Ni bautistas ni metodistas; ahora los grupos que aumentan el grueso de sus filas a más velocidad en la Iglesia protestante norteamericana son los ‘nons’ (no denominacionales), lo cual genera varias preguntas. ¿Podría ser posible un futuro en el que no haya denominaciones dentro del cristianismo? ¿Este gran cambio está amenazando a las diversas corrientes históricas?
Para responder a tales preguntas y entender el impacto de este fenómeno, es necesario que primero echemos un vistazo histórico a cuándo y por qué surgieron las denominaciones.
¿De dónde vienen y qué son las denominaciones?
En una conversación con Coalición por el Evangelio, Carlos Astorga registró el siguiente comentario:
En el lado evangelico, las denominaciones surgen en la época de la Reforma. Muy poco tiempo después de que Lutero comienza la Reforma en 1517, tiene una discusión; una diferencia de opinión en cuanto al significado de la Cena del Señor. [...] Cuando se reunieron en 1529 para tratar de ponerse de acuerdo, Lutero, Zwinglio y otros reformadores, no lograron hacerlo. Zwinglio tenía una postura… Lutero tenía una postura distinta… y decidieron entonces quedarse por separado. Ese fue el inicio histórico de las denominaciones protestantes.
Del movimiento de Reforma del siglo XVI surgieron cuatro grandes ramas o tradiciones del protestantismo: la primera de ellas fue la luterana, luego la reformada, seguida de la anabaptista y finalmente la anglicana. Podríamos decir con certeza que de estas cuatro ramas surgieron las demás denominaciones que conocemos hoy.
John Sandoval, pastor presbiteriano y plantador de iglesias en Colombia, nos ayuda a explorar con mayor profundidad el significado de las denominaciones protestantes.
Específicamente el protestantismo, como su nombre indica, surge en el periodo de la Reforma protestante. Sabemos nosotros que antes de la gran reforma del siglo XVI, hubo grupos que protestaron contra el cristianismo oficial, no obstante, estos no tuvieron tanto desarrollo, tanta influencia, hasta que en el siglo XVI, iniciando con la persona más conocida que es Martín Lutero encontramos una conexión allí de manera teológica, pero también de manera eclesiológica. Un ejemplo son los valdenses, que luego se unen con los que se hacen llamar calvinistas.
Además, las denominaciones protestantes surgen en contextos particulares para procurar suplir una necesidad dentro o fuera de la iglesia, específicamente dentro de la iglesia. Sabemos que en el siglo XVI se empezó con el tema de las indulgencias en la parte alemana y allí surgió lo que posteriormente se llamó luteranismo. Ya en la Suiza francesa, como la llamamos hoy, surgió parte de lo que llamamos nosotros ‘la teología reformada’, que a su vez también tiene una parte germana con Zwinglio.
Con el transcurso del tiempo, las denominaciones protestantes que surgieron en el periodo de la Reforma dieron lugar a numerosas ramificaciones que se extienden hasta nuestros días. Hoy por hoy vemos a las bautistas, presbiterianas, congregacionalistas, metodistas, Asambleas de Dios, entre muchas otras. Algunas diferencias entre estos grupos se basan en posturas doctrinales de segundo orden y formas de gobierno eclesial. Con esta información en mente, trataremos de definir lo que son las denominaciones. John Sandoval lo pone en estas palabras:
Una denominación protestante puede ser definida de la siguiente manera: es una expresión particular del cristianismo protestante con cierta estructura organizacional, que surge dentro de unas circunstancias especiales para suplir determinadas necesidades dentro o fuera de la iglesia. Además, tiene un desarrollo propio después de los que la originan.
El artículo continúa después del anuncioDigo que es una expresión particular porque el cristianismo arraiga en una cultura, en un momento y en unas circunstancias particulares. Una cosa es el protestantismo europeo del siglo XVI en la región de Alemania y otra son los matices que surgieron dentro del cristianismo protestante, también del siglo XVI, del lado francés. Aunque ambos son protestantes, tienen particularidades propias.
