Estudiar biografías de creyentes es adentrarse en una aventura que depara sorpresas y grandes enseñanzas. El caso de Mary Winslow (1774–1854) no es la excepción. Se trata de una mujer acomodada, que contrajo matrimonio muy joven, luego de una crisis existencial conoció las buenas nuevas, luego de lo cual desarrolló una intensa vida de servicio y devoción que fue puesta a prueba debido a la muerte de su esposo y varios de sus hijos a corta edad, quedando viuda y a cargo de nueve hijos, lejos de su familia y con un incierto panorama financiero.
La mayor parte de lo que conocemos de ella es a través de sus propios escritos, pero sistematizados y dados a conocer por uno de sus hijos: Octavius Winslow, quien asumió la tarea de escribir una memoria de su madre, pues, como él mismo reseña en una de las obras: «Las personas piadosas hablan mucho después de su muerte, inspirándonos y revelándonos vidas que son dignas de imitar».
La intención de Octavius fue presentarla como como un ejemplo lleno de gracia y de verdadera espiritualidad, la antítesis del «formalismo religioso», al que llamó «la ruina de la iglesia cristiana»[1].
Las principales fuentes para conocer la vida de Mary son las cartas que redactó para amigos, parientes y allegados, así como también el registro en su diario a lo largo de sus 80 años de vida. Estas fuentes no quedaron en el olvido, pues, como señalamos al comienzo, gracias a su décimo hijo, Octavius Winslow, fueron utilizados como base para construir su biografía. Así surgió Life in Jesus, A Memoir of Mrs. Mary Winslow.
Según William Zuill en Bermuda Journey: «Aparte de sus referencias a las Bermudas, el libro tiene un curioso interés como muestra de piedad que era tan común hace un año». De acuerdo al mismo, este brinda vívidos destellos de finales del siglo XVIII y XIX y una visión de las realidades más duras de la vida, como los viajes por mar, el fuego, el flagelo de la esclavitud en las Bermudas, la maternidad y el cuidado, la pobreza y la constante amenaza de enfermedades y dolencias[2].
Sus orígenes: la familia Forbes, una familia destacada
Mary Forbes (1774–1854) tenía raíces escocesas, pero nació y creció en las Bermudas. Su familia fue conocida y reconocida en las Bermudas por su aporte a la isla en diversos aspectos. Su historia familiar comienza con el abuelo, el señor George Forbes.
El Doctor Forbes llegó a las Bermudas en 1734, poco después de graduarse de la Universidad de Aberdeen en «medicina y cirugía». Se enamoró de Mary Jones, la hija de Francis Jones, quien era un comerciante, concejal y general de milicias socialmente eminente. Se casaron en 1737 y vivieron cerca de Brackish Pond, Devonshire, donde nació su primer hijo, Francis. Luego llegaron cinco hijos más: Robert, Thomas, James, William y una hija: Ann.
El doctor Forbes se hizo conocido por sus amplios intereses, pero principalmente por introducir la inoculación contra la viruela en la isla. Compró una propiedad en Smith's Island, donde construyó una mansión conocida como «Forbes House», una casa de retiro de verano para escapar de las epidemias.
Se dice que hizo construir una cabaña allí para albergar y poner en cuarentena a las víctimas de la viruela que llegaban a las Bermudas. Además de Smith's Island, también compró propiedades en Paget Island. Y además de la medicina, también se desempeñó como consejero y en la sacristía desde 1752; fue juez de paz, presidente del tribunal supremo en 1749 y durante un breve período presidente del consejo y también un jardinero apasionado[3].
Dentro de la iglesia de Staint Peter en Saint George, se puede encontrar una placa conmemorativa, la cual revela el afecto y la admiración que los habitantes de la localidad sentían por el Dr. George Forbes, el abuelo escocés de Mary Winslow:
«A la memoria de George Forbes, MD.
Una complacencia singular de modales
Unido con muchos talentos útiles
y virtudes eminentes
(…) Con una agradable disposición,
Un compañero agradable,
Siempre aficionado a fomentar el buen humor.
Y los goces de la localidad.
Amigo de la humanidad,
Sus esfuerzos por mitigar los males de la vida,
que él mismo se fortaleció con temperamento y filosofía,
No estamos solos confinados al Arte de Curar (…)
Restaurando antiguas amistades interrumpidas
y promoviendo paz, armonía y buen entendimiento mutuo.
Entre sus semejantes (…)
Están grabados para siempre
En la memoria de sus amigos supervivientes.
Murió el 9 de enero de 1778 a los 68 años».
Con respecto a sus hijos, Francis y Robert se formaron como médicos en la Universidad de Edimburgo, mientras que los otros hijos se convirtieron en empresarios en el extranjero. James no tuvo éxito y regresó con una enfermedad mental. Su hermana, Ann, se convirtió en su tutora.
Robert practicó la medicina en las Bermudas y compró el extenso y costoso Brick House Wharf en Water Street de su compatriota escocés, Robert Dinwiddie. Allí vivió con su esposa, Mary y su única hija, Mary. Después de la muerte de Robert en 1785, su viuda se casó con un maestro de escuela llamado William Grant, pero murió tres años después.
Los primeros años: privilegios y peligros
Luego del recorrido por sus ancestros, retomemos la biografía de Mary. Como ya se ha señalado, desciende de la familia Forbes, sus padres fueron Robert y Mary Rush (su apellido de soltera).
Mary nació el 28 de febrero de 1774, en Saint Georges, Bermuda. Fue una hija única muy querida, de padres acomodados, por lo que fue guiada por un tutor contratado y llevado desde Escocia a la propiedad de la familia, teniendo así a su alcance «las más altas ventajas literarias», lo que podría explicar su prolífico flujo de escritura[4]. Pero, aunque recibió una buena educación, su instrucción religiosa fue poca (aunque nada hacía vislumbrar que años más tardes llegara a sentir el vacío de todo[5]). Al respecto en su biografía se señala: «Nos referimos a la ausencia del elemento Cristianismo. Aunque, de hecho, la religión no estaba excluida, era una religión más de forma que de poder»[6].
