El 3 de marzo de 1589 nació uno de los teólogos más importantes de la «ortodoxia reformada»: el holandés Gisbertus Voetius (1589-1676). En palabras de Geerhardus Vos (1862-1949) (considerado uno de los padres de la teología bíblica), Voetius «ocupa un lugar de alto honor entre los teólogos holandeses del siglo diecisiete. Él fue, quizás, el más capaz, el más erudito y el más influyente de todos los teólogos calvinistas que pertenecen a ese periodo tan rico en cuanto a nombres eminentes»[1]. ¿Cuál fue ese periodo tan rico en cuanto a teólogos y pastores calvinistas? Ese periodo es conocido actualmente como la Nadere Reformatie (del holandés, que significa «una reforma más profunda»), cuyo objetivo fue desarrollar una teología reformada que penetrara hasta lo más profundo del corazón, trayendo como consecuencia un programa de reformas en la familia, la Iglesia y la sociedad. En otras palabras, la doctrina confesada tenía que ser una realidad para toda la vida. Fue justamente Voetius —un «escolástico de primer rango (...) un místico de profunda vena piadosa»—[2] quien fue uno de los mayores representantes de aquel movimiento.
En este pequeño artículo no me enfocaré en su vida, sino más bien en un aspecto clave de la teología de aquel que fue uno de los delegados más jóvenes del Sínodo de Dort (1618-19): la unión entre el conocimiento y la piedad.
En agosto de 1634, Voetius ofreció un discurso en la escuela de Utrecht para comenzar oficialmente como profesor de dicha casa de estudios. El título de dicho discurso nos muestra un aspecto clave de la teología reformada: De pietate cum scientia conjugenda («Sobre la piedad unida con el conocimiento [ciencia])»[3]. Debido a que la piedad abarca toda la vida, esta desempeña un rol fundamental a la hora de los estudios, especialmente aquellos relacionados con la teología. De esta manera, es «la sabiduría de Dios mismo, el Hijo de Dios, [quien] preside sobre este gymnasium illustre, [sobre] estos estudios, [y sobre] estos ejercicios». Asimismo, es Dios quien «lleva en su mano toda la ciencia (scientiam), toda la cultura racional (animi culturam)», recompensado «ricamente a aquellos estudiantes cuyo deseo por Dios es grande».[4] De esta manera, Voetius consideró la teología como el fundamento para todas las otras disciplinas de estudio[5]. Ahora bien, ¿qué características debían tener los estudiantes de teología reformada?
En 1644 Voetius publicó su Exercitia et bibliotheca studiosi theologia («Ejercicios y biblioteca para los estudiantes de teología»). En este manual, Voetius expone las condiciones para estudiar teología. No solamente importaba el talento o aptitud de los estudiantes, sino principalmente los «motivos espirituales y la piedad (pietas), sin consideración del estatus social»[6]. De una manera fundamental, la práctica de la piedad (praxis pietatis) era algo requerido tanto para los profesores como para los alumnos. Sobre ese fundamento, los futuros pastores eran preparados en lógica, gramática y retórica (trivium). Además, continuaban con el estudio filosófico, las lenguas y las artes. El estudio teológico abarcaba la teología bíblica, dogmática (o sistemática) y apologética. Luego de esto, Voetius dedica la segunda parte de su libro a la preparación pastoral a través de la homilética, la política eclesiástica y la historia de la Iglesia. Finalmente, y tal como menciona Andreas Beck, la tercera parte de su libro «consistía principalmente en la profundización de las dos fases previas (...) Voetius amonestaba a los estudiantes a continuar sus estudios incluso cuando estén en el pastorado»[7]. Interesantemente, entre los libros que Voetius recomendaba para continuar aprendiendo teología se encontraban autores puritanos (p. ej., William Perkins [1558-1602], Paul Baynes [1573-1617], etc.), así como también la Suma teológica del escolástico medieval, Tomás de Aquino).
