Anne van der Bijl, un evangélico holandés conocido por los cristianos a nivel mundial como el Hermano Andrés, el hombre que llevó Biblias de contrabando a varios países comunistas falleció este 27 de septiembre a la edad de 94 años.
“El contrabandista de Dios”
El Hermano Andrés se convirtió en una persona muy conocida y es recordado también como el “contrabandista de Dios” cuando su recuento en primera persona de sus aventuras misioneras, deslizándose entre los guardias de frontera con Biblias escondidas en su Beetle Volskwagen azul, fue publicado en 1967: El contrabandista de Dios fue escrito con los periodistas evangélicos John y Elizabeth Sherril y fue publicado por Van der Bijl con el seudónimo de Hermano Andrés. El libro vendió más de 10 millones de copias y fue traducido a 35 idiomas.
La obra inspiró a muchos otros misioneros contrabandistas, proveyó financiación al ministerio del Hermano Andrés, hoy conocido como Open Doors (Puertas Abiertas), y atrajó la atención de los evangélicos al sufrimiento de los creyentes en las naciones donde la práctica y la fe cristiana se encuentra prohibida. El Hermano Andrés protestó por el hecho de que muchas personas no se daban cuenta de esta realidad y perdían de vista lo esencial del asunto cuando lo convirtieron a él mismo en una figura heroica y extraordinaria. Para el Hermano Andrés, el centro de la historia no era él mismo ni los contrabandistas de Biblias, el centro de la historia eran las millones de personas que no podían tener acceso a una copia de las Escrituras en su idioma y que además no podían practicar su fe abiertamente.
“No soy un hombre evangélico de hazañas”, dijo él. “Simplemente soy un tipo ordinario. Lo que yo he hecho es algo que puede haber hecho cualquiera”.
Nadie sabe a ciencia cierta cuántas Biblias llevó el Hermano Andrés a Polonia, Checoslovaquia, Yugoslavia, Alemania Oriental, Bulgaria y otras naciones del bloque soviético en la década que precedió al éxito del libro El Contrabandista de Dios, una acogida que lo forzó a convertirse en la figura principal y en el primer financiador de Open Doors. Las estimaciones señalan que pueden haber sido millones de Biblias. Una broma holandesa popular a finales de los sesenta decía: “¿Qué será lo primero que encuentren los rusos si ellos llegan primero a la Luna: Al Hermano Andrés con una gran carga de Biblias”.
El Hermano Andrés, por su parte, no mantenía un registro exacto, y tampoco es que pensara que tener el número exacto fuera algo importante.
“No me importan las estadísticas”, dijo él en una entrevista del 2005. “Nosotros no contamos… pero Dios es un contador perfecto. Él sabe la respuesta”.
La vida del Hermano Andrés antes de su encuentro con el Señor
El Hermano Andrés nació en los Países Bajos en 1928, era el hijo de un herrero pobre y de una madre discapacitada. Tenía tan solo 12 años cuando el ejército alemán invadió al país neutral en la Segunda Guerra Mundial, y pasó el tiempo de la ocupación, como él le contó a John y Elizabeth Sherril, escondiéndose en zanjas para evitar ser llamado a presentarse para el servicio militar ante los soldados nazis. Cuando la hambruna golpeó a Países Bajos en 1944, el Hermano Andrés, así como muchas otras personas holandesas, comió bulbos de tulipanes para sobrevivir.
Después de la guerra, el Hermano Andrés se unió al ejército holandés y fue enviado a Indonesia como parte de una fuerza colonial para intentar contrarrestar la lucha de los indonesios por la independencia. Se encontraba emocionado acerca de la aventura hasta que los disparos comenzaron y llegó a matar a varias personas. Según sus propias memorias, estuvo involucrado en la masacre de una villa de Indonesia, en la que los soldados mataron indiscriminadamente a todos los que vivían allí.
Él quedó horrorizado al ver que una joven madre y un niño de pecho fueron asesinados por la misma bala. A partir de entonces, comenzó a llevar un sombrero grande de paja mientras andaba por la selva, esperando que algún otro soldado lo matara.
Finalmente le dispararon en un talón y durante su convalecencia comenzó a leer una Biblia que su madre le había dado. Después de su regreso a Países Bajos, comenzó a ir compulsivamente a la iglesia, y para principios de los años cincuenta, se rindió a sí mismo ante el Señor.
“No había mucha fe en mis oraciones”, dijo el Hermano Andrés. “Yo solo decía, ‘Señor, si tú me muestras el camino, yo te seguiré. Amén’”.
Compromiso con la evangelización
El Hermano Andrés comprometió su vida entera al ministerio de la evangelización y se fue a Escocia para estudiar en la Escuela de La Cruzada Misionera de la Evangelización Mundial en 1953. Hablando con el medio de noticias Christianity Today en 2013, él recordaba una lección crítica de un funcionario del Ejército de Salvación que estaba enseñando acerca del evangelismo en las calles. El funcionario le había dicho que la mayoría de los aspirantes a evangelistas renunciarían pronto, dado que el Espíritu Santo había solo preparado el corazón de una persona entre 1 000.
“Instantáneamente mi corazón se disgustó. Me dije a mí mismo ‘Qué desperdicio’”, recuerda el Hermano Andrés. “¿Por qué ir y gastar energía en 999 personas que no van a responder al llamado de Dios? El Señor lo sabe y el diablo lo sabe, y él se ríe porque después de las primeras mil personas, yo renuncio en medio de la desesperación”.
A partir de allí, él se determinó en pedirle a Dios que lo guiará a una persona que estuviera lista para escuchar el evangelio. En vez de gastar su tiempo calculando y haciendo estrategias, él simplemente seguiría la guía del Espíritu Santo.
Poco tiempo después, sintió que Dios le hablaba por medio de Apocalipsis 3:2: “¡Despierta! Fortalece lo que permanece, pero que ya está a punto de morir”. El Hermano Andrés entendió que era su llamado a apoyar a la iglesia en los países controlados por regímenes comunistas. En 1955, tomó un tour controlado por el gobierno en Polonia, pero se alejó del grupo oficial de turistas para visitar a los grupos de creyentes que se encontraban en la clandestinidad. En un segundo viaje a Checoslovaquia, pudo ver que las iglesias de las naciones comunistas necesitaban urgentemente Biblias.
“Le prometí a Dios que tan pronto como una Biblia cayera en mis manos, yo la llevaría a estos hijos suyos que se encontraban detrás de los muros políticos que el hombre había construido”, recordó tiempo después el Hermano Andrés. “A cada país donde Dios abriera una puerta, que fuera lo suficientemente grande para mí, yo iría llevando el evangelio”.
En 1957, hizo su primer viaje de contrabando a la frontera de un país comunista, entrando a Yugoslavia con tratados evangelísticos, y porciones de Biblias escondidas en su Volkswagen. Cuando veía que los guardias revisaban su auto, él oraba la que él recuerda sería después denominada como la “Oración del contrabandista”.
La oración del contrabandista reza de la siguiente manera:
“Señor, en mi equipaje tengo la Escritura que yo quiero llevar a tus hijos que están más allá de esta frontera. Cuando tú estabas en la tierra, tú hiciste que los ciegos vieran. Ahora, Yo oro, para que hagas que los ojos de los que ven sean ciegos. No dejes que los guardias vean estas cosas que tú no quieres que vean”.
El Hermano Andrés continuó después de sus viajes iniciales en Yugoslavia con más rutas y eventualmente llevó Biblias de contrabando a la Unión Soviética. Él reclutó a otros cristianos para que lo ayudaran, y ellos desarrollaron estrategias para evitar llamar la atención de los guardias de frontera y de la policía secreta. Algunas veces los contrabandistas viajaban en parejas, disfrazados como recién casados que iban de luna de miel. En otras ocasiones usaban puestos de frontera apartados. Experimentaron con diversas formas de llevar y esconder las Escrituras en sus pequeños y discretos automóviles. Siempre se dejarían guiar por el Espíritu Santo, y nadie nunca resultaría arrestado.
El contrabando de Biblias fue criticado por un número de organizaciones cristianas, incluyendo la Alianza Mundial Bautista, la Junta de Misiones Extranjeras de la Convención Bautista del Sur, y por la Sociedad Bíblica Americana. Ellos consideraban que esto era peligroso, especialmente para los cristianos que vivían en las naciones comunistas, y que al mismo tiempo era algo poco efectivo. Las historias sensacionalistas acerca de las misiones eran buenas para la recolección de dinero, alegaban los críticos, pero más allá de eso no lograban mucho.
Una historia sobre el contrabando de Biblias en un país comunista
Una de las historias más recordadas del Hermano Andrés relata un incidente riesgoso a principios de su ministerio. En esa ocasión, el Hermano Andrés se aproximó a la frontera rumana en su automóvil, el cual estaba lleno de Biblias ilegales.
Él solo esperaba que los guardias fronterizos hicieran su trabajo rápido y no prestaran demasiada atención, lo cual le permitiría a él pasar sin ser detectado.