Durante su niñez, su vida fue salvada de grandes peligros, en varias ocasiones. En una de ellas, acompañando a sus padres en un viaje, una terrible tormenta cayó sobre su embarcación. Mientras ella y su madre buscaban un lugar de refugio debajo de la cubierta, Mary notó que un pequeño pedazo de la mecha encendida estaba por terminarse sobre la base de la vela. Temiendo que el barril sobre el cual reposaba comenzara a quemarse, ella saltó del regazo de su madre y rápidamente la quitó. No fue sino hasta ese momento que su madre se dio cuenta que el barril a punto de prenderse era un tonel de pólvora.
Años después, recordando este evento, Mary escribió: «Si no la hubiese quitado en ese momento, la embarcación y todos los que estábamos a bordo, hubiéramos volado de inmediato en pedazos»[7].
A la edad de cinco años sus padres la llevaron a Inglaterra durante la Guerra Anglo Francesa, debido a una enfermedad que padeció su padre, al respecto Mary relata que:
«Nuestro barco era una barca ligera, que llevaba algunos cañones y estaba mal equipado para un conflicto severo con el enemigo. Al entrar en el Canal, ya medio camino entre las costas inglesa y francesa, apareció a la vista un barco de guerra. Era hacia la noche, y cuando pareció abalanzarse sobre nosotros, nuestro capitán se preparó para la acción. A mi madre ya mí nos llevaron a toda prisa de la cabaña a lo que se pensaba que era un lugar más seguro abajo. Mi padre se quedó en cubierta. Todo era confusión sobre nosotros. Me asombró que me sacaran tan repentinamente de mi cómoda litera a los lúgubres aposentos debajo de las cubiertas»[8].
Pero los peligros no solamente se encontraban en el mar, también la acecharon en tierra firme, pues, al regresar a las Bermudas a través de Antigua, una vez más estuvieron a punto de ser quemados vivos cuando la mansión donde se alojaban en la isla se incendió en medio de la noche. A los pocos minutos de haber huido de la casa, «las llamas brotando por todos lados, habían envuelto por completo la casa; el techo se derrumbó con un estrépito tremendo, y en poco tiempo la hermosa mansión, que unas horas antes había sido el brillante escenario de la hospitalidad festiva, era ahora una masa de ruinas humeantes»[9].
Así, en la vida temprana de Mary, los eventos peligrosos no fueron pocos, otro de ellos sucedió durante viaje regresando a su hogar. En el registro describe un huracán mientras se acercaba a las Bermudas:
«La perspectiva, a medida que se acercaban al grupo de islas, era sorprendentemente hermosa. Las colinas azules en la distancia, los altos cedros, la costa de coral que se extiende hacia un océano transparente, la suave brisa que sopla desde la tierra cargada de mil perfumes, el cielo azul arriba, y todo el panorama bañado por los cálidos rayos de sol. un sol del sur, dio a toda la escena el encanto de una tierra de hadas…».
A continuación relata la tormenta que siguió, lo cual es evidencia de los cambios repentinos de las condiciones atmosféricas, haciendo así que los viajes por mar llegaran a ser extremadamente impredecibles y peligrosos:
«Todos estaban preparados para bajar a tierra, esperando que el piloto saliera y los condujera. Pero antes de que pasara una hora, el cielo se oscureció, se formaron nubes de tormenta, un temible huracán, común en estas latitudes, se levantó de repente, y el barco, arrojado de nuevo al mar, amenazaba a cada momento con naufragar (...) En unos momentos, los mástiles fueron cortados y la cubierta, bañada por las olas de la montaña, fue barrida de todo menos del furgón de cola. Fue un espectáculo espantoso. Todos los rostros palidecieron y la desesperación se apoderó de todos los corazones. Se vio a los barcos que se dirigían al mismo puerto hundirse en las enormes olas con todas las velas desplegadas. Cuando el mar abrió una brecha completa sobre el barco, los oficiales y la tripulación se vieron obligados a refugiarse en la cabina, esperando su destino esperado y casi seguro. El timón fue amarrado, y el casco desmantelado, que unas horas antes navegaba gallardamente hacia su puerto, ahora fue arrojado como un tronco al océano. La primera noche larga y triste fue de horror»[10].
Más tarde, como cristiana evangélica convertida, señaló que sobrevivió a todas aquellas temibles circunstancias gracias a la divina providencia. Sin embargo, el hecho que marcó la vida de la pequeña Mary, en 1785, cuando tenía solo 11 años: su padre murió.
Alegrías juveniles, insatisfacción y un cambio radical
En algún momento de 1788 o 1789, tres compañías del 47º Regimiento británico llegaron a las Bermudas desde New Providence, Bahamas. Esto resultaría significativo para la joven Mary Forbes.
Con respecto a su vida en esos años, escribió en su diario: «…alegre, irreflexiva, llena de vida y vivacidad, sentí mi libertad y la disfruté (...) Los recién llegados pronto obtuvieron la introducción de las principales familias de la isla y aumentaron enormemente sus alegrías»[11]. Con «alegrías» quiso decir varias fiestas y bailes a las que Mary asistió durante más de un año antes de regresar a su dotación original. Y agrega que fue «sensible a las atracciones y atenciones de uno de los oficiales».
Aquel oficial, el teniente Thomas Winslow, según ella, era «no solo el oficial más admirado y amado de su regimiento», sino también un hombre «cuya posición en la vida y cuya excelencia personal eran dignas de confianza».
Un aspecto interesante del pretendiente, es el hecho de que el teniente Winslow era descendiente directo de John Winslow y Mary Chilton, quienes atravesaron el Océano Atlántico a bordo del Mayflower en 1620, junto con otros peregrinos (de hecho Edward Winslow, el hermano de John, fue un reconocido líder). Algunas versiones señalan que Mary Chilton fue la primera mujer en posar su pie en las nuevas tierras.
