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Martín Lutero la llamaba “Amada”, “Mi amor verdadero” y con frecuencia “Mi encantadora Kate”. Sin embargo, Lutero y su esposa Katharina no se casaron por amor. Con el tiempo este matrimonio fue un ejemplo de lo que debía ser la vida familiar protestante.
La monja fugitiva
Katharina von Bora nació en 1499 al sur de Leipzig en Alemania, en una familia de nobles empobrecidos de Sajonia, con tres hermanos y una hermana. Su madre murió cuando tenía cinco años y su padre volvió a casarse, enviando a Katharina a un convento. En 1515, con 16 años de edad, Katharina tomó los votos como monja. En el convento aprendió a leer y escribir, y adquirió algunas nociones de latín.
Después de varios años de vida religiosa, Katharina se interesó cada vez más por el Movimiento de reforma, a la vez que crecía su descontento con su vida en el convento y empezaba a conspirar con otras monjas para huir, una acción peligrosa, castigada con la muerte. Katharina contactó a Martín Lutero, rogando por su ayuda.
En una fría noche de abril, Katharina y otras once monjas se escondieron silenciosamente en una carreta de pescado y esperaron a que el consejero municipal y comerciante Leonard Koppe comenzara a conducir, contando los tensos minutos hasta que su vocación monástica terminaran para siempre. Las mujeres viajaron desde el convento en Nimbschen, Alemania, en una fuga planeada por el mismísimo Martín Lutero. Se arriesgaban a ser castigadas como criminales si eran atrapadas, y se enfrentaban a un futuro incierto si tenían éxito.
Las religiosas, cuyas familias las rechazarían, tendrían que conseguir un marido o encontrar alguna forma de trabajar. Katharina no encontró ninguna de las dos cosas, y después de haber experimentado dos propuestas fallidas de matrimonio, Lutero se sintió responsable de la situación de la exmonja. La combativa Katharina finalmente insistió en que solo se casaría con Lutero o con su amigo Nicolas von Amsdorf (1483-1565). Lutero aceptó el desafío y se casó con la monja fugitiva el 13 de junio de 1525.
La esposa del pastor
El matrimonio con Lutero fue un paso social muy interesante para Katharina, que nació en una familia noble. Muchas historias describen los intentos de Katharina por enseñar modales a Martín, que venía de una familia campesina. Tampoco fue fácil la presión social. Philipp Melanchton (1497-1560), amigo íntimo de Lutero, creía que el matrimonio con una exmonja podría resultar en un escándalo que incluso afectaría a la causa protestante.
A pesar del ambiente tumultuoso por su controvertido matrimonio, la relación marital resultó cariñosa, amorosa, fructífera, fiel y duradera. La pareja se mudó a su nuevo hogar en Wittenberg y Katharina fue pionera en una ‘nueva’ vocación que había estado ausente por siglos: ser la esposa del pastor.
La mañana después de su boda, Katharina inició su nueva vocación al servir el desayuno a los pocos amigos que habían asistido a la ceremonia la noche anterior. El papel de Katharina como esposa del famoso Reformador, madre de seis hijos biológicos y de varios huérfanos, y gerente de su casa pastoral (otra innovación de la Reforma) se convirtió en un modelo para las esposas de pastores protestantes de esa época.
Los reformadores establecieron firmemente el papel de la esposa como un ministerio muy importante con bases teológicas y bíblicas, y les dieron una nueva dignidad a las mujeres cristianas al incluir el trabajo de su hogar en el ministerio del evangelio. Antes, las mujeres solo eran vistas como piadosas si se convertían en monjas, pero ahora la piedad estaría en todas las cosas.
Dios en cada tarea
Para Katharina, su nueva vocación implicó cuidar a Lutero, apoyar su trabajo, viajar, nutrir a sus hijos y una amplia variedad de tareas relacionadas con la casa pastoral. Ella renovó el abandonado monasterio agustino que servía como su casa, recibió a los invitados que se quedaban en sus cuarenta habitaciones, sirvió comidas a treinta o cuarenta personas regularmente y banquetes para más de cien. Creó un hogar autosostenible, cultivando la tierra, preparando pan y queso fresco, criando animales para proporcionar alimentos a la familia, a los invitados y a los huéspedes.
En tiempos de enfermedades muy extendidas, Katharina dirigía remodelaciones para poder utilizar su casa como hospital, cuidando a los enfermos junto a otras mujeres y enfermeras. Martín confiaba en el juicio de su compañera y ocasionalmente la consultaba para lidiar con asuntos de la iglesia y con temas relacionados con sus publicaciones. La familia nunca gozó de bienestar económico. Lo único que los sostenía era el poco dinero que recibía Lutero y los recursos que obtenían por el alquiler del alojamiento que ofrecían a los caminantes y peregrinos en su casa.
De acuerdo con la visión de los reformadores de que toda la vida es espiritual, Katharina no distinguió entre las tareas "prácticas" y "espirituales", y así encontró combustible para su trabajo diario en el que sirvió a Dios en todas las tareas. Katharina también participaba en las "charlas de mesa" que los luteranos organizaban en su casa. Sabía bastante latín y conocía muy bien las Escrituras, tanto que participaba en acalorados debates a la hora de la cena, un hábito que aparentemente era alentado por su esposo. Consideraba su matrimonio como una tarea asignada por Dios. Aunque no se casó por amor, la relación se convirtió en un matrimonio afectuoso y feliz.
"Me quedaré con Cristo"
En 1542, Katharina y Lutero lloraron la pérdida de su hija de 13 años, Magdalena, de la cual Lutero escribió:
Mi esposa y yo solo debemos dar gracias con alegría por una partida tan feliz y un bendito final para Magdalena. Sin embargo, la fuerza de nuestro amor natural es tan grande que no podemos hacer esto sin llorar y llorar en nuestros corazones o incluso sin experimentar la muerte nosotros mismos.
Este dolor solo sería comparable al dolor de Katharina por la propia muerte de Lutero en 1546, que describió en una de sus pocas cartas que han llegado hasta nosotros:
En verdad estoy tan triste que no puedo expresar mi gran dolor a ninguna persona y no sé cómo soy y siento. No puedo ni comer ni beber, ni dormir. Si hubiera sido dueña de un imperio y lo hubiera perdido, no me hubiera sentido tan mal como me sentí cuando nuestro querido Señor Dios quitó de mí, y no solo de mí, sino de todo el mundo, a este hombre querido y digno.
Tras la muerte de Lutero, más tarde Katharina huyó a Torgau debido al brote de la Peste Negra, donde sufrió un accidente en su carroza y murió tres meses después, en 1552. En una ocasión Martín Lutero dijo: “No hay compañía, comunión ni relación mejor ni más encantadora, amigable y amorosa que la de un buen matrimonio”.
Más allá de su historia de valentía y de amor, el mayor legado de Katharina fue la fortaleza de su fidelidad marital y el ejemplo piadoso para la iglesia. Se considera a Katharina, una de las mujeres más importantes de la Reforma debido a su papel en definir el modelo de la mujer en la familia protestante.
¿Y tú? ¿Qué piensas? ¿Cuál crees que es el llamado prioritario de la mujer cristiana? ¿Qué podemos aprender las mujeres creyentes de hoy de la vida de Katharina Von Bora?
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