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A pesar de ser un hombre tímido y sobrio, este reformador fue central en el papel de sistematizar y consolidar el camino para la estabilidad de la Reforma en Alemania. Su trabajo pionero y desconocido lo convirtió en el primer teólogo sistemático de la Reforma. Hoy es conocido como el “reformador silencioso”.
Sufrimiento, estudio y humanismo
Philipp Melanchthon nació el 15 de febrero de 1497 en la ciudad de Bretten en el Palatinado en Alemania, bajo el nombre de Philipp Schwartzerd. Philipp heredó de sus padres, Bárbara Reuter y Georg Schwartzerd, su gran piedad característica. Philip creció en un ambiente muy humanista: sus primeros estudios serían guiados por su tío abuelo Johannes Reuchlin (1455-1522), quien para entonces era un importante humanista y experto en hebreo. De la formación con su abuelo provendría el profundo amor que Melanchthon profesaba por la literatura latina y clásica.
Posteriormente, Melanchthon iría a una escuela latina en la ciudad de Pforzheim. Allí continuaría profundizando en los clásicos latinos y griegos, en Aristóteles y en el humanismo. Estando en Pforzheim, Melanchthon decidió cambiar su apellido: dejó de ser Schwartzerd y fue llamado con su equivalente en griego Melanchthon, que significa “tierra negra”.
Pero la tragedia llegó a su casa cuando Melanchthon tenía tan solo 11 años. En un lapso de tan solo 11 días fallecerían su abuelo y su padre. Entonces, tanto Philipp como su hermano fueron llevados a vivir con su abuela materna.
A pesar de las dificultades, la educación de Melanchthon no se detuvo. Pronto iría a la Universidad de Heidelberg, donde estudiaría filosofía, retórica y astronomía, y luego a la Universidad de Tubinga, donde estudió también jurisprudencia, matemáticas y medicina. Allí también tuvo la oportunidad de explorar las enseñanzas escolásticas y humanistas del momento. También profundizó en la retórica del humanista holandés Rodolphus Agricola (1443-1485), en el nominalismo del filósofo inglés William de Ockham (1285-1347) y en las ideas del reformador eclesiástico John de Wesel (1400-1481).
Cuando recibió su maestría en 1516, comenzó a estudiar teología y también se dedicó a dar conferencias sobre los clásicos. Pronto tuvo seis libros escritos, incluida una gramática en griego que sería muy exitosa. Melanchthon también llegó a ser muy popular, al punto de ser elogiado públicamente por Erasmo de Róterdam (1466-1536). Su fama llegó incluso hasta Inglaterra. Siguiendo las convenciones de la época, hasta ese momento era considerado un humanista.
Una nueva forma de ver la fe
Pero algo comenzó a cambiar en el corazón y en la mente de Melanchthon. Su pensamiento empezó a girar hacia una nueva forma de ver la fe. Se empezó a convencer gradualmente de que el verdadero cristianismo era algo diferente a la escolástica que había aprendido durante sus estudios universitarios.
Providencialmente en 1518, cuando tan solo tenía 21 años, sería invitado para convertirse en el primer profesor de griego en la recién fundada Universidad de Wittenberg. Una vez allí, Melanchthon conocería Martín Lutero (1483-1546), lo cual cambiaría su vida. Melanchthon y Lutero mantendrían una estrecha relación académica y personal que perduró por el resto de sus vidas y que, a la postre, sería una de las amistades más prolíficas de la historia de la iglesia. Estando en Wittenberg, Melanchthon se comprometió definitivamente con la nueva causa de la Reforma iniciada por Lutero tan solo un año antes, cuando el reformador publicó las 95 tesis en la misma ciudad.
Para 1519, Melanchthon ya estaba profundamente comprometido con la causa de la Reforma. En ese año acompañó a Lutero a la disputa en Leipzig y defendió públicamente la autoridad de las Escrituras frente a Johann Eck (1486-1543), un fuerte defensor del catolicismo. También rechazó la doctrina de la transubstanciación, incluso antes de que Lutero lo hiciera. Adicionalmente defendería apasionadamente la doctrina de la justificación por la fe, que a la larga se convertiría en la piedra angular de su teología.
Poco a poco Melanchthon fue encontrando su pasión en el trabajo teológico y doctrinal, lo que lo convirtió rápidamente en un hombre muy prolífico y activo. Su gran energía le permitía iniciar su día a las dos de la mañana y dar conferencias hasta a seiscientos estudiantes a partir de las seis de la mañana. Incluso encontró tiempo para cortejar a Katherine Krapp, con quien se casó y con quien tendría cuatro hijos.
La gran obra teológica y educativa
En 1521 publicó una de las obras teológicas más importantes de la naciente Reforma. La obra titulada Loci communes rerum theologicarum o Lugares comunes teológicos se convertiría en el primer trabajo que sistematizó el pensamiento de la Reforma basándose en un estudio de la Epístola a los Romanos. En ella se abordan temas como el pecado, la ley, la gracia, el libre albedrío, los votos, la esperanza, la confesión, entre otros asuntos clave sobre los que se exigía una respuesta más profunda de parte de los reformadores.
La obra fue tan exitosa que, antes de que terminara el año, ya tenía tres ediciones, y para 1525 ya tenía 18 ediciones. A eso se le sumó una traducción al alemán que generó aún más ediciones. La obra traspasaría también las fronteras de Alemania y llegaría hasta Inglaterra, donde la Universidad de Cambridge la convertiría en un texto obligatorio. Incluso, la misma reina Elizabeth I (1533-1603) la leería y la memorizaría para poder conversar sobre teología.
