Uno de cada tres no cristianos dice que se siente menos juzgado en foros de conversaciones virtuales y que tiene preguntas sin respuesta sobre la fe y la religión, afirmó la firma norteamericana de estudios culturales Barna en uno de sus reportes más recientes sobre el evangelismo en tiempos de pandemia.
La crisis de salud que inició en 2020 ha generado grandes cambios dentro de la iglesia cristiana a nivel mundial y ha supuesto retos como continuar siendo una comunidad de creyentes que se congrega, mientras que muchos gobiernos han prohibido explícitamente las reuniones numerosas e incluso la apertura de establecimientos religiosos.
Según el informe LSB10450 del Servicio de Investigación del Congreso (CRS) de Estados Unidos, la mayor parte del país ahora está sujeta a algún tipo de orden estatal o local que ordena a los residentes a “quedarse en casa” y a cerrar los negocios no esenciales en respuesta a la enfermedad del COVID-19. Mientras los detalles de las directrices varían, algunas órdenes estatales y locales prohíben las reuniones religiosas en persona y exigen que los lugares de culto cierren las instalaciones físicas.
Y debido a que el gobierno federal estadounidense no considera que las iglesias hacen parte de los 16 sectores considerados como críticos o esenciales para la sociedad, las iglesias tuvieron que migrar, desde el inicio del año pasado, a una dinámica digital con el fin de continuar con su labor.
Para varias congregaciones a lo largo del país ha significado incluso la violación de sus derechos y el incumplimiento de la primera enmienda de la constitución de Estados Unidos que promueve el libre ejercicio de la religión. Por esta razón, congregaciones en estados como California e Illinois han iniciado procesos de demandas contra el gobierno.
Para otros, más allá de la legislación, han surgido algunas preguntas como las que el Pastor Ronald L. Giese, Jr. mencionó en su artículo publicado en la revista internacional Themelios ¿Es la “iglesia en línea” realmente una iglesia? La Iglesia como templo de Dios.
“Un resultado de la pandemia, con el cierre simultáneo de puertas físicas y la apertura de las puertas de Internet, debería ser que los pastores ahora respondan las preguntas de ¿qué es “iglesia”? y ¿cómo se hace? Respuestas simples como, «la iglesia es una reunión», no servirán.”
Según Giese, Jr. los cuestionamientos alrededor de los contextos digitales de la iglesia han escalado incluso al nivel de polémica, pues algunos creyentes consideran que las plataformas digitales solo fueron un plan B para responder a la situación, pero que la norma es que debe ser presencial. De manera contraria, otros afirman que la iglesia digital sí es la iglesia, pero aclaran que simplemente es una forma diferente de hacerla. Sin embargo, distinto a los demás, varios creyentes consideran que de ninguna manera es esta la iglesia. El debate, afirma el Pastor, está inmerso en una conversación con argumentos en torno a un estudio simple de palabras, asunciones, y varios pros y contras que no llevan a ninguna parte. Su propuesta, en lugar de ello, para hacer que la discusión avance, y no sea en círculos, es apelando a textos bíblicos e históricos y a la teología sistemática.
“Definir y describir lo que es y hace la iglesia implica más que un simple estudio de palabras. Se ha escrito mucho sobre lo que es la iglesia, pero se ha aplicado muy poco al tema de la interacción en línea”, aseveró Giese, Jr.
A pesar de la división y la controversia en torno al tema, el reciente estudio de Barna llamado Five Changing Contexts for Digital Evangelism, o en español Cinco Contextos Cambiantes para la Evangelización Digital, afirma que “6 de cada 10 personas en Estados Unidos (62%) que se congregan regularmente esperan que, aún después de la pandemia, las iglesias continúen usando medios digitales. Incluso, están dispuestas a invitar amigos y familiares a participar de los servicios. Sin embargo, las reuniones en persona siguen siendo el entorno de invitación más atractivo dentro de los creyentes”.