Cuando hablo de una estructura organizacional, me refiero, por ejemplo, al cristianismo protestante que surgió en Holanda, con unos grupos un poco más libres y espontáneos que el cristianismo protestante de Inglaterra de esa época, que es más estructurado, más semejante a la estructura organizacional previa. Además, las circunstancias especiales van a determinar varios de sus asuntos eclesiales. Cuando Lutero lanzó su protesta tuvo el apoyo de los príncipes germanos, eso le dio un matiz especial. Diferente a, por ejemplo, Calvino que tuvo una lucha constante con los gobernantes de la ciudad y Ginebra, a tal punto que terminó siendo expulsado con Farel, esto marcó también las circunstancias y los matices denominacionales.
El ascenso de los ‘nons’
En resumen, las denominaciones protestantes son expresiones particulares del cristianismo que surgieron en el periodo de la Reforma. Tienen cierta estructura organizacional e históricamente han aparecido en medio de circunstancias especiales para suplir determinadas necesidades dentro o fuera de la iglesia. Además, han tenido un desarrollo propio que generalmente ha precedido a aquellos que inician el movimiento.
Partiendo de las premisas anteriores, ahora sí podemos abordar un fenómeno que hoy nos lleva a hablar sobre la importancia de las denominaciones. Este es conocido como “el ascenso de los nons”, término con el que nos referimos al crecimiento significativo de creyentes o iglesias sin afiliación a una corriente histórica. Hablamos de un grupo de cristianos que no se identifica ni como bautista, ni como presbiteriano, ni como pentecostal ni como parte de ninguna otra tradición.
Ese grupo de cristianos, el de los ‘nons’, es el segmento más grande entre los protestantes de Estados Unidos y tal vez del mundo. ¿Ha sido así siempre? Durante los últimos años, la Convención Bautista del Sur había sido considerada la denominación más grande de Norteamérica. El profesor de ciencias políticas de la Universidad del Este de Illinois, Ryan Burge, afirmó que:
Durante décadas, los bautistas del sur disfrutaron de un crecimiento extraordinario. En un período de 26 años, que va desde 1946 hasta 1972, el número de bautistas del sur se duplicó con creces, de 6 millones a 12 millones. Luego, las cifras de membresía continuaron aumentando, alcanzando un máximo de 16.3 millones de miembros en 2006. [Sin embargo,] alrededor del año 2010, la membresía comenzó a disminuir notablemente con alrededor de 100 000 miembros perdidos por año. Desde entonces, esas pérdidas comenzaron a acelerarse. Para 2019, la caída anual fue de más de un cuarto de millón de miembros.
¿Cuáles son las razones por las que la denominación más grande de los Estados Unidos ha experimentado una disminución tan fuerte en su membresía? Burge enlista una serie de motivos que pudieron influir en este éxodo de miembros. La primera de ellas tiene que ver con la desconfianza hacia las instituciones. En palabras del propio Burge: “si hay una característica principal de la vida estadounidense en 2023, es que la gente no confía en las instituciones. Los datos de la encuesta social general indican que la confianza en los bancos, la educación, el congreso, las grandes empresas, los medios de comunicación y la medicina se han reducido drásticamente desde hace unas décadas”.
Esta conclusión coincide con las declaraciones de Joselo Mercado, pastor principal de la Iglesia Gracia Soberana en Gaithersburg, Maryland, quien considera que el crecimiento de las congregaciones no denominacionales está relacionado con la desconfianza hacia las instituciones.
El aumento en los Estados Unidos tiene varios factores, pero principalmente hay un crecimiento de falta de confianza en la institución. Es algo que en la sociedad ha aumentado, y las personas tienden a no confiar en las instituciones. Eso salió de varias cosas, pero el movimiento de revolución sexual de los años sesenta y setenta trajo este pensamiento de que las instituciones son negativas. Muchas iglesias que nacieron de ese movimiento, el Jesus Movement o el movimiento de Jesús, fueron hacia esa dirección de no ser denominacionales porque venían de este pensamiento de tener cuestionamientos o no confiar en las instituciones.
