Hoy en día, vivimos en una generación donde muchos de nosotros deseamos convertir nuestros sueños en realidad. Luchamos desde pequeños, no es desde ahora, para obtener logros, deseamos cosas, queremos alcanzar metas. Hoy vemos alrededor nuestro como muchos de nuestros jóvenes quieren emprender y para muchos es algo nuevo; sin embargo, si traemos a nuestra memoria, muchos de nosotros desde bien pequeños también deseamos alcanzar cosas.
En mi caso, desde los 10 a los 18 años mi sueño era ser jugador de béisbol profesional y de verdad todavía hoy puedo recordar la cantidad de horas que pasé bajo el sol entrenando, la cantidad de kilómetros que corrí, las veces que me corrigieron para poder arreglar la mecánica; fue un tiempo de verdad muy fuerte y había mucha alegría cuando aumentaba una milla. Mi vida estaba enfocada en alcanzar ese sueño y la verdad que todo parecía que iba en la dirección correcta; alcanzar ese sueño estaba tan cerca, pero tan cerca... Sin embargo, Dios tenía otros planes para mí.
A los 18 años viví uno de los momentos más tristes de mi vida; repentinamente quien había sido mi mentor, mi luz, mi guía, mi apoyo, fue llamado a la presencia de Dios. Este evento el diablo lo utilizó para endurecer mi corazón, fue algo que realmente me puso a dudar de Dios. Yo no podía entender cómo Dios había permitido que un hombre como mi padre, al que amaba tanto, muriera.
Fue un momento difícil. Sentía que las paredes de mi habitación me caían encima, pero en ese momento de debilidad debía tomar una decisión: o continuaba el sueño por el que había luchado que era el juego del béisbol o empezaba a desarrollar la pequeña empresa que mi padre había formado.
A pesar de no ser cristiano, Dios inclinó mi corazón a continuar la empresa y abandonar lo que por más de 10 años había sido mi sueño. Más que mis sueños, yo creo que Dios me quitó un ídolo, lo que era mi ídolo en ese momento.
De repente, Dios puso un nuevo sueño en mi vida, un sueño que se apoderó de mi corazón y ahora yo quería desarrollar la pequeña empresa que mi padre había creado, yo quería hacer crecer la empresa, quería crecer socialmente, quería crecer económicamente; era un momento donde yo estaba determinado a gastar mis fuerzas y mis energías, mi corazón, con tal de convertir esos sueños en realidad.
Pero Dios que es grande en perdonar y rico en misericordia, a pesar de mi apatía me dio el regalo más maravilloso que un ser humano puede recibir en este mundo y fue el reconocer mi condición delante de Dios y el poder abrir los ojos y entender que Dios había enviado a su hijo, su único hijo, a morir por mí. Tengo una cruz a partir de ese momento.
Muchas cosas empezaron a cambiar en mi vida en ese momento, cambiaron prioridades, cambiaron hábitos, sin embargo, el deseo de cumplir mis sueños, el alcanzar mis metas, cosas que en sí misma no son malas, me alejaban de cumplir el verdadero propósito para el cual Dios me había creado, que era exaltarlo a Él y glorificarlo a Él.
Unos años después Dios me regaló una maravillosa mujer, me regaló hijos, pero tristemente yo continuaba centrado en mi. Dios no era lo más importante en mi vida, ese deseo tan grande de alcanzar metas, dominado por mi orgullo y mi deseo de ser reconocido me llevaron a trabajar más de 18 horas al día, lo que ocasionó en mi vida un deterioro de mi relación con Dios y prácticamente estaba oculto de mi familia y lo más interesante, que aún trabajando 18 horas al día los negocios no crecían, pero Dios otra vez con paciencia y amor me dio la oportunidad de nuevamente ver con claridad lo que había en mi corazón y me permitió entender cuál es el verdadero propósito de un cristiano, el cual era glorificarlo y mostrar a Cristo a través del trabajo y entendí en ese momento que si buscaba primeramente el reino de Dios y su justicia todas las demás cosas serán añadidas.
Y quiero especificar que todas las demás cosas no implica que sean bendiciones económicas, yo creo que implica que la bendición más grande que podemos tener como cristianos es que Dios vaya moldeando nuestro carácter y nos parezcamos más a Cristo.
En mi caso puedo decir que continúo luchando por poner a Dios en primer lugar, y esto en vez de ser un obstáculo se ha convertido en una maravillosa oportunidad a la luz de La Palabra de Dios para restaurar las empresas, potencializarlas y rentabilizarlas.
Sin embargo, quiero reconocer que si estas empresas hoy existen es porque Dios lo permite, por su buena voluntad. Es cierto, hemos trabajado fuerte, hemos sido diligentes hemos preparado el trabajo, pero reconocemos que es Dios quien nos ha dado la victoria. Dios nos creó a todos nosotros para cumplir un propósito, Dios diseñó obras desde antes de la fundación del mundo para que nosotros tuviésemos en ella la oportunidad de ver a Dios, Él nos dio dones y talentos a cada uno de nosotros para poder realizar esas obras.
Dios nos creó para obras grandes. Nosotros tenemos un Dios grande y como cristianos podemos soñar en grande. No hay ningún problema en soñar en grande si nuestros sueños procuran exaltar a Dios.
Alguno puede decirse en este momento: yo de verdad entiendo la primera parte y yo tengo una cantidad de sueños en mi mente. Sé lo qué debo hacer para empezar, por esto mi recomendación sobre qué hacer para convertir un proyecto en realidad, mi primera recomendación para iniciar un proyecto es que pidas sabiduría a Dios para que él te dirija en este nuevo proyecto. En segundo lugar, toma lápiz y papel y pon por escrito esos sueños, es muy importante visualizar nuestras metas durante los próximos diez años.
Un estudio en el año 1953 de la Universidad de Yale les pregunto a todos sus graduandos cuáles de ellos tenían sus metas por escrito, sólo el 3% de las personas tenían sus metas escritas para los próximos 10 años, pero el estudio no se quedó ahí. Vamos a ver cuál fue el resultado del estudio veinte años después: Tomaron a esas mismas personas e impresionantemente ese 3% tenía una vida matrimonial más estable, tenía una salud mucho más fuerte, increíblemente este 3% de las personas producía el 97 por ciento de los ingresos.
Espero que al oír estos resultados, surja en ustedes el deseo de poner sus cosas por escrito. ¿Cómo puedo empezar a convertir un proyecto en realidad? Lo primero que debemos hacer, luego de haber orado, luego de haberlo puesto por escrito es determinar a dónde ir.
El problema de muchos de nosotros es que salimos a correr, podemos tener un Ferrari, pero si vamos en sentido contrario no estamos avanzando. En segundo lugar, debo preguntarme porqué quiero llegar ahí, si nuestra única motivación es económica posiblemente abandonemos nuestros sueños muy rápido porque en el resultado de nuestros negocios las respuestas no son inmediatas y debemos ver si en esa motivación está el que yo sea exaltado o que sea exaltado Cristo.
Tercero, ¿en qué tiempo quiero desarrollar mis metas? Si no planificamos temporalmente nuestros pasos, el tiempo nos va a pasar de largo y no vamos a poder evaluar qué tanto hemos avanzado.
Cuarto, ¿es este proyecto conforme a mis fortalezas? Muchos de nosotros a veces vemos a otro que le va bien, en mi caso que no soy tan bueno de oído yo no desearía ser director de música.Nuestros sueños deben estar alineados con las fortalezas que Dios nos ha dado, de manera que nosotros podamos entender cómo podemos desarrollar esa fortaleza que Dios ha puesto en nuestro corazón.
Quinto. ¿Dónde debo buscar ayuda? Hay cosas definitivamente que no las vamos a poder hacer solos y Dios nos ha dado una oportunidad de poder pedir consejo. Cometemos el grave error, muchas veces, de pedir consejo a personas que nos van a decir lo que nosotros queremos oír. Sin embargo, nosotros debemos buscar multitud de consejeros que tengan sabiduría.
Sexto. Vamos a desarrollar el plan, vamos hacer un plan estratégico y vamos a desarrollar el cómo lo vamos a alcanzar y finalmente vamos a poner el plan en marcha ,vamos a arrancar.
El 60 por ciento de las personas que ejecutan esto muchas veces pueden llevar su proyecto a realidad. Dios nos está brindando el privilegio de ser luz, de mostrar a Jesús en nuestro trabajo, pero para ser luz necesitamos más que dones y talentos, más que responsabilidad, más que determinación. Nosotros necesitamos depender de Dios en lo que hacemos, nosotros necesitamos que Dios sea nuestra guía en esto porque en un momento en el camino vamos a pasar momentos difíciles. Es muy posible que enfrentemos gigantes, que enfrentemos grandes temores y yo quiero traer un ejemplo de la Biblia para poder ejemplificar lo que estoy diciendo y mi ruego es que Dios ponga en tu corazón la idea de que a cada uno de nosotros él nos puede usar como uso a Josué.
Josué era el lugarteniente de Moisés. Moisés era el líder del pueblo de Israel, y Josué era un hombre valiente y temeroso de Dios.
Sin embargo, en Josué 1 vemos como Josué se enfrentaba una situación difícil. Su mentor y líder, Moisés, había muerto. Josué sabía la responsabilidad que tenía, un pueblo quejoso en el Jordán y desbordado. Las personas con las que iban a luchar y a los que iban a conquistar eran gigantes.
Josué tenía claramente en su mente de que él no podía hacer esto por sus fuerzas. Si algo tenía claro era que para poder cumplir el propósito de Dios necesitaba la ayuda de Él, pero Dios que conoce el corazón de todos nosotros conocía el de Josué en ese momento de aflicción. En ese momento en el que Josué estaba angustiado, Dios le dijo: «No te desanimes, yo estaré contigo, te acompañaré a donde quiera que vayas».
¿Qué recomendaciones, aparte de decirle que iba a estar con él, le dio Dios a Josué? 1. Obedece mi palabra. 2. Memorizala, Josúe. 3. Medita en ella. ¿En qué tiempo? De día y de noche, posee esa palabra, y al igual a nosotros, otro trabajo: No es solo para nosotros, es para poder compartirla, pero lo más importante es aplicarla a nuestra vida y que los demás puedan ver la obra de Dios a nuestro favor.
Dios estuvo con Josué, Dios le prometió la victoria a Josué, él le obedeció y Dios recibió la gloria. Dios puede usarnos como usó Josué.
Persigamos sueños que apunten a Cristo, sueños que glorifiquen a Dios. En el camino vamos a tropezar, vamos a caer, pero recordemos que las cicatrices nos recuerdan quienes fuimos, pero no dictan quiénes seremos. Que dios nos utilice, que Dios nos permita ser instrumentos útiles en sus manos, que nos permita ser hombres y mujeres diligentes, que deseemos de todo corazