El gnosticismo fue un movimiento religioso y filosófico muy diverso que se desarrolló a la par del cristianismo de los siglos II y III. De hecho, ambos llegaron a relacionarse tanto que terminó forjándose un “gnosticismo cristiano”: había iglesias, escuelas, maestros, e incluso podemos hablar de una teología gnóstica. En este artículo nos centraremos en la naturaleza de este movimiento y en algunos de sus temas centrales.
El lugar del gnosticismo en la historia
El gnosticismo no fue una religión o filosofía homogénea, más bien englobó una diversidad de corrientes que difieren entre sí. En otras palabras, no existe una sola manifestación de este movimiento. Tampoco se le debe tomar como un fenómeno que surgió en un solo lugar o que recibió una sola influencia. En realidad provino de diversos sectores, tanto geográficos como religiosos e intelectuales. Es por eso que para la pregunta “¿de dónde surge el gnosticismo?” no ha habido una respuesta única. Sin embargo, es cierto que el contexto en el que tuvo su mayor desenvolvimiento fue en el cristianismo de los siglos II y III.
El historiador Karl Suso Frank, en una transcripción no oficial de sus clases sobre la Iglesia antigua, compara el gnosticismo con un parásito:
Es una construcción de pensamiento que aparentemente no puede sostenerse por sí sola. Se adhiere a las ideas existentes y forma una conexión con ellas. Como se acaba de mencionar, también existe una gnosis judía, por ejemplo. La gnosis necesita, pues, un sustrato en torno al cual desarrollar sus especulaciones.

Por tanto, este movimiento sólo llega a existir a partir de su asimilación y recepción de elementos de otras culturas y formas de pensamiento. Adicional a esto, y como algunos ya lo han escrito, la naturaleza del gnosticismo se puede definir como la forma más grande y amplia de sincretismo religioso, porque en su base se encuentran principios del misticismo oriental, de la filosofía griega, del judaísmo tardío, de las ideas del Filón, de la cábala y del cristianismo primitivo.
El conocimiento: centro de la doctrina gnóstica
El conocimiento es un elemento fundacional compartido por las grandes religiones orientales. Una es la idea que se tiene de él en las tradiciones del judaísmo, otra en el cristianismo, otra es la que se dio dentro de los misterios de la religión egipcia, persa o en la filosofía griega. Entonces, ¿qué distinguía el principio del conocimiento o gnosis dentro de las diversas sectas gnósticas?

La Conferencia de Mesina de 1966 proporcionó un gran avance para los estudios del gnosticismo. Por ejemplo, allí se marcó la distinción entre “gnosis” y “gnosticismo”. Con el primer término se hace referencia al conocimiento de misterios divinos que están reservados para una élite. En cambio, con el segundo se habla de un grupo diverso de sistemas enmarcados en el siglo II. Con esta diferenciación se podía dar el paso para definir el contenido y la estructura del conocimiento o gnosis característico de este movimiento.
¿Cuáles eran los detalles del conocimiento gnóstico del siglo II? En la Conferencia de Mesina se dijo lo siguiente:
El gnosticismo de las sectas del siglo II implica una serie coherente de características que pueden resumirse en la siguiente formulación: hay en el hombre una centella divina procedente del mundo superior, caída en este mundo sometido al destino, al nacimiento y a la muerte; esta centella debe ser despertada por la contraparte divina de su yo interior para ser, finalmente, reintegrada a su orígen.

Así entonces, el gnosticismo trata con elementos sumamente diversos en su comprensión del conocimiento. En la conferencia también se afirmó que “El tipo de gnosis que implica el gnosticismo está condicionado por un cierto número de fundamentos ontológicos, teológicos y antropológicos”. Sin embargo, estos fundamentos se pueden encontrar también en el contenido del conocimiento de otras creencias religiosas, como el judaísmo y el cristianismo. Por esto, el énfasis que hace el gnosticismo sobre estos temas lo convierte en una comprensión especial de conocimiento.
Así pues, ¿qué acentúa el gnosticismo? La idea del espíritu que, como una chispa o centella divina, debe ser despertado para que sea liberado de la carne, del mundo y se vuelva a unir al “Dios verdadero”. Esto es lo distintivo y lo que también da forma a toda su comprensión de la realidad. Pero, ¿cuáles son las bases de este conocimiento gnóstico?
Bases del sistema gnóstico
En su gran libro La religión gnóstica: El mensaje del Dios extraño y los comienzos del cristianismo —que originalmente fue publicado en 1958—, el filósofo alemán Hans Jonas desarrolló sistemáticamente los principales contenidos de la comprensión gnóstica señalando cinco temas centrales: la teología, la cosmología, la antropología, la escatología y la salvación.
Teología
Respecto a este tema, la característica distintiva es el dualismo, es decir, el principio por el cual la relación entre Dios y el mundo se define por una antítesis. La realidad divina para el pensamiento gnóstico es, según Jonas, “absolutamente transmundana; su naturaleza es distinta a la del universo”. Pero, a pesar de distinguir entre lo divino y lo mundano, cabe preguntarse por la interacción de lo divino en el plano de lo creado. Es aquí donde el gnosticismo cierra esa posibilidad, pues entiende que no hay una relación de creación ni de gobierno entre Dios y el mundo o la humanidad.

Al contrario, todo lo diferente a Dios no es simplemente algo distinto a él, sino más bien lo contrario, su antítesis. De hecho, la relación entre ambos principios se entiende como dos reinos, uno de la luz (el divino) y otro de oscuridad (el mundo); ambos son mutuamente excluyentes e irreconciliables. En este punto, las convicciones judías y cristianas tendrían una visión distinta, porque Dios no solo interviene en la vida de los hombres, sino que también toma parte en situaciones del mundo, trayéndole a este algo de lo sobrenatural, del plano de lo divino. Para la religión judía o cristiana la creación no es mala en su origen y, aunque efectivamente es diferente a Dios, no impide la revelación y la comunicación entre lo divino y lo humano.
Entonces, ya que es evidente que lo creado tiene un comienzo, ¿de dónde proviene? Para el gnosticismo, el mundo es obra de poderes inferiores a Dios que incluso “podrían descender mediatamente de Él”, como dice Jonas. Sin embargo, ellos “no conocen al Dios verdadero y obstaculizan su conocimiento en el cosmos, por el cual gobiernan”.
Estos poderes, también llamados arcontes, no son Dios ni pertenecen a su “reino de la luz”, y tienen un papel crucial en el cosmos porque crean el universo de tal forma que cierran la posibilidad de conocer al Dios verdadero o de interaccionar con él. En otras palabras, mantienen a los hombres en ignorancia y oscuridad debido a su acción creadora del “reino de las tinieblas”, es decir, el mundo, lo natural y la carne.

Cosmología
Con respecto a la cosmología, Jonas dice que el gnosticismo interpretó el mundo y el universo “como una vasta prisión cuya celda más profunda era la Tierra, el escenario en el que se desarrolla la vida del hombre”. A diferencia de la visión cosmológica del judaísmo y el cristianismo, el gnosticismo entiende el mundo en términos negativos; todo lo que hay en él es tan malo que se le puede asemejar con una celda que solo esclaviza la vida humana y la separa de lo divino. Este punto es importante para la visión gnóstica porque lo creado aprisiona y a la vez aleja.
Todo este sistema cosmológico fue diseñado para establecer la separación entre lo divino y lo creado. Jonas señala las diferentes “esferas cósmicas” del gnosticismo que rodeaban el mundo. Fuera de él, se encontraba toda una serie de barreras y de otros planetas con sus propias esferas que tenían un mismo fin: separar al hombre del reino de la luz “no sólo en términos de distancia espacial, sino a través de una activa fuerza demoníaca”. Así, Jonas concluye que “la vastedad y la multiplicidad del sistema cósmico expresan el grado de separación entre Dios y el hombre”.
Pero entonces, ¿cómo viven los hombres en este mundo separado de lo divino? Los arcontes o gobernantes son quienes rigen la vida dentro de la gran prisión que es el mundo. Jonas afirma que gobiernan por medio de leyes tiránicas que someten a los hombres y al mundo física y psíquicamente.
El último aspecto de la ley de los arcontes es interesante porque incluye a la Ley Mosaica. El gnosticismo ve la Ley del Antiguo Testamento como un sistema de esclavitud, pero no en el mismo sentido en que lo entendía Pablo. Para los gnósticos, la Ley revela principios naturales o propios del reino de la oscuridad que convierten a los hombres en esclavos y que, finalmente, les presentan a un dios malvado. Así, la existencia de los hombres se desarrolla en el mundo por medio de una penosa esclavitud a principios morales, civiles y psíquicos que los degradan y alejan del plano de lo divino.