Las atenciones de Winslow no fueron ninguna buena noticia para la madre de Mary, alarmada ante la idea de que su hija se casara con un soldado, ya que tal unión implicaría inevitablemente dejar de ver a su querida hija única. De hecho, en el pasado, ya había desanimado a otros pretendientes militares.
En consonancia con la misma actitud, en 1790 trató de terminar la relación con Thomas enviando a Mary a Riddell's Bay para que se quedara con una tía, aunque las cosas no resultaron según lo planeado. Mary registró en su diario:
«Un día un señor salió a cenar. En el transcurso de la conversación, mencionó casualmente que habían llegado órdenes de New Providence para el teniente. Winslow para unirse al regimiento allí. Esta información fue como una daga a mi corazón. En vano me esforcé por disimular mis sentimientos; rompiendo a llorar, abandoné la mesa. Entonces me convencí de que mi corazón no era mío. Me retiré a mi habitación para reflexionar sobre mi curso. Sabía que el Gobernador no podía interponerse, ni el Coronel al mando tenía poder para detener a un oficial bajo órdenes del cuartel general. Mi felicidad estaba en juego. Grande fue mi angustia, intensa mi agonía mental. ¿Quién podría impedir que se fuera?»[12].
Cabalgó hasta St. George's, atendida por su sirviente, y se reunió con su pretendiente, quien inmediatamente le propuso matrimonio. Continúa el registro:
«A la mañana siguiente, habiéndose obtenido una licencia, nos reunimos en la casa de mi amigo, el juez L, y de allí, acompañados por dos de los oficiales y la esposa de uno de ellos, fuimos a la casa del clérigo de la parroquia, donde estaba unida en los lazos del santo matrimonio al hombre de mi elección, el amado de mi corazón»[13].
Con el matrimonio de su hija los presentimientos de su madre se hicieron realidad, pues al unirse en matrimonio con un soldado, esto implicó perder el contacto fluido, por lo que su comunicación dependió de las muchas cartas que se escribieron.
Juntos, los Winslow tenían todo lo que cualquiera podría desear. Sin embargo, una noche, al regresar a casa después de una fiesta, Mary se recostó en la cama pensando en «el brillo, la música, el baile, la emoción, la atención y el placer. Y con un corazón cargado, susurró: "¿Esto es todo?"»[14].
Otra fuente agrega que una pregunta comenzó a pesar sobre ella: «¿Cómo puedo ser justa ante Dios?». Por ello hizo esfuerzos, pero sus intentos de obedecer la ley de Dios no pudieron satisfacer su conciencia. Su angustia espiritual la llevó a volverse a las Escrituras y rogar a Dios por misericordia. Se allegó a un ministerio evangélico, que la llevó al Salvador de los pecadores[15]. También obtuvo una respuesta que sería su recurso para el resto de su vida:
«De repente se me ocurrió la idea: ¡Dios puede! En un momento me levanté, cerré mi puerta y caí de rodillas ante Él. ¡Era mi primera oración! En la forma más simple de palabras imaginable, supliqué fervientemente al Señor no solo que evitara que se fuera, sino que me lo diera como mi esposo. Se ofreció la oración, se hizo la petición, y me levanté de mis rodillas con un espíritu tan ligero como una pluma»[16].
Luego de su gran cambio, se preocupó por el bienestar espiritual de quienes la rodeaban. Apoyó un ministerio evangélico en las Bermudas e instituyó el culto familiar en su hogar, a pesar de la resistencia inicial de su esposo[17].
También le encantaba leer libros que expusieran las verdades de las Escrituras, algunos de sus autores favoritos fueron Thomas Boston, John Newton, Samuel Rutherford y otros. Al respecto, su perspectiva es muy oportuna: «Mantente en los viejos teólogos. La divinidad moderna es muy superficial, tiene muy poco de Cristo y de experiencia. ¡Que Dios les dé un apetito espiritual!»[18].
Nueva vida y servicio a la comunidad
Como se mencionó anteriormente, el cristianismo se convirtió en el centro de la vida de Mary, y aquello ocurrió poco después de su matrimonio.
Una de sus preocupaciones fue el colaborar activamente para el crecimiento de la iglesia en las Bermudas, localidad que no estaba lejos de haber escuchado las buenas nuevas en el pasado, pues mucho antes de que naciera Mary, George Whitfield había predicado allí en 1748.
A pesar de no residir en las Bermudas, su corazón no dejó de preocuparse por las predicación allí. De hecho, nueve años después de haberse trasladado, se enteró que George Stephenson predicó a los esclavos y fue encarcelado por ello. En agosto de 1813 escribió a su madre:
«Me estoy esforzando mucho para enviarte un querido ministro del evangelio para que se instale en St. George; y les ruego encarecidamente que todos ustedes se esfuercen, si logro obtener uno, para procurarle un lugar para predicar hasta que pueda construir una capilla. El Señor me ha bendecido, y creo que tengo el deber de gastar lo que Él me ha dado para Su gloria, creo que puedo ahorrar cincuenta libras al año para ayudar al ministro hasta que esté lo suficientemente establecido y atraiga a su alrededor a un congregación que podrá pagarle un mantenimiento adecuado... Debes darme una parte del jardín, si lo crees apropiado; o, si eso no puede ser, debo comprar un terreno en el pueblo. Se debe construir una capilla donde mi Dios será glorificado y las almas ganadas para Cristo»[19].
En 1820, el reverendo Henry Cross llegó a las Bermudas, y en junio de ese año puso la primera piedra de una capilla independiente en Clarence Street, St. George. Octavius incluye en sus memorias una carta que Cross escribió a la Sociedad Misionera de Londres el 1 de abril de 1821, describiendo cómo inauguró oficialmente la capilla: «En circunstancias peculiares de gratitud y deleite hacia aquel que dirige todas las cosas según el consejo de su propia voluntad».
Lamentablemente, la nueva capilla duró solo hasta 1824 cuando, según la serie de patrimonio arquitectónico de St. George's del Bermuda National Trust, el reverendo Cross murió y la iglesia fue abandonada.
