El landmarkismo surgió en el siglo XIX, en la región meridional de Estados Unidos, al oeste de los Apalaches. Según este movimiento bautista, el término “iglesia” hacía referencia únicamente a una institución local y visible. Esta estricta eclesiología rechazaba la colaboración entre denominaciones, y daba importancia a una sucesión ininterrumpida de iglesias bautistas, que según sus seguidores se remontaban a la época del Nuevo Testamento, como las únicas comunidades legítimas.
Los partidarios del landmarkismo consideraban que los bautistas involucrados en actividades como los “intercambios de púlpito” con otras denominaciones, la inmersión fuera de una iglesia bautista o la celebración de la comunión fuera de la iglesia local, violaban la identidad bautista y quebrantaban un principio esencial.
Este movimiento comenzó en 1851, cuando un grupo de bautistas del sur se reunió para oponerse al liberalismo que se estaba introduciendo en su denominación. La cuestión era si tenían un púlpito “abierto” o “cerrado”. ¿Era correcto recibir como invitados en sus púlpitos a predicadores no bautizados de otras denominaciones? “Aquí hay hombres”, decían, “que no están bautizados según el modelo del Nuevo Testamento, hombres ordenados por iglesias que no enseñan la salvación por gracia mediante la fe, y sin embargo los estamos invitando a predicar como si fueran verdaderos ministros cristianos del evangelio”. De esta reunión surgieron las “Resoluciones de Cotton Grove”, la primera articulación de los principios del landmarkismo.
El término que dio nombre al movimiento proviene de Proverbios 22:28, que dice: “No traspases los linderos antiguos que pusieron tus padres”. También se usa como base Levítico 25:23-34, pues así como los israelitas no debían “quitar el mojón antiguo” ni vender, descuidar o regalar su propiedad, los bautistas no debían quitar los “postes indicadores” teológicos que separan a la iglesia del mundo. Según esta idea, “la fe que ha sido una vez dada a los santos” (Judas 3) es su herencia. Como consecuencia, los landmarkistas se veían como salvaguardas de la pureza de la iglesia, de acuerdo con lo establecido también en el Nuevo Testamento.
Los seguidores del movimiento creían que solo las iglesias bautistas de landmarkistas fieles formarían parte de la novia de Cristo. Otros cristianos, los no bautistas-landmarkistas, podrán servir como invitados o sirvientes en la cena de las bodas del Cordero y se refieren a ellos como la familia de Dios o el reino de Dios.
Puntos esenciales del landmarkismo
Aunque este movimiento contiene una gran cantidad de documentos que enlistan sus principios, podríamos englobarlos en tres puntos principales:
1. Sucesión eclesiástica
Una iglesia bautista que se identificaba dentro del movimiento remontaba su “linaje” a la época del Nuevo Testamento, generalmente al llamamiento de Jesús a los discípulos en Galilea.
2. Una iglesia visible
La única iglesia es un cuerpo local (bautista) de creyentes; no existe un cuerpo de Cristo universal.
3. Oposición a otras formas de bautismo
Cualquier bautismo (incluido el de niños o el realizado por aspersión) que no se haya realizado bajo los auspicios de una iglesia bautista, seguidora de los principios del movimiento, era considerado nulo y sin valor.
Desarrollo histórico
El movimiento Landmark fue liderado inicialmente por James R. Graves, un predicador bautista de Tennessee que creía que las únicas iglesias verdaderas eran las que podían remontar su linaje hasta los apóstoles. J. R. Graves era un firme defensor de la autonomía de las iglesias locales y creía que solo aquellos que habían sido bautizados por inmersión y eran miembros de una iglesia bautista y por lo tanto podían participar en la cena del Señor.
En 1854, James M. Pendleton de Kentucky, otro ministro bautista, escribió un ensayo titulado An Old Landmark Reset, en el que acuñó el término “landmarkismo” y expuso los principios básicos del movimiento. Estos incluían la creencia de que la iglesia bautista era la única verdadera, que la inmersión era la única forma válida de bautismo, y que la Cena del Señor solo debía ser observada por los miembros bautizados de una iglesia bautista.
El landmarkismo cobró impulso a finales del siglo XIX y principios del XX, sobre todo en el sur de los Estados Unidos. Sin embargo, se enfrentó a la oposición de algunos sectores, especialmente de otros bautistas, que lo consideraban demasiado rígido y excluyente.
Las creencias del landmarkismo tuvieron un profundo impacto en la vida bautista. No obstante, en 1859, la Convención Bautista del Sur aprobó varias resoluciones con las que se deslegitimaba el landmarkismo, lo que llevó a sus adherentes a retirarse gradualmente de la Convención Bautista del Sur. Los landmarkistas más extremos se retiraron de la Convención, estableciendo sus propias organizaciones o adoptando un localismo estricto, que prohibía cualquier participación denominacional más allá de la iglesia local.
Otros landmarkistas permanecieron dentro de la Convención Bautista del Sur y se convirtieron en una de las principales tradiciones de la vida bautista sureña, particularmente a finales del siglo XIX y principios del XX.
El rastro de la sangre
James Milton Carroll fue un pastor e historiador bautista que vivió en Texas a finales del siglo XIX y principios del XX. Fue seguidor del landmarkismo y escribió extensamente sobre la historia bautista, incluyendo un libro titulado El rastro de la sangre, que publicó por primera vez en 1931. Allí, Carroll trazó el linaje de las iglesias bautistas desde los tiempos de Cristo hasta la actualidad, argumentando que el verdadero cristianismo siempre ha estado representado por las iglesias bautistas. Además, el autor describió a los bautistas como un remanente perseguido y fiel a lo largo de la historia, y sugirió que otras denominaciones cristianas son apóstatas o incompletas en su comprensión de la doctrina cristiana.
Aunque Carroll era un seguidor del landmarkismo, es importante señalar que su libro nunca fue aceptado como un documento oficial del movimiento. De hecho, algunos de sus miembros lo han criticado por sus inexactitudes históricas y su sensacionalismo. Sin embargo, el libro ha influido en la percepción popular de la historia y la identidad bautista, especialmente en los Estados Unidos y en sus zonas de influencia misionera.
Declive del landmarkismo
A principios del siglo XX, el movimiento comenzó a declinar, en parte debido al auge, en la Convención Bautista del Sur, de una teología más moderada y abierta. Además, el énfasis del landmarkismo en el localismo estricto y el separatismo denominacional dificultaron el mantenimiento de un movimiento cohesionado, ya que las iglesias y grupos individuales comenzaron a escindirse y a formar sus propias organizaciones separadas.
La decadencia del landmarkismo también se vio influida por cambios culturales y sociales más amplios, como la creciente secularización de la sociedad estadounidense y el declive de las instituciones religiosas tradicionales. A medida que la sociedad estadounidense se volvía más diversa y pluralista desde el punto de vista religioso, las pretensiones exclusivistas del landmarkismo perdían relevancia y atractivo para muchas personas.
En la actualidad, aunque algunas iglesias y organizaciones bautistas siguen adhiriéndose a los principios del landmarkismo, el movimiento se ha desvanecido significativamente.
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