Antropología
La visión antropológica del gnosticismo está al servicio de lo que ya hemos mencionado. El hombre es una figura dual —está compuesto de un principio mundano y de uno no mundano—, y su compleja estructura consiste de carne, alma y espíritu. En cuanto a su orígen, el cuerpo y el alma fueron creados por los arcontes o gobernantes del universo. Ellos modelaron el cuerpo humano, lo dotaron de forma y le proporcionaron diversas pasiones. En síntesis, toda su configuración hace que se le conciba como un ser del mundo que pertenece a la materia.
Sin embargo, con el espíritu la historia es diferente. Pertenece al reino de la luz, es una chispa de origen divino, una sustancia del Dios Verdadero. En sí misma, esta chispa o espíritu contiene la bondad y perfección, pues es parte de la naturaleza de Dios. Sin embargo, desde que cayó al mundo se ha sometido a una nueva existencia fuera del reino de la luz, subsistiendo en un cuerpo y un alma que no vienen del Dios Verdadero, sino que son producto de la intervención maliciosa de los arcontes. Por eso, el espíritu se encuentra preso dentro del cuerpo humano.

Aquí nos preguntamos cómo vive el espíritu o la chispa divina dentro de la cárcel del cuerpo y el alma. La respuesta gnóstica no es muy difícil de adivinar: el espíritu, al estar encerrado y atrapado como en una prisión sin salida y sometido así a toda limitación y degradación dentro del mundo, vive en un estado de ignorancia. Como escribe A. Stephan Hoeller, investigador y obispo gnóstico, “los seres humanos se encuentran atrapados en un dilema que consiste en la existencia física combinada con la ignorancia de sus verdaderos orígenes, su naturaleza esencial y su destino final. Para liberarse de este dilema, los seres humanos necesitan ayuda, aunque también deben contribuir con sus propios esfuerzos”.
Si bien el espíritu o la chispa divina tiene una comprensión adecuada de su naturaleza e identidad, su conocimiento se ve obstaculizado al entrar en contacto con el cuerpo humano. Es como si perdiera esa identidad. Sobre esto, Hans Jonas afirma: “el pneuma [espíritu] así inmerso en el alma y en la carne no es consciente de sí mismo, y vive entumecido, dormido o intoxicado por el veneno del mundo”. Entonces, ¿qué esperanza tiene el espíritu? ¡Liberarse de la cárcel del cuerpo y así volver a su verdadera patria! Pero esta esperanza gnóstica genera otra pregunta sumamente importante: ¿cómo puede el espíritu ser despertado de su estado de inconsciencia para lograr la redención? Aquí toman lugar la escatología y la soteriología gnóstica.
Escatología y salvación
Al igual que otras creencias religiosas, la escatología tiene un lugar central en el sistema del gnosticismo y sobre todo en su comprensión de la salvación. Por eso veremos ambos conceptos de forma paralela. El conocimiento gnóstico aguardaba una esperanza de liberación. De acuerdo con Jonas, el propósito de esta escatología es:
…la liberación del ‘hombre interior’ de las ataduras del mundo y su regreso al nativo reino de la luz. La condición necesaria para lograrlo es que el hombre conozca al Dios transmundano y a sí mismo, es decir, su origen divino y su situación presente, y, en consecuencia, a la naturaleza del mundo que determina esta situación.

El espíritu o chispa divina se encuentra en una lucha para lograr su liberación y la salvación gnóstica aspira a que el espíritu sea libre de todo lo mundano para que retorne a donde pertenecía, al reino de la luz. Dicho de otra manera, el fin es que vuelva a unirse al Dios Verdadero, de donde salió, para ser una plenitud en él. Ahora podemos hacernos la pregunta anteriormente planteada: ¿cómo puede el espíritu ser despertado para lograr la salvación? La palabra y respuesta fundamental es “conocimiento”.
Si el espíritu ha perdido el conocimiento de sí, entonces debe volver a retomarlo por medio de la gnosis para salvarse, pero este solamente puede ser revelado. Para el gnosticismo, los espíritus no pueden adquirir el conocimiento salvador a partir del mundo o de sí mismos porque es extramundano y solo puede venir del Dios Verdadero.
No es una exageración decir que en el gnosticismo los espíritus se salvan mediante el conocimiento, estos necesitan recuperar el conocimiento sobre su identidad, naturaleza y misión; deben volver a estar conscientes de su orígen divino. Por tanto, tiene que haber una revelación. ¿Qué necesita el hombre? ¡Conocimiento salvador! Valentín, un maestro gnóstico del siglo II lo dijo muy bien: “no es sólo la inmersión bautismal lo que salva sino el conocimiento: quiénes éramos, qué hemos devenido; dónde estábamos, dónde hemos sido arrojados; hacia dónde nos apresuramos, de dónde somos redimidos; qué es la generación”.
En una de sus obras, el historiador y teólogo católico Karl Suso Frank cita un texto gnóstico en el que se aprecia el mismo principio: “Levántate, levántate de tu sueño y escucha las palabras. Recuerda que eres hijo de un rey. Mira a quién sirves”. Esto nos da una idea sobre el lugar del conocimiento (la gnosis) en la redención gnóstica. El proceso de la salvación inicia cuando el espíritu gnóstico recibe el toque divino del conocimiento que logra encender su consciencia, dándole luz sobre quién es, de dónde viene y hacia dónde se debe dirigir.

Pero, ¿cómo recibe este conocimiento? Si el Dios Verdadero del reino de la luz no puede descender al mundo e interactuar directamente con la materia y los espíritus humanizados, entonces, ¿cómo se puede llevar el conocimiento salvador desde el reino de la luz al de las tinieblas? Aquí el gnosticismo introduce la mediación de ciertas emanaciones del Dios Verdadero que inician una misión salvadora al ser enviadas al mundo. Estos espíritus puros, que no han caído y tienen la revelación de la gnosis, vienen a rescatar a los que se encuentran atrapados en el mundo de la oscuridad y la materia. Jonas dice que este redentor gnóstico “es un mensajero del mundo de la luz que penetra las barreras de las esferas, burla a los arcontes, despierta al espíritu de su sopor terrenal y le imparte el conocimiento salvador desde el exterior”.
¿Quiénes son estos mediadores? Aunque la literatura gnóstica cristiana menciona a varios, incluidos algunos personajes del Antiguo Testamento, el redentor principal es Jesús, el enviado por Dios para salvar a los espíritus. Un texto gnóstico, citado por W. Hormann en una de sus publicaciones, crea un diálogo entre Dios-Padre y Jesús:
Jesús dijo: ¡Mira, Padre! [Él es una] presa del mal, vaga por la tierra, y sin embargo fue formada por tu aliento; él trata de huir del amargo caos, y sin embargo no sabe cómo salir. Por eso, envíame a mí, Padre… descenderé… haré que todos se abran a tu conocimiento. Quiero mostrar todas las cosas divinas.
Sin embargo, este Jesús es muy diferente al narrado en los Evangelios canónicos y la comprensión gnóstica de Él causó un gran problema entre los primeros cristianos. ¿Qué le interesaba al gnosticismo sobre Cristo? Como lo demuestran los textos bíblicos y gnósticos, solo Su vida y mensaje, no Su pasión y resurrección.
Proceso de la redención
Espíritu despertado
El Salvador gnóstico viene a impartir el conocimiento que puede encender la chispa divina. Cuando ésta oye sus enseñanzas, se despierta y puede comenzar a luchar a través de un largo camino que lo llevará a la liberación final. De acuerdo al gnosticismo, Jesús vino a enseñar la revelación del Dios Verdadero, dando el conocimiento sobre el camino que debe seguir el espíritu que ya ha sido despertado. El espíritu recibe esta gnosis salvadora de forma muy sencilla: simplemente escuchando. Como dijo el padre de la Iglesia Hipólito de Roma, quien se enfrentó al gnosticismo: “en materia de gnosis, se aprende en cuanto se escucha”.