Estas cifras y el aumento de las comunidades norteamericanas que operan de manera digital como Life.Church, The Robloxian Christians church (que según Giese Jr. afirma tener aproximadamente 20.000 miembros), VR Church y Saddleback Church Online, entre otras, despiertan diferentes preguntas con relación a la iglesia, su naturaleza y dinámicas actuales.
La iglesia en línea, entendida como una comunidad de creyentes local que se vale de herramientas digitales para transmitir sus mensajes y servicios de adoración no es algo nuevo. O al menos no lo es en países desarrollados como Estados Unidos, pues según los archivos históricos de la iglesia Thomas Road Baptist Church ubicada en Lynchburg, Virginia, desde el año 1956 empezaron a grabar el “Old Time Gospel Hour” en un estudio para luego transmitirlo por un canal de televisión local. El Pastor Jerry Falwell no fue el único tele-evangelista de la época, pero sí uno de los pioneros de muchos otros que llegaron después a transmitir sus servicios dominicales por televisión.
Sin embargo, si bien la iglesia digital - impulsada por el Internet a través de diferentes plataformas- empezó a desarrollarse en 2006, como fue el caso de LifeChurch, hoy está llegando no solo a su auge sino a su pico de necesidad debido a los cierres de emergencia y cuarentenas.
“Durante cinco años hemos operado con una plataforma digital, sin embargo, el valor, el énfasis y la apreciación por el impacto que esta proporciona se ha elevado con el auge del Covid”, explicó Bill Boren, uno de los Pastores de la iglesia First Baptist Covington Church ubicada en Louisiana durante su entrevista.
Como esta, muchas otras iglesias norteamericanas ya habían empezado a invertir sus esfuerzos en el mundo digital antes de la pandemia, por lo cual la mayoría de sus asistentes ya estaban familiarizados con un modelo híbrido de ella, es decir, con una dinámica de hacer iglesia que mezcla reuniones virtuales y presenciales.
Este tipo de creyentes, según Barna, que asisten a una comunidad que combinó con éxito el ministerio digital y en persona, incluso antes de la crisis de COVID-19, tienen casi el doble de probabilidades de decir que en realidad prefieren invitar a alguien a la iglesia en línea en lugar de a los servicios en persona.
Asimismo, la firma concluyó que una mayor familiaridad con los entornos digitales e híbridos parece acompañar a una mayor confianza para atraer a otros a ese espacio. Pero, de la muestra total de creyentes, el estudio afirma que “casi dos tercios de los cristianos que asisten a una iglesia (64%) dicen que están abiertos a invitar a alguien a asistir a un servicio en persona. En contraste, cuatro de cada 10 (40%) dicen que están abiertos a invitar a alguien a unirse a ellos para un servicio religioso en línea.”
Esto deja ver que la facilidad con la que se han asimilado las nuevas dinámicas de la iglesia cristiana y la constancia para sostenerlas depende en gran manera de su experiencia previa a la pandemia. En el caso de la iglesia First Baptist Covington Church, aún después de haber regresado al edificio físico muchas de las medidas tomadas durante el inicio de la pandemia tuvieron que mantenerse, explicó el Pastor Bill Boren.
“Una vez que regresamos al campus tuvimos que seguir comprometidos con un enfoque híbrido en nuestros grupos pequeños. Cada grupo se reúne en la iglesia, pero algunos que no pueden o no quieren regresar a ella en este momento a menudo permanecen conectados a través de Zoom. Los maestros son diligentes para enseñar a los que están en el aula y a los que están en línea al mismo tiempo. Esta es una nueva dinámica que, a pesar de que tomó algo de tiempo y recursos para funcionar, es efectiva”, concluyó el Pastor.
Para Boren, sus hermanos líderes y la congregación fue de suma importancia para entender que los cambios en la iglesia no eran temporales, sino más bien una nueva realidad. “Nos hemos acercado a un entendimiento de que hay un cambio de paradigma permanente en el ministerio y que éste debe ser adoptado”.