Pero mientras esperaba que esto sucediera, los guardias hicieron que un auto se detuviera en el frente de una línea de más coches que esperaban, entre ellos el suyo. Él veía, con anticipación, como los propietarios del vehículo fueron forzados a remover todos los contenidos del auto y dejarlos en el suelo para una inspección.
Cada coche que siguió recibió el mismo trato, con la inspección del cuarto automóvil durando más tiempo. El guardia se tomó una hora completa para revisarlo, incluyendo la remoción de la cajuela, el sacar el motor aparte, e incluso remover los asientos.
“Amado Dios”, recuerda haber dicho él, “¿qué se supone que haga ahora?”.
Al tiempo que él oraba, una idea audaz se le vino a la mente. “Yo sé que ningún monto de inteligencia de mi parte puede hacer que evada esta inspección de frontera. ¿Me atreveré a pedir un milagro? Déjame tomar algunas Biblias y ponerlas afuera, dejándolas libres y donde ellos puedan verlas”.
El poner las Biblias fuera era algo que verdaderamente dejaría la situación dependiendo completamente de Dios, en vez de en su propia inteligencia, pensó él. De modo que cuando los guardias se aproximaron para inspeccionar su auto, él simplemente hizo esto: “Les pasé mis papeles y comencé a salir del auto. Pero mi rodilla estaba contra la puerta, manteniéndola cerrada”.
Y entonces, algo casi increíble sucedió.
El guardia miró el pasaporte del Hermano Andrés y abruptamente se lo entregó de nuevo. “Seguramente no habrían pasado ni treinta segundos”, recordaba.
Recuerda que él encendió el motor y comenzó a alejarse, todo mientras se preguntaba si lo harían bajar de nuevo y si el auto sería llevado aparte para ser examinado. “Me recosté hacia adelante, mi pie estaba colocado justo encima del freno. Nada sucedió. Miré en el espejo retrovisor. El guardia estaba haciéndole señales a otro auto para que se detuviera, indicando al conductor que debía salir del vehículo”.
Dios había dejado libre el camino del Hermano Andrés para el contrabando de Biblias a los cristianos que no tenían acceso a la palabra de Dios.
Impacto mundial
Los historiadores de la Segunda Guerra Mundial han debatido acerca del impacto del contrabando de Biblias en las naciones comunistas. Francis D. Raska escribió que fue “probablemente significativo”, pero la evidencia de sus ventajas es escasa y vacilante, así como propensa a la exageración personal y al engrandecimiento”. Hay al menos algo de evidencia de que la KGB mantuvo registros sobre la actividad del Hermano Andrés y podría haber tenido a algunos informantes activos dentro de su red, de acuerdo con Raska.
El trabajo del Hermano Andrés tuvo lugar a lo largo de varias décadas y locaciones geográficas. Y su famoso incidente en la frontera rumana se convirtió en una de sus más certeras llamadas a la acción para que otros cristianos lo apoyaran.
La vida del Hermano Andrés después de su carrera como contrabandista de Biblias
Después del éxito de El Contrabandista de Dios, el Hermano Andrés dejó el contrabando de Biblias a otros cristianos menos famosos. Cambió su punto de enfoque hacia el financiamiento de Open Doors y a las oportunidades para el ministerio evangelístico en las naciones musulmanas. Cuando Estados Unidos invadió Afganistán en 2001 e Iraq en 2003, se convirtió en un crítico abierto del apoyo de los evangélicos estadounidenses a la denominada “Guerra contra el terror”. Los cristianos, decía él, podrían solamente colocar su confianza en las intervenciones militares si ellos renunciaban a su fe en las misiones.
Cuando hablaba a las audiencias estadounidenses a principios de los 2 000, el Hermano Andrés regularmente le preguntaba a los cristianos si ellos oraban por Bin Laden, el líder de Al-Qaeda. Cuando las fuerzas estadounidenses mataron a Bin Laden en 2011, él expresó tristeza.
“Yo creo que todas las personas son alcanzables con el evangelio. Las personas no son nunca el enemigo, solamente el Diablo”, dijo el Hermano Andrés. “Bin laden estaba en mi lista de oraciones. Yo quería reunirme con él. Quería decirle quién era el jefe real en el mundo”.
Al momento de su muerte, el ministerio que el Hermano Andrés había creado estaba ayudando a los cristianos en más de 60 países. Open Doors distribuye 300 000 Biblias y 1.5 millones de libros cristianos, materiales de entrenamiento, y manuales de discipulado cada año. La organización también provee ayuda humanitaria de emergencia, ayuda para el desarrollo comunitario y consejería para el trauma en las regiones más vulnerables del mundo al tiempo que aboga por los cristianos perseguidos alrededor del planeta.
