La República Popular de China ha establecido un programa gubernamental con el propósito de aumentar la edad de jubilación a sus empleados de forma gradual y paulatina. Así lo reportó recientemente Bekah McCallum, periodista del medio digital World. Sin embargo, este plan de aumento en la edad de jubilación que se adelanta en el gobierno de corte comunista no resulta ser una iniciativa política y económica particular, exclusiva o única del Estado chino.
En su lugar, obedece o representa una tendencia mundial: distintas naciones alrededor del globo terráqueo, por medio de sus respectivos gobiernos y de acuerdo a sus propios contextos políticos, económicos y jurídicos, están impulsando e implementando la misma agenda. Ahora bien, ¿en qué consisten los sistemas de pensiones? ¿Cuáles pueden ser los detonantes detrás del aumento en la edad de jubilación a nivel mundial? ¿Cuáles serían algunas implicaciones para los cristianos alrededor del mundo?
Una conceptualización básica y general sobre los sistemas de pensiones
Antes de abordar el tema que ocupa al presente artículo, estimamos necesario proporcionar una conceptualización básica y general de lo que es un sistema de pensiones. De acuerdo con un artículo del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), titulado ¿Cómo entender los sistemas de pensiones y la seguridad social?, estos:
…buscan garantizar la protección social y económica de las personas cuando hacen la transición de la vida laboral al retiro. Esto se hace administrando aportes periódicos durante la etapa laboral de los trabajadores, buscando que para el momento de su retiro puedan beneficiarse con un ingreso el resto de su vida.
Según se propone, el sistema pensional consiste en que los empleados contribuyentes (es decir, los trabajadores que pagaron el impuesto correspondiente para los efectos al Estado) puedan recibir un ingreso denominado “pensión” o “jubilación” al momento del retiro laboral. Es menester señalar que el funcionamiento y organización de los sistemas de pensiones cambia o varía según cada Estado, tanto por sus marcos regulatorios como por sus respectivas circunstancias sociales, políticas y económicas.
A pesar de eso, para poder optar por una jubilación, se deben cumplir unos requisitos generales, tales como haber cotizado por un periodo concreto de años o alcanzar una edad mínima para recibirla. En ese sentido, es importante observar que este “plan de retiro” que recibirán los trabajadores depende, a priori, de que estos hayan cumplido las cuotas laborales específicas y hayan pagado los impuestos pertinentes en sus Estados respectivos.
En América Latina y el Caribe, según comenta McCallum, coexisten distintos esquemas que rigen los sistemas con sus propias condiciones sobre cotización, acceso y recibimiento de la jubilación. La gran mayoría se rige por la legislación de seguro social que tenga cada nación.
Si bien existen varios esquemas pensionales, en la región operan dos principales. El primero es el “De reparto o beneficio definido”, en el cual los trabajadores actuales aportan para financiar a los pensionados; se usa en países como Argentina y Brasil. Al segundo se le llama “De cuenta individual o contribución definida”; en él, los trabajadores aportan un monto específico formando un capital para su retiro; este rige en países como El Salvador.
Ahora, en otros estados de la misma región, los sistemas pensionales incluyen ciertas características de los esquemas antes mencionados: los combinan o establecen competencias entre ellos. Asimismo, existen esquemas voluntarios donde se pagan montos a cuentas individuales dirigidas por entidades privadas, es decir, fondos de jubilación privados. No obstante, son pocas las personas que pueden acceder a ese tipo de esquemas, porque son algo costosos.
En los Estados Unidos operan dos sistemas pensionales, según informa Juan Camilo Colorado, comunicador social y periodista de la Universidad de la Sabana (Colombia): el individual de aportes del régimen privado y el de seguridad social de jubilación, que pertenece al régimen público. El primer sistema “consiste en las contribuciones aportadas por los trabajadores, ya sea por medio de su empleador o por iniciativa propia en fondos privados específicos”. El segundo se basa en el trabajo y pago de impuestos de seguridad social, obteniendo así los créditos para la jubilación.
