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De acuerdo con una investigación de Lifeway Research publicada en mayo de este año, hay un gran interés en los asistentes a las iglesias protestantes hacia el ministerio carcelario que no corresponde con su nivel de involucramiento.
Es probable que tal interés surja de pasajes como el siguiente:
Entonces el Rey dirá a los de Su derecha: “Vengan, benditos de Mi Padre, hereden el reino preparado para ustedes desde la fundación del mundo. Porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; fui extranjero, y me recibieron; estaba desnudo, y me vistieron; enfermo, y me visitaron; en la cárcel, y vinieron a Mí”, Mt 25:34-36 (NBLA).
Allí, Jesús motivó a Sus discípulos a vivir en santidad y servir a otros a la luz de Su venida. No sorprende que la lectura de este texto genere un anhelo profundo en muchos creyentes de servir a quienes están presos. Como dijo Karen Swanson, directora del Instituto de Ministerios Correccionales en el Centro Billy Graham de Wheaton College: “Seguir las palabras de Jesús en Mateo 25 sobre cuidar a los encarcelados es fundamental para el discipulado”.
Sin embargo, según estudios recientes, el porcentaje de cristianos que sirven en ministerios carcelarios es bajo.
Bajos porcentajes de involucramiento
En el estudio de Lifeway se encontró que solo 1 de cada 4 asistentes a la iglesia (25%) ha estado involucrado en el ministerio con personas encarceladas, exreclusos o sus familias. Ese porcentaje incluye un 4% que dice estar participando actualmente y un 21% que lo ha hecho en algún momento del pasado. Además, el 10% afirma haber estado involucrado en actividades o capacitaciones relacionadas con el ministerio en prisiones.
Cuando se les preguntó sobre ejemplos específicos de ministerio, al menos la mitad de los asistentes a la iglesia dijeron que no tenían experiencia en servir a los encarcelados o a sus familias. Solo alrededor de una cuarta parte (24%) afirmó haber participado en ayudar a quienes tienen seres queridos en prisión. El 13% dijo que su iglesia, pero no ellos personalmente, ha estado involucrada en esto, y otro 13% solo había oído hablar del tema fuera de su iglesia. Esto nos deja con un 50% que afirmó no tener ninguna clase de experiencia con la ayuda a familias en esta condición.
Otro ejemplo de la falta de involucramiento es el cuidado de niños cuyos padres están en prisión. El 21% afirmó haber participado en ayudar a niños en esta condición, el 13% dijo que su iglesia lo ha hecho y otro 13% dijo que solo había oído hablar de ello. Así, el 53% afirmó no tener experiencia previa en este tipo de ministerio.
Al ver estos porcentajes, surgen dos preguntas: ¿por qué es importante que la iglesia se involucre en este tipo de servicio? ¿Qué está impidiendo que más personas lo hagan?
La importancia de un ministerio carcelario
El pastor Justin Karl señaló para Coalición por el Evangelio cuatro razones por las que la iglesia debería preocuparse por aquellos en prisión:
1. Cuidar de los creyentes encarcelados es cuidar de Jesús
Karl ve un claro llamado a cuidar de los presos por lo que se lee en Mateo 25 –texto que mencionamos al principio– y en Hebreos 13:3, que dice: “Acuérdense de los presos, como si estuvieran presos con ellos, y de los maltratados, puesto que también ustedes están en el cuerpo” (NBLA). Si bien la iglesia primitiva habría entendido estos pasajes en el contexto de los cristianos encarcelados injustamente, Karl señala que muchos que hoy están en las cárceles pueden ser o convertirse en hermanos, lo cual implica que debemos responder al llamado de cuidarlos.
2. Cuidar de los encarcelados es parte de la misión de Dios
Basándose en estadísticas de Prison Policy y otras organizaciones, Karl señala que las prisiones de EE. UU. son el hogar de casi el 1% de todos los estadounidenses en edad de trabajar. En otras palabras, las cárceles constituyen un importante campo misionero que la iglesia no puede ignorar en su misión de hacer discípulos. Además, Karl explica que el cuidado a los presos demuestra que nadie está demasiado lejos de la misericordia de Cristo. Por el contrario, la bondad de Jesús se hace evidente cuando un cristiano ama a quien es malvado: “amen a sus enemigos, y hagan bien, (…) y su recompensa será grande, y serán hijos del Altísimo; porque Él es bondadoso para con los ingratos y perversos”, Lc 6:35 (NBLA).
