Después de la Reforma escocesa de 1560, la Iglesia nacional de Escocia adoptó una forma de presbiterianismo incipiente. Sin embargo, durante los 130 años siguientes, se produjo una batalla entre presbiterianos y anglicanos, puesto que cada facción se esforzaba por controlar la Iglesia nacional. La batalla la ganaron los presbiterianos en 1690, cuando Escocia e Inglaterra expulsaron al último rey Estuardo, Jacobo II, un católico romano que había favorecido a los anglicanos. El presbiterianismo quedó entonces definitivamente establecido como sistema de gobierno de la Iglesia nacional escocesa, con la Confesión de Westminster como su estándar doctrinal.
¿Y qué pasó con los bautistas? Las primeras iglesias bautistas de Escocia fueron fundadas a mediados del siglo XVII por soldados ingleses del ejército de Oliver Cromwell. El ejército inglés conquistó y ocupó Escocia en 1651-1652, y muchos de sus guerreros puritanos eran bautistas devotos. Sin embargo, estas iglesias bautistas no sobrevivieron a la retirada del ejército inglés en 1660.
Los antiguos bautistas escoceses
La primera iglesia bautista nativa de Escocia fue fundada en 1750 por Sir William Sinclair (1707-1768) en Keiss, en las Tierras Altas. Sinclair, un rico terrateniente, adoptó las convicciones bautistas, ya sea al conocer a algunos de ellos mientras servía en el ejército británico, o bien en una visita aparte a Londres, donde existían muchas iglesias bautistas. Su predicación en las Tierras Altas atrajo el suficiente interés como para que se fundara una congregación de treinta personas. Esa congregación todavía existe, aunque ahora se ha unido a la iglesia bautista de Wick.
Poco tiempo después de las actividades de Sinclair, se fundó otra iglesia bautista escocesa, en Edimburgo en 1765, dirigida por Robert Carmichael (fechas inciertas) y Archibald Maclean (1733-1812). Esta iglesia adoptó una política eclesiástica distintiva, sin un pastor remunerado y gobernada por ancianos que se ganaban la vida “en el mundo”. Carmichael había sido ministro presbiteriano, pero primero abrazó posturas congregacionalistas y luego bautistas. Maclean, que ayudó a Carmichael a ejercer el liderazgo en la iglesia, se convirtió en su principal escritor y publicista. La historia los conoce como los “antiguos bautistas escoceses”.
Las congregaciones de los antiguos bautistas escoceses también se establecieron en Dundee, Glasgow, Galashiels, Kirkcaldy, Paisley, Largo, Aberdeen, Perth y Newburgh en Escocia, junto con varias en el norte de Inglaterra. Además de su distintiva forma de gobierno eclesiástico, recuperaron la costumbre patrística de la “banquete del amor” y el “beso de la paz” (2Co 13:12) y mantuvieron una visión sandemaniana de la fe salvadora. Llamada así por el teólogo congregacionalista escocés Robert Sandeman (1718-1771), la fe se basa en el intelecto, no en la voluntad, y consiste en la “pura convicción pasiva” de la verdad del evangelio.
Aparte de su doctrina de fe y su sistema de gobierno al estilo de los anabaptistas, los antiguos bautistas escoceses seguían la tradición reformada. Constituyeron la mayoría de las iglesias bautistas escocesas durante los setenta años siguientes. Sin embargo, su importancia disminuyó a lo largo de ese período y, a partir de entonces, sufrieron un pronunciado declive numérico. Este declive se debió a las debilitantes divisiones internas y a la incapacidad de “competir” con el agresivo alcance evangelizador de una nueva generación de bautistas escoceses ajenos a la antigua tradición escocesa.
