El Ministerio de Salud de Chile eliminó el uso obligatorio de la mascarilla y del pase de movilidad* el 1 de octubre de 2022. Pocas semanas después, Priscilla Muñoz y una de sus tres hijas viajaron desde Quillota hasta Batuquito por más de 11 horas. Hicieron cuatro transbordos, entre buses y un tren, para llegar a un retiro en el que participaron 150 adolescentes y 80 voluntarios. Como Directora de Niñez y Adolescencia de la Unión de Iglesias Evangélicas Bautistas de Chile (UBACH), Priscilla apoyó el evento y pudo conocer más de cerca a los jóvenes que hoy en día viven la pospandemia y enfrentan sus consecuencias en diversos aspectos. Uno de ellos es la educación.
En América Latina y el Caribe, la pandemia “afectó la escolarización, el aprendizaje y el desarrollo de capacidades”, dice el informe ‘Dos años después salvando a una generación’ del Banco Mundial, la UNICEF y la UNESCO. Todo fue trastocado por ese suceso mundial. Cada área, entidad, organización y persona ha tenido que enfrentar retos, y las iglesias no son la excepción, así como la formación bíblica que ofrecen. El efecto dominó fue evidente e inevitable.
¿Qué reveló, entonces, la pandemia de la Iglesia cristiana en Latinoamérica? A continuación, BITE comparte un panorama general de la educación cristiana en América Latina, teniendo en cuenta los cambios y consecuencias generados por la pandemia.
*Certificado que recibieron quienes completaron su esquema de vacunación contra el COVID-19.
De la realidad al mundo digital
La pandemia llevó a las personas a una inmersión virtual casi total para poder conectarse con el mundo exterior. Las transmisiones en vivo y las videollamadas se convirtieron en la manera de congregarse; algunos creyentes se adaptaron a ello y otros aprovecharon la creciente oferta de opciones para involucrarse, incluso, con iglesias de otros países. Planes y programaciones tuvieron que aplazarse con la incógnita de cuándo se terminaría el confinamiento, mientras que los profesores se enfrentaron al reto de hacer sus clases de teología, estudio bíblico o sus capacitaciones ministeriales en formato virtual.
Habilidades tecnológicas
En octubre de 2019, hubo un estallido social en Chile que generó dificultades para que alumnos y profesores del Seminario Teológico Bautista de Santiago llegaran a sus clases. Su decana, Tamar Montilla, comenta que aquello los obligó “de manera abrupta a explorar opciones en caso de que se mantuviera la situación”. Implementaron la educación a distancia a través del correo electrónico y de herramientas como Drive, pero pronto necesitaron un plan de acción más contundente. En marzo de 2020 fue necesario que los profesores manejaran plataformas educativas, diseñaran cursos y programas curriculares con metodologías de aprendizaje propias para la virtualidad.
Montilla cuenta que “algunos profesores contaban con destrezas para el manejo de los recursos, mientras que otros tenían una muy amplia formación y trayectoria docente, pero pocas habilidades tecnológicas”. El Seminario resolvió ponerse al lado de ellos, capacitarlos y brindarles soporte tecnológico. El resultado fue un cambio notorio en cuanto a la planificación, la metodología, el manejo de las plataformas y demás destrezas importantes para la educación virtual. Hoy en día, el Seminario conserva su modalidad virtual.
Por su parte, para el Instituto e625, cuya oferta académica siempre ha estado disponible en línea, la pandemia fue una ventaja. Antes, “las personas no estaban familiarizadas con esa metodología, preguntaban sobre la presencialidad. Durante y después de la pandemia, nuestra metodología de trabajo se popularizó”, explicó Diamela Kunzi, Coordinadora de Servicios Estudiantiles. Según comentó, no solo hubo más interés en sus cursos y diplomados, sino que las personas eran más diestras con la plataforma o tenían disposición para aprender a usarla.
Oferta académica variada y multiculturalidad
El estar a la par en cuanto a la modalidad virtual ha generado una mayor ‘competencia’ entre las instituciones educativas para creyentes. Tamar Montilla aseguró que ante la posibilidad de que los interesados en estudiar Teología comparen la malla curricular de varios seminarios, ella y su equipo de trabajo han revisado su propio programa para enriquecerlo y diversificarlo. Por ejemplo, el Seminario Bautista tenía disponibles cinco cursos anuales, hoy ofrece el doble.
Otro fenómeno interesante que generó la virtualidad fue el ingreso de estudiantes de otras latitudes a los centros de enseñanza bíblica. Las fronteras físicas dejaron de ser un impedimento para que personas de distintas regiones, o incluso países, se reunieran a recibir una misma lección. La interacción digital permitió una pluralidad de perspectivas que difícilmente se habría tenido en la mayoría de seminarios.