Debido a la metodología utilizada por Voetius en el estudio teológico, este es considerado como un escolástico reformado. Sin embargo, el título de «escolástico» no debería llevarnos a pensar en algo meramente intelectual o árido (de hecho, importantes teólogos reformados también fueron considerados escolásticos). Recordemos que el desarrollo teológico se desarrollaba en un contexto de piedad. Así, Voetius escribió un libro titulado ΤΑ ΑΣΚΗΤΙΚΑ sive Exercitia pietatis («ASCÉTICA, o la práctica de la piedad»), en el que los ejercicios de la piedad incluyen la oración, la devoción, la meditación espiritual, la práctica del arrepentimiento, el estudio bíblico, la predicación, entre otras cosas[8]. De esta manera, el estudio serio y profundo de la teología se desarrollaba en una comunión íntima con Dios. Para Voetius y otros teólogos reformados, la devoción por el Señor no anulaba el ejercicio intelectual a la hora de estudiar, sino que lo promovía para la gloria de Dios, para la formación de otros pastores y para la visita a los miembros de las iglesias. En otras palabras, los pastores reformados eran pastores-teólogos.
Podría seguir comentando sobre sus obras relacionadas con la política de la Iglesia, o sobre sus tratados dogmáticos, o incluso sobre su teología de las misiones y plantaciones de iglesias. Sin embargo, quisiera terminar meditando acerca de la importancia de una buena educación teológica en los contextos reformados-evangélicos de habla hispana.
La palabra de Dios nos ordena a ejercitarnos en la piedad; esto no es una opción. A fin de continuar con la práctica de la piedad (praxis pietatis), un sano estudio teológico es imprescindible a la hora de plantar o revitalizar iglesias. Y cuando me refiero a un sano estudio, hago referencia a considerar la importancia de profundizar tanto en el conocimiento y la preparación intelectual (scientia) como también en nuestra devoción por el Señor y humillación ante él (pietas). Nuestras iglesias e instituciones educativas no pueden cometer el error de separar una continua preparación intelectual de una continua devoción espiritual. Esto nos llevaría a caer en aquel racionalismo que es incapaz de dar vida, como también en un pietismo de carácter sectario que tiende a rechazar el mandamiento de amar a Dios con toda la mente y las fuerzas.
Históricamente, las iglesias reformadas siempre se han visto bendecidas con pastores que, debido a una profunda devoción por el Señor, continúan aprendiendo a lo largo de los años. De manera muy especial, varios pastores que, en sus distintos contextos, y con distintas herramientas y capacidades, continuaron tomando la teología y la comunión con el Señor como algo esencial y lograron establecer relaciones con otros pastores que pertenecían a otras corrientes de la tradición reformada[9]. Es decir, un fruto de la continua preparación teológica es la cooperación y amistad entre aquellos que han sido llamados a servir a la Iglesia del Señor. Esto jamás promoverá el orgullo intelectual ni el orgullo espiritual. En otras palabras, el estudio teológico apasionado por la gloria de Dios tiene como uno de sus frutos el edificar al cuerpo de Cristo.
Es importante considerar que el movimiento reformado del que fue parte Gisbertus Voetius no solamente predicó contra las herejías doctrinales, sino también contra todo tipo de «nominalismo reformado». Es decir, llamaba al arrepentimiento a todos aquellos que manejaban un buen vocabulario teológico y que, sin embargo, no vivían en santidad. La doctrina debía abarcar y transformar al hombre por completo, para que, de esta manera, pudiera glorificar y amar a Dios con todo su ser, y así, practicar una reforma más holística, que involucrara a la familia, las iglesias y la sociedad.
En Voetius tenemos un ejemplo a considerar para desarrollar una capacitación teológica que dé toda la gloria a Dios en nuestros determinados contextos. De hecho, no seríamos los primeros en aprender de él. Petrus van Mastricht (1630-1706), quien escribió un libro teológico que se convirtió en el libro favorito (después de la Biblia) de Jonathan Edwards (1703-1758), fue su alumno. Siglos más tarde, fue Abraham Kuyper (1837-1920) quien volvió a editar algunas de sus obras, y Herman Bavinck (1854-1921) quien lo citó en varios de sus escritos. Esto nos muestra la importancia de la aplicación contextualizada de la antigua ortodoxia reformada al «neocalvinismo» holandés de Kuyper y Bavinck.