Los Haldane: hermanos y evangelistas
A principios del siglo XIX, surgió una segunda oleada de iglesias bautistas escocesas más vigorosa y ortodoxa, gracias a la labor evangelizadora de los hermanos Haldane, Robert (1764-1842) y James (1768-1851). El ministerio de los Haldane fue el equivalente escocés del Segundo Gran Despertar (o Segundo Gran Avivamiento). Su padre, James Haldane, era escocés y poseía una propiedad ancestral en el castillo de Airthrey, en Stirlingshire. Era capitán del ejército británico y murió de fiebre en 1768, por lo que Robert recordaba poco de él, y James, nada. Aun así, el capitán Haldane parece haber sido cristiano. Su viuda, Katherine, sin duda intentó inculcar la fe cristiana en Robert y James. Robert dijo de su madre: “Vivía muy cerca de Dios y se le concedió mucha gracia”. Lamentablemente, Katherine murió en 1774.
Al perder a sus dos padres cuando eran todavía pequeños, Robert (desde los diez años) y James (desde los seis) fueron criados por dos tíos. Su instrucción temprana en el cristianismo parece haberse evaporado. Cuando llegaron a la edad adulta, los hermanos eran jóvenes muy poco espirituales. Nominalmente, asistían a la Iglesia de Escocia, en una época en que esa era la práctica socialmente aceptada; pero sus corazones estaban en el mundo. Ambos se embarcaron en carreras navales: Robert en la Marina Real y James en el servicio mercante de las Indias Orientales.
La conversión de Robert
Cuando era un joven oficial de la marina, Robert Haldane se distinguió en la acción contra los franceses. Pero muy pronto, la mente de Robert empezó a recordar la fe que había aprendido en su infancia. Su barco estaba estacionado en Gosport, en el sur de Inglaterra, donde había una iglesia congregacional, pastoreada por David Bogue. Bogue era un evangélico que inicialmente se había formado para el ministerio de la Iglesia de Escocia. Robert aprovechó todas las oportunidades para asistir al ministerio de Bogue. Aunque esto no le llevó a la conversión, parece que influyó mucho en su forma de pensar.
Después de un breve pero distinguido servicio, Robert dejó la Marina Real en 1783. En 1785, se casó con Katherine Oswald, y al año siguiente él y Katherine se dedicaron a la vida de un joven caballero y una dama de campo en la propiedad ancestral Haldane de Airthrey.
El factor que finalmente incitó a Robert Haldane a recuperar la fe de su infancia fue, quizá sorprendentemente, la Revolución Francesa de 1789. La Revolución Francesa tuvo un efecto cataclísmico en las mentes y los corazones de los europeos mucho más allá de las fronteras de Francia. Las clases medias de Francia organizaron una exitosa toma del poder de una monarquía y una aristocracia hinchadas, destruyeron los arraigados privilegios de la Iglesia católica romana y comenzaron a transformar su país en una democracia laica militante. Las clases altas conservadoras de Europa temblaron; los jóvenes y los radicales creyeron ver el renacimiento de la humanidad.
Robert Haldane estaba inicialmente entusiasmado con la revolución. Según sus propias palabras, buscaba:
…la abolición universal de la esclavitud, de la guerra y de muchas otras miserias a que estaba expuesta la humanidad. Me regocijaba en el experimento que se estaba haciendo en Francia, de la construcción de un gobierno desde sus cimientos sobre un plan regular. En todas las compañías me deleitaba hablando de este tema favorito y me esforzaba por señalar las enormes ventajas que, en mi opinión, podían esperarse como resultado.
Sin embargo, entre los amigos de Robert había ministros evangélicos que tenían una actitud diferente. A diferencia de Robert, creían en el pecado original, es decir, la esclavitud del corazón natural al mal radical. Un simple cambio de gobierno, argumentaban, no podía cambiar el corazón. “Espera y verás”, decían. “La revolución en Francia producirá miseria y derramamiento de sangre”. Se demostró que estaban trágicamente en lo cierto.
El impacto de la Revolución Francesa llevó a Robert a considerar todo de nuevo. Esto, junto con la amistad de Robert con ministros evangélicos, le impulsó a estudiar la Biblia, a partir de enero de 1794. Ahora se apoderó de él una pregunta: “¿Era realmente verdadero el cristianismo?” En busca de respuestas, leyó todas las obras clásicas de apologética del siglo XVIII, de pensadores tan agudos como el obispo Joseph Butler y William Paley. A medida que Robert emprendía estos estudios, pasaba gradualmente de la incredulidad a la fe. En 1795, a la edad de treinta años, había salido de su búsqueda de la verdad como un cristiano evangélico convencido.
