Bielorrusia ha estado en los titulares mundiales recientemente por la reelección del presidente Alexander Lukashenko y las protestas masivas que han sucedido tras los comicios. Lukashenko, quien ostenta dicho cargo desde 1994, apenas tres años después de que el país declarara su independencia de la extinta Unión Soviética, es considerado por muchos como un dictador y sus sucesivos gobiernos se han caracterizado por un estilo de mandato autoritario y dominio implacable.
La reelección de Lukashenko no puede ser menos que polémica, pues durante 26 años ha gobernado el país con mano de hierro, suprimiendo toda divergencia política y permitiendo ampliamente la corrupción, pero garantizando una mínima estabilidad económica que le ha permitido tener el apoyo de gran parte de la población.
Contexto político en Bielorrusia
Bajo el mandato de Lukashenko, Bielorrusia ha sido acusada en repetidas ocasiones por violaciones a los derechos humanos, ataques a la prensa y a rivales políticos. Además, el país es el único de Europa que mantiene la pena de muerte. Frente a este panorama el presidente no ha negado el carácter autoritario de su gobierno, declarando que:
“Me caracteriza un estilo de gobernar autoritario, y siempre lo he admitido (...) necesitas controlar el país, y lo principal es no perjudicar la vida de las personas.”
En este contexto, los cristianos no han sido indiferentes. Muchos de ellos han salido a las calles a alzar su voz contra el régimen, reclamando cambios sociales que se encuentren en consecuencia con los principios del evangelio y las aspiraciones de libertad del pueblo bielorruso.
Cristianos en Bielorrusia
Aunque muchos cristianos se han expresado abiertamente en contra del gobierno, el autoritarismo y la corrupción, su posición no es fuerte. Los últimos censos indican que el 91.5% de la población de Bielorrusia se considera cristiana, estando conformados principalmente por ortodoxos dependientes de la Iglesia de Moscú (83.3%), iglesias evangélicas (1.5%) y otras denominaciones (6.7%), pero no es claro que todos aquellos que se identifican como cristianos sean creyentes practicantes o interioricen una visión cristiana en sus vidas.
Igualmente, los cristianos que no pertenecen a denominaciones históricas, como la ortodoxa, han sido objeto de restricciones por parte del gobierno que desde 2002 lanzó una ley prohibiendo las reuniones y servicios en aquellos edificios que no sean sitios registrados o reconocidos como templos dedicados exclusivamente a la práctica religiosa.
Ante los desarrollos de los eventos recientes en Bielorrusia, el diario Christianity Today señaló que las denominaciones cristianas bielorrusas generalmente se han mantenido alejadas de la política, pero que la controvertida reelección del Alexander Lukashenko, quien es denominado el “último dictador de Europa” los ha unido en la oración y en su postura pública sobre la política.
Bielorrusia se ha visto envuelta en protestas masivas desde las elecciones presidenciales del 9 de agosto. Lukashenko, que ganó su primera elección en 1994, reformó la constitución una vez llegó al poder para eliminar los límites de mandato. Desde entonces ha ganado todas las elecciones por márgenes amplios, pero ninguna de ellas ha sido reconocida como libre y justa por los observadores internacionales.
Fraude electoral y protestas masivas
Este año, los partidos de oposición apoyaron la candidatura de Svetlana Tikhanovskaya, quien se postuló en lugar de su esposo después de que este fuera descalificado y encarcelado. Tikhanovskaya prometió un regreso a la constitución de 1994, un gobierno transitorio y una posterior votación presidencial limpia a principios del próximo año. Los resultados oficiales de la votación del 9 de agosto mostraron que Lukashenko ganó con el 80% de los votos. La oposición por su parte afirmó que el recuento fue fraudulento. Desde entonces, las protestas masivas barrieron el país de 10 millones de personas. Los manifestantes se encontraron con gases lacrimógenos, balas de goma, cañones de agua y granadas paralizantes. Miles fueron detenidos y múltiples informes en redes sociales dan cuenta de actos de tortura en centros de detención gubernamentales.
