La educación es un tema fundamental para los cristianos. Mediante ella, se transmiten valores y enseñanzas vinculadas con la religión y la moral. Por lo mismo, los padres y los integrantes de las comunidades educativas tienen, con razón, un temor de que se les presente a los niños una cosmovisión contraria a la propia creencia.
Resulta interesante y necesario que los cristianos de hoy, especialmente aquellos que son verdaderos protagonistas del proceso educativo (padres, profesores, asistentes de la educación, estudiantes, entre otros), analicen con detención algunos aspectos del pasado. Por eso, en el presente artículo, pretendo revisar algunos aportes de los primeros protestantes en Chile.
Este ejercicio busca dar luces para que los cristianos protestantes y las personas de otras religiones enfrenten ciertos desafíos actuales y futuros, en especial cuando se habla de las escuelas, de la valoración al trabajo docente, de la educación sexual y la intromisión de ideas ajenas a la moral, entre otros aspectos.

El afán evangelizador previo a la educación
Desde los orígenes de la América Colonial y de la incipiente Capitanía General de Chile, resulta difícil observar alguna presencia protestante significativa en las tareas educativas. Según el abogado y sociólogo Humberto Lagos Schuffeneger,
[Tanto en] América Latina, como en Chile, durante el periodo colonial no se manifestaron acciones notorias y directas de los reformadores europeos. Lo que sí constatamos es que la presencia de la Reforma luterana se hizo visible por las conductas de su negación, asumidas desde la Iglesia católica dominante y hegemónica.
Por ello, luego de las independencias efectuadas por las élites criollas latinoamericanas, es posible comprender el porqué del afán “evangelizador” por parte del protestantismo, aunque también pudieron existir otras motivaciones políticas y económicas. Como señaló Lagos:
…las lecturas protestantes (…) de este proceso sacramentalizador (el llevado a cabo por la Iglesia Católica Apostólica Romana), se harán en el sentido de que en Latinoamérica no se produjo, con la dominación católica española y portuguesa, un auténtico proceso evangelizador. De allí a entenderse el ánimo misionero disidente tras la “verdadera salvación de las almas” no pasó demasiado tiempo, lo que se tradujo en una enconada disputa de los territorios sociales y geográficos bajo dominio católico español, en el caso chileno.
Thomson: pastor bautista y educador contratado por O’higgins
En materia educativa protestante en Chile, uno de los primeros hitos que podrían mencionarse es la llegada del educador y pastor bautista James Thompson Burnet, a quien se le conoce como Diego Thomson. Su historia sirve para ilustrar la incipiente labor en educación llevada a cabo por un ministro de culto protestante, con el asentimiento y apoyo del naciente Estado chileno.

Con la llegada de Thomson, ingresó a Chile un entonces “novedoso” sistema educativo, aunque no exento de críticas. En el libro De peregrinos a ciudadanos. Breve historia del cristianismo evangélico en Chile, el doctor en Filosofía Juan Sepúlveda explicó que se trataba del método ‘lancasteriano’, que fue…
…creado por Lancaster, un hombre de escasa educación formal, que utilizaba como monitores a los alumnos más aventajados, y de esa manera multiplicaba el impacto del proceso educativo. Usando ciertos ejercicios simples, los monitores socializaban los rudimentos de la lectura, la escritura y la aritmética.
El arribo de Thomson a Chile no fue producto de su propia iniciativa. Por el contrario, fue contactado por el mismo director supremo (lo que hoy se conoce como jefe de Estado), según el doctor en Historia Javier Castro: “el 17 de julio de 1821, llegó a Chile contratado por el gobierno de don Bernardo O’Higgins, Diego Thomson, agente de la Sociedad Bíblica Británica”. De acuerdo con Sepúlveda, su trabajo allí fue breve, pero importante:
La primera escuela fue inaugurada el 18 de septiembre de ese mismo año (1821), en la capilla de la Universidad de San Felipe. Durante el año que permaneció en Chile, alcanzó a fundar escuelas en Concepción, Coquimbo, Valparaíso y Santiago. Esta última ocupó un edificio que perteneció a la Compañía de Jesús, expulsada en 1767. Para la administración de esta escuela, el gobierno formó, a petición de Thomson, una Sociedad Lancasteriana encabezada por el padre Camilo Henríquez, recién retornado de su destierro en Buenos Aires. (…) El 31 de mayo de 1822, antes de abandonar Chile rumbo a Perú, Thomson recibió la ciudadanía chilena en reconocimiento de su patriotismo y contribución a la educación de Chile.