La conversión de James
¿Y qué pasó con el hermano menor de Robert, James? Sorprendentemente, sus pensamientos también se volvían de nuevo hacia el cristianismo. James había vivido hasta entonces una vida muy mundana en el servicio mercantil de las Indias Orientales: bebía demasiado y participaba en duelos mortales para satisfacer su sentido del honor. James se casó con su primera esposa en 1793, tras ser nombrado capitán del barco mercante Melville Castle. Se trataba de Mary Joass, hija única del comandante Alexander Joass. Después de su muerte en 1819, James se casó en 1822 con Margaret, hija del doctor Daniel Rutherford, tío materno del gran novelista sir Walter Scott.
El matrimonio de James con Mary parece haber tenido un efecto estabilizador en él. En su tiempo libre a bordo del barco, pronto empezó a leer la Biblia. Al igual que Robert, estudió la pregunta sobre la evidencia del cristianismo. En las propias palabras de James:
Tenía un libro a mi lado, al que, por prejuicios de educación, y no por convicción racional, llamaba la Palabra de Dios. Nunca llegué al extremo de profesar la infidelidad [ateísmo], pero era un personaje más inconsistente: decía que creía que un libro era una revelación de Dios, mientras que lo trataba con la mayor negligencia, viviendo en oposición directa a todos sus preceptos, y rara vez me tomaba la molestia de mirarlo o, si lo hacía, era para realizar una tarea, una especie de expiación por mis pecados. Seguí por este camino hasta que, mientras el Castillo de Melville estaba detenido en el Motherbank por vientos contrarios, y al tener abundante tiempo libre para reflexionar, empecé a pensar que prestaría un poco más de atención a este libro. Cuanto más lo leía, Dios me parecía más digno y, después de examinar las pruebas en que se sustenta el cristianismo, quedé plenamente persuadido de su verdad.
James renunció a su mando naval y se estableció en Edimburgo en 1795, a la edad de 27 años. Poco después, su recién descubierta fe en el cristianismo se convirtió en una auténtica fe personal. Curiosamente, en este proceso la doctrina reformada de la elección fue un factor clave para lograr la conversión de James. Hechos 13:48 tuvo un gran impacto en él: “Todos los que estaban destinados a la vida eterna creyeron”. James comentó:
Todo mi sistema sobre el libre albedrío se vino abajo. Vi que ser ordenado para la vida eterna no era consecuencia de la fe, sino que los hijos de Dios creían porque habían sido ordenados. Esto dio un golpe considerable a mi justicia propia, y en adelante leí las Escrituras con un espíritu más semejante al de un niño.
La Misión Escocia
Los dos hermanos estaban ahora reunidos en la fe que su madre les había enseñado. Sus mentes convertidas se volvieron naturalmente hacia lo que podían hacer para ayudar a avanzar el reino de Cristo en la tierra. Robert creía que la verdadera esperanza de la humanidad no residía en la política revolucionaria francesa, sino en el efecto transformador del evangelio. Los relatos de la labor misionera de William Carey en la India conmovieron profundamente a Robert. Inspirado por esto, planeó una misión a Bengala en 1796-1797.
Pero el proyecto se paralizó ante la invencible oposición de la Compañía de las Indias Orientales, que prácticamente controlaba la India. Se dice que uno de los directores de la compañía dijo: “Prefiero ver una banda de diablos en la India que una banda de misioneros”. La Compañía de las Indias Orientales temía que los misioneros cristianos provocaran una gran agitación social en la India, enemistando a musulmanes e hindúes, lo que dificultaría las operaciones de la Compañía. Así pues, Robert vio frustrado y derrotado su impulso de ser misionero en la India. Pero esta frustración lo llevó a una nueva visión inesperada. ¿Acaso no había masas de inconversos en la propia patria de los Haldane? Robert y James se convencieron de que su verdadera labor estaba en su país natal.
