente criticado por trivializar la paternidad humana y promover la idea de reemplazar humanos con animales, las convicciones detrás del mismo están cada vez más arraigadas en nuestra sociedad: el tener hijos es un compromiso que no estamos dispuestos a asumir.
¿Las mascotas son el enemigo?
Después de revisar el fenómeno del Pet Parenting, alguien podría concluir que los cristianos deberían abstenerse de tener mascotas e, incluso, ver con odio a los animales, pues no hacen más que obstaculizar el buen llamado de la paternidad. Pero esa es una conclusión incorrecta.
El problema no son los perros y los gatos, sino el lugar que les damos. El sexo, la comida, el dinero, el trabajo, la familia; todo fue creado por Dios como “bueno en gran manera” (Gn 1:31), con el objetivo de exaltar Sus bondades, pero el pecado del ser humano ha distorsionado el diseño original. Los animales son otro ejemplo de que “la creación entera gime y sufre hasta ahora dolores de parto” (Ro 8:22).

Pero entonces, ¿cuál es el lugar correcto de los animales? Vale la pena considerar tres principios de una cosmovisión cristiana sobre los animales:
1. Es responsabilidad del hombre cuidar de los animales
Cuando Dios le ordenó a Jonás ir a predicar el arrepentimiento a Nínive para evitar la destrucción de la ciudad, afirmó que tendría piedad de “muchos animales” (Jon 4:11). Él llamó a Adán a “ejercer dominio” (Gn 1:26) sobre todos los animales, lo cual implica cuidarlos y administrarlos correctamente, no rechazarlos ni maltratarlos.
Los teólogos antiguos no son ajenos a esta enseñanza. John Stott afirmó que “Dominio no es sinónimo de dominación, y mucho menos de destrucción”. En la misma línea, Abraham Kuyper afirmó:
La visión comúnmente aceptada de que las personas pueden hacer con un animal lo que deseen porque “es solo un animal” debe (…) ser rechazada por todos los cristianos, ya que los animales no les pertenecen, sino que son propiedad de Dios.

También Spurgeon, en el ámbito de la paternidad, hizo una exhortación al decir:
A los niños se les debe enseñar a evitar cualquier cosa que se acerque a la crueldad; la destrucción caprichosa de nidos de aves, el apedreamiento de pájaros, los golpes a los burros, el acoso a las gallinas y un centenar de pequeñas crueldades en las que a menudo se anima a los niños deben ser denunciadas de inmediato.
2. Los animales son buenos regalos de Dios
Llama la atención que el profeta Natán haya utilizado la historia de la buena compañía de un animal para mostrarle al rey David la gravedad de su pecado:
Pero el pobre no tenía más que una corderita
Que él había comprado y criado,
La cual había crecido junto con él y con sus hijos.
Comía de su pan, bebía de su copa y dormía en su seno,
Y era como una hija para él (2 S 12:3).
¡La corderita era tratada como una hija! No porque reemplazara a los niños —claramente el criado de la ilustración tenía hijos—, sino porque creció con la familia.

Pero los animales no solo proveen compañía, sino valiosas enseñanzas. El pastor John Piper señala que el mismo Señor Jesús nos habló de lo mucho que podemos aprender de los animales al decir: “Miren las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros, y sin embargo, el Padre celestial las alimenta. ¿No son ustedes de mucho más valor que ellas?”. Piper comenta al respecto:
¿Qué es [mi mascota] Dusty para mí? Bueno, si Jesús dice: “Consideren las aves”, etcétera, yo digo: “Consideren a Dusty”. Ama a las personas más que a la comida. Rebosa de afecto sin antes poner a prueba tu carácter. Es infatigablemente feliz, llueva o haga sol. No guarda rencores en absoluto, sin importar cómo sea tratada. A sus ocho años, su juventud parece renovarse como la del águila. Entonces, si Tú, Padre, enseñaste a una bestia sin alma, sin capacidades morales o espirituales, a vivir de esa manera, ¿cuánto más debería avergonzarse su amo de que, aun teniendo al Espíritu Santo, me cueste tanto hacer esas cosas?

3. Los animales no son personas
Este es el meollo del asunto: por más bondades que tengan los animales, no pueden reemplazar a los seres humanos. Solo a ellos se les concedió tener la “imagen de Dios” (Gn 1:27). Por eso, cuando Dios buscó entre las criaturas a una que fuera “adecuada” para estar con Adán en su soledad, decidió crear a Eva, ya que los animales no dieron la talla (Gn 2:18-25). Como afirmó recientemente la profesora Karen Swallow Prior, es una cuestión de ordenar debidamente los amores:
Podemos empujar a los perros en cochecitos, vestirlos y cuidarlos como si fueran niños, pero ellos no pueden cuidarnos a nosotros en nuestra vejez y carecen de complejidad emocional. A diferencia de los niños, nuestros perros siempre nos adorarán, y por eso no nos recuerdan que no estamos hechos para ser adorados. Por mucho que lo intentemos, las mascotas no pueden sustituir a las personas. (…) Como ocurre con todos nuestros amores, el amor a las mascotas debe estar ordenado adecuadamente. Amar bien a las mascotas exige que las queramos por lo que son, y no por lo que no son. Amar bien a las personas significa pasar tiempo con ellas cara a cara, en carne y hueso, abrazándolas con todas sus complejidades, (…). De las personas es que venimos al principio de la vida, a las personas acudimos a lo largo de toda nuestra vida y son personas las que nos rodearán y amarán al final de nuestras vidas.
Concluimos entonces que un amor verdadero por el diseño original revelado en Génesis implicará que amemos a las mascotas como lo que son: animales, que, con todas sus bondades y enseñanzas, no pueden tomar el lugar del hombre. Los hijos, en cambio, son imagen de Dios, destinados a ser parte de nuestras interacciones más profundas, diseñados para reflejar el carácter del Creador y ejercer dominio sobre el mundo. No vale la pena reemplazar lo uno con lo otro; al hacerlo, se dañan ambas cosas.
Referencias y bibliografía
Japón tiene más mascotas que niños, y estas viven cada vez más | La República
El número de niños en Japón se sitúa en un nuevo mínimo histórico | Infobae
The experiences of U.S. adults who don’t have children | Pew Research
76% of millennials are pet parents—here’s what they’ve been buying for them | YPulse
Why Americans Suddenly Stopped Hanging Out | The Atlantic
Video relacionado sobre la tendencia del Pet Parenting | YouTube
Commentary on the Heidelberg Catechism Lord’s Day 42 (1895) | The Free Library
Christians and Animals | Christianity Today
Caring for Animals: What We Learn from Jonah | The Gospel Coalition
Las mascotas no son personas | Coalición por el Evangelio
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