De acuerdo a sus estadísticas, la membresía de numerosas denominaciones protestantes, incluida la de la Convención Bautista del Sur, está envejeciendo. En una década o dos, es muy probable que la mitad de los adultos mayores no puedan asistir a los servicios de la iglesia. Por último, el decrecimiento en la membresía parece relacionarse también con el aumento de jóvenes reacios a abrazar cualquier tipo de religión y con el crecimiento de las iglesias sin afiliación a una corriente histórica. Sobre esto último, Ryan Burge escribió:
Lo que puede ser una amenaza aún mayor para la Convención bautista del sur, es el dramático aumento de las iglesias no denominacionales. Al observar el tamaño de cada una de las principales tradiciones protestantes en los últimos 14 años, el común denominador es el declive. [...] La única excepción son los cristianos no denominacionales. Eran el 7,1 % de la población total en 2008, pero esa cifra ha aumentado hasta el 8,6 % en 2022.
Esto último nos permite concluir que, mientras que la denominación más grande de los Estados Unidos va disminuyendo, los ‘nons’ van en ascenso.
Las estadísticas
En los últimos años se han realizado algunos estudios que siguen con mayor atención este crecimiento significativo. Por ejemplo: en 2015, Pew Research Center realizó uno en el que sobresalió el gran número de personas que no se sienten identificadas con alguna denominación. De acuerdo con sus datos, para ese momento el 6,2 % de todos los adultos (y el 13 % de los protestantes) se identificaban con iglesias ‘nons’, frente al 4,5 % de todos los adultos (y el 9% de todos los protestantes) en 2007”.
Un año más tarde, en 2016, Gallup realizó un estudio cuyo resultado mostró que el porcentaje de estadounidenses que se identificaban con una corriente protestante específica se redujo del 50 % en el 2000 al 30 % en el 2016, mientras que los cristianos que no nombran una religión o denominación específica casi se duplicaron en número, del 9 al 17 %. De acuerdo con otra investigación decenal, publicada por el censo de la religión de los Estados Unidos en el 2020, el número de congregaciones no denominacionales ha crecido a cerca de 9000 durante la última década.
Es probable que hayas notado que la conclusión más lógica de esta situación es que el surgimiento de los ‘nons’ podría llevar a la inminente desaparición de las vertientes del protestantismo. Sin embargo, ese no parece ser el escenario a corto plazo. De acuerdo al mismo censo de religión de los Estados Unidos, algunas corrientes tradicionales siguen creciendo, aunque no sea en gran número. En consecuencia, si los cristianos ‘nons’ fueran una denominación, podrían ser hoy la más grande del cristianismo protestante en Norteamérica.
Latinoamérica
Ahora que repasamos el trasfondo histórico de las denominaciones, y que hemos visto algunas estadísticas actuales sobre el ascenso de los ‘nons’, creemos que es necesario meditar en la relevancia de este tema para la iglesia en Latinoamérica.
En primer lugar, debemos reconocer que muchos creyentes del mundo hispanohablante ven la información sobre las corrientes protestantes, y su origen histórico, como irrelevante o innecesaria. Lo cual nos conduce al siguiente interrogante: ¿es necesario conocer el origen de las denominaciones y las características de las estructuras eclesiásticas históricas? Al respecto, Joselo Mercado dijo:
Creo que es importante que se entiendan las estructuras eclesiológicas históricas, porque muchas personas presentan la suya como la única posible, cuando la historia de la iglesia ha mostrado diferentes. Hacen ver negativas algunas estructuras por experiencias que ha habido en ciertas regiones o países.
Por ejemplo, yo voy a ciertos países donde no puedo decir la estructura presbiteriana, cuando es interesante que la herencia reformada vino de ahí. Calvino, Zwinglio, todos ellos las tenían como base. La reforma que llegó a los Estados Unidos vino básicamente de los presbiterianos de Escocia. Pero, por algunas razones, casi es una palabra que no se puede mencionar en algunos lugares de Latinoamérica.
Creo que eso muestra un poco de falta de entendimiento de las realidades históricas, de que ha habido estructuras episcopales, presbiterianas, congregacionalistas y que todas han sido parte de la historia de la iglesia. Desde mi perspectiva, no hay un tipo de abuso de poder, pudo haberlo en todas. Son formas en las que fielmente podemos servir al Señor.
