Aún puedo recordar la punzada de angustia que recorrió mi cuerpo cuando descubrí que el país donde servíamos ya no estaba clasificado como “no alcanzado” por el Proyecto Josué. Se informaba que el cuatro por ciento de la población de noventa millones de personas era cristiana. Ese porcentaje es el doble del umbral estándar para calificar como no alcanzado.
Dado que habíamos ido al campo con la idea de que los no alcanzados eran la máxima prioridad, nos preguntamos: “Si no estamos sirviendo entre los estadísticamente no alcanzados, ¿podemos justificar estar aquí?” Una de las lecciones importantes que hemos aprendido es que los misioneros que sirven entre los alcanzados aún pueden tener un impacto profundo en los no alcanzados al apoyarse en la iglesia global.
Para ser claros, identificar y buscar a las personas que no tienen acceso a las Escrituras, al discipulado y a iglesias saludables sigue siendo vital dentro de la estrategia misionera de la iglesia global. Dondequiera que existan barreras de acceso —y donde esas barreras sean más impenetrables— los misioneros deben buscar superarlas estratégicamente para la gloria de Dios y el bien de Su pueblo.
Sin embargo, también haríamos bien en recordar que llevar el evangelio a toda tribu, lengua, nación y pueblo —sin importar cómo se comprendan esas categorías— es una visión y responsabilidad dada a la iglesia global. Para entender a qué me refiero, consideremos el ministerio de Robert Morrison (1782–1834), misionero del siglo XIX en China.
Alcanzar a través de irse
En 1807, Robert Morrison fue designado por la Sociedad Misionera de Londres (LMS, por sus siglas en inglés) para servir en China. Fue el primer misionero protestante que la LMS envió al este de Asia. Sin embargo, en ese momento, China era notoriamente cerrada a los extranjeros, especialmente a los misioneros. Las compañías comerciales extranjeras que se habían establecido en China también se mostraban reacias a contratar misioneros. Por lo tanto, los intentos iniciales de Morrison de comenzar su ministerio en China se encontraron con resistencia y fracasos.
Sin embargo, en el undécimo año después de ser designado, Morrison adoptó un nuevo enfoque para el ministerio entre los chinos: se fue de China. Morrison se trasladó a la vecina Malaca (actual Malasia), lo que le permitió interactuar con chinos que vivían allí, quienes podían regresar libremente a China y servir como misioneros nativos entre el pueblo al que él había tenido dificultades para alcanzar. A pesar de lo contradictorio que parecía abandonar el país para llegar a la gente allí, Morrison comprendió que una manera estratégica de alcanzar China era preparar una fuerza misionera de chinos que asumieran su responsabilidad con la Gran Comisión, llevando el evangelio más lejos dentro de China de lo que él podría hacerlo.
Siguiendo el ejemplo de Morrison
Hoy, a pesar de los mejores esfuerzos del gobierno chino, el evangelio se ha difundido por toda China, con creyentes chinos liderando el camino. Sin embargo, hay muchos otros lugares que presentan dificultades similares para el acceso extranjero, tal como ocurría en la época de Morrison en China. El contexto en el que mi esposa y yo servimos está rodeado de esos lugares.
Aunque nos encontrábamos en un país que ya no estaba clasificado como no alcanzado, algunos de nuestros queridos amigos eran creyentes locales a quienes vimos ser movilizados por Dios para ir y servir entre pueblos no alcanzados en países cercanos. No diseñamos estratégicamente este plan; Dios, en Su providencia, nos permitió observar cómo se desarrollaba mientras los creyentes nacionales sentían por primera vez el peso de la Gran Comisión.
Aún mejor, un ejemplo más intencional de esta estrategia está presente en una iglesia que llamaré Primera Iglesia Bautista en una ciudad importante del sudeste asiático. Este país está habitado por casi setenta grupos étnicos no alcanzados, cuyos territorios son notoriamente difíciles de acceder para los extranjeros. A pesar de operar en inglés, la Primera Iglesia Bautista se ha convertido en un centro de avance del evangelio entre extranjeros, nacionales y no alcanzados al apoyarse en y movilizar a creyentes locales hacia lugares de difícil acceso. Consideremos tres elementos de la estrategia de esta iglesia.
1. Modelar una iglesia saludable
Primero, esta iglesia se ha establecido en una ciudad accesible para extranjeros. Al mismo tiempo, la Primera Iglesia Bautista se distingue de otras iglesias internacionales por su eclesiología saludable: está dirigida por una pluralidad de ancianos bíblicamente calificados, es gobernada congregacionalmente, promueve la predicación expositiva de la Palabra y practica el bautismo de creyentes. Los miembros de esta iglesia obedecen los mandatos mutuos de las Escrituras y participan activamente en la evangelización de sus comunidades locales.
Este modelo contrasta con el modelo más común de iglesia internacional, donde las declaraciones doctrinales y las prácticas ministeriales priorizan la amplitud en lugar de la profundidad, sacrificando a menudo convicciones bíblicas para ganar comunidad social. En lugar de apuntar a una visión de la iglesia basada solo en lo esencial, la Primera Iglesia Bautista llama a sus miembros a pactar juntos bajo convicciones y doctrinas explícitas que buscan proteger la integridad del cuerpo y su capacidad de mostrar y comunicar el evangelio. El ejemplo saludable de una iglesia basada en convicciones beneficia tanto a creyentes como a no creyentes —sean extranjeros o locales— en esta ciudad.