3. Cuidar de los encarcelados reorienta nuestra fe hacia la eternidad
Cuando un cristiano tiene la oportunidad de relacionarse con un hermano que está en la prisión, su mirada es dirigida a la eternidad, pues pasará toda la eternidad con él. Karl dice que, por cuanto hay una unión inquebrantable entre los miembros del cuerpo de Cristo, las paredes de la cárcel no deberían impedir que los cristianos de afuera y adentro se animen unos a otros con la esperanza de la eternidad (Ef 4:4). Mientras que el mundo sigue adelante sin pensar en los presos, o condenándolos y señalando “su perversidad”, los cristianos deberían acordarse de sus hermanos.
4. Cuidar de los encarcelados es practicar una fidelidad silenciosa
Karl señala que la prisión es un lugar para llevar a cabo un servicio al Señor del que nadie se enterará: lo que sucede allí no puede subirse a las redes sociales y los presos probablemente no asistirán pronto a la iglesia. En ese sentido, el ministerio carcelario es una oportunidad para hacer buenas obras sin que el mundo las vea. Así, se puede tener cuidado de la tendencia de los fariseos a andar anunciando sus logros delante de los demás (Lc 11:43-44).
Sumado a las razones escriturales propuestas por Justin Karl, es evidente que en las cárceles hay necesidades de tipo social que los ministerios cristianos están supliendo. Según el artículo The New Prison Ministry Lies in Bible Education (en español, La nueva forma de ministerio carcelario se encuentra en la educación bíblica), publicado en Christianity Today, estas son algunas de las necesidades que hay en las cárceles y prisiones:
Las instalaciones correccionales enfrentan desafíos sin precedentes: hacinamiento, violencia, suicidios, prevalencia de problemas de salud mental y el envejecimiento general de las poblaciones carcelarias. Violencia desenfrenada, niveles extremadamente altos de reincidencia, el creciente costo para los contribuyentes y la dificultad para retener empleados son características de los titulares recientes del mundo de las correcciones estadounidenses. Y con el desafío adicional del ajuste de los presupuestos correccionales, las prisiones pierden programas vocacionales, educativos y de tratamiento altamente valiosos. Las investigaciones muestran que las prisiones hacen poco para corregir de manera significativa las transgresiones pasadas de los delincuentes, y los propios datos del gobierno demuestran que el encarcelamiento no disuade de manera significativa el delito futuro.
Es en este contexto que, según comentaron Michael Hallett y Byron R. Johnson para Christianity Today, “Los programas religiosos, incluidos los seminarios evangélicos, son una fuerza importante para el bien dentro de las cárceles”. Basándose en la creencia de que el evangelio tiene un poder capaz de transformar cualquier vida, muchos ministerios logran equipar a líderes dentro de las cárceles, que llevan a cabo un programa sumamente efectivo, respaldado por tasas significativamente menores de reincidencia.
Después de revisar las razones propuestas por Karl y de ver las necesidades propias de esos entornos, podemos concluir que el ministerio carcelario tiene un fundamento escritural y social que debería encontrarse de forma natural en los planes de discipulado de las congregaciones. Sin embargo, parece haber una desconexión importante entre la teoría y la práctica de la iglesia, como también lo demostró el estudio de Lifeway.
Distanciamiento entre los intereses y las acciones
De manera general, la mayoría de los cristianos tiene una percepción muy positiva sobre las posibilidades futuras de los reclusos. Según el estudio de Lifeway, la mayoría de los asistentes a las iglesias creen que los reclusos merecen una segunda oportunidad (79%) y deberían recibir ayuda (69%). Además, 9 de cada 10 (89%) dijeron que la mayoría de las personas con antecedentes penales podrían llevar vidas productivas con ayuda y trabajo duro.
En cambio, pocas personas tenían perspectivas negativas hacia quienes estaban en prisión. Solo uno de cada 5 asistentes a la iglesia (19%) creyó que la mayoría de las personas que cometen delitos tenían pocas esperanzas de cambiar para mejor, y 1 de cada 5 asistentes (19%) creyó que eran propensos a cometer más crímenes después de su liberación. Además, muy pocos creyeron que eran peligrosos (9%), deshonestos (8%), básicamente malas personas (4%) o no dignos del dinero y tiempo para rehabilitarlos (2%).