Esta nueva visión de la “Misión Escocia” convenció primero a James. Resolvió hacer el experimento de evangelizar en público. Su primer sermón lo pronunció en el pueblo minero de Gilmerton, cerca de Crieff, el 6 de mayo de 1797. Animado por el ejemplo de su hermano, Robert siguió su ejemplo. Predicó su primer sermón en Weem, cerca de Aberfeldy, en abril de 1798. Era toda una novedad: dos laicos de la Iglesia de Escocia, sin educación teológica formal, miembros ricos y respetables de la alta burguesía, ¡y se habían convertido en predicadores itinerantes!
La Iglesia de Escocia no estaba impresionada por lo que hacía la denominación de los Haldane. En aquella época, la iglesia nacional estaba dominada por el partido Moderado, que se inclinaba por el racionalismo en su teología. En particular, los moderados se oponían a los evangélicos, que eran una fuerza creciente en la Iglesia de Escocia como resultado del renacimiento evangélico de Gran Bretaña en la década de 1740. El partido Moderado dominante consideraba que los evangélicos eran fanáticos religiosos y, por tanto, no veía con buenos ojos el evangelismo laico de los Haldane. Como consecuencia, la Asamblea General de la Iglesia de 1799 emitió una infame amonestación pastoral contra los predicadores no cualificados. La asamblea decretó que esta amonestación debía leerse desde todos los púlpitos de la Iglesia de Escocia del país, advirtiendo a las congregaciones contra los “males” de lo que hacían hombres como los Haldane.
Los Haldane no se comprometieron solamente con la predicación itinerante. También formaron la Edinburgh Tract Society (Sociedad de tratados de Edimburgo) para imprimir y distribuir literatura evangelística, y crearon escuelas vespertinas del Día de Reposo. En julio de 1797, James comenzó su célebre gira evangelística por el norte de Escocia, desde Perth hasta las Orcadas. Esta gira de predicación por las Tierras Altas fue la primera de una serie de diez, de 1797 a 1807. En enero de 1798, se fundó la Sociedad para la Propagación del Evangelio en el Hogar, con Robert Haldane como director. La Sociedad envió evangelistas itinerantes, catequistas y maestros de escuela. La mayor parte de la financiación procedía de Robert, que en términos modernos era millonario. Vendió su propiedad en Airthrey para financiar las actividades. Entre 1799 y 1810, gastó alrededor de 70.000 libras esterlinas en la Sociedad para la Propagación del Evangelio en el Hogar (que serían millones de dólares en moneda actual).
Durante diez años, Robert capacitó a los evangelistas en un seminario; las clases se impartían en Edimburgo, Glasgow, Dundee, Elgin y Grantown. Los alumnos aprendían hebreo, griego, latín, teología sistemática, retórica y homilética. Se crearon buenas bibliotecas para los estudiantes. Se capacitó y envió a unos trescientos predicadores. Se reclutaron hablantes de gaélico para las Tierras Altas, lo que constituyó un factor importante para la expansión del evangelismo en esa región.
Junto a estos esfuerzos, los Haldane también crearon centros de predicación (“tabernáculos”) donde predicadores invitados proclamaban el evangelio. Robert, una vez más, financió los tabernáculos, que se construyeron en Edimburgo, Glasgow, Dundee, Perth, Thurso, Elgin, Wick, Dunkeld y Dumfries. El mayor de los tabernáculos de los Haldane estaba en Edimburgo. En aquella época, los Haldane no pensaban en establecer una nueva denominación; los tabernáculos eran puramente centros de misión para evangelizar a los que no iban a la iglesia. Robert y James seguían tomando la Cena del Señor regularmente en la Iglesia de Escocia.
Los bautistas de Haldane y los bautistas de Inglaterra
Sin embargo, Robert y James rompieron con la Iglesia nacional a finales de 1798. Cambiaron de opinión acerca de las enseñanzas del Nuevo Testamento sobre el gobierno de la Iglesia y se convirtieron en congregacionalistas convencidos. En enero de 1799, fundaron una nueva iglesia congregacional, que se reunía en el Tabernáculo de Edimburgo con James como pastor (aunque siguió evangelizando en una amplia zona geográfica). Solo había doce miembros en la nueva congregación cuando se formó, pero pronto creció y superó la cifra de trescientos.