La respuesta de los cristianos
En respuesta, los cristianos se han estado uniendo en oración a las 9 a.m. y a las 9 p.m. cada día. Los líderes evangélicos: Leonid Mikhovich, líder de la Unión de Cristianos Evangélicos-Bautistas en Bielorrusia, Sergey Tsvor, líder de la Iglesia Unida de Cristianos de Fe Evangélica en Bielorrusia; y Leonid Voronenko, líder de la carismática Asociación Religiosa de Comunidades del Evangelio Completo en Bielorrusia, emitieron una declaración conjunta titulada “Oración y esperanza”.
Los tres líderes pidieron a sus compatriotas que se abstuvieran del odio, la venganza y la amargura. Después de una exhortación habitual a orar por los que están en el poder, su declaración pide a los cristianos que oren por el fin de la “brutalidad, la violencia y el derramamiento de sangre”, y también por las víctimas y sus familias.
“Las esperanzas terrenales no siempre se cumplen (Lucas 24:21), pero nuestra esperanza es el Señor Jesucristo; el que crea en él, no se avergonzará (1 Pedro 2:6)”, escribieron. “Y si ahora no hay luz brillante en las nubes, entonces el viento soplará y las despejará (Job 37:21)”.
Los últimos días han sido testigos de manifestaciones mayoritariamente pacíficas. El gobierno prometió investigar la brutalidad policial. Las autoridades están liberando a detenidos que describen palizas desgarradoras, días sin comida y amenazas de violación.
El pasado domingo, Lukashenko habló ante 50.000 simpatizantes en Minsk, la capital. Pero su manifestación fue eclipsada por una reunión cercana, donde 200.000 personas protestaron por el resultado de las elecciones. El lunes por la mañana, Lukashenko fue abucheado mientras hablaba en una fábrica de Minsk.
Rusia, el vecino del este de Bielorrusia, y Vladimir Putin, el presidente de Rusia, se sienten cercados por la inestabilidad política en este país. Los analistas han especulado si Putin podría intervenir a favor de Lukashenko, ya que si la oposición llega al poder en Bielorrusia probablemente buscaría relaciones más estrechas con Occidente. Putin envió a Lukashenko sus habituales felicitaciones, pero su relación ha sido notablemente tensa últimamente. Esta tensión se mostró públicamente durante las celebraciones del Día de la Victoria en Moscú en junio, cuando Lukashenko se negó ostentosamente a pararse junto a Putin, para visible disgusto del presidente ruso. En un giro extraño, Lukashenko hizo arrestar a más de 30 ciudadanos rusos a finales de julio. Durante días, los acusó de tener la intención de socavar el orden civil en Bielorrusia antes de culpar finalmente a Ucrania de todo.
Lukashenko, un autoproclamado “ateo ortodoxo”, ha cultivado una relación estrecha con la Iglesia Ortodoxa Bielorrusa del Patriarcado de Moscú, una parte de la Iglesia Ortodoxa Rusa. Esta es la única iglesia ortodoxa permitida oficial en Bielorrusia. El patriarca Cirilo I, jefe de la Iglesia Ortodoxa Rusa, felicitó a Lukashenko por su elección. Sin embargo, estas felicitaciones desaparecieron del sitio web del Patriarcado de Moscú un par de días después. El arzobispo metropolitano Hilarión, jefe del Departamento de Relaciones Exteriores de la Iglesia del Patriarcado de Moscú, no felicitó a Lukashenko ni puso las felicitaciones de Cirilo en el sitio web de su departamento. El metropolitano Pavel, jefe de la Iglesia Ortodoxa Bielorrusa, inicialmente felicitó a Lukashenko. Sin embargo, después de unos días, se retractó de sus felicitaciones y condenó la brutalidad policial.
Tadeusz Kondrusiewicz, un prominente líder cristiano de Bielorrusia, se abstuvo de felicitar a Lukashenko. Un par de días después de las elecciones, pidió el fin de la violencia y el inicio de las mesas de conversación con la oposición. Unos días después, publicó otro comunicado, esta vez culpando directamente al régimen por el trato inhumano de los manifestantes. Kondrusiewicz calificó la brutalidad policial como “un grave pecado en la conciencia de quienes dan órdenes criminales y cometen violencia”.
Hallando guía y respuestas fundadas en la Escritura
En un artículo escrito un mes antes de las elecciones, el pastor evangélico Leonid Mikhovich afirmó que la participación política por parte de los cristianos debería ser limitada. “Jesús no abordó directamente los problemas políticos de su época”, escribió el líder bautista. “Las referencias del apóstol Pablo a la participación en la política y en la justicia, así como su afirmación de la ciudadanía romana, nunca fueron violentas. El odio y la venganza no deberían tener cabida en la participación política cristiana. La oración por los que están en el poder debe ser parte de ella, al igual que la debida reverencia hacia ellos”.