Otra de las labores clave de Melanchthon fue durante la estancia de Martín Lutero en Wartburg, mientras éste se refugiaba de una posible captura por parte de las autoridades romanas, después de la Dieta de Worms. Durante este tiempo, el joven académico asumiría el papel temporal de líder de la Reforma en Wittenberg. Luego del regreso de Lutero a Wittenberg, y durante los siguientes años, Melanchthon trabajaría en darle forma a la doctrina reformada que todos esperaban que fuera emitida directamente desde la ciudad que vio nacer la Reforma.
La Dieta de Spira de 1526, que suspendió temporalmente los efectos del Edicto de Worms, supuso una gran oportunidad para que los seguidores de Lutero expandieran el movimiento de Reforma. Ante esta oportunidad, Melanchthon ayudó en la regularización de la constitución de las iglesias reformadas y apoyó el desarrollo de un esquema de educación, que se convertiría a la postre en el primer sistema de educación pública de Alemania. El sistema fue tan bien recibido que al menos 56 ciudades le pidieron consejo a Melanchthon para fundar su propio sistema público de educación.
La influencia de Melanchthon en la educación a través de sus labores logísticas, conferencias y libros fue tal que ayudó a fundar universidades como Königsberg, Jena y Marburgo. También ayudó a reformar las universidades de Greifswald, Wittenberg, Colonia, Tübingen, Leipzig, Heidelberg, Rostock y Frankfurt. Todos estos esfuerzos educativos y teológicos le valieron el título posterior de “Preceptor de Alemania”.
Afirmando la Reforma
Pero su labor para afirmar el movimiento de reforma no se detuvo. La Confesión de Augsburgo, que es hoy conocida como uno de los documentos más significativos de la Reforma protestante, estuvo basada en declaraciones y artículos previos de Martín Lutero, pero fue compuesta principalmente por Melanchthon. Después de que el asunto entre protestantes y católicos se zanjó definitivamente, Melanchthon se dedicó principalmente a labores académicas y literarias. Una obra importante suya titulada Commentarii in Epistolam Pauli ad Romanos se publicó en 1532 en Wittenberg.
Melanchthon también jugaría un papel clave en el asunto de las disputas sobre la cena del Señor. El estudio del tema, los cambios políticos, como la muerte de Ulrico Zwinglio (1484-1531), el diálogo con otros reformadores como Martín Bucero (1491-1551), llevaron a Melanchthon a concluir un punto de vista medio que buscaba un acuerdo entre Lutero y otros reformadores, especialmente con las ideas de Bucero. Contrario a lo que se podría pensar, el hecho de que Melanchthon no estuviera totalmente de acuerdo con Lutero no afectó la relación de los dos.
Después de la muerte de Lutero, Melanchthon asumió el papel de líder de la Reforma en Alemania. Aunque no todos los luteranos alemanes concordaban con él y algunos incluso lo acusaron de hereje, Melanchthon soportó toda la crítica con mucha paciencia, dignidad y un dominio propio que expresaba su madurez y aplomo.
El papel de Melanchthon como mediador de todas las causas de la Reforma también fundamental. Medió en una disputa sobre la naturaleza de la justificación con Andreas Osiander (1498-1552) y Francesco Stancaro (1501-1574). También unificó a los protestantes para que se enviara un documento reformado al Concilio de Trento con el que se pudiera hacer oposición al catolicismo. Intercedió para bajar los ánimos que buscaban más confrontaciones militares entre católicos y protestantes. Fue capaz de abandonar doctrinas secundarias si es que estás podrían malinterpretarse o causar división. Sin embargo, su búsqueda constante de la reconciliación y la paz entre protestantes le ganaron acusaciones constantes de ser un sinergista y hasta un traidor de la causa luterana.
Libre al fin
Solo unos días antes de su muerte, había escrito una nota en la que explicaba sus razones para no temer a la muerte. A la izquierda de la nota decía “Serás librado de los pecados y serás libre de la acritud y la furia de los teólogos”, y a la derecha de la nota lo siguiente: “Irás a la luz, verás a Dios, mirarás a su Hijo, aprenderás esos maravillosos misterios que no has podido comprender en esta vida”. Philipp Melanchthon murió el 19 de abril de 1560 en Wittenberg, luego de sufrir fuertes complicaciones respiratorias que se desarrollaron después de un viaje a Leipzig.
La importancia de Melanchthon fue muy significativa. Sin su trabajo, es probable que las ideas de Lutero no hubieran sido sistematizadas, tampoco hubieran sido defendidas públicamente con tanta vehemencia e incorporadas en el sistema de educación teológica y escolar. Entonces, el complemento armonioso de los dones de estos dos hombres dio como resultado los principios de la Reforma. Lutero encendía la chispa en la gente común, mientras Melanchthon se ganaba la simpatía de los educados y eruditos. Además de la fuerza de fe de Lutero, la polivalencia y la calma de Melanchthon, así como su templanza y amor por la paz, contribuyeron providencialmente al avance del movimiento.
A pesar de ser un personaje lleno de imperfecciones, que no siempre estuvo de acuerdo con Lutero, a veces para bien y a veces no, Dios le dio a este hombre capacidades y dones que fueron usados para reforzar las verdades de la Reforma y para ser transmitidas más allá de las fronteras de Alemania a decenas de generaciones hasta hoy.
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