2. Desarrollar el liderazgo de líderes locales
Pocos de los locales que rodean a la Primera Iglesia Bautista hablan inglés con suficiente fluidez como para participar en los servicios de la iglesia. Sin embargo, algunos son multilingües. Los ancianos de la Primera Iglesia Bautista han puesto especial cuidado en desarrollar una pasantía ministerial diseñada para discipular a los locales hacia la madurez, competencia y calificaciones de carácter requeridas para líderes ministeriales y ancianos bíblicamente calificados.
Este esfuerzo ha sido liderado por un creyente local —al que llamaremos Pablo— quien ha participado en el ministerio desde las primeras etapas de la iglesia. Pablo sirve como pastor en la iglesia y siente el peso de la Gran Comisión de equipar e ir junto con su propio pueblo en el servicio misionero.
Aunque la asociación interna entre pastores extranjeros y locales es hermosa por sí misma, el siguiente paso en el ministerio de Pablo es desarrollar un equipo central de otros locales y ser enviado por esta iglesia de habla inglesa para establecer una iglesia de habla local cercana. Si Dios lo permite, en los próximos años, esta nueva iglesia servirá como columna y baluarte de la verdad para la población local en su propio idioma.
Así pues, esta iglesia de habla inglesa ya está teniendo un impacto en el contexto local, colaborando y movilizando a creyentes locales hacia la obediencia a la Gran Comisión. Aunque el progreso es lento y requiere que los servidores iniciales dominen el inglés, este camino promete avanzar en la difusión del evangelio, la madurez de los discípulos y el establecimiento de iglesias en un contexto más amplio.
3. Alcanzando grupos lingüísticos no alcanzados
Además de la multiplicación mencionada anteriormente, la Primera Iglesia Bautista también sirve como base de operaciones para dos equipos que tienen la intención de plantar iglesias en otras partes del país entre grupos lingüísticos no alcanzados. Debido a que estos equipos están compuestos principalmente por misioneros (al menos por ahora), necesitan aprender la cultura y el idioma del país antes de intentar ingresar a la subcultura y a los grupos de lenguas minoritarias que están buscando alcanzar. Una vez más, Pablo ha sido un aliado clave al consultar y asesorar a estos misioneros.
El aprendizaje del idioma y la adaptación cultural requieren un tiempo considerable —generalmente de dos a tres años para alcanzar fluidez y comprensión cultural—. Puede ser perjudicial para los creyentes pasar esos años sin congregarse en una iglesia. Al establecerse en esta ciudad importante, ambos equipos han tenido acceso a oportunidades formales de aprendizaje de idiomas, se han sumergido en la cultura y también han sido miembros de una iglesia saludable que busca alcanzar a sus vecinos. Estos equipos ya están en contacto con socios nacionales de plantación de iglesias en su ubicación objetivo.
Cuando llegue el momento de que estos equipos comiencen su ministerio en su segundo contexto, la Primera Iglesia Bautista participará en enviarlos a sus campos de servicio. Mientras son miembros de la Primera Iglesia Bautista, los equipos misioneros también pueden movilizar a locales para que se unan a estas plantaciones de iglesias pioneras mientras se preparan para comenzar su ministerio. Más aún, estos equipos brindan una visión y un ejemplo a los locales sobre cómo involucrarse estratégicamente en necesidades más allá de su propio contexto. Los equipos misioneros ya están desafiando a los locales a responder a la Gran Comisión al hacerles conscientes de que la mayoría de los grupos no alcanzados en el área son mucho más inaccesibles para los extranjeros. La mejor movilización no proviene de voces que te empujan desde atrás, sino de voces que te llaman desde adelante.
No entres en pánico; moviliza
El ejemplo histórico de Robert Morrison y el ejemplo contemporáneo de la Primera Iglesia Bautista no son una crítica ni una estrategia de reemplazo para el compromiso misionero directo en entornos pioneros. La iglesia en Occidente aún necesita enviar misioneros directamente a los grupos de personas no alcanzadas. Sin embargo, la fuerza misionera de la iglesia no proviene solo de los países occidentales. Todos los creyentes en todas partes heredan la Gran Comisión y tienen un papel en el aspecto de “todas las naciones” de nuestro mandato de hacer discípulos.
El peligro de que los lugares “alcanzados” reciban más atención de los misioneros occidentales porque son más accesibles y cómodos es real. Sin embargo, los occidentales no pueden descuidar las oportunidades de formar y movilizar a creyentes locales en esos lugares y equiparlos para llegar más lejos de lo que los occidentales podrían lograr por sí solos.
El ejemplo de Morrison nos recuerda que algunos lugares considerados alcanzados podrían convertirse en bases para la formación y movilización de una fuerza misionera que perdurará más allá de nuestras vidas y se extenderá más allá de nuestras limitaciones. Así que, si te encuentras sirviendo en un lugar que el Proyecto Josué considera “alcanzado”, no entres en pánico; moviliza.
Este artículo fue traducido y ajustado por David Riaño. El original fue publicado por Matt Bennett en Desiring God. Allí se encuentran las citas y notas al pie.
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