El congregacionalismo escocés recibió así un nuevo impulso del movimiento de los Haldane. Sin embargo, al cabo de una década, en 1808, los Haldane cambiaron de opinión. Renunciaron a su creencia en el bautismo de niños y se hicieron bautistas. Este cambio dividió su movimiento. Por ejemplo, en el tabernáculo de Edimburgo, la mayoría de la congregación de James Haldane lo siguió, reconstituyéndose como iglesia bautista, pero una minoría se retiró y formó una nueva iglesia paidobautista congregacional. James Haldane escribió un importante relato de su cambio de opinión ese mismo año, titulado Reasons of a Change of Sentiment and Practice on the Subject of Baptism (Razones de un cambio de sentimiento y práctica sobre el tema del bautismo), un clásico de la teología bautista escocesa. Las iglesias bautistas de Haldane eran teológicamente distintas de las de los antiguos bautistas escoceses; los Haldane aceptaban la idea de un solo pastor a tiempo completo y rechazaban el sandemanianismo de los antiguos bautistas escoceses. Esto puso a los “bautistas de Haldane” completamente en la corriente histórica de la teología reformada.
El avivamiento de los Haldane propagó una nueva oleada de iglesias reformadas congregacionales y bautistas por toda Escocia. Antes de esto, Escocia tenía pocas iglesias congregacionales y bautistas. Entre 1798 y 1807, no menos de ochenta y cinco iglesias congregacionales fueron fundadas en toda Escocia por los predicadores del movimiento de los Haldane; muchas de estas iglesias se convirtieron después en bautistas. En cierto sentido, entonces, Robert y James Haldane fueron los padres fundadores de la vida eclesiástica congregacional y bautista escocesa. Estas iglesias estaban comprometidas con el calvinismo evangélico, lo cual dio un nuevo impulso a la renovación de la teología reformada en Escocia.
Algo distinto de las iglesias bautistas de Haldane fue un movimiento paralelo conocido como las “iglesias bautistas de Inglaterra”. El nombre es confuso, ya que estaban en suelo escocés. Lo que el nombre significaba era su adopción de la política eclesiástica practicada por los bautistas ingleses, es decir, con un pastor asalariado, en oposición a los antiguos bautistas escoceses con su liderazgo similar al de los anabaptistas, ejercido por ancianos laicos. También se opusieron al sandemanianismo de los antiguos bautistas escoceses, confesando la visión reformada tradicional de la fe como algo enraizado en los afectos y la voluntad, no solo en el intelecto. Esta posición los alineaba teológicamente con los bautistas de Haldane; pero había diferencias, ya que las iglesias bautistas de Inglaterra se originaron algunos años antes de que los Haldane aceptaran las posturas bautistas. Buscaban más decididamente orientación y apoyo en los bautistas reformados de Inglaterra, que en los Haldane. Aun así, no se puede separar tan tajantemente a las iglesias bautistas inglesas de Escocia del movimiento de los Haldane. Algunos de los líderes bautistas de Inglaterra en Escocia recibieron su formación en el seminario de los Haldane. La frontera entre los bautistas ingleses de Escocia y los bautistas de Haldane era abierta y fluida.
La primera iglesia bautista de Inglaterra en Escocia fue la congregación de Kilwinning, formada en 1803 bajo el liderazgo pastoral de George Barclay (1774-1838). Barclay había sido formado por los Haldane, pero en ese momento seguían siendo congregacionalistas. Así pues, la iglesia de Barclay en Kilwinning precedió a la adopción de las ideas bautistas por parte de sus mentores de los Haldane. Otra iglesia bautista de Inglaterra se estableció en Edimburgo en enero de 1808, dirigida por Christopher Anderson (1782-1852), una vez más, antes de que los Haldane se convirtieran en bautistas. Se trataba de Charlotte Chapel, que se convertiría en la iglesia bautista más grande y conocida de Escocia en el siglo XX. A mediados del siglo XIX, las iglesias bautistas escocesas que seguían el modelo “inglés” de un solo pastor a tiempo completo (ya fueran bautistas de los Haldane o del movimiento bautista de Inglaterra) habían llegado a superar ampliamente en número a los antiguos bautistas escoceses.