De acuerdo con Pedro Barragán, economista y articulista sobre temas relacionados con China, allí operan varios sistemas. El Seguro Básico de Vejez (SBV) es un sistema de carácter obligatorio, estructurado para empleados urbanos y rurales, así como para trabajadores migrantes. Su financiación proviene de las contribuciones de los empleados, los empleadores y el gobierno. También están los Fondos de Pensiones de Empresas, que, principalmente, cubren a los empleados de grandes compañías, en especial a aquellos que laboran en el Estado. De igual forma, como ocurre en otros países, cuenta con Planes Privados de Ahorro, que están disponibles para el que voluntariamente desee aumentar sus ahorros de jubilación.
Pero, ¿por qué el aumento en la edad de jubilación?
Causas detrás del aumento en la edad de jubilación a nivel global
Ya con una noción general de lo que son los sistemas de pensiones, regresemos a la noticia publicada en World. McCallum señaló que, el pasado 13 de septiembre de 2024, el Partido Comunista Chino aprobó el programa para el aumento en la edad de jubilación, que estaría entrando en vigor gradualmente por un periodo de 15 años desde el 1 de enero. De esta manera, para los hombres aumentaría de los 60 a los 63 años, y para las mujeres habría un aumento según sus labores.
Para las trabajadoras de “cuello blanco”, es decir, aquellas con preparación académica, el aumento sería de los 55 a los 58 años —o quizás más—. Mientras que para las trabajadoras de “cuello azul”, quienes desempeñan tareas manuales y en general no cuentan con estudios superiores, el aumento sería de los 50 a los 55 años.
Sin embargo, a pesar de este incremento en la edad de jubilación para los trabajadores en China —continúa McCallum—, las nuevas edades no dejarían de ser inferiores a las edades regulares si se les compara con el resto del mundo. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico afirma que la edad media global de jubilación para los hombres es de 64 años y para las mujeres es de 63.
Entonces, ¿cuáles son las causas detrás del aumento de la edad en China y por qué estas medidas resultan ser una tendencia global? El gobierno chino está considerando este plan gubernamental por al menos dos factores: el aumento acelerado de la población adulta (en la vejez) y la alta disminución en las tasas de natalidad.
Recientemente, David Riaño, editor general de BITE, redactó un artículo sobre la caída en las tasas de natalidad en China. El texto explica que dicho país llegó a tener una población tan grande, que el gobierno, “preocupado” por el crecimiento demográfico, decidió adoptar una política de control natal de un solo hijo en 1979. Sin embargo, en las décadas siguientes hubo tal reducción de natalidad, que en 2016 tuvieron que ponerle fin a la política de un hijo y permitirles a las familias tener dos. En 2021, aumentaron a tres hijos por familia; no obstante, un año después reportaron su primera reducción demográfica en 60 años.
Si bien, en términos legales, el gobierno Chino dio “permiso para la procreación”, podríamos afirmar que el efecto cultural y social de las privaciones previas al respecto generaron consecuencias en la conciencia de la población asiática. Debido a esto, los planes de jubilación han sido duramente afectados, pues la fuerza laboral elegible ha menguado de forma considerable y no está naciendo la cantidad de personas suficiente para reemplazar, a corto y mediano plazo, al recurso humano laboral. Por eso, el aumento en el envejecimiento de la población, implica tener a más personas cobrando los fondos de pensiones; sin embargo, como ya lo vimos, estos últimos dependen de una producción y un cambio en la mano obrera constantes.
Estas mismas causas —sin menoscabar otras más— están afectando a muchas naciones alrededor del mundo, especialmente a aquellas cuyo impacto y representación política, cultural y económica influyen de manera global. En un artículo publicado en octubre de 2024 en Infobae, se reconoce la caída histórica de la natalidad en Europa y Estados Unidos, al punto de ser llamada “el desierto de bebés”. Allí señalan que este fenómeno, sumado al aumento de la población envejecida, se traduce en un problema social y político para los distintos países y que ambos amenazan con sobrecargar los sistemas pensionales.