Grandes cambios, grandes pruebas
Después de su matrimonio, dejó las Bermudas con Thomas, y establecieron su residencia en Inglaterra, así vivió la vida de una esposa militar. En 1795 tuvo a su primer hijo, Thomas, y en el transcurso de 19 años tuvo 12 más: Thomas (1795), Isaac (1799), Edward (1801), George (1804), Henry (1806), Robert (1807), Octavius (1808, parece que su nombre se debe a que fue el octavo hijo sobreviviente), Forbes (1810)[20], Emma (1813). Tres de los hijos murieron antes de su primer cumpleaños: Mary (1814), Robert Deblois (1798), Mary Elzabeth (1803).
La acechanza de los peligros también llegó a su familia. Cuando uno de sus hijos, Octavius, tuvo un roce con la muerte. Aparentemente, su enfermera le dio el medicamento equivocado sin darse cuenta, pero sobrevivió contra todas las expectativas.
Años después, Mary escribiría a su madre sobre otro incendio, agradeciendo nuevamente a Dios por mantenerla a salvo. Su relato recuerda cuán peligrosa era la iluminación nocturna antes de la llegada de la electricidad:
«Me desperté justo a tiempo para salvarme a mí y a mi familia de ser quemados. El fuego fue ocasionado por una chispa que cayó de la vela de junco sobre el tocador, que prendió fuego al friso y a la mesa, que ardían cuando desperté. Apagué el fuego, abrí la puerta para que saliera el humo, porque ambos cuartos se llenaron, sin alarmar a la familia, y se retiraron de nuevo a la cama para meditar en la bondad de Dios para con una criatura tan indigna»[21].
A pesar de que parecía que tenían una vida tranquila y ordenada, llegaron otros cambios también a su casa. En 1815, el padre de familia Thomas, se retiró del servicio activo, y fue atacado por una grave enfermedad, y debido a malas inversiones, perdieron gran parte de su fortuna. A causa de que la familia era numerosa decidieron mudarse a Estados Unidos.
Primero viajó Mary con los niños. Había pasado poco tiempo, y mientras esperaba la llegada de su esposo, la bebé de los Winslow murió repentina e inesperadamente en sus brazos. Aun antes de que su hijita fuera enterrada, llegó la noticia devastadora de la muerte de su esposo. Con respecto a aquel momento escribió en una carta:
«En el preciso momento en que lloraba sobre el cuerpo de mi querida hijita (...) recibí la información de que una calamidad aún mayor había caído sobre mí, ¡y que Dios ciertamente me había convertido en viuda!»[22].
Los días que siguieron no solo fueron marcados por el dolor del duelo, sino también por la «oscuridad espiritual y el abatimiento». Sin embargo, confesó: «El Señor, aun en esto, no me ha castigado conforme a mis rebeliones»[23]. Más grande aún, el Señor regresó con su consuelo.
Viuda a los 40 años, en un país extraño, afligida por la pérdida de su bebé, así como de su amado esposo, Mary casi se hunde bajo el peso de su sufrimiento. ¿Cómo iba a criar sola una familia tan numerosa? La carga por las almas de los ocho hijos y la hija que le quedaban pesaba constantemente sobre sus hombros, hasta que una noche, en la que parecía que no podía seguir más:
«Pasé toda la noche luchando en oración; una noche por siempre y para siempre memorable. Todos dormían en casa, excepto su madre viuda. Caminé de un lado a otro en mi cuarto luchando suplicante por ayuda y consuelo de aquél, el único que podía impartirla. En vano busqué asirme de una promesa divina; todas parecían encubiertas en la más profunda penumbra. Así tras pasar la noche en congoja, el amanecer me encontró todavía luchando con Dios»[24].
A pesar de todos sus ruegos, la situación no cambiaba, o al menos no llegaba el consuelo y alivio necesarios; sin embargo, Mary relata lo siguiente:
«Fue entonces que una voz me habló desde lo más profundo de mi alma, tan bendita que no podía equivocarme. Su promesa fue tan divina, su consuelo tan real, su seguridad tan explícita, no tenía dudas de a Quién pertenecía esa voz. “Yo seré un Padre para tus hijos,” fueron las palabras pronunciadas. En un instante sentí que Dios estaba conmigo, en esa habitación. Me sentí segura de que Dios había visto mi aflicción, y él mismo había inclinado los cielos y bajado a consolarme. Me levanté y caí de rodillas; y, en adoración y gratitud, derramé mi corazón delante de él. Mi dormitorio, que antes había sido el escenario de la angustia más profunda, era ahora la mismísima puerta del cielo para mi alma. Me sentí confiada en que Dios no solo sería un Padre para mis hijos huérfanos, sino también un Esposo para su madre viuda».
Desde aquel día en adelante, tan pronto como un problema aparecía, Mary caía de rodillas y vaciaba su corazón. Aquella experiencia provocó en Mary un celo renovado para instruir diariamente a sus nueve hijos. Los reunía a su alrededor, mañana y tarde, les hablaba de la fidelidad y cuidado de Dios, rogándoles que pusieran a Dios como prioridad en su vida[25].
Así, la vida continuó, como viuda, y tuvo que criar a su numerosa familia. Se aferró a la convicción de que Dios sería su sustento sin dejar la oración por la salvación de sus hijos[26].
¿Qué fue de Mary misma y de sus 10 hijos? Permaneció en Nueva York durante algún tiempo, luchando sola con sus hijos. Un historiador cercano, D. Kenelm Winslow, registró su difícil situación:
«Mary hizo que los jóvenes salieran a las calles de Nueva York vendiendo fósforos y periódicos tan pronto como tuvieron la edad suficiente para tales tareas. Los encomendó a cualquier trabajo que pudieran emprender, reuniéndolos a su alrededor por la noche para leer las Escrituras seguido de una buena arenga evangélica y oraciones».