Pero no solo hubo una percepción positiva sobre el futuro de los presos, sino también un interés hacia la posibilidad de servirles de diferentes formas: más de la mitad (55%) de los encuestados dijo estar al menos algo interesado en ayudar a niños con padres en prisión, sumado a un 28% que estuvo muy interesado. De manera similar, el 51% dijo estar interesado en ayudar a familias con seres queridos encarcelados y un 24% afirmó estar muy interesado.
Entonces, si hay un interés y una disposición hacia este tipo de ministerio, ¿qué les impide a las personas tener una participación más activa? Por un lado, como señala Scott McConnell, director ejecutivo de Lifeway, hay una falta de conocimiento acerca de las oportunidades de servicio:
Muchos asistentes a la iglesia desconocen en gran medida las oportunidades específicas para ministrar a los encarcelados, a los exreclusos y a sus familias. Sin embargo, una gran mayoría de ellos cree que las iglesias tienen la responsabilidad de cuidarlos (…). Parece haber un interés y disposición no explotados entre muchos asistentes a la iglesia para participar de alguna manera en el ministerio en prisiones. Aunque existen muchos obstáculos personales para servir, algunos solo señalan una falta de comprensión de las necesidades locales y de los ministerios en los que podrían servir.
Esto lo confirmó Carlos Páez, un cristiano colombiano que lleva un año predicando semanalmente en las cárceles de su país. Él afirmó lo siguiente para BITE:
Es necesario que la iglesia dé información acerca de este ministerio y enseñe, a través de la Palabra, que estos privados de la libertad necesitan también del evangelio. El gran problema es la ausencia de información acerca de los programas y lo que se está haciendo. Eso pasó conmigo: cuando escuché de un amigo sobre esta oportunidad y comencé a informarme con lecturas y videos, fue que el Señor me llevó a tomar la decisión.
Sin embargo, no solo es necesario que las iglesias y las organizaciones comuniquen las oportunidades, sino que el creyente común disponga de más espacio en su agenda para servir. “Otro impedimento importante es la falta de tiempo”, afirmó Páez. “Es necesario tener tiempo no solo para ir a las prisiones, sino también para capacitarse y preparar la participación”. Incluso si los cristianos tienen la convicción de la importancia y el potencial del ministerio carcelario, deben ser guiados a priorizarlo en sus vidas.
La necesidad de perseverar
Pero, a pesar de los obstáculos en la participación individual de muchos creyentes, hoy hay muchas iglesias involucradas. El estudio de Lifeway demostró que, aunque la mayoría de los cristianos no están personalmente involucrados en el ministerio en prisiones, pueden tener una conexión congregacional más allá de solo escuchar sermones sobre el tema.
Casi la mitad (47%) de los encuestados dijeron que en su iglesia existía algún tipo de ministerio en prisiones, entre ellos, un 12% dijo que había un ministerio formal, un 16% que había uno informal y un 19% que no había un ministerio en su congregación, pero que los miembros estaban involucrados en el servicio. Solo un tercio (34%) del total de cristianos que participaron en el estudio dijo que su iglesia no estaba involucrada en el ministerio en prisiones. Otro 1 de cada 5 (20%) dijo que no estaba seguro de lo que su iglesia estaba haciendo en relación con el ministerio en prisiones.
“El gran número de asistentes a la iglesia que han tenido conexiones personales con aquellos que han estado encarcelados y sus familias revela que muchas iglesias tienen oportunidades integradas para servir a quienes conocen”, dijo McConnell. “Esto puede explicar una de las razones por las que el ministerio en prisiones está ocurriendo de manera orgánica en muchas más iglesias de las que lo planifican formalmente”.
Si hay oportunidades, vale la pena que las iglesias sigan perseverando en animar a sus miembros a tener una participación más activa. Aunque los porcentajes de participación siguen siendo bajos, el ministerio de aquellos cristianos que ya lo han hecho ha dejado un fruto importante. Además, incluso si son pocos quienes lo hacen, el ministerio carcelario transforma vidas.
“La mayor satisfacción en este ministerio es ver que los presos han escuchado respetuosamente sobre el evangelio, sobre quién es Dios y sobre lo que ellos están llamados a creer y hacer”, afirmó Páez. “Además, hay un gran gozo en ver el crecimiento, tanto de aquellos en la cárcel que han creído y siguen en la fe, como mi propio crecimiento en la evangelización y la enseñanza de la Palabra”.
Referencias y bibliografía
El regalo del ministerio en la prisión | The Gospel Coalition
La nueva forma de ministerio carcelario se encuentra en la educación bíblica | Christianity Today
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