Hay una cosa en la que todos los cristianos evangélicos de Etiopía pueden estar de acuerdo: hace tres años, cuando el primer ministro Abiy Ahmed llegó al poder, su país se transformó.
La transición a un líder étnicamente oromo marcó una ruptura con los 27 años de gobierno del Frente de Liberación del Pueblo de Tigray (TPLF). Y en un país históricamente dominado por creyentes ortodoxos y musulmanes, Abiy se convirtió en el primer jefe de gobierno abiertamente evangélico que tuvo Etiopía.
Pero desde que estalló un amargo y violento conflicto entre el gobierno de Abiy y la milicia del TPLF (Frente para la liberación del pueblo de Tigray), anteriormente gobernante, en la región norte de Tigray en noviembre de 2020, los evangélicos, que representan poco más del 18 por ciento de la población, se han dividido sobre cómo responder a esta crisis.

Contexto político
En noviembre de 2020, se inició un conflicto civil después de que el Frente para la liberación de Tigray, el TPLF, presuntamente cometiera traición contra las Fuerzas de Defensa Nacional de Etiopía. El TPlF se declaró en oposición al gobierno luego de que el líder evangélico Abiy Ahmed ganara las elecciones y se posesionara como primer ministro del país, pero el movimiento había sido parte activa del gobierno desde el derrocamiento del régimen marxista en la década de los noventa.
Sin embargo, a pesar de sus concesiones democráticas, el TPLF reprimió al pueblo evangélico, y generó una gran polarización en el país a lo largo de las diversas etnias existentes en la nación.
El conflicto, originado por la rebelión del TPLF contra el gobierno, causó un número desconocido de muertes y un número desconocido de refugiados se han visto desplazados. El primer ministro declaró la ilegalidad del TPLF y se decidió a luchar activamente contra este movimiento político en una guerra abierta. El TPLF acusa al gobierno y a las fuerzas de Eritrea de crímenes de guerra. Estas afirmaciones están corroboradas por videos de crímenes de guerra distribuidos principalmente por Tigrai Media House, con sede en Estados Unidos. Actualmente, es difícil verificar de forma independiente estas afirmaciones debido al apagón mediático impuesto por el gobierno federal bajo Abiy. Otras fuentes implican que la Fuerza de Defensa Nacional de Etiopía (ENDF) en realidad tiene el control de sólo alrededor del 70% de toda la región de Tigray. Algunos de los líderes del TPLF están muertos, otros están escondidos o peleando, y algunos están en prisión. Muchos miembros del TPLF han desertado de este movimiento y se han unido a las Fuerzas de Defensa de Tigray.

El gobierno de los Estados Unidos, según una iniciativa de verificación de hechos de la Agence France-Presse, no ha designado al TPLF como una entidad terrorista. Sin embargo, un análisis del Consorcio de Investigación y Análisis del Terrorismo, también conocido como TRAC, los ha incluido como grupo terrorista desde 1976 en la Base de datos global sobre terrorismo. El Informe del TRAC señala:
“El Frente de Liberación del Pueblo de Tigray (TPLF) es un partido político en Tigray, Etiopía, que ha sido incluido como perpetrador en la Base de Datos Global de Terrorismo, basado en diez incidentes ocurridos entre 1976 y 1990.
El 1 de mayo de 2021, el gobierno federal de Etiopía aprobó formalmente una resolución parlamentaria que designa al TPLF como organización terrorista. Según el artículo 23, “esta decisión será aplicable a organizaciones e individuos que colaboren, tengan vínculos o se relacionen con las ideas y acciones de las organizaciones terroristas designadas y otros que hayan participado en actividades similares”. Sin embargo, las personas u organizaciones “que participan en actividades humanitarias” están exentas, según la proclamación antiterrorista 1176/2020 de Etiopía.

Cómo han respondido los evangélicos ante el conflicto entre el gobierno y las fuerzas del TPLF
Muchos evangélicos en Etiopía apoyan la operación militar del gobierno contra la guerrilla del TPLF. Su apoyo se ha mantenido firme incluso cuando los informes de muertes civiles, limpieza étnica, abusos atroces de los derechos humanos y el hambre generalizada infligida a la población de Tigrayan aumentan en escala y urgencia.
A principios de este mes, la ONU anunció que más de 350.000 personas en la región de Tigray ya viven en condiciones de hambruna, y otros 1,7 millones se acercan a la hambruna. Si bien el gobierno nacional declaró esta semana unilateralmente un alto el fuego después de que los habitantes de Tigray recuperaran su capital regional, el TPLF se ha comprometido a continuar con la lucha contra el gobierno.
Mazaa (un seudónimo), una mujer de 44 años que dirige una escuela K-8 con su esposo en las afueras de Addis Abeba, ha tratado de compartir sus preocupaciones sobre el grave sufrimiento de los tigrayanos con sus compañeros evangélicos. Pidió no ser identificada por temor a represalias contra las familias de sus estudiantes.
Su escuela cerca de la ciudad capital sirve a varias familias de Tigray; ha visto de primera mano cómo los padres de sus alumnos han sido “desaparecidos” y luego cómo las viudas y los niños sobrevivientes están aislados social y económicamente. ¿La respuesta de sus amigos? “Estas personas se lo provocaron a sí mismas. No es sin motivo”. Estas justificaciones resultan insostenibles para Mazaa, quien ve la despreocupación por parte de los cristianos de esta región como una mala señal y un mal testimonio de la fe.

“No importa cuáles sean las razones del conflicto”, dijo Mazaa. “Jesús dice que tenemos que amarnos unos a otros. El amor no requiere condiciones. El amor que ofrecemos y damos tiene que ser sin ninguna condición”.
También cree que la guerra es innecesaria. La disputa entre el primer ministro Abiy y el partido del TPLF “debería haberse resuelto de otra manera. Las peleas se podrían haber evitado si hubiera habido diálogo o reconciliación o si hubieran estado dispuestos a seguir muchos pasos de conversación”.
Paradójicamente el primer ministro Abiy Ahmed Ali, un cristiano evangélico que en su juventud había luchado en una rebelión popular contra el régimen del presidente marxista Haile Mariam, recibió el Premio Nobel de la Paz en el año 2019 por sus esfuerzos para lograr la paz con la vecina Eritrea. Este reconocimiento luego sería muy criticado por la comunidad internacional debido a que los esfuerzos de paz no se han consolidado seriamente en la región ni con todos los actores políticos del país.
Pero Mazaa, la mujer cristiana que ha manifestado su preocupación por la violencia en el norte del país y la indiferencia de muchos cristianos, es una minoría relativamente pequeña. Entre los evangélicos que no son de Tigray, la justificación de la guerra se remonta a décadas atrás.

Represión de los cristianos bajo el gobierno del TPLF
Bajo el gobierno del TPLF, el protestantismo fue tratado como una religión de segunda clase. A los musulmanes y a los cristianos católicos ortodoxos se les dio preferencia de innumerables formas, desde el acceso político hasta las opciones de lugar para los servicios de adoración. Eso se suma a la opresión a gran escala perpetrada por el Frente Democrático Revolucionario del Pueblo Etíope (EPRDF), la coalición gobernante dominada por el TPLF, que regularmente encarcelaba a disidentes, censuraba Internet y los medios de comunicación y limitaba las libertades individuales. En pocas palabras, se puede decir que el TPLF fue un régimen muy hostil con la comunidad evangélica del país, pero ahora una gran proporción de los evangélicos se han mostrado indiferentes frente a la violencia excesiva que ejerce su gobierno para contener la rebelión del movimiento que ahora es una guerrilla insurgente.
El gobierno por su parte, ha justificado su respuesta señalando que el TPLF es una organización terrorista que se ha involucrado en crímenes de guerra.

Opresión contra los cristianos evangélicos a lo largo de la historia en Etiopía
Antes del TPLF, cuando Etiopía estaba bajo el dominio imperial y luego bajo un régimen comunista, la opresión contra los cristianos evangélicos era aún peor, con ejecuciones y encarcelamientos regulares. Pero todo eso cambió con el inesperado ascenso al poder de Abiy. Liberó a miles de presos políticos, desbloqueó cientos de sitios web de la comunidad evangélica, facilitó el fin de un cisma dentro de la iglesia católica ortodoxa y promovió la tan esperada equidad para los cristianos evangélicos.
En Etiopía, el término “Pente”, que comenzó como un apodo peyorativo para los cristianos pentecostales, ha llegado a referirse a los evangélicos y a la mayoría de los cristianos fuera de la Iglesia ortodoxa. El primer ministro asiste a una iglesia pentecostal cuya denominación es parte de la Comunidad de Iglesias Evangélicas de Etiopía.
“En este momento, el cristiano evangélico está recibiendo más atención, está obteniendo derechos, está obteniendo más oportunidades de ser parte del movimiento político porque estamos siendo dirigidos por un cristiano abiertamente evangélico”, explica Eshe (un seudónimo), quien trabaja para dos ministerios evangélicos y asiste a una iglesia afiliada a los menonitas en Addis Abeba.

Muchos cristianos no apoyan las acciones del gobierno
Eshe no apoya la forma en que Abiy está manejando el conflicto y expresó su preocupación de que sus puntos de vista puedan hacer que la etiqueten como parte de la “oposición”. Pero para muchos otros evangélicos, Abiy es un regalo de Dios, un líder ungido e incluso un profeta.
Las numerosas reformas políticas y sociales que Abiy ha emprendido, se han celebrado ampliamente en Etiopía y en todo el mundo. Hasta el año pasado, Abiy era mejor conocido como el hombre que hizo las paces con su enemigo y vecino Eritrea, lo que resultó en el Premio Nobel de la Paz de 2019.
Pero las ganancias políticas para los evangélicos ha sido la pérdida de los tigrayanos, incluidos los evangélicos que viven en la región de Tigray, que alberga una mayor concentración de etíopes católicos ortodoxos y sus lugares sagrados. Los ortodoxos son la comunidad cristiana más antigua de la región y reclaman una sucesión ininterrumpida que se remontaría hasta el evangelista San Marcos, quien habría sido el fundador de la Iglesia de Alejandría, según la tradición.