El contenido de este conocimiento no es como el que se presenta en el Nuevo Testamento. Aquí la salvación es necesaria para salir de la ignorancia que producen el cuerpo y el mundo, y lleva a un fin escapista. Jonas dice al respecto:
En el lado práctico, sin embargo, constituye más exactamente un “conocimiento del camino” (...) del camino que debe seguir el alma para salir del mundo... y comprende el aprendizaje sacramental y mágico necesario para su futuro ascenso, así como los nombres secretos y fórmulas que franquearán el paso de cada esfera.
Todo se orienta a un fin: que el espíritu se forme en esta vida para que finalmente salga del mundo sin el peso de la carne que antes lo apresaba y así se una a la plenitud.
¿Cómo vive el gnóstico que se prepara para morir en el cuerpo y ser liberado hacia el reino de la luz? La moralidad en este movimiento es decisiva. El gnóstico es diferente al resto. Los que no han recibido la gnosis son seres carnales y psíquicos, pero el gnóstico es un ser espiritual o pneumático que ha recobrado la consciencia sobre su orígen divino y su misión de retornar a Dios. Los demás no tienen este conocimiento, por tanto debe haber una distinción. Una vez recuerda que su patria no es el mundo de la materia y la carne humana, el gnóstico vive en un constante desapego a las cosas.
Jonas dice que, “En términos generales, la moralidad pneumática queda determinada por la hostilidad hacia el mundo y el desprecio de todos los lazos mundanos”. Esta lo lleva a una privación (tiene que evitar todo lazo que lo contamine) y a la libertad (tiene que vivir un libertinaje con respecto a las leyes y mandamientos de los arcontes). La moralidad del gnosticismo cristiano antigüo rechazó, por ejemplo, la sexualidad y el matrimonio, considerando que estos elementos generaban una unión con lo mundano. Pero, en su libertinaje, también rechazó la doctrina y las prácticas de la Iglesia del siglo II y III, así como las enseñanzas legales del judaísmo.
Los gnósticos creían que, en la medida en que desobedecían lo que decía la Iglesia y las leyes naturales del mundo, saboteaban la estrategia de los arcontes, quienes buscan dominar a los espíritus en la carne humana. Así que su diferencia con la Iglesia establecida no se dio solo a nivel doctrinal, sino también moral, y afirmaron que ellos eran la expresión auténtica de la misión de Jesús como Salvador y Redentor.
Si hubo un movimiento que le generó serios problemas a la Iglesia y que la empujó a intervenir en temas como el credo, el cánon y la tradición, ese fue el gnosticismo en su versión cristiana. Este fenómeno es interesante, tanto por su manera de surgir —a modo de parásito—, como por toda su imaginería sobre el cosmos, el mundo y la relación entre lo divino y lo humano. Sus ideas y planteamientos lo convirtieron en un movimiento incompatible con la fe y la práctica de la Iglesia antigua. Algunos consideran que el gnosticismo y el cristianismo tienen muchas creencias en común, sin embargo, los puntos que acabamos de presentar evidencian lo contrario.
Referencias y bibliografía
Die Alte Kirche. Überblick (1980/81) de Karl Suso Frank. Transcripción no autorizada de clases del semestre de invierno.
Grundzüge der Geschichte der Alten Kirche (1993) de Karl Suso Frank. Darmstadt: Wissenschaftliche Buchgesellschaft, 3.ª edición, p. 17.
Gnosis. Das Buch der verborgenen Evangelien (1991) de W. Hormann. Augsburg: Pattloch Verlag, p. 129.
Refutación de todas las herejías de Hipólito de Roma. Libro III, capítulo 35: “En materia de gnosis, se aprende en cuanto se escucha”.
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