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A pesar de que su vida siempre estuvo rodeada de dificultades, fue una mujer fiel a sus convicciones bíblicas. El cuidado y atención que prestaba a su vida matrimonial y familiar con Juan Calvino evidenciaban lo que las Sagradas Escrituras enseñan sobre la feminidad. El teólogo de Ginebra la llamaría “La compañera de mi vida”.
Perseguidos en nombre de la Reforma
Idelette de Bure (1506-1549) nació en la ciudad de Geldern, Países Bajos, en 1506. Si bien existe poca información sobre la niñez de Idelette, se asume que fue criada en una familia acomodada y culta. De hecho, ella sabía latín, idioma que generalmente solo se usaba en contextos académicos. Lo que sí es bien sabido es que, desde muy temprano en su vida, Idelette estuvo bajo la sombra social y política de mucha persecución tanto en su nación como en el extranjero.
En 1520, los padres de Idelette, Lambert de Bure e Isabelle Jamaer, y su hermano, también llamado Lambert, adoptaron las doctrinas de Martín Lutero (1483-1546), convirtiéndose en fieles seguidores de la Reforma. En efecto, cuando su padre fue obligado a rechazar el protestantismo, su hermano fue expulsado de su localidad por propagar la supuesta herejía del reformador alemán.
Idelette y Jean Storder, en ese entonces su esposo, un pastor anabaptista de Lüttich y padre de sus dos hijos, también serían expulsados de su nación, estableciéndose en Estrasburgo, Alemania. Esta es la misma ciudad en la que Juan Calvino (1509-1564), luego de ser exiliado de Ginebra, había fijado su residencia. Durante este período, Calvino desempeñaría el cargo de pastor en una congregación de refugiados, entre los cuales estaban Jean Storder e Idelette de Bure.
El matrimonio Storder estaba fascinado con los sermones de Calvino y concordaba con sus enseñanzas doctrinales. La pareja llegó a tener una gran amistad con él, invitándole incluso a visitar su casa de manera recurrente.
La fiel ayudante de mi ministerio
Jean Storder moriría poco tiempo después a causa de una fiebre, tras la peste que estaba asolando la ciudad de Estrasburgo. De esta manera, Idelette quedaría viuda con sus dos hijos. Entendiendo esta situación y con el transcurrir del tiempo, Calvino llegaría a formar una relación matrimonial con Idelette, aunque no se conoce demasiado sobre su matrimonio.
Juan Calvino no pensaba que el matrimonio fuera algo para él. Había permanecido soltero hasta la edad de 31 años. Sin embargo, colegas reformadores como William Farel (1489-1565) y Martín Bucero (1491-1551), le animaban a considerar la posibilidad del matrimonio por causa de su salud, del orden familiar y de liberarse de las preocupaciones que tendían a estorbar el servicio en la iglesia. Incluso, llegaron a ofrecer su ayuda en este asunto.
No obstante, Calvino sí tenía una descripción sobre la esposa que podría considerar. Él les decía a sus colegas:
Ten siempre presente lo que busco hallar en ella; porque no soy yo uno de esos enamorados locos que abrazan incluso los vicios de sus amadas cuando pierden el juicio por la hermosa figura de una mujer. La única belleza que me satisface es esta: que ella sea casta, atenta, ni demasiado bonita ni empalagosa, económica, paciente y cuidadosa de mi salud.
Fue Idelette la que modeló esta belleza. De hecho, Calvino la llamaba “una mujer de raras cualidades” y “la fiel ayudante de mi ministerio.” La unión entre Idelette y Calvino se formalizó en medio de los numerosos viajes del reformador a causa de su ministerio. Pero a un año de iniciar su matrimonio, Calvino recibió una nueva oferta para regresar a Ginebra, así que trasladó a su familia a su vieja ciudad.
Gran tristeza
No obstante, la vida de Idelette al lado del reformador no sería fácil. Las continuas epidemias, la falta de cuidado médico y las muchas turbulencias civiles y políticas causarían en ella un gran peso emocional. Su marido era considerado como un gran hereje por los romanistas, sufriendo las mismas amenazas que otros perseguidos, pues fue capturado en reiteradas oportunidades. Ella no sabía si a su esposo un día lo arrojarían al río para que se ahogara o lo lincharía una multitud enfurecida. Además, Calvino tendía a atravesar por períodos difíciles de salud, aumentando así las preocupaciones y las angustias de Idelette.