En línea con esta afirmación, otros líderes como Jay Kranda - Pastor Online de Saddleback Church - asevera en su ebook The State Of The Online Church, que la iglesia digital es parte del futuro de la novia de Cristo, y aun anima a los líderes a considerar esta herramienta para crecer el Reino de Dios, impactar positivamente a la iglesia local y llevar el evangelio a aquellos que de otra manera no serían alcanzados.
Los datos del estudio de Barna corroboran ese último argumento, pues, según los resultados de la encuesta mencionada anteriormente, la mitad de los adultos que no asisten a una iglesia, y de los cuales tres cuartas partes no son cristianos, dicen que no están interesados en ninguna invitación a una actividad de la iglesia. Sin embargo…
“Para estos no cristianos, un servicio religioso en línea, visto solo, es la única actividad para la cual el porcentaje que consideraría la participación alcanza los dos dígitos (12%)”, aseguró la firma.
A raíz de estas cifras, el estudio concluyó que la participación comunitaria formal, a diferencia de la exploración espiritual individual o la discusión relacional, no es un punto de partida para muchos fuera de la iglesia. Esto prueba que las interacciones en línea sí pueden alcanzar a aquellos que de otra forma no serían alcanzados.
Jay Kranda y Vanderbloemen publicaron el E-book mencionado sobre el estado actual de la iglesia online con el propósito de divulgar los resultados de la encuesta más grande de ministerios en línea hasta la fecha, la cual se realizó en el 2018 e incluyó a 176 líderes eclesiásticos. El material pretende ser una guía para aquellos líderes que buscan implementar una estrategia online, pero también animar a las iglesias a crecer y a alcanzar personas usando estas herramientas.
En este estudio se atestigua que casi la mitad de las iglesias encuestadas dijeron que notaron que los visitantes que llegaban por primera vez a la iglesia presencial ya habían visitado su ministerio digital. Que el 59% de las iglesias con plataforma online han experimentado un crecimiento físico desde que lanzaron este ministerio, y que el 75% de las mismas informaron que las personas asisten primero de manera virtual pero luego se acercan en persona.
Además, según los resultados de esta, el 42% de las iglesias vieron que su asistencia en línea consistía de personas que vivían a una distancia de conducción razonable de su iglesia, el 28% observó que la asistencia en línea se mezclaba de manera uniforme entre locales y no locales, y el 17% vio que las personas asistiendo viven a una hora de su iglesia.
“Esta es una gran oportunidad de alcance local”, aseguró el Pastor Jay Kranda.
A pesar de esto, el problema para adoptar nuevas formas de llevar a cabo el ministerio en tiempos de internet es la transición. El Pastor afirma que como seres humanos siempre nos resistimos al cambio y que esta cultura de renuencia al cambio es fantástica para preservar la fe, pero puede obstaculizar la innovación.
Finalmente, aunque estamos rodeados de información, y muchas de estas cifras alientan y otras desalientan, como cristianos - y me uno a lo que dice el Pastor Giese Jr.- deberíamos tener una base teológica y bíblica para responder a estas prácticas emergentes. No se trata de conformarnos con unos cuantos pros y contras, o a algunos datos que dejan ver que la iglesia digital es buena o mala. Necesitamos conformar nuestras vidas a la verdad, y la palabra de Dios es la verdad. No nos quedemos con el temor, el juicio o la indiferencia respecto al tema. Más bien busquemos a aquel cuyas palabras son puras y de cuyos labios brota toda la sabiduría e inteligencia.
En cuanto lo digital consideremos a Aquel que se hizo carne para vivir en medio nuestro, no solo para expiar nuestro pecado sino también para enseñarnos qué es la iglesia y cómo se vive. Consideremos a Aquel que no enseñó a los hombres a la distancia, ni en sueños - aunque podría - sino que consideró que el estar cerca de los suyos era fundamental. Sin embargo, no dejemos de lado las herramientas de las que él mismo nos ha provisto. El ministerio digital puede ser un medio que ayude a la iglesia y no que la hiera.
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