Durante los siguientes años, la familia logró cierta estabilidad, algunos de los hijos continuaron viviendo en los Estados Unidos mientras otros se fueron a Inglaterra, y Mary realizó algunos viajes entre ambos países. Con respecto al sustento familiar durante los siguientes años, no hay mayor información, pues el énfasis de Octavius está en la fe de su madre más que la situación financiera. Por ello, algunos infieren que quizás recibió algún tipo de herencia como propiedades en Estados Unidos o recibió ayuda de otros familiares e incluso de la misma abuela, pues tuvo algunos negocios a su cargo y más tarde llegarían los aportes de los hijos. Lo cierto es que Mary sobrevivió a su esposo por más de 30 años, pero nunca se volvió a casar[27].
El sufrimiento que ayudó a consolar a otros
Sin duda, desde la infancia la vida de Mary Winslow, a pesar de estar rodeada de amor y comodidades en un comienzo, no estuvo exenta de peligros, y más tarde de intenso sufrimiento y preocupaciones. Ante los cuales su refugio fue una profunda vida de oración y devoción; de allí que a través de sus escritos se convirtiera en fuente de sabiduría y consuelo para quienes establecieron contacto con ella.
«A una nueva creyente escribió: “Ahora eres llamada a glorificarle en cuerpo, alma y espíritu. Ya no perteneces a ti misma, sino a Jesús. Dile a Él: "Señor, ¿Qué quieres que yo haga?"»[28].
En otra ocasión respondió: «Querida amiga, aprovecha bien tus problemas; son tesoros y bendiciones disfrazados, y avivan nuestra oración. Ora en la prueba, sobre la prueba, y después de la prueba, para que no te pierdas lo bueno que Dios ha designado que esta te enseñe».
Así también se dirigió a un hermano en necesidad: «la tentación es una prueba, la tribulación es una disciplina, la prueba es una escuela, todos son esenciales para perfeccionar nuestra educación para la eternidad»[29]. En tanto que para otra persona redactó las siguientes palabras de consolación: «Cuando algo me prueba, y mi corazón se hunde, en el momento en que pienso en Dios, la carga se aligera o es removida. Y cuando viene el problema, pequeño o grande, entonces nos refugiamos bajo sus alas, o nos acurrucamos cerca de su regazo, y sentimos el latido de su corazón»[30].
Sus palabras también contenían exhortaciones, como la que dirigió a una amiga: «Confesar nuestro pecado es uno de los ejercicios más santos y sanos del alma renovada. Ir a Jesús consciente de nuestra debilidad de pensamiento, de palabra y de acción, es nuestro precioso privilegio. Diez minutos a los pies de Jesús, con una visión completa de su amor, mientras confesamos pecados y defectos -pecados que sabemos que ya han sido perdonados- y aun lamentando haber afligido a aquel que tan tiernamente nos ama, es una felicidad que no cambiaría por millones de mundos»[31].
Los resultados de la oración y la acción por su familia
Ha quedado en evidencia la gran actividad epistolar y la preocupación de Mary por sus cercanos y quienes se acercaron a solicitar su asistencia en temas espirituales, esta dedicación no implicó el descuidar la preocupación por la salvación de sus hijos. De allí que durante toda su existencia pusiera en práctica la exhortación que puso por escrito: «Llévale tus pequeñas preocupaciones, así como las grandes. Si algo es un problema para ti, por pequeño que sea, estás autorizado, más aún, ordenado, a llevárselo».
Esto debido a que consideró que la oración es un gran privilegio: «Tener a quien acudir, poner ante él todas nuestras necesidades, expresar nuestros temores, invocar Sus promesas y esperar que, porque él ha prometido, las cumplirá, vale más que todas las el mundo puede dar»[32].
Pasado bastante tiempo, a través de una carta Mary informó respecto a su familia: «Mis hijos están fervientemente comprometidos en llevar a los pecadores donde el Espíritu Santo está mostrando Su gran poder. Visitan de casa en casa, tratando fielmente con todos los que encuentran que no conocen a Dios»[33].
Como importante antecedente, se sabe que los nueve hijos de Mary fueron creyentes y tres de ellos trabajaron a tiempo completo en el ministerio (incluyendo a su biógrafo, Octavius).
El amor a Dios que se tradujo en amor al prójimo
Durante el momento histórico en que vivió Mary Winslow, la esclavitud era una práctica común y aceptada ampliamente, especialmente en territorios coloniales y alejados de la grandes capitales como fue su caso. Sin embargo, resulta profundamente llamativo el hecho de que ella se manifestara en contra de esta práctica.
Esto queda evidenciado en una de las primeras cartas a su madre trata sobre el tema de la esclavitud. Octavius lo presenta explicando: «Aunque la señora Winslow estaba familiarizada desde la infancia con esta especie de servidumbre, nunca se reconcilió por completo con el monstruoso principio de poseer propiedades en el hombre. Al llegar a la mayoría de edad, se encontró dueña de dos esclavas domésticas; pero aunque pasó a ella por herencia, parecía que ella estaba incómoda con su posesión»[34].
Cuando redactó las líneas precedentes, ella ya conocía la opinión de su esposo sobre el tema por un incidente que sucedió en las Bermudas, registra Octavius:
«Un día, un pobre hombre negro libre se apresuró a ver al Capitán Winslow, en la mayor angustia, y le informó que su esposa e hijos, que eran esclavos, estaban en el vísperas de ser vendidos a otro amo, con altas posibilidades de que éste abandonara la isla, y con ello la separación de su familia para siempre. Vino a pedir su simpatía y ayuda para rescatarlos de tan angustioso destino. Su llamado encontró una respuesta cordial e instantánea. No había que perder un momento.
Tomando su espada y ajustándola mientras pasaba por las calles acompañado por el ansioso negro, el capitán Winslow se apresuró al mercado de subastas. La venta había comenzado. Allí estaba la pobre mujer temblorosa y sus hijos, por quienes ya se había ofrecido una gran suma. El Capitán Winslow se convirtió instantáneamente en un competidor. La contienda se hizo más intensa. Al observar su determinación de comprar, el precio se elevó a una suma enorme.