Jacques, el hijo de Calvino y de Idelette, nació prematuramente en julio de 1542 y poco después murió. Dos años después, el 30 de mayo de ese año, nació su hija, quien también perdería la vida. Más tarde, llegaría un tercer hijo que también moriría en la infancia, lo que llevaría a Idelette a sumirse en una gran tristeza. Ante esto, Calvino escribió:
Mi esposa regresa su gratitud por tanta consolación amistosa y piadosa. Ella podría contestar sólo por medio de un secretario, y sería muy difícil para ella incluso dictar una carta. El Señor ciertamente ha infligido una herida severa y amarga por la muerte de nuestro pequeño hijo. Pero Él mismo es Padre, y sabe lo que es necesario para sus hijos.
Idelette continuó con una salud muy débil, limitando sus servicios en la casa y el jardín. Además de la debilidad, le afectaba una tos permanente que la acompañaría siempre. Sin embargo, ella era la que traía orden y paz al hogar del reformador. Cuando estaba bien de salud, ella misma recibía a los visitantes, alimentándolos y hospedándolos. En efecto, muchos decían que su hospitalidad era conocida por toda Europa.
Cuando cayó enferma, un doctor se encontraba con frecuencia al lado de su cama, y aunque hicieron todos los esfuerzos, pronto se supo que sus horas estaban contadas. En agosto de 1548, Calvino escribió:
Mi esposa se encomienda a tus oraciones. Está tan postrada en su enfermedad que apenas puede sostenerse. A menudo parece hallarse mejor, pero pronto recae.
Su flaqueza y sus excesos de tos, eran quizá signos de tuberculosis, enfermedad desconocida por los médicos de ese entonces. A principios de marzo de 1549, Idelette se puso tan débil que tuvieron que ayudarla a levantarse de la cama, y de esa manera comenzó a esperar su muerte. Sin embargo, nunca se había quejado en vida, y tampoco lo haría en las puertas de la muerte.
Oh, resurrección gloriosa
Días antes de su fallecimiento, un grupo de personas se juntó en su habitación para orar por ella, animándola también a la fe y a la paciencia. Ante esto, ella testificó brevemente que se encontraba un poco angustiada por la situación que estaba experimentando. En ese momento, Calvino le aseguró que cuidaría de sus primeros hijos, a lo que Idelette respondió con un susurro “...ya los he encomendado al Señor.”
Aun cuando estos últimos días fueron difíciles para Idelette, ella se esforzaba por declarar a viva y fuerte voz su fe en su buen Dios. Una de las exclamaciones más conmovedoras que ella hizo antes de morir fue:
¡Oh resurrección gloriosa! ¡Oh, Dios de Abraham y de todos nuestros padres! ¡En ti han confiado los fieles durante tantos siglos pasados, y ninguno de ellos confió en ti en vano! ¡Yo también esperaré!
En marzo de 1549, Idelette partiría al gran hogar, encontrándose con el Dios a quien tanto amó con su común y fiel servicio. La partida de su esposa generó una gran pena en el reformador francés, razón por la cual él buscaría las fuerzas para no ser vencido por la pena y así seguir cumpliendo con sus deberes. Pierre Viret (1511-1571), amigo del reformador, dijo que en ese tiempo Calvino tenía “un corazón roto y lacerado.”
Este sentimiento era más que entendible. Para Calvino, Idelette fue su gran sostén y fiel compañera. Más aún, el impacto duradero que dejó Idelette en la vida y ministerio de Calvino se pueden comprobar en el testimonio que él dio en su duelo:
He sido privado de la mejor compañía de mi vida, de una que, si hubiera estado así dispuesto, habría compartido con gusto no sólo mi pobreza sino también mi muerte. Durante su vida, ella fue la fiel ayudante de mi ministerio. Nunca experimenté por su parte la más mínima pena. Nunca me creó ningún problema, y procuraba no preocuparme durante todo el curso de su enfermedad, y estaba más ansiosa por sus hijos que por ella misma.
Desde un principio, Idelette, a pesar de tener una salud quebrantada, cumplió enteramente su papel de esposa y madre. Ella no solo estaba muy atenta a los asuntos de la casa y el cuidado de los hijos, sino que también fue de gran ayuda y sostén en la vida y ministerio de Juan Calvino.
Es por esta razón que Idelette es reconocida como una de las mujeres más emblemáticas de la Reforma. Ella, sin saberlo, estaba marcando un gran legado sobre la importancia que la feminidad bíblica tiene en la vida matrimonial y familiar. La vida de Idelette es una enseñanza de la bendición que las mujeres son en la vida de sus esposos e hijos cuando abrazan los dones que Dios, en su buena voluntad, les ha otorgado.
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