“No te dejes vencer por el mal; antes bien, vence al mal con el bien”, señala Mikhovich citando Romanos 12:21. “Solzhenitsyn comprendió la mentira de todas las revoluciones de la historia: no sólo destruyen a los portadores modernos del mal (pero también a los portadores del bien), mientras que el mal mismo, magnificado aún, se hereda”.
En un segundo artículo escrito después de las elecciones, el líder bautista es bastante específico en su crítica a la brutalidad policial. Condena la violencia y expresa la esperanza de una eventual justicia de Dios. Escribe: “A nosotros nos parece que por nuestros medios podemos llevar a cabo la justicia mejor, con mayor eficacia. Pero solamente el Señor sabe dar la justicia”.
Partiendo del libro de Habacuc, el profeta del Antiguo Testamento, Mikhovich presenta la oración y la caridad como dos piedras angulares para el compromiso político cristiano. Una actitud de oración pone nuestra visión de los líderes políticos y sus acciones en la perspectiva correcta, escribe. La caridad nos da la oportunidad de modelar el amor divino y hacer partícipes de él a los inocentes.
“Habacuc comienza con un interrogatorio perplejo y termina con adoración”, escribe Mikhovich. “Las circunstancias no han cambiado. La actitud de Habacuc ante lo que estaba sucediendo cambió; su corazón cambió. Y el famoso final de su libro muestra que está listo para cualquier resultado y en cualquier circunstancia está listo para confiar en Dios”.
“¿Estamos dispuestos a confiar en Dios, a adorarle, a regocijarnos por el Dios de la salvación, aunque no crezcan las cosechas, aunque censuren Internet o incluso falsifiquen las elecciones?”, preguntó Mikhovich. “Continúen orando por nuestra amada Bielorrusia”.
Conclusiones
La voz de los cristianos que se han manifestado en Bielorrusia tiene un fundamento claro y consistente con la Palabra de Dios. Precisamente al recurrir al profeta Habacuc, el pastor MIkhovich nos recuerda la plena actualidad del texto bíblico y su aplicabilidad tanto a la realidad de Bielorrusia como a la de cualquier país que se enfrenta a la injusticia y el mal.
Para profundizar en esta perspectiva, es pertinente recordar el canto de Habacuc, quien comienza lamentándose por la injusticia sufrida por el Reino de Judá a manos de un pueblo extranjero, cerca al siglo VII a.C. según los eruditos. “¿Por qué me haces ver tanta iniquidad y, sin más, contemplas la opresión? Ante mi veo violencia y destrucción; surge la querella y se alza la contienda. La ley se ha vuelto inoperante, ya no prevalece el derecho; el impío puede acorralar al justo cuyo derecho queda conculcado.” (Habacuc 1:3-4) Al canto del profeta el Señor responde: “El arrogante no prosperará; el justo en cambio vivirá por su fidelidad”.(Habacuc 2:4) y ante esta respuesta el profeta descansa y confía en la promesa de justicia que le ha hecho el Señor diciendo: “Pero yo aguardo sereno que llegue el día de la angustia sobre el pueblo que nos ha oprimido”. (Habacuc 3:17).
Al igual que en los tiempos del profeta, los cristianos estamos llamados a poner nuestra confianza en el Señor, descansar en su promesa y permanecer en fidelidad a Su Palabra haciendo de nuestras vidas un testimonio actual del Reino de Dios en los distintos contextos sociales particulares en los que nos encontremos. Por tanto, la pregunta que nos queda es: Al igual que los cristianos de Bielorrusia, ¿estamos nosotros dispuestos a vivir de acuerdo a esta realidad en nuestras naciones, siendo fieles a los valores de justicia y rectitud que caracterizan al Reino de Dios?
Como llamado final, invitamos a orar por nuestros hermanos en Bielorrusia para que el Señor les conceda mantenerse en fidelidad a Su Palabra y para que su testimonio siga siendo fuente de esperanza en el mundo en medio de las circunstancias tan adversas que enfrentan.
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