En ese momento, el padre aterrorizado se le acercó y le dijo que no siguiera pujando porque no podía pagar el dinero. Pero Thomas continuó. Finalmente, la victoria se decidió a su favor, y dio a luz en triunfo a la esclava, la madre y los pequeños, devolviéndolos libres al encantado y agradecido esposo y padre».
Con respecto a Mary misma, su rechazo hacia la esclavitud se hizo más intenso; de allí que cuando se enteró de su herencia, le escribió a su madre:
«Deseo, mi querida mamá, darles la libertad a mis dos negros, Ben y John. No puedo soportar la idea de tener esclavos. Pero si crees que es más bueno para ellos tenerlos a mi servicio, haré firmar su libertad, para que a mi muerte no estén sujetos a ser vendidos o hechos esclavos. A veces pienso que darle su libertad ahora a una pobre criatura como Juan (en otras palabras, desecharlo) pronto se arruinaría. Pero aun así desearía manejar las cosas de tal manera que lo liberen siempre que pueda mantenerse, y asegurar su libertad ahora en caso de que me llamen a casa (por “hogar” se refiere a la muerte)».
Esta petición y formalización de libertad de aquellos esclavos se realizó antes de la ley británica para la abolición de la trata de esclavos en 1807. La posición contra la esclavitud continuaría por el resto de su vida, particularmente cuando fue a Nueva York y asistió a reuniones estadounidenses contra la esclavitud.
El ocaso de la vida, pero no de la fe
Durante sus vida, a menudo Mary luchó con problemas de salud. Sin embargo, su día comenzaba siempre con oración, como lo relató en otra carta: «Mi primera oración en la mañana cuando me despierto está dirigida al Espíritu Santo, para que Él tome posesión de mis pensamientos, mi imaginación, mi corazón, mis palabras, durante todo el día, dirigiéndolos, controlándolos y santificándolos».
Al respecto, también complementa: «Nunca, nunca omitas la oración secreta (...) Recuerda, las primeras salidas de Cristo comienzan en el armario, o más bien en el corazón; y entonces la oración privada se apresura, se convierte en una mera forma o se descuida por completo (…) Los tiempos en los que dejamos todo a un lado para estar solos en la oración privada son esenciales. El diablo siempre trata de mantenernos de rodillas con trabajo o entretenimiento solo porque conoce la importancia de la oración (...) ¡Oh, el gran poder de la oración! Incluso los mejores cristianos saben muy poco de lo que realmente es»[35].
Hacia el final de su vida, su salud se deterioró hasta el punto de estar confinada en su cama, lo cual no impidió que siguiera escribiendo; de hecho, desde su lecho de enferma, escribió:
«Tengo que tratar más claramente con Dios en Jesús ahora. Él es todo en todo para mí... Mi alma conversa con Él, y me resulta dulce yacer como un niño indefenso a sus Pies; sí, pasivo en sus manos amorosas, sin conocer otra voluntad que la Suya. Santo y distinguido es el privilegio de hablar con Él como un hombre habla con su amigo, sin restricciones ni ocultamiento. Qué misericordia, así descargar todo el corazón, el corazón probado y cansado, el corazón tentado y triste, probado por el pecado, probado por Satanás, probado por aquellos a quienes amas. ¡Qué misericordia tener un seno amoroso al que acudir, un corazón verdaderamente amoroso en quien confiar, que responde al más leve soplo del Espíritu! Precioso Jesús, ¡cuán inexpresablemente amado eres para mí en este momento! Mantente sensiblemente cerca de mí»[36].
A pesar de estar postrada en cama permaneció mentalmente clara y anhelaba estar con su Señor. Al llegar a sus días finales, Mary trataba de continuar con su correspondencia. En su última carta, escribió:
«Oh, querida y joven amiga, he estado muy enferma; ¡mi dulce hogar está casi a la vista! Haz de Jesús tu jefe amigo, y mira más a las cosas que no se ven y son eternas. Sentada en la cama y apoyada por almohadas, no puedo escribir más. Asegúrate del cielo. Puedes cometer muchos errores respecto a este pobre mundo, pero, te ruego, no te equivoques con respecto a la inmensa eternidad»[37].
Finalmente, a Mary le llegaron sus días finales. Algunas de sus últimas palabras registradas son un eco de su vida en la tierra: «Mantén intimidad cercana con Jesús. Debemos vivir en Cristo, y morir en Él». El 3 de octubre de 1854 se cumplió su deseo de estar aún más cerca de Dios. Sus últimas palabras débiles, pero claras, fueron: «¡Te veo! ¡Te veo! ¡Te veo!»[38].
El Legado de una creyente ferviente y prolífica escritora
Su hijo, Octavius, escribió: «Su religión era eminentemente práctica (...) su vida fue singularmente útil, porque su mente era trascendentemente celestial». Ella exhortó: «Mis queridos hijos, vivan por la eternidad; este mundo no vale la pena vivir»[39].
El hijo que se encargó de dar a conocer la historia de su madre y su profunda fe, fue un prominente predicador en Inglaterra y Estados Unidos, fue un ministro bautista gran parte de su vida, pero en sus últimos diez años de vida fue parte de la iglesia anglicana; así también fue contemporáneo de Charles Spurgeon y J.C. Ryle. Dedicó su vida al ministerio pastoral y a publicaciones literarias, siendo una de las más reconocidas la que recogió su historia familiar.
Durante gran parte de su vida y escritos, Mary Winslow exhortó a su familia, a conocidos y a quienes le consultaran a meditar en la gloria del cielo. Estas exhortaciones y consejos fueron dejadas por escrito en su numerosa correspondencia y registros personales. Sus cartas y diarios son un tesoro para aprender de la vida práctica cristiana. En ese sentido, llama la atención que su intensa devoción la llevó a rechazar una práctica como la esclavitud que incluso creyentes de su misma época aceptaron, pero que ofendió su conciencia y la llevó a tomar acciones concretas para promover su eliminación.
Un autor resumió su vida y obra en los siguientes puntos[40]:
- Su íntima, y diaria vida de comunión con Cristo.
- Su compromiso total con la Palabra de Dios.