Es muy probable que desconocer la teología histórica o la historia de la iglesia nos pueda conducir a abrazar o presentar una sola estructura eclesial como si fuese la única existente, o peor aún, la única válida. En otras palabras, desconocer el origen de las denominaciones protestantes puede conducir a muchos creyentes al sectarismo religioso.
En segundo lugar, es necesario preguntarnos, ¿por qué debería interesarnos a los latinos, lo que sucede con el cristianismo de los Estados Unidos? Conversamos también con Juan Sánchez de High Pointe Baptist Church en Austin, Texas. Desde su experiencia personal, el pastor Sánchez considera que la iglesia norteamericana tiene una gran influencia sobre la latinoamericana, lo cual es abiertamente conocido.
De acuerdo con sus declaraciones, actualmente la iglesia en Estados Unidos está luchando con diferentes problemáticas y batallas muy singulares como el racismo y la política nacional; problemas que en ese contexto requieren una respuesta particular del evangelio. Por lo tanto, se debe tener cuidado de que esos temas no influyan a la iglesia de Latinoamérica de una manera contraproducente.
Entonces, si no somos conscientes de esa influencia que la iglesia estadounidense genera en América Latina, podríamos estar trasladando una variedad de meditaciones teológicas, batallas culturales o asuntos de división que no se relacionan con nuestro propio contexto. Terminaríamos proclamando una variedad de respuestas o emprendiendo batallas que no corresponden con las problemáticas particulares hispanoamericanas. Pero, nos guste o no, lo que sucede con la iglesia y en la sociedad de los Estados Unidos siguen siendo asuntos que nos afectan, y uno de esos es el ascenso de los ‘nons’.
El diálogo
Por lo anterior, tras explorar el crecimiento significativo de las iglesias sin afiliación denominacional en los Estados Unidos, los interrogantes que surgen para nuestro contexto son muchos. Por ejemplo, ¿el ascenso de los ‘nons’ nos comunica que las denominaciones ya no son necesarias? ¿Existe algún peligro al no pertenecer a ninguna denominación histórica? Sandoval compartió su perspectiva:
Claro que son necesarias en varios sentidos, el primero es que una denominación histórica me da a mí raíces. Esto quiere decir que el cristianismo no empezó con nosotros. Muchos de los grupos que hoy conocemos lo máximo que pueden rastrear respecto a sus orígenes es con el fundador, que normalmente está vivo o normalmente salió a su vez de otra denominación, etcétera.
Ahora, si nosotros no somos conscientes de la importancia de una denominación, no vamos a tener identidad. Es como si cualquiera de nosotros perdiera la memoria en cualquier momento, ¿qué pasaría? Bueno, estaríamos a merced de las personas del momento y eso ocurre con grupos que ignoran las raíces históricas de su fe, no solamente en la Biblia, sino también el trasfondo particular del cristianismo occidental. Cuando llegan las modas y las tendencias es mucho más fácilmente secuestrada esta denominación por tratar, supuestamente, de ser muy diferente, pero simplemente lo que están haciendo es amoldarse a este mundo.
Pero el segundo sentido, creo que son necesarias también porque nos permiten a nosotros darnos cuenta de qué compañerismo podemos tener con hermanos de otro trasfondo denominacional. Hay un detalle importantísimo que está ocurriendo en nuestros días. Dentro de las muchas denominaciones protestantes que están luchando con el liberalismo, que viene ya del siglo XVIII y al que ya se le ven sus efectos, ya hay bandos conservadores. Es decir, que defienden la comprensión y la expresión tradicional de la fe cristiana protestante basada en la Biblia.
Si nos damos cuenta, los grupos conservadores de una denominación tienen más en común con grupos conservadores de otra, o sea, hay más en común con conservadores, como los llaman, de todas las corrientes protestantes que con los liberales de la suya. Esto es importantísimo y nos da una advertencia: cuando la denominación se convierte en un objetivo en sí mismo, es decir, nos define por completo como personas, creo que estamos en peligro no solamente de desconocer las raíces de nuestra fe cristiana, sino también de darnos cuenta de que somos susceptibles de corromperla. Peor aún, esa fe no podrá transmitirse fielmente a la próxima generación.