Hacia una Unión Bautista
La siguiente fase importante en la vida de los bautistas escoceses fue el intento de fundar una Unión Bautista: una federación de congregaciones bautistas escocesas, unidas para la oración común y el esfuerzo cooperativo. El primer intento se realizó en 1827, y comprendía un cuerpo de iglesias totalmente reformadas. Sin embargo, no prosperó debido a disensiones internas. En 1835, se hizo un segundo intento, que duró hasta 1842 y fracasó por falta de apoyo general (solo contaba con la participación de congregaciones de las Tierras Altas). Tenía una orientación teológica diferente de la primera Unión, ya que el organismo de 1835 no insistía en la teología reformada: los arminianos evangélicos eran elegibles para pertenecer a ella.
El tercer intento de formar una Unión Bautista tuvo lugar entre 1843 y 1849. Este intento estuvo dominado por el arminiano Francis Johnston, discípulo de Charles Finney. Aunque al principio Johnston continuó la política inclusiva calvinista-arminiana de la Unión de 1835, su arminianismo se hizo cada vez más militante, de modo que en 1850 reorganizó la Unión en un organismo exclusivamente arminiano. Este exclusivismo provocó su implosión.
El cuarto intento de formar una Unión Bautista, entre 1856 y 1869, volvió al antiguo enfoque inclusivo. Casi todos los pastores escoceses de la Asociación Bautista Escocesa de 1856 eran calvinistas, pero priorizaban la catolicidad evangélica por encima del confesionalismo reformado. Los arminianos, siempre que fueran evangélicos, eran bienvenidos a unirse. La asociación se reorganizó en la capilla Hope Street de Glasgow en 1869 como la Unión Bautista de Escocia, un organismo que ha perdurado hasta nuestros días. En su fundación se declaró:
Que una Unión de Iglesias Evangélicas Bautistas de Escocia es deseable y practicable, y que sus objetivos deben ser promover la religión evangélica en conexión con la denominación bautista en Escocia, cultivar el afecto fraternal y asegurar la cooperación en todo lo relacionado con los intereses de las iglesias asociadas.
Más de la mitad de las iglesias bautistas de Escocia se unieron a la Unión Bautista de 1869: cincuenta y una congregaciones, que representaban a unos cuatro mil miembros. La unión se esforzó por afirmar el principio de catolicidad evangélica en continuidad con la Asociación Bautista Escocesa, y (también) en línea con una tendencia mucho más amplia entre los evangélicos británicos de unirse por encima de las antiguas divisiones confesionales. Esta búsqueda de la catolicidad evangélica respondía a los desafíos de un catolicismo romano resurgente en Gran Bretaña y de un liberalismo secular creciente en la cultura británica.
Persistencia sin espectáculo
La historia de las iglesias bautistas escocesas en el siglo XX, y luego en el XXI, tiene poco de espectacular, aunque la falta de espectáculo no disminuye su importancia. La Unión Bautista de Escocia eclipsó a todos sus predecesores al sobrevivir, crecer y perpetuarse con considerable vigor. Una de sus instituciones más notables a tal fin fue la Scottish Baptist College, fundada en 1894, con el fin de formar a los hombres para el ministerio. La universidad se reunió en una sucesión de lugares en Glasgow, y finalmente en grandes locales en Aytoun Road. En 2001, el colegio se trasladó al campus de Paisley de la Universidad del Oeste de Escocia. La Unión Bautista de Escocia cuenta hoy con 156 congregaciones y casi diez mil miembros. La Unión es ampliamente evangélica, con algunas iglesias que mantienen una teología reformada en su predicación y enseñanza.