Cuando se le preguntó si él tenía algún arrepentimiento o algo que lamentar en su vida de trabajo, dijo. “Si pudiera vivir mi vida de nuevo, yo sería un poco más radical”.
Un héroe para recordar e imitar
Pero más allá de los cruces de frontera y sus renombrados libros, lo que hace al Hermano Andrés tan inspirador para muchos, no son las partes extraordinarias de su historia. Muchos, en vez de ellos, se han movido por lo opuesto.
Muchas personas se pueden identificar con él porque lo ven como alguien cercano. Su naturaleza identificable es, de hecho, la razón por la cual es conocido como el Hermano Andrés, en primer lugar. En su historia de vida de viajes alrededor del mundo, él se convirtió en el “hermano de todos” porque vivía como un hermano para todos los que siguen a Cristo.
Como resultado, hoy muchos de nosotros vemos algunos pedazos de la vida del Hermano Andrés, su valentía y visión, sus riesgos y preocupaciones en nuestras historias también. Y al leer acerca de él podemos sentirnos felices de que Dios haya usado a un hombre ordinario como el Hermano Andrés. Porque su historia sugiere que Dios puede usar a personas ordinarias como nosotros, de formas extraordinarias.
“Si el Hermano Andrés le hablara a cada uno de nosotros”, señala el equipo de Open Doors, la organización que él ayudó a crear, “él nos animaría a seguir estas mismas líneas de acción. Él podría decirnos de la misma forma en que dijo a muchos: ‘La Biblia está llena de personas ordinarias que fueron a lugares imposibles y que hicieron cosas maravillosas simplemente porque ellas decidieron seguir a Jesús’”.
“El llamado real”, cómo él lo dijo, “no es a cierta carrera, o a cierto lugar, sino a la obediencia a Dios en las acciones de cada día. Y ese llamado es extendido a cada cristiano, no solo a unos pocos selectos”.
Quizás, de modo no sorprendente, muchas personas ordinarias han sido inspiradas por el Hermano Andrés para encontrar maneras de apoyar a los cristianos perseguidos en todo el mundo. Gracias, en parte, a sus contribuciones, Open Doors se ha expandido a muchos lugares del planeta.
Hoy, Open Doors tiene bases y personal en todo el mundo que trabajan para apoyar a los cristianos perseguidos en más de 60 países. Estas personas, junto con sus socios y los donantes de la organización, todavía pasan Biblias de contrabando en regiones que son hostiles a la fe cristiana. Pero, más allá de eso, ellos llevan el legado del Hermano Andrés, su fe, hacia el futuro en las décadas y los años que están por venir.
Open Doors es el movimiento que el Hermano Andrés inspiró. Y todos aquellos que forman parte de él, como el propio fundador, le dan la bienvenida y la ayuda necesaria a cualquiera que siga a Cristo.
Respecto al trabajo y el legado del Hermano Andrés, Open Doors señala: “Esperamos que todos los cristianos puedan unirse a nosotros para ser los hermanos Andrew de esta generación”.
Sobre Open Doors, la organización creada por el Hermano Andrés
Open Doors, en español Puertas Abiertas, es una organización cristiana no denominacional que apoya a los cristianos perseguidos en más de 60 países donde el cristianismo sufre opresión, rechazo legal y social. Además la organización está comprometida con la distribución de Biblias y literatura cristiana, material de audio y video, y de formación. Los objetivos declarados de Open Doors son generar una mayor concientización sobre la persecución, movilizar cadenas de oración, brindar apoyo material y crear una red de colaboración para los cristianos alrededor del mundo.
La sede central de Open Doors se encuentra en Harderwijk, Países Bajos. Además de esto, la organización es parte de las Agencias del Foro Bíblico Internacional.
A partir de 1981, Open Doors ya había logrado distribuir más de un millón de Biblias de contrabando, solo en idioma chino.
En 1988, Open Doors aprovechó las políticas de la Glasnost impulsadas por Mijaíl Gorbachov para entregar un millón de Biblias en ruso a la iglesia católica ortodoxa rusa, un proyecto que costó cerca de 2.5 millones de dólares. La organización se asoció en ese entonces con Las Sociedades Bíblicas Unidas para lograr su misión en poco más de un año.
En 2010, cerca de medio millón de personas firmaron una declaración de Open Doors sobre el Derecho Internacional de creencia, diciendo sí a la libertad de religión y no a la difamación de la ONU a las decisiones religiosas. La petición se presentó en la sede de las Naciones Unidas en Nueva York el lunes 6 de diciembre del 2010.
En 2020, Open Doors ya tenía 20 oficinas en todo el mundo.
Con información de Christianity Today y Open Doors.