El derecho de los padres en la educación religiosa y moral de sus hijos
Un segundo hito importante que es posible traer a colación respecto a la labor educativa evangélica y protestante en Chile no proviene de parte de una iniciativa particular, sino que encuentra su origen más bien en una ley, dictada a mediados del siglo XIX.
Para comprender este suceso, es necesario tener en cuenta que el catolicismo tenía un carácter de “religión oficial”. Lagos y el también sociólogo Arturo Chacón explican la importancia de esto en Los evangélicos en Chile: una lectura sociológica:
...hasta la aprobación de la Constitución Política de 1925 que estableció la separación entre la Iglesia y el Estado, la religión católica tenía el carácter de oficial. La Constitución Política de 1833 reconocía al catolicismo como la única forma religiosa válida y aceptada, excluyendo el ejercicio público (…) de cualquier otra.
Ante la presencia minoritaria, pero no menos importante, de personas (en su mayoría, extranjeras) con religiones distintas a la católica (principalmente protestante), hubo una pequeña pero considerable solución. Según Lagos,
En 1865, bajo inspiración política liberal –y en la presidencia de don José Joaquín Pérez Mascayano–, se aprueba una Ley Interpretativa de la Constitución de 1833 referida al tema religioso, que autoriza el ejercicio privado de cultos disidentes y la creación de colegios para educar a hijos de familias no católicas.

Los dos primeros artículos de la ley decían:
Artículo 1º: Se declara que por el artículo 5º de la Constitución se permite a los que no profesan la religión católica, apostólica, romana, el culto que practiquen dentro del recinto de edificios de propiedad particular.
Art. 2º: Es permitido a los disidentes fundar y sostener escuelas privadas para la enseñanza de sus propios hijos en la doctrina de sus religiones.
La contribución de esta ley en el ámbito educativo fue fundamental en su momento y, aunque pocos lo dimensionan, trascendental hasta nuestros días. Además de autorizar el culto “disidente” aun en medio de ciertas restricciones, la mencionada norma es uno de los primeros reconocimientos en Chile al derecho de los padres a educar a sus hijos, según sus convicciones morales y religiosas. En efecto, se “concedió” a los padres “disidentes” la libertad para “fundar” y “sostener” escuelas, obviamente “privadas”, para la enseñanza de la prole, “en la doctrina de sus religiones”.

Esto no es de poca importancia. Actualmente, el mencionado derecho cuenta con un amplio reconocimiento incluso a nivel internacional, como se puede ver, por ejemplo, en los artículos 13.3. del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, y el 12.4 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos. En Chile y en muchos países, tiene fundamental relevancia, en especial cuando se trata del homeschooling y la educación sexual, entre otros asuntos de particular interés para los padres (tanto cristianos, como no cristianos).
En su momento, la Ley interpretativa también fue fundamental para que la evangelización en Chile, llevada a cabo por los primeros protestantes –que en su mayoría eran extranjeros–, se manifestara mediante esfuerzos individuales y a través de la formación de instituciones dedicadas al culto cristiano y a la educación. Así lo señalan Lagos y Chacón: “una ley interpretativa, en la década de 1870, autorizó las prácticas religiosas disidentes solo de manera privada, dando lugar al comienzo del afianzamiento grupal de los evangélicos en Chile”.