Familiarización con herramientas virtuales
La pandemia abrió un abanico de posibilidades en lo que a aplicaciones, páginas web y redes sociales respecta, o por lo menos intensificó el uso de algunas de ellas. Por igual, niños, jóvenes y adultos tuvieron que adaptarse a varias plataformas para conectarse a clases y acceder a los materiales académicos. Las instituciones educativas cristianas y las congregaciones implementaron otras para emitir sus reuniones y ofrecer recursos educativos. Algunas de ellas fueron:
- Moodle.
- Más Impulso Global.
- YouTube como repositorio de clases.
- Lifeway: recursos con contenido cristiano.
- OBS para las transmisiones en vivo, así como Facebook e Instagram.
- Zoom y sus funciones de pizarra, grabación de pantalla, votaciones, grupos pequeños.
- Kahoot, página que permite realizar trivias interactivas, como juegos de preguntas bíblicas.
El efecto del confinamiento: salud mental y relaciones
No solo las capacidades digitales se pusieron a prueba, el informe del Banco Mundial concluye que “el impacto en la salud psicosocial y el bienestar de estudiantes y profesores fue notable”. Es bien sabido que los niveles de ansiedad, depresión y las problemáticas intrafamiliares se potenciaron notablemente en todo el mundo y los hogares de quienes se congregan en las iglesias no fueron la excepción. ¿Qué sucedió?
Algunos hijos pasaron de hacer múltiples actividades deportivas o de entretenimiento a estudiar en casa, mientras sus papás también trabajaban allí de forma virtual. Priscilla Muñoz concluye que, debido a la escasa vida familiar previamente construida y las muchas responsabilidades, fueron varios los matrimonios que empezaron a colapsar, así como las relaciones entre padres e hijos. El simple hecho del encierro generaba estrés, pero las noticias y la incertidumbre fueron un agravante. La situación era mucho más compleja cuando la muerte tocaba a la puerta de un hogar o familia: “muchos perdieron amigos, abuelitos… costaba mucho consolar a distancia; si un niño contaba algo, uno no estaba a su lado para abrazarlo”, comentó Muñoz.
“Líderes y pastores se vieron sobrecargados con esas situaciones que excedían lo que la iglesia venía trabajando en el área personal. La salud mental nunca ocupó un lugar importante en las iglesias y a partir de la pandemia fue un gran tema para abordar”, dijo Diamela Kunzi al referirse a temas como la depresión y el suicidio. Además, ni ellos ni profesores, misioneros, evangelistas o adoradores fueron inmunes a la ansiedad, el pánico, las dificultades para resolver conflictos, los quiebres relacionales e incluso, en algunos casos, el abuso o la violencia. “Hay una cantidad de temáticas sensibles que se han puesto en evidencia después de la pandemia”, confirmó Tamar Montilla.
Para el Instituto e625, fue clara la necesidad de abordar esas problemáticas y otras más, como la pornografía. “Antes se tocaban de forma indirecta, pero a partir de la pandemia las convertimos en cursos completos”, explicó Kunzi.
Dependencia a los templos
“La pandemia puso en evidencia algunas debilidades en la enseñanza de doctrina y de temas prácticos, como la resolución de conflictos, la gestión de emociones o, incluso, la prevención de violencia intrafamiliar y otros tipos de abuso”, aseguró Tamar Montilla. Pero también quedó al descubierto que muchas familias no realizaban un culto en casa y que los adolescentes no estaban teniendo una vida devocional por más que se les proporcionó material para ello.
Además de lo anterior, Estuardo Salazar destacó que el modelo de culto se centralizó en el formato intocable de “banda musical y predicador estrella”, demostrando así una dependencia hacia los templos y las actividades que allí se realizan. En otras palabras, lo que se hizo fue pasar la estructura de las reuniones presenciales a las virtuales, olvidando que “cuando la congregación local o la escuela no pueden reunirse, la familia es el único santuario y centro educativo”.
Priscilla Muñoz cuenta que durante el confinamiento, algunos padres llamaron afanados a los maestros de escuela dominical para preguntarles qué hacer con respecto a las clases de sus hijos. Pero algunas iglesias no tenían posibilidad de ofrecerlas virtualmente, así que imprimieron el material y se lo entregaron a los papás, dejando en manos de ellos la responsabilidad. En ese momento fue aún más evidente el rol tan importante que ya de por sí tienen los padres en el discipulado de sus hijos, tal y como lo estableció el Señor en la Biblia.
“Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes”, Deuteronomio 6:6-7 (RVR1960).
Vale la pena mencionar que hubo familias que sacaron provecho del confinamiento. Algunas hicieron proyectos o simplemente compartieron juntas alrededor de un juego de mesa o actividad. Por ejemplo, Priscila Muñoz cuenta que una familia de la región del Biobío, en Chile, se dedicó a crear canciones para Dios. Otras hicieron experimentos científicos para explicar la Palabra de Dios de forma creativa y esto sirvió como herramienta de aprendizaje para los niños.
De vuelta a la realidad: el después de la pandemia y del mundo digital
Baja asistencia
Antes de 2020, Priscilla Muñoz ya había notado que la asistencia a las reuniones dominicales estaba disminuyendo y no le era muy difícil saber el motivo. Las familias ya no veían el congregarse como actividad infaltable del fin de semana, más bien aprovechaban los feriados para ir al campo o a la playa.
Ahora que en su país se eliminaron recientemente las medidas sanitarias, ella está convencida de que “la gente va a estar más tranquila y le va a empezar a perder el miedo al COVID”, así que la asistencia a las congregaciones va a aumentar. En contraste, Tamar Montilla, piensa que la apertura es muy reciente y que todavía falta una nueva alza de casos. Una vez suceda y se le dé “mejor manejo a la enfermedad, los temores van a ir disminuyendo”.
Giuseppe Lara trabaja en el colegio de la iglesia Amistad Cristiana de Ciudad de México y ha visto cómo, desde 2020 hasta ahora, ha disminuido la cantidad de reuniones eclesiales y han desaparecido los estudios bíblicos para jóvenes, así como los ministerios de ayuda social a hospitales, cárceles y orfanatos. “Desertó mucha gente, hicieron recorte de personal y ahorita ya nomás existe la reunión general del domingo”, comentó.
Diamela Kunzi tiene un panorama más amplio de la situación en Latinoamérica y confirmó que “hubo una gran deserción” de asistentes y que algunos decidieron “congregarse” de forma virtual, incluso en varias iglesias, por lo cual no consideran necesario asistir presencialmente. Otros, lastimosamente, se apartaron del Señor.
Verdaderos discípulos
¿Se habría podido hacer algo para que eso no sucediera? Ya que la pandemia generó tantos cambios, ¿las congregaciones deberían regresar a lo que eran antes o es momento de crear un nuevo formato?
Estuardo Salazar, director continental de ACSI (Association of Christian Schools International) Latinoamérica, más bien sugiere examinar las sendas antiguas, el modelo neotestamentario de reunirse en las casas. En su BITE Talk, concluyó que la deficiencia de aprendizaje pospandemia es evidente en el cristianismo, pues se le da al lugar físico de reunión la función de epicentro de la vida espiritual. Desde su perspectiva, se olvida que “la Iglesia es la gente, no el lugar”. Para él, la familia debe ser el santuario y el centro educativo por excelencia cuando las congregaciones o las escuelas no puedan abrir sus puertas.
La perspectiva de este guatemalteco coincide en alguna medida con la conclusión a la que llegó el equipo de e625, dirigido por el argentino Lucas Leys: “la Gran Comisión dada por Jesús a la iglesia no fue que llenemos templos sino ciudades de discípulos de Jesús”. Para ellos, la pandemia dejó tan visible la diferencia entre asistentes y miembros, entre consumidores de cultos cristianos y verdaderos discípulos, que crearon una iniciativa para ayudar a líderes y pastores a cumplir ese mandato de forma efectiva: ‘El elefante en la sala’.
Tamar Montilla aseguró que la debilidad del seguimiento no se dio en la pandemia: “desde hace tiempo la iglesia cristiana ha perdido su foco, nos hemos desviado y hemos convertido el discipulado en reuniones alrededor de un libro o material”. No cuestionó el retorno a las congregaciones, más bien dijo que se debe revisar la comprensión de lo que es iglesia y recordarles a quienes les ha costado regresar la importancia de la presencialidad.
Además, señaló la importancia de que “hermanos de otras geografías se sumaron a nuestros cultos, eso nos plantea el desafío de cómo seguir atendiéndolos, en especial si tienen el deseo de cumplir ordenanzas como la del bautismo”. Desde la decanatura del Seminario Teológico, ella está promoviendo relaciones más horizontales y menos jerárquicas, acordes al ejemplo que Jesús mismo dio al lavar los pies de sus discípulos.