En ese orden de ideas, por citar algunos ejemplos, Rusia aumentó la edad de jubilación de los 60 a los 65 años para los hombres en 2018. En 2023, Francia realizó un aumento en su edad de jubilación de 62 a 64 años, lo cual generó desacuerdos y protestas por gran parte de la población. Para este año, en Estados Unidos también se están presentando cambios en cuanto a la edad de retiro y el monto de pensión a cobrar; desde 2007, su natalidad está en declive. En Iberoamérica, la baja tasa de natalidad y el crecimiento de la población envejecida también se traducen en una preocupación por el futuro bienestar de las naciones en esta región.
En otro artículo de Infobae publicado en julio de 2023, se informa sobre distintos países de Europa que aumentarán la edad de jubilación en los próximos años. Uno de ellos es Dinamarca, cuya población se jubilaría a los 69 años en 2035. En Reino Unido, los empleados laborarán hasta los 68 años para 2046. En Países Bajos, se aumentaría de los 66 años y diez meses hasta 67 años y tres meses entre 2023 y 2028. Este patrón se estima en otras naciones como Bélgica, Alemania, Italia o España. Es más, España, según informa otro artículo del mismo medio, es una de las naciones con más población envejecida en el mundo.
¿Qué podría implicar esta tendencia global para la iglesia?
Frente a esto, ¿cuáles serían algunas de las consecuencias para los cristianos? Al menos cuatro saltan fácilmente a la vista.
1. Menos tiempo para la familia: debido al aumento en la edad de jubilación, muchos cristianos se verán en la necesidad de invertir más tiempo en sus respectivos trabajos y vocaciones, y menos en realizar actividades junto a sus familias.
2. Menos tiempo para el ministerio: algunos ministros ordenados son bivocacionales, es decir, ejercen una función laboral, además de ser pastores. Ante el deber de cumplir con sus jornadas laborales por más años, podrán verse menos dispuestos a servir en un ministerio a tiempo completo e incluso esto podría desanimarlos.
3. Posibilidad de que se agoten los fondos de jubilación: si bien no hablamos sobre la “estabilidad” de los sistemas pensionales, mucho se dice sobre el riesgo de los fondos y la probabilidad de que, en un periodo no muy lejano, se agoten. Sin duda, muchos cristianos dependen de pensiones y, ante el aumento de la edad, podrían dudar que lleguen a beneficiarse de ellas.
4. Estrés, incertidumbre y preocupación por el futuro: Quizás algunos creyentes contaban con jubilarse prontamente. Otros pensarán que no podrán llegar a la edad necesaria para disfrutar de las pensiones. En cualquier caso, esto generará mucha preocupación o incertidumbre, especialmente, por tratarse de la estabilidad económica y la calidad de vida.
Ahora bien, ¿deben los creyentes actuar como si su “jubilación”, o en general sus vidas, dependieran de sus gobiernos? En su obra Heredarán la Tierra: esquemas bíblicos para la economía política, el historiador económico y teólogo estadounidense Gary North realiza una crítica a las familias por el “sentido de dependencia” casi absoluto que suelen conferirle al Estado:
En nuestro siglo, las familias ‘se han sentado con un señor’, el Estado. Ellas han disfrutado los muchos manjares delicados del Estado: la enseñanza ‘gratuita’, la jubilación ‘gratuita’, la atención médica ‘gratuita’, y todo lo demás ‘gratuito’. Las familias han sido glotones en la mesa del Estado. Ellos han comido la carne engañosa. Como resultado, ahora sufren de indigestión.