Primeros establecimientos educativos protestantes
En este proceso fueron claves los presbiterianos, liderados por David Trumbull, misionero que arribó a Chile en 1845 y difundió la fe cristiana, a través de distintos instrumentos, entre los cuales se encontraban la formación de escuelas. Javier Castro reseñó esto en su artículo David Trumbull, entre masonería y protestantismo: la conformación del frente anticlerical en Chile a fines del siglo XIX:
...sus enseñanzas y luchas doctrinarias fueron creciendo en el ámbito público nacional. Esto no dejó sin cuidado a los Altos Prelados de la Iglesia Católica. Uno de los críticos más acérrimos de la obra trumbulliana fue el Arzobispo Rafael Valentín Valdivieso, con quien más de una vez existieron conflictos, como los que acontecieron cuando en 1847 se inauguró la Union Church (la primera iglesia evangélica establecida en Chile). En un Edicto Pastoral, Valdivieso recalcó que:
“Los disidentes habían cobrado audacia con nuestra moderación fundando colegios, medios de prensa y principalmente repartiendo propaganda que injuriaba a la Iglesia a través de las Sociedades Bíblicas. Se buscan los trabajos públicos o privados que forman reuniones de jornaleros y artesanos para hacer la distribución de los folletos, se persigue a las gentes del pueblo en su domicilio y hasta se nos ha asegurado que se ha pagado dinero porque reciban el funesto presente que se les brinda”.
Como deja al descubierto Valdivieso, la labor de Trumbull no solo se redujo a exponer sus comentarios por medio de los periódicos, sino que también insistió en la ayuda social y en la educación cristiana, especialmente con los niños abandonados de Valparaíso. Por lo mismo construyó el Sheltering Home, un hogar de menores, la Escuela Popular de Valparaíso y fue pieza clave para el establecimiento de la Sociedad Bíblica Chilena. Valdivieso respondía un tanto alarmado por la proliferación del protestantismo en el país, a la cual Trumbull estaba totalmente ligado:
“Pero la mala yerba, cuando no se la arranca de raíz, no tarda en reaparecer... Mr. Trumbull abría todos los domingos una capilla con el título de “Libre” en los altos de El Mercurio (emblemático periódico chileno), donde predicaba públicamente sus errores. Valiéndose de mujeres protestantes, trabajaba por atraer a los niños, para lo cual habían abierto una escuela que admitía internos, donde ponía en sus manos libros destinados a arrancarles la fe”.
Más allá de los interesantes desencuentros generados por la labor de Trumbull en los prelados de la Iglesia romana, un importante obispo católico de la época resaltó que la empresa misionera de Trumbull concibió a la educación y, en particular, a la escuela, como una parte fundamental. En otras palabras, para el misionero, religión y educación eran parte de una realidad inseparable.

Otro ejemplo de la iniciativa particular y privada de cada denominación protestante en Chile fue la realizada por los metodistas. Caracterizándose como un movimiento misionero, el metodismo arribó a Chile en la segunda mitad del siglo XIX con William Taylor, un ministro de culto estadounidense.
Ante el escaso apoyo de la oficialidad metodista norteamericana, Taylor decidió reunir recursos por su propia cuenta y envió grupos de misioneros a Chile con el fin de establecer métodos de evangelización y de recaudación económica para los fines misioneros, entre los cuales se encontraban las escuelas. Una de estas, entre otras, pervive hasta el día de hoy y es reconocida por su excelencia académica, aunque ya no es de propiedad de la Iglesia Metodista: el Santiago College (SC).
De hecho, la labor del SC sirvió para financiar la misión metodista en lugares de Chile en los que no se tenía acceso a las Escrituras en lengua vernácula o que no tenían conocimiento del cristianismo evangélico. El colegio sirvió para apoyar, por ejemplo, a misioneros como el católico converso al protestantismo, Juan Canut de Bon, famoso predicador que llevó el evangelio a Coquimbo, La Serena y a otros lugares de Chile. Gracias a él, como señalé en Juan Canut de Bon: un católico convertido al protestantismo que marcó a los evangélicos en Chile, estos son conocidos en el país con el apelativo de “canutos”.