Que el Señor siga preparando a más pastores, teólogos, maestros y misioneros a través de aquella ciencia devocional e intelectual que antiguamente era considerada la Regina Scientiarum, es decir, la «reina de las ciencias»[10]. Esta continua preparación teológica es una clara manera de amar a Dios con toda nuestra mente y corazón, y así ser luz y sal dondequiera que se encuentren nuestras congregaciones. Esta continua preparación teológica es un claro reflejo de lo que es la piedad para Voetius: «Fe obrando a través del amor»[11].
[1] Geerhardus Vos, “review of Gisbertus Voetius by A.C. Duker” en The Presbyterian and Reformed Review, Volume 5, 714.
[2] Ibid.
[3] Gisbertus Voetius, Godzaligheid te verbinden met wetenschap (Kampen: J.H. Kok, 1978).
[4] Ibid., 72. Citado también en Andreas Beck, Gisbertus Voetius (1589-1676) on God, Freedom, and Contingency (Leiden: Brill, 2022), 48-9.
[5] Willem J. Van Asselt, Introduction to Reformed Scholasticism (Grand Rapids: Reformation Heritage Books, 2011), 146.
[6] Beck, Voetius, 109.
[7] Ibid., 110.
[8] Ibid., 117.
[9] Como, por ejemplo, las relaciones que existían entre los puritanos ingleses con los reformados escoceses u holandeses en el siglo XVII. Lo mismo vemos entre el puente que construyó Geerhardus Vos entre Benjamín Warfield (del viejo Princeton) y Abraham Kuyper junto a Herman Bavinck (como representantes del neocalvinismo holandés).
[10] Herman Bavinck (1854-1921) menciona que la teología es «LA ciencia (wetenschap), la reina de las ciencias (Regina scientiarum). Ella está por encima de todas las ciencias porque ellas tienen solamente un área especial de la creación como objeto de su investigación. Ellas mismas están ocupadas con el mundo (kosmos), o el humano (anthropos), y, por lo tanto, relacionadas con la criatura. Pero esta, nuestra ciencia, las deja muy atrás al no fijar su mirada en la criatura, sino en el Creador. [La teología] nace de Dios, y tiene a Dios mismo como su objeto […] Es Dios mismo, damas y caballeros, quien a través de Su Palabra y Espíritu dona la teología a Su Iglesia (comunidad)». Mayúsculas por Bavinck en De wetenschap der H. Godgeleerdheid: rede ter aanvaarding van het leeraarsambt aan de Theologische School te Kampen, uitgesproken den 10 Jan. 1883. (Kampen: G. Ph. Zalsman, 1883).
[11] Voetius, Godzaligheid, 30.
Apoya a nuestra causa
Espero que este artículo te haya sido útil. Antes de que saltes a la próxima página, quería preguntarte si considerarías apoyar la misión de BITE.
Cada vez hay más voces alrededor de nosotros tratando de dirigir nuestros ojos a lo que el mundo considera valioso e importante. Por más de 10 años, en BITE hemos tratado de informar a nuestros lectores sobre la situación de la iglesia en el mundo, y sobre cómo ha lidiado con casos similares a través de la historia. Todo desde una cosmovisión bíblica. Espero que a través de los años hayas podido usar nuestros videos y artículos para tu propio crecimiento y en tu discipulado de otros.
Lo que tal vez no sabías es que BITE siempre ha sido sin fines de lucro y depende de lectores cómo tú. Si te gustaría seguir consultando los recursos de BITE en los años que vienen, ¿considerarías apoyarnos? ¿Cuánto gastas en un café o en un refresco? Con ese tipo de compromiso mensual, nos ayudarás a seguir sirviendo a ti, y a la iglesia del mundo hispanohablante. ¡Gracias por considerarlo!
En Cristo,
Giovanny Gómez Director de BITE |