Declaración de la comunidad evangélica
Según una declaración reciente de la Comunidad de Iglesias Evangélicas de la región de Tigray:
Tigray ha sido devastada por una guerra de venganza, destrucción y muerte. El daño a la gente de Tigray es inconmensurable, y la enormidad de la necesidad de millones de personas es grande y apremiante.
Una de las experiencias imprevistas e inesperadas del conflicto actual ha sido el hecho de que el liderazgo de la iglesia evangélica etíope ha apoyado esta malvada guerra contra la población de Tigray. La iglesia evangélica etíope ha prestado su apoyo financiero y espiritual inquebrantable al gobierno etíope a través de la orientación de una falsa profecía y orando por el éxito de la misión militar contra el pueblo de Tigray. En consecuencia, creyendo que obran para el bien, los cristianos evangélicos han terminado apoyando una guerra de desastrosas consecuencias.
¿Por qué muchos evangélicos apoyan al gobierno?
Ese apoyo evangélico parece tener sus raíces en una interpretación particular de lo que Dios está haciendo en el conflicto actual. Muchos cristianos evangélicos, como el teólogo y predicador Paulos Fekadu, han declarado públicamente que “lo que está sucediendo en el norte de Etiopía (Tigray) es el juicio de Dios”. Varios de los cristianos etíopes que han sido entrevistados para el medio Christianity Today dijeron que sus amigos y familiares declaran fácilmente que los tigrayanos “merecen lo que reciben”.
Biruktawit Tsegaye, un voluntario de 27 años que hace parte de un ministerio universitario evangélico, cree que el TPLF sentó las bases para el conflicto actual. Tras años de gobierno despiadado y con una hostilidad abierta hacia la comunidad evangélica, el TPLF ha llegado a ganarse el rechazo de una gran parte de la población en el sur del país, donde reside la mayoría de la comunidad evangélica de Etiopía.
“El TPLF corrompió a la nación, a la gente, basándose en la etnia. El TPLF sembró una mala semilla basada en la etnia, por lo que la nación está dividida. El TPLF ha tratado de diferenciar y dividir a la nación en los últimos 20 años”, explicó Tsegaye. “Después de eso, con la llegada del nuevo gobierno, se niegan a participar en el gobierno y aceptan el nuevo cambio. Esa es la razón principal de la división y la guerra”.
El amigo de Tsegaye, Desalajn Assefa Alamayhu, un evangelista que proviene de la región de Tigray, está de acuerdo. Y acusa a los cristianos de Tigray de contribuir activamente al conflicto.
“Los cristianos de Tigray participan en cosas malas con el TPLF. Cooperan completamente con el TPLF. Ellos afirman que según la Biblia pueden oponerse al gobierno porque necesitan libertad”. En contraste, Alamayhu sostiene, que “la mayoría de los cristianos en Etiopía están de acuerdo con el gobierno federal porque el doctor Abiy enseña y predica la Palabra de Dios”.
Pero para Eshe, una respuesta justa a las ofensas pasadas y la insubordinación actual del TPLF no debería haber sido un conflicto a gran escala.
“Este es solo un conflicto entre dos partidos políticos. Los líderes son los que están en conflicto”, explica. Eshe cree que los líderes anteriores del TPLF que cometieron delitos graves son menos de cien. El gobierno de Abiy simplemente debería haber ido tras esos individuos en lugar de ver la guerra como una solución y atacar a toda la comunidad de Tigray.

Un gran dilema que muchos cristianos esperan resolver a la luz del evangelio
La pregunta con la que muchos etíopes evangélicos parecen estar luchando es la siguiente: ¿De quién se pondría del lado Jesús: del lado del líder evangélico carismático decidido a derrotar a sus enemigos, o de los tigrayanos principalmente no evangélicos que sufren inmensamente por causa de la guerra?
La respuesta de los evangélicos etíopes no es fácil de dilucidar, principalmente por el hecho de que los informes de los medios de comunicación e incluso las comunicaciones interpersonales que salen de Tigray han sido estrictamente controladas; abundan la desinformación y la propaganda. Y bajo un gobierno que se ha mostrado cada vez más dispuesto a castigar a los disidentes, existe la amenaza real de que los que se oponen a la guerra puedan ser encarcelados, o algo peor.
Para Kofi (un seudónimo), está claro dónde radica su lealtad: “Para mí, como cristiano, nuestra lealtad es con Dios primero. La Biblia dice que tenemos que aliarnos con los que están heridos”, dijo el joven de 26 años, quien se negó a ser identificado para proteger su agencia misionera, que se asocia con iglesias y evangelizan en la región de Tigray.
“Esa es una de las cosas que Cristo les dice a los discípulos: Lloren con los que lloran, compartan con los que no tienen nada. Tenemos que estar con los que sufren. No importa la explicación política del conflicto, eso no me importa. Esa no es la necesidad principal. Hay muchos que están sufriendo y necesitan nuestras oraciones y ayuda”.
Con información de Christianity Today
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