- Una continua desilusión consigo misma combinada con su negativa a desilusionarse con Dios.
- Su paciencia durante grandes pruebas y gratitud en la prosperidad.
- Su profundo amor por su familia y anhelo de que ellos sirvan a Dios con todo su corazón.
- Su intenso deseo para practicar las disciplinas espirituales de la fe en si misma y otros, y tristeza ante la falla o falta de dichas disciplinas.
- Su rechazo a la incredulidad y determinación a vivir por fe y no por vista.
- Su anhelo por oír de Cristo ricamente y plenamente predicado en cada sermón.
- Su amor por la teología y espiritualidad puritana.
- Su ánimo consistente hacia su familia y amigos a través de la correspondencia y las conversaciones santas.
- Su corazón evangelístico.
- Finalmente, y quizás en donde su don del Espíritu Santo se expresó en plenitud: su permanente lucha ante el trono de la gracia, suplicando por las promesas de Dios en oración.
Su hijo Octavius, resumió la estima que tenía en su corazón por ella: «¡Qué poderosa e inmortal es la influencia de una madre santa!»[41].
En efecto, a través de los escritos, vida práctica y ejemplo de esta mujer podemos ver aplicados los siguientes versículos: «No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús» (Flp 4:6-7).
O como la misma Mary Winslow resumió: aprender cómo «tratar incesantemente con Dios como Dios trata incansablemente con nosotros».
[1] Octavius Winslow “Life in Jesus - A Memoir of Mary Winslow”, ICM Books Direct 2022, disponible en: https://www.icmbooksdirect.co.uk/product/21952/life-in-jesus-a-memoir-of-mary-winslow, consultado febrero de 2022
[2] Elizabeth Jones “Mary Forbes Winslow”, November 22, 2020, disponible en: https://www.thebermudian.com/heritage/heritage-heritage/mary-forbes-winslow-elizabeth-jones/, consultado febrero de 2022
[3] Elizabeth Jones “Mary Forbes Winslow”, November 22, 2020, disponible en: https://www.thebermudian.com/heritage/heritage-heritage/mary-forbes-winslow-elizabeth-jones/, consultado febrero de 2022
[4] Elizabeth Jones “Mary Forbes Winslow”, November 22, 2020, disponible en: https://www.thebermudian.com/heritage/heritage-heritage/mary-forbes-winslow-elizabeth-jones/, consultado febrero de 2022
[5] David H. Kranendonk “Sitting at Jesus’ Feet with Mary Winslow”, The Messenger, 2012. 5 pages, disponible en: https://www.christianstudylibrary.org/article/sitting-jesus%E2%80%99-feet-mary-winslow, consultado febrero de 2022
[6] Octavius Winslow “Life in Jesus. A memoir of Mary Winslow”, Reformation Heritage Books, Grand Rapids, Michigan, 2013, Pág. 5
[7] Donna Kelderman “Mary Winslow. Una gran guerrera de oración”, Octubre 14 de 2016, disponible en: https://www.avivanuestroscorazones.com/mujer-verdadera/blog/mary-winslow-una-gran-guerrera-de-oracion/, consultado febrero de 2022
[8] Elizabeth Jones “Mary Forbes Winslow”, November 22, 2020, disponible en: https://www.thebermudian.com/heritage/heritage-heritage/mary-forbes-winslow-elizabeth-jones/, consultado febrero de 2022
[9] Elizabeth Jones “Mary Forbes Winslow”, November 22, 2020, disponible en: https://www.thebermudian.com/heritage/heritage-heritage/mary-forbes-winslow-elizabeth-jones/, consultado febrero de 2022
[10] Elizabeth Jones “Mary Forbes Winslow”, November 22, 2020, disponible en: https://www.thebermudian.com/heritage/heritage-heritage/mary-forbes-winslow-elizabeth-jones/, consultado febrero de 2022
[11] Elizabeth Jones “Mary Forbes Winslow”, November 22, 2020, disponible en: https://www.thebermudian.com/heritage/heritage-heritage/mary-forbes-winslow-elizabeth-jones/, consultado febrero de 2022
[12] Elizabeth Jones “Mary Forbes Winslow”, November 22, 2020, disponible en: https://www.thebermudian.com/heritage/heritage-heritage/mary-forbes-winslow-elizabeth-jones/, consultado febrero de 2022
[13] Elizabeth Jones “Mary Forbes Winslow”, November 22, 2020, disponible en: https://www.thebermudian.com/heritage/heritage-heritage/mary-forbes-winslow-elizabeth-jones/, consultado febrero de 2022
[14] Women of Christianity “Mary Winslow”, disponible en: https://womenofchristianity.com/mothers/mary-winslow/, consultado febrero de 2022
[15] David H. Kranendonk “Sitting at Jesus’ Feet with Mary Winslow”, The Messenger, 2012. 5 pages, disponible en: https://www.christianstudylibrary.org/article/sitting-jesus%E2%80%99-feet-mary-winslow, consultado febrero de 2022
[16] Elizabeth Jones “Mary Forbes Winslow”, November 22, 2020, disponible en: https://www.thebermudian.com/heritage/heritage-heritage/mary-forbes-winslow-elizabeth-jones/, consultado febrero de 2022
[17] David H. Kranendonk “Sitting at Jesus’ Feet with Mary Winslow”, The Messenger, 2012. 5 pages, disponible en: https://www.christianstudylibrary.org/article/sitting-jesus%E2%80%99-feet-mary-winslow, consultado febrero de 2022
[18] David H. Kranendonk “Sitting at Jesus’ Feet with Mary Winslow”, The Messenger, 2012. 5 pages, disponible en: https://www.christianstudylibrary.org/article/sitting-jesus%E2%80%99-feet-mary-winslow, consultado febrero de 2022
[19] Elizabeth Jones “Mary Forbes Winslow”, November 22, 2020, disponible en: https://www.thebermudian.com/heritage/heritage-heritage/mary-forbes-winslow-elizabeth-jones/, consultado febrero de 2022
[20] Estudió medicina en Inglaterra, y se especializó en Psiquiatría en particular en las afecciones mentales. Fue autor de varias publicaciones, Forbes Edward Winslow su hijo mayor fue vicario de Eppig, en tanto que su segundo hijo Lyttelton Stewart Forbes Winslow también estudió medicina y fue un notorio psiquiatra que saltó a la fama por ser parte de la investigación sobre Jack el destripador.
[21] Elizabeth Jones “Mary Forbes Winslow”, November 22, 2020, disponible en: https://www.thebermudian.com/heritage/heritage-heritage/mary-forbes-winslow-elizabeth-jones/, consultado febrero de 2022
[22] Donna Kelderman “Mary Winslow. Una gran guerrera de oración”, Octubre 14 de 2016, disponible en: https://www.avivanuestroscorazones.com/mujer-verdadera/blog/mary-winslow-una-gran-guerrera-de-oracion/, consultado febrero de 2022
[23] David H. Kranendonk “Sitting at Jesus’ Feet with Mary Winslow”, The Messenger, 2012. 5 pages, disponible en: https://www.christianstudylibrary.org/article/sitting-jesus%E2%80%99-feet-mary-winslow, consultado febrero de 2022
[24] Donna Kelderman “Mary Winslow. Una gran guerrera de oración”, Octubre 14 de 2016, disponible en: https://www.avivanuestroscorazones.com/mujer-verdadera/blog/mary-winslow-una-gran-guerrera-de-oracion/, consultado febrero de 2022
[25] Ireriramrez “Mary Winslow “La pluma que bendijo desde el sufrimiento”, junio 9 de 2019, disponible en: https://iglesiaemanuel.home.blog/2019/06/09/mary-winslow-la-pluma-que-bendijo-desde-el-sufrimiento/, consultado febrero de 2022
[26] David H. Kranendonk “Sitting at Jesus’ Feet with Mary Winslow”, The Messenger, 2012. 5 pages, disponible en: https://www.christianstudylibrary.org/article/sitting-jesus%E2%80%99-feet-mary-winslow, consultado febrero de 2022
[27] Elizabeth Jones “Mary Forbes Winslow”, November 22, 2020, disponible en: https://www.thebermudian.com/heritage/heritage-heritage/mary-forbes-winslow-elizabeth-jones/, consultado febrero de 2022
[28] Donna Kelderman “Mary Winslow. Una gran guerrera de oración”, Octubre 14 de 2016, disponible en: https://www.avivanuestroscorazones.com/mujer-verdadera/blog/mary-winslow-una-gran-guerrera-de-oracion/, consultado febrero de 2022
[29] Donna Kelderman “Mary Winslow. Una gran guerrera de oración”, Octubre 14 de 2016, disponible en: https://www.avivanuestroscorazones.com/mujer-verdadera/blog/mary-winslow-una-gran-guerrera-de-oracion/, consultado febrero de 2022
[30] Donna Kelderman “Mary Winslow. Una gran guerrera de oración”, Octubre 14 de 2016, disponible en: https://www.avivanuestroscorazones.com/mujer-verdadera/blog/mary-winslow-una-gran-guerrera-de-oracion/, consultado febrero de 2022
[31] Donna Kelderman “Mary Winslow. Una gran guerrera de oración”, Octubre 14 de 2016, disponible en: https://www.avivanuestroscorazones.com/mujer-verdadera/blog/mary-winslow-una-gran-guerrera-de-oracion/, consultado febrero de 2022
[32] David H. Kranendonk “Sitting at Jesus’ Feet with Mary Winslow”, The Messenger, 2012. 5 pages, disponible en: https://www.christianstudylibrary.org/article/sitting-jesus%E2%80%99-feet-mary-winslow, consultado febrero de 2022
[33] Women of Christianity “Mary Winslow”, disponible en: https://womenofchristianity.com/mothers/mary-winslow/, consultado febrero de 2022
[34] Elizabeth Jones “Mary Forbes Winslow”, November 22, 2020, disponible en: https://www.thebermudian.com/heritage/heritage-heritage/mary-forbes-winslow-elizabeth-jones/, consultado febrero de 2022
[35] David H. Kranendonk “Sitting at Jesus’ Feet with Mary Winslow”, The Messenger, 2012. 5 pages, disponible en: https://www.christianstudylibrary.org/article/sitting-jesus%E2%80%99-feet-mary-winslow, consultado febrero de 2022
[36] David H. Kranendonk “Sitting at Jesus’ Feet with Mary Winslow”, The Messenger, 2012. 5 pages, disponible en: https://www.christianstudylibrary.org/article/sitting-jesus%E2%80%99-feet-mary-winslow, consultado febrero de 2022
[37] Donna Kelderman “Mary Winslow. Una gran guerrera de oración”, Octubre 14 de 2016, disponible en: https://www.avivanuestroscorazones.com/mujer-verdadera/blog/mary-winslow-una-gran-guerrera-de-oracion/, consultado febrero de 2022
[38] David H. Kranendonk “Sitting at Jesus’ Feet with Mary Winslow”, The Messenger, 2012. 5 pages, disponible en: https://www.christianstudylibrary.org/article/sitting-jesus%E2%80%99-feet-mary-winslow, consultado febrero de 2022
[39] David H. Kranendonk “Sitting at Jesus’ Feet with Mary Winslow”, The Messenger, 2012. 5 pages, disponible en: https://www.christianstudylibrary.org/article/sitting-jesus%E2%80%99-feet-mary-winslow, consultado febrero de 2022
[40] Octavius Winslow. Foreword: Joel R. Beeke, Tanner Turley. “Life in Jesus. A memoir of Mary Winslow”, Reformation Heritage Books, Grand Rapids, Michigan, 2013, Págs. viii - ix
[41] Octavius Winslow “Life in Jesus - A Memoir of Mary Winslow”, ICM Books Direct 2022, disponible en: https://www.icmbooksdirect.co.uk/product/21952/life-in-jesus-a-memoir-of-mary-winslow, consultado febrero de 2022
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