Justin Burkholder, misionero en Guatemala y pastor de la Iglesia Reforma, también nos dio su opinión sobre este asunto:
A mí siempre me cuesta un poquito esa palabra “necesaria”, ¿verdad?, porque creo que como cristianos, a menudo hemos catalogado demasiadas cosas como necesarias y corremos el riesgo de caer en un legalismo. Sin embargo, creo que las denominaciones, son una bendición para la iglesia cristiana. Porque sabemos que hay una diversidad teológica en temas de segunda y tercera importancia que pueden impactar o afectar nuestra capacidad de congregarnos juntos y tener comunión.
Por ejemplo, cómo organizamos una iglesia, su liderazgo, y qué creemos acerca del bautismo (si se puede hacer con infantes o no), quiénes pueden o no tomar la Santa Cena. Hay preguntas que son muy puntuales que cada comunidad local tiene que contestar, y a menudo las denominaciones han existido como una supraestructura para congregaciones locales que ya han optado por cierta postura respondiendo a esas preguntas.
Entonces, nosotros sabemos que los presbiterianos toman una postura afirmativa en cuanto al bautismo de los infantes, cosa que las denominaciones bautistas no toman. Los presbiterianos toman una decisión acerca de su gobierno, a diferencia de las convenciones bautistas, que no usan la palabra denominación a propósito por la manera en la que quieren estructurar sus iglesias.
Entonces, no sé si diría que son necesarias. Pero dentro de la libertad cristiana que tenemos para leer las Escrituras y llegar a conclusiones, habrá diferencias en temas que no son de primera importancia, que por supuesto van a impactar las comunidades locales con las que nos podemos congregar. Creo que muchas personas no están conscientes de a qué trasfondo teológico pertenecen; no saben si su iglesia está en algún movimiento, denominación, línea doctrinal. Es importante que, al escoger el lugar en donde vamos a vivir nuestra vida cristiana, tengamos claro cuáles son nuestras convicciones al respecto y nos unamos a aquellas con las que compartimos esas creencias.
El pastor Sánchez también dio su opinión al respecto:
Por un lado, las denominaciones no son necesarias; lo que es necesario es la iglesia, porque es el vehículo por el cual Cristo está recogiendo a sus elegidos del mundo a través de la proclamación del evangelio. Así que lo necesario es predicar a Cristo, bautizar a los que responden en fe y arrepentimiento, unirlos a una congregación y enseñarles todo lo que ha mandado Cristo Jesús. Eso es lo que es necesario. Y para cumplir la Gran Comisión, una iglesia es necesaria.
El bien más importante de las denominaciones es que con nuestra congregación podemos cumplir la Gran Comisión de una manera fiel, pero cuando nos juntamos con otra, y tres, cuatro o cinco más, es posible compartir recursos, compartir para plantar una iglesia o enviar a un misionero. Ese es el bien de las denominaciones. El peligro de no pertenecer a una es que uno se siente aislado como pastor o como comunidad, es importante entender que una iglesia local no puede hacer lo mismo que diez juntas. Así que las denominaciones no son necesarias, pero son útiles para la cooperación entre congregaciones fieles.
Al escuchar a pastores de diferentes contextos y trasfondos, podemos concluir que las denominaciones juegan un papel importante para la iglesia de nuestros días. Aunque puede haber diferencias de opinión sobre si debemos referirnos a ellas como necesarias o no, los puntos de vista convergen cuando se trata de su utilidad. Temas como la identidad, las convicciones, la doctrina y la misionalidad, cobran suma relevancia cuando hablamos de tales corrientes protestantes. Ahora, si son tan importantes, ¿por qué un número tan significativo de cristianos se rehúsa a pertenecer a una iglesia denominacional? Joselo Mercado se refirió a esto:
Desde mi perspectiva, pienso que muchas personas evitan las denominaciones por dos razones. Número uno, no tienen confianza en las instituciones; creo que es algo que por toda la cultura se permea y se ha pasado también a las iglesias. Y número dos, por malas experiencias. Entonces, si las tuvieron en un lugar, como que ya remueven completamente la posibilidad de pertenecer a una estructura similar y no necesariamente ven si hay una convicción bíblica en tener estructuras, sino que llegan a conclusiones basadas en experiencias negativas que tuvieron en alguna denominación.