Algunos momentos dramáticos marcaron la relación entre la Unión Bautista de Escocia y el movimiento ecuménico. La Unión fue miembro fundador del Consejo Británico de Iglesias en 1942, organismo en el que participaban los unitarios, pero no los católicos romanos. En 1948, la unión se unió al Concilio Mundial de Iglesias. Esto provocó la enérgica disconformidad de algunas iglesias, especialmente la mayor iglesia bautista de Escocia, Charlotte Chapel (en aquel momento miembro de la Unión Bautista). De hecho, Charlotte Chapel se retiró de la Unión Bautista en señal de protesta. Tras cierta controversia, la Unión Bautista revocó su decisión y salió del Concilio Mundial en 1955. Pero Charlotte Chapel no volvió a adherirse a la Unión Bautista, descontenta por la pertenencia continuada de la Unión al Consejo Británico de Iglesias. Así comenzó la historia de Charlotte Chapel como iglesia independiente.
Hubo otro giro de eventos en 1989, cuando la rama escocesa del Concilio Británico morfó para convertirse en ACTS, siglas de Action of Churches Together in Scotland (Acción de iglesias conjuntas en Escocia), que efectivamente era la expresión escocesa del Concilio Mundial de Iglesias. La Unión Bautista de Escocia votó por una serie de posibles actitudes de ACTS, que oscilaban desde la membresía completa al rechazo total. El voto que ganó fue el del rechazo total. Este es el caso que permanece hasta la actualidad.
Fuera de la Unión Bautista, la tradición de la vida independiente de la iglesia bautista continuó. La más conocida de las iglesias bautistas independientes es Charlotte Chapel en Edimburgo, la cual (como vimos), dejó la Unión Bautista en 1955. Al ser una congregación muy grande, especialmente después del impactante ministerio de Joseph Kemp (1902–1915), tuvo una sucesión de pastores influyentes y eminentes, como Graham Scroggie (pastor en 1916–1933), Sidlow Baxter (1935–1953), Gerald Griffiths (1954–1962), Alan Redpath (1962–1966) y Derek Prime (1969–1987). Estos hombres eran todos ampliamente reconocidos en la comunidad evangélica por sus prédicas y escritos.
Otras dos formas de vida bautista en Escocia son la pequeña rama escocesa de la red de iglesias Grace Baptist, cuyas congregaciones suscriben la histórica Confesión de Fe de 1689 o la muy similar Afirmación de Fe Bautista de 1966, así como las iglesias bautistas pertenecientes a la Fellowship of Independent Evangelical Churches, FIEC (Comunidad de Iglesias Evangélicas Independientes), extendida por todo el Reino Unido.
Hoy en día, los bautistas son una parte consolidada de la vida religiosa de Escocia. No están unidos en una única denominación, sino que se reparten entre la Unión Bautista, los Bautistas de la Gracia, la FIEC y un número significativo de congregaciones no afiliadas. Algunas de todas estas categorías pertenecen a Affinity, el nombre que ahora recibe el Consejo Evangélico Británico fundado en 1952, en parte bajo la inspiración de Martyn Lloyd-Jones. La gran mayoría de las iglesias bautistas escocesas son evangélicas, pero solo una minoría son reformadas. En la última década, las iglesias bautistas reformadas han encontrado un nuevo sentido de conexión en la Conferencia Bautista Reformada Escocesa que se lleva a cabo en Pitlochry.
La adoración en la Escocia secular
Las iglesias bautistas escocesas, al igual que todas las iglesias evangélicas de Escocia, se enfrentan a un reto desconocido hasta ahora en la historia protestante escocesa. La secularización de la sociedad escocesa ha sido rápida y de gran alcance. De las cuatro naciones que componen el Reino Unido (Inglaterra, Gales, Escocia e Irlanda del Norte), Escocia es ahora la menos religiosa. Atrás han quedado los días románticos de la Escocia cristiana, ya sea que contemplemos la Reforma en el siglo XVI, la era de los Covenanters en el XVII, las bendiciones del renacimiento evangélico en el XVIII o la época de los Haldane en el XIX. Las iglesias bautistas son ahora pequeños oasis de vida espiritual en un vasto desierto rodeado de apatía religiosa u hostilidad despectiva. Por eso, “hermanos, rogad por nosotros” (1Ts 5:25).
Este artículo fue traducido y ajustado por María del Cármen Atiaga. El original fue publicado por Josh Rothschild en Desiring God. Allí se encuentran las citas y notas al pie.
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