El SC fue sostenido gracias al trabajo de los misioneros Ira La Fetra y Adelaide Whitefield, reclutados por Taylor. Su labor no estuvo exenta de dificultades e inestabilidad, tal como lo señaló Juan Sepúlveda:
…las únicas misiones legítimamente reconocidas por la Iglesia metodista eran aquellas enviadas por la Junta Misionera. En consecuencia, Taylor tuvo que reclutar sus misioneros y misioneras por su propia cuenta (…). Estos misioneros no tendrían ninguna posibilidad de ser ordenados por la Iglesia metodista mientras mantuvieran su autonomía respecto de la Junta Misionera.
Fue en estas condiciones que llegó la primera partida de misioneros y misioneras metodistas a Chile, confiando en el apoyo financiero de los comités que Taylor había establecido (…). Un primer problema fue que el dinero prometido para el viaje no llegó. Taylor, usando sus tradicionales métodos para movilizar recursos, reunió rápidamente una suma de dinero que solo alcanzó para que los hombres y mujeres que formaban este primer grupo viajaran como pasajeros de proa, en pésimas condiciones.
[Allí] venía Ira La Fetra, quien debido a sus dotes para la administración y el liderazgo fue designado como presidente de los misioneros en la Primera Conferencia de la Misión, celebrada en Santiago el 22 de enero de 1880. En 1885 llegó a ser agente general de las misiones de Taylor en la costa occidental de América del Sur. Inicialmente llegó a Valparaíso, haciéndose cargo del trabajo de capellanía con marineros que había comenzado Trumbull. Pero pronto se trasladó a Santiago, donde inició cultos unidos en inglés y, junto a Fletcher Humphrey (que había tenido que abandonar Tacna debido a la Guerra del Pacífico), un colegio de niños. En 1882, La Fetra se casó con Adelaide Whitefield, quien había sido enviada por Taylor para iniciar una escuela de niñas adjunta a la anterior, la cual daría origen al conocido Santiago College, dirigido por los esposos La Fetra hasta 1906.
Dejando aparte que en la actualidad el SC no es un colegio de orientación religiosa “metodista”, cabe mencionar que este sí reconoce el aporte realizado por sus fundadores:
La apertura del colegio (…) se produjo en plena Guerra del Pacífico. A mediados de 1880 se arrendó una casa en la calle Vergara No. 17, por mil pesos al año. Esta construcción de tres pisos, con espacios jardines y patios de juegos, fue el origen del SC, un colegio fundado por misioneros metodistas norteamericanos y caracterizado por una educación de vanguardia. Los principios que guiaron a los fundadores fueron: “todo sistema de educación debe desarrollarse y ejercitar las naturalezas físicas, intelectuales y morales, con el fin de preparar a la juventud para importantes responsabilidades de vida como ciudadanos de Estado, como miembros de las comunidades sociales, políticas y comerciales, de la familia y del hogar, y como sinceros adoradores de Dios”.
(...) A pesar de todo el esfuerzo realizado por Ira Haynes La Fetra, el colegio comenzó las clases con solo siete alumnas, en su mayoría hijas de extranjeros y escandalizó a la sociedad santiaguina con sus clases de gimnasia femenina. Desde su comienzo SC fue absolutamente bilingüe. Otra innovación que causó revuelo fue el kindergarten, implementado por primera vez en el país. Los primeros años fueron difíciles. Los profesores escaseaban, las familias tradicionales de la época consideraban una amenaza la tolerancia religiosa del SC, mantener el edificio era muy costoso y éste tampoco contaba con las condiciones necesarias para instalar el anhelado internado. Tras un gran esfuerzo de los fundadores, en 1882 el colegio contó con un significativo aumento en la cantidad de alumnas y fue necesario trasladarse a un edificio más grande, en el número 219 de la Alameda de las Delicias.

Conclusiones
Aunque no se han abordado aquí todos los aportes a la educación en la incipiente llegada del cristianismo protestante a Chile, hemos destacado algunos de sus hitos. El trabajo docente efectuado con excelencia, la fundación de escuelas con un propósito que trasciende a ellas mismas, el reconocimiento a un derecho tan importante como el de los padres en la educación de sus hijos, son algunos de los elementos que se hicieron presentes en tiempos diametralmente distintos a los actuales, pero que brindan respuestas contingentes a las interrogantes de los cristianos y de los seguidores de otras religiones, tanto de hoy como del futuro.
La educación fue fundamental para el reformador que se dispuso a trabajar en el campo misionero, aun cuando este le fuera adverso, como ocurrió en el Chile del siglo XIX. Probablemente, la adversidad le importó poco, pues, como dijo Lutero, la educación es “superada solamente por la Iglesia en importancia”.
Bibliografía citada:
David Trumbull, entre masonería y protestantismo: la conformación del frente anticlerical en Chile a fines del siglo XIX | Javier Castro (2013).
Law and Revolution, II. The impact of the Protestant Reformations on the Western Legal Tradition, p. 185 | Harold J. Berman (2003).
Los evangélicos en Chile: una lectura sociológica, p. 17, 18. | Arturo Chacón y Humberto Lagos (1987).
Herejía en Chile. Evangélicos y protestantes desde la colonia hasta 1925 | Humberto Lagos (2010).
Una aproximación analítica a la relevancia histórica del hecho religioso examinado desde ámbitos de la Historia del Derecho, p. 20, 21. | Humberto Lagos (2014).
De peregrinos a ciudadanos. Breve historia del cristianismo evangélico en Chile, p. 42, 43, 74, 75. | Juan Sepúlveda (1999).
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