Las razones que el pastor Joselo Mercado expone, nos presentan un desafío importante. Nuestra evaluación sobre la membresía en una denominación no debería basarse enteramente en parámetros personales. La oración, los principios bíblicos y el estudio aplicado de las Escrituras deben jugar un papel crucial al momento de considerar una iglesia con estructura eclesiológica. Dicho eso, pasemos a considerar los aspectos positivos que encontramos al pertenecer a una denominación, y analicemos los aspectos de cuidado que, según el pastor Mercado, cada una de ellas debería tener presentes.
La razón por la que soy parte de una denominación es una convicción bíblica personal. Sé que otros creyentes pueden llegar a otras convicciones, pero veo que hay un principio de interdependencia en la Biblia donde diferentes iglesias trabajaban juntas por una misión en común y para la pureza doctrinal. El aspecto positivo que encuentro es eso: no aislarme en mis pensamientos, en mis conclusiones, en mi estudio, y estar protegido por una declaración de fe amplia que me ayuda a mantenerme en la ortodoxia y que otros velen porque me mantenga en ella.
¿En qué se puede abusar o que debe tener cuidado las denominaciones? En no ir más allá de imponer aspectos que violentan la autoridad de los líderes de la iglesia local. Es un balance o equilibrio que hay que tener, en el que las congregaciones, que tienen autonomía o liderazgo local, compartan en ciertas áreas esa autoridad, por protección de la comunidad y para tener esa interdependencia con otras iglesias.
Una buena conclusión, hasta este punto, es que las denominaciones protestantes han sido relevantes a lo largo de la historia, y lo siguen siendo hoy. No obstante, como vimos por las estadísticas, el número de iglesias ‘nons’ está en aumento. Las congregaciones sin afiliación denominacional son un sector de mucho peso e influencia, especialmente dentro del movimiento evangélico. Frente a este panorama, ¿cómo deberían sobrellevar sus diferencias ambos grupos? El pastor Burkholder respondió:
En caridad y en mucho amor, porque yo creo que a menudo estas diferencias, de nuevo, no son diferencias de primer orden. Uno no es cristiano en base a qué cree acerca de si debería haber ancianos o pastores en una iglesia, ancianos o diáconos. Esas no son doctrinas que determinan si estamos dentro de la fe cristiana o no, como sí lo hacen la divinidad y humanidad de Jesucristo, la Trinidad, la redención por nuestros pecados, la resurrección corporal de Jesucristo.
Si sabemos que el núcleo de la teología cristiana es compartido por todos los cristianos, pero que hay matices en asuntos de segunda o tercera importancia, deberíamos abordar esas diferencias con mucho amor. Ahora, creo que hay mucha riqueza en el intercambio de nuestras ideas y uno de los peligros del denominacionalismo es que nos separamos demasiado y, por lo tanto, nos empezamos a distinguir primeramente por lo que nos separa y no por lo que nos une.
Entonces, no tenemos conversaciones acerca del bautismo, del gobierno de la iglesia o de los últimos tiempos. Creo que hay mucha riqueza para las iglesias cuando nos reunimos juntos y oramos por nuestras ciudades, y buscamos la restauración de nuestras ciudades, la proclamación del evangelio. A final de cuentas, nuestro anhelo es el mismo: queremos ver el nombre de Jesucristo proclamado hasta los confines de la tierra.
Entonces, creo que lamentablemente, en muchos casos, el denominacionalismo ha sido motivo para juzgar, criticar y alejar; no tanto para poder simplemente afirmar y reconocer que tenemos diferencias, pero que lo que nos une es infinitas veces superior a lo que nos separa. Deberíamos abordar esas diferencias en amor, abrazando primeramente, así como elevando y enfatizando lo que nos une por encima de lo que no.
El pastor Joselo Mercado también dio su perspectiva sobre este asunto:
Tenemos que entender que hay aspectos que son esenciales, son medulares, donde no negociamos el evangelio, doctrinas que tienen que ver con la deidad de Cristo, quién es Dios, pero debemos entender que en las estructuras eclesiológicas se puede llegar a diferentes conclusiones. Debemos tener la humildad suficiente para respetar la convicción de otros hermanos, aunque no lleguemos a lo mismo. Ahí textos como 1 Corintios 8, 9 y 10, y Romanos 14 deben gobernar, pues cada persona va a rendir cuentas a Dios sobre posiciones y hay libertad de tener diferencias.