“Dejen que los niños vengan a mí”
En 2020, la Dirección de Niñez y Adolescencia realizó una encuesta a todas las iglesias bautistas de Chile, la cual reveló que el 93% de ellas estaba trabajando con los niños de su comunidad, pero que el 34% no estaba realizando ninguna actividad con los pre-adolescentes y el 37% no lo hacía con los adolescentes. Con base en ese sondeo, UBACH identificó las problemáticas a las que se enfrentan los ministerios a cargo de esas edades, así que ha brindado acompañamiento, sugerencias y talleres a las iglesias y regiones que han solicitado su acompañamiento.
Algunas de las problemáticas son:
- El porcentaje de niños y adolescentes es muy bajo respecto al porcentaje de adultos.
- Los niños y adolescentes asisten a la iglesia principalmente por cultura familiar, no como resultado de un trabajo evangelístico.
- En la adolescencia, varios abandonan su fe, pues tienen el conocimiento de la Palabra, pero no han experimentado un encuentro personal con Jesús.
- La metodología de capacitación para las nuevas generaciones debe ser actualizada.
Al respecto, Muñoz enfatiza que la iglesia debe ser mucho más diligente en ponerse al día con las nuevas generaciones. En primer lugar, debe ocuparse de los padres y maestros, quienes necesitan ser capacitados en sus respectivos roles. Por eso, en el retiro de adolescentes al que asistió Muñoz, se ofrecieron talleres para que los maestros sepan cómo conectarse con la generación Z.
En UBACH son conscientes de que el ministerio es como un avión en estado de emergencia, en el que los líderes o maestros deben ponerse primero la máscara de oxígeno para luego ayudar a otro a ponérsela. Eso hace parte de una ‘Iglesia saludable’, que es justo el lema de la organización. Muñoz aseguró que han creado “espacios de diálogo en los lives de Instagram para hablar sobre bullying, suicidio, prevención de abuso sexual infantil, sexualidad y género”, entre otros. Esto, en beneficio de los maestros y de los adolescentes, quienes fueron los que propusieron los temas.
También recalcó que son realmente pocas las congregaciones que destinan dinero para este ministerio. Así que, antes de la pandemia, muchos maestros se encargaban de cubrir los gastos de los materiales para las clases de escuela dominical; durante el confinamiento, algunos llegaron a comprar de sus propios bolsillos teléfonos o aros de luz para grabar contenidos de buena calidad. Esto es valioso, pero sería muy útil una atención especial en este aspecto por parte de las iglesias.
En segundo lugar, es necesario que la iglesia tenga un acercamiento a los jóvenes para que pueda conocer sus necesidades, opiniones y gustos, así como sus nuevas formas de aprendizaje. Como directora, esposa de pastor y mamá, Priscilla Muñoz sabe que aunque parezcan fríos, los adolescentes sí quieren muestras de afecto físico; que se están enfrentando a un mundo sin valores y corren el riesgo de normalizar lo que no le agrada a Dios; que podrían conocer y explorar sus dones en las congregaciones; que no solo necesitan conocimiento bíblico, sino saber cómo aplicarlo a sus vidas. También sugiere que se les motive a tener una vida de oración.
Los niños requieren clases más lúdicas, que incluyan algún elemento tecnológico pues se acostumbraron a ello durante la pandemia. Es importante tener en cuenta lo que está sucediendo a nivel educacional para saber qué metodologías implementar con ellos: “hoy en día no se está memorizando tanto en los colegios, pero nosotros seguimos con el ritmo de antes”, explicó Muñoz. Se requiere una nivelación para llenar los huecos de aprendizaje que haya generado el confinamiento, pero el objetivo primordial es que desarrollen una relación íntima con Jesús.
Lo anterior los equipará para que, en tercer lugar, los niños y adolescentes encuentren un espacio de servicio en la iglesia, pero sobre todo que sean luz fuera de ella y puedan llevar el Evangelio a otros, ya sean familiares o amigos.
Priscilla Muñoz sabe que ese es el objetivo de la labor que, sin sospechar el encierro que se avecinaba, inició en 2020 con UBACH. En ese tiempo de crisis, tuvo que atender las necesidades que de forma apresurada se fueron presentando. Desde entonces, ha capacitado y apoyado a las cerca de 500 iglesias y misiones que pertenecen a la organización, las cuales han realizado actividades para que niños y adolescentes se acerquen a Jesús. Una de ellas fue el retiro de primavera que se hizo en Batuquito, el primero al que Muñoz asistió de forma presencial. Allí se acrecentó su convicción de que los niños y adolescentes de hoy serán luz en medio de la oscuridad de este mundo que tanto necesita a Cristo.
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