¿A qué me refiero con esto? Los cristianos reconocemos que el Gobernador del universo ha concedido a los gobernantes de la tierra autoridad y poder, y con ello, la responsabilidad de ejercerlos con justicia y verdad. No obstante, North nos lleva a reflexionar sobre cómo las familias (creyentes y aun las incrédulas) han otorgado a sus respectivos gobiernos un nivel de “deidad”, en tanto y en cuanto a que “estos” son quienes “deben darles” todas las condiciones necesarias para su estabilidad, seguridad, educación, libertad y sustento. Debemos recordar que el Señor es nuestro principal Proveedor y Sustentador (Mt 6:32; Fil 4:19; He 13:4-5).
Sin embargo, vemos cómo Dios, a través de Su Palabra, nos insta a ser buenos mayordomos, a trabajar honradamente y a, como cuerpo de Cristo, atender las necesidades de los demás, especialmente de los santos. De esta forma, consideremos cómo el Señor puede utilizar esta situación mundial para santificar a los creyentes y hacerles meditar en el deber de glorificarlo en todo sentido. Propongo cuatro formas en las que nos vemos desafiados:
1. Un llamado a la mayordomía: el aumento en la edad de jubilación, que se traduciría en la necesidad de trabajar más años, puede llevar a los cristianos a reconsiderar si han honrado al Señor con sus ingresos y, a su vez, si han administrado apropiadamente sus ganancias. Esto podría representar una ocasión para establecer prioridades financieras, cancelar deudas, generar ahorros, pensar en inversiones, e incluso sopesar qué ingresos tendrán en el futuro (Lc 16:12; Pr 27:23).
2. Un llamado a la ética laboral: una de las verdades bíblicas más grandes —y que la tradición reformada rescató desde su nacimiento y reafirma en la actualidad— es que todo lo que hacemos debe apuntar a la gloria de Dios. Las vocaciones y trabajos son medios a través de los cuales adoramos al Señor. Por tanto, tener que trabajar más tiempo podría representar la oportunidad de glorificar más a nuestro Dios con nuestros oficios y servir al prójimo con el fin de parecernos al Creador (1Co 10:31; Col 3:23-24).
3. Un llamado al cuidado de los santos y al sostenimiento de los ministros: probablemente, la situación económica de algunos hermanos pueda resultar trastocada por las reformas pensionales, por lo cual necesiten asistencia y provisión para ellos y sus familias. Esto podría animar a la iglesia a cumplir los mandamientos corporativos respecto a atender las necesidades de sus hermanos en la fe. Asimismo, debemos procurar un mantenimiento adecuado para nuestros pastores (Ga 6:10; 1Jn 3:17).
4. Una oportunidad para confiar en Dios: sin duda, el estrés, la incertidumbre, la ansiedad y el temor podrán rodear a muchos hermanos ante el probable aumento en la edad de jubilación. Sin embargo, esta será la ocasión perfecta para descansar en el Señor y recordar que Él está en Su trono, que gobierna sobre todo, y que, por medio de la oración y meditación, podemos disfrutar de Su paz y gozo sin importar las circunstancias (Fil 4:6-7; 1P 5:7).
5. Cumplir el mandato cultural: como vimos, la baja tasa de natalidad es una de las causas detrás del aumento en la edad de jubilación. La gran ironía es que se nos hizo creer que la tierra estaba “sobrepoblada”, pero ahora resulta que hay que poblarla. Los cristianos debemos ver esta oportunidad para testificar de la gloria de Dios y recordar que el mandato cultural está vigente: “Y los bendijo Dios y les dijo: Sed fecundos y multiplicaos, y llenad la tierra y sojuzgadla; ejerced dominio sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo y sobre todo ser viviente que se mueve sobre la tierra”, Gn 1:28 (LBLA).
Bibliografía y referencias
El sistema de pensiones en China por Pedro Barragán | El Mundo Financiero
En 2025 cambiará la edad de retiro en Estados Unidos: lo que hay que saber | EL PAÍS
La baja natalidad pone en riesgo el bienestar futuro de Iberoamérica | Universidad CEU San Pablo
Heredarán la Tierra: Esquemas Bíblicos para la Economía Política (1990) por Gary North. I.C.E, Tyler, Texas, EE.UU.
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