Entonces, tengo mis posiciones claras... con respecto a mi estudio bíblico, he llegado a esas conclusiones, pero respeto a otros hermanos que llegan a unas diferentes, basadas en un estudio responsable de la Biblia. Puedo entender cómo llegan a ese resultado, aunque yo no llegue de esa manera, y eso permite, en la realidad protestante, dar espacio para que otros tengan convicciones que no se alinean con nosotros, pero a la vez somos hermanos porque lo esencial, que es el evangelio, lo compartimos.
Aunque estas respuestas apuntan a cómo sobrellevar las diferencias entre grupos denominacionales y no denominacionales, vale la pena pensar en aquellos creyentes que se congregan en iglesias locales con las que no comparten las mismas convicciones eclesiológicas. En tal caso, ¿debería ese creyente salir de esa comunidad? Esta fue la respuesta del pastor Joselo Mercado:
Creo que esa no es una necesidad de salir si se está predicando el evangelio y se están practicando los sacramentos, y hay una comunidad saludable donde se desea la santidad de los hermanos y se desea proclamar la palabra fielmente. Yo preferiría una iglesia que no se alinea con mis estructuras eclesiológicas pero que hace esas cosas, que buscar una iglesia con estructuras eclesiológicas que no tiene lo esencial.
Habiendo dicho eso, creo que es importante tratar de estar en una iglesia que se alinea en la mayoría de nuestras convicciones, pero no debe ser la bandera que sembramos, que representa lo que somos. Debe ser un distintivo importante para el manejo de la iglesia, pero aunque debemos tener convicciones, esto no debe ser lo principal o lo que define si van a estar en comunión con hermanos o no.
A la luz de estas conclusiones, queda claro que las iglesias denominacionales y las ‘nons’ pueden coexistir. Mientras haya unidad alrededor del evangelio y de las doctrinas fundamentales de la fe cristiana, habrá posibilidades de sobrellevar las diferencias. A pesar de eso, la idea de que las denominaciones puedan desaparecer con el transcurrir de los años no deja de ser inquietante. ¿Será posible un futuro sin denominaciones? Esta es la opinión del pastor Burkholder:
Si pensamos en las denominaciones como las estructuras jerárquicas de múltiples iglesias, pues siempre es posible que exista un futuro sin eso. Pero si estamos hablando de los matices teológicos que existen entre cristianos, creo que siempre vamos a congregarnos con grupos de personas que comparten nuestras convicciones con respecto a ciertos temas. Ahora, mi preocupación con el futuro es que la teología del cristiano común y de la iglesia común se ha diluido tanto que no hay nada que distinga a una congregación de otras iglesias ni de cualquier evento colectivo donde hay música y una persona exponiendo un tema.
Entonces, creo que no solo corremos el riesgo de perder la riqueza teológica que existe en la diversidad, sino de perder por completo lo que nos identifica como cristianos evangélicos. Tenemos 2000 años de desarrollo teológico, en los que personas han dado su vida por proteger doctrinas esenciales para la fe cristiana, las cuales hoy en día muchos cristianos ni las pueden articular: no pueden explicar qué cree la iglesia cristiana acerca de la Trinidad, de la unión de las dos naturalezas de Jesús. No hablamos de esos temas. Hablamos más de cómo perseverar, cómo luchar contra cosas, cómo prosperar, cómo x, y, z. Se vuelven más un asunto motivacional, algo que inspira, y perdemos la esencia de la fe cristiana.
Entonces, si hay o no denominaciones, es algo que está por verse. El diluir la teología de la iglesia va a afectar más que las denominaciones, va a afectar hasta el testimonio público de la iglesia, la preservación del evangelio en ciertos sectores. Ahora es aquí donde nuestra confianza está en la soberanía de Dios, que Él siempre ha preservado y protegido su iglesia, independiente de la situación. Pero se va a poner interesante, eso sí.
Esto dijo Joselo Mercado sobre el asunto en cuestión:
Personalmente, creo que en el cielo no habrá más denominaciones; estaremos todos bajo el gobierno del Rey, el Señor Jesucristo. Pero mientras estemos en este lugar de la tierra, y especialmente en la tradición protestante, desde mi perspectiva es saludable que haya denominaciones. El principio de siempre reformados permite que personas estén en diferentes lugares y aspectos. No tenemos que necesariamente verlo de una forma combativa, lo veo como algo saludable.
No somos católicos, así que no tenemos un Papa que dicta todas las convicciones de los hermanos. Vemos en Hechos 15, que ellos llegaron a ciertas convicciones, pero dieron libertad en otras prácticas a las iglesias, y creo que eso refleja una realidad de que podemos tener varias organizaciones con diferentes fortalezas que sirven para aspectos del Reino en lo que otras no, porque no tienen esas ventajas. Esa es la belleza del cuerpo de Cristo, donde hermanos tienen áreas más fuertes y aportan eso al reino de Dios, y otros hermanos tienen otras. Nos ayudamos y hacemos nuestra labor como diferentes partes del cuerpo.
Las anteriores conclusiones no parecen concebir que el final de las denominaciones esté cerca. De la misma manera, no existen indicios de que el ascenso de los ‘nons’ vaya a detenerse. En medio de ese panorama, la iglesia cristiana contemporánea debe esforzarse por mantener la unidad a través de la centralidad del evangelio y, al mismo tiempo, celebrar y apreciar la diversidad alrededor de esa centralidad.
Independientemente de las doctrinas secundarias que nos diferencian, la responsabilidad de conocer, aprender y transmitir las verdades esenciales de nuestra fe, es una tarea apremiante que a todos nos espera. Así lo afirmó el pastor Sánchez: “La misión de nosotros no cambia, no importa cuántos ‘nons’ o ‘nones’ hay, no importa cuánto están creciendo. La misión de nosotros es predicar el evangelio a los no creyentes y llamarlos al arrepentimiento y fe en Cristo”. Por su parte, el pastor Joselo Mercado expresó lo siguiente:
Es importante tener convicciones en este tema, porque esas convicciones guían formas y aspectos de prácticas en las iglesias locales. Entonces, no es un tema que podemos dejar solo para diferenciar lo que tú crees de lo que yo creo. No, yo tengo que tener convicciones profundas para poder liderar la iglesia local a la que pertenezco. Pero debemos tener la humildad de saber que hermanos pueden llegar a posiciones responsables, y les damos espacio.
Creo que en Latinoamérica se ha querido presentar como que parte de la ortodoxia son ciertos tipos de estructuras eclesiológicas, y no necesariamente esa es la realidad. Esto ha creado un sentido de división en áreas donde no debe haber división, donde lo que debe haber es un juicio caritativo el uno por el otro.
Sandoval, pastor presbiteriano, dijo:
Respecto a los grupos no denominacionales, tengo dos reflexiones: en primer lugar, muchas de sus críticas y demandas son legítimas porque nos recuerdan a los que estamos del lado tradicional-denominacional, nuestra raíz protestante. El protestantismo surge dentro de un tradicionalismo, así que no podemos dejar de escuchar las necesidades de las almas. En segundo lugar, también debemos ser conscientes de que el tradicionalismo es bastante riesgoso, así como el esnobismo “cristiano”, que está en una constante búsqueda, pero que no llega a ningún punto en particular.
Si se trata de buscar la fe cristiana en cuanto a su comprensión bíblica y su expresión fiel, naturalmente vamos a tener algún tronco histórico. Es por ello que ya personas que han estudiado este tema han afirmado expresiones como la siguiente: “Tradición es la fe viva de los que murieron, mientras que el tradicionalismo es la fe muerta de los que viven”, y eso funciona para ambos bandos.
Debemos recordar que vamos a trabajar sobre la tradición de los apóstoles, que es la Palabra de Dios y, aunque pensemos que no tenemos ningún vínculo con la tradición, vamos a dejar nuestra propia idea de ella. Esto es ineludible, de tal modo que si somos conscientes de esto, podemos mantenernos en comunión, no solamente con la iglesia de nuestra generación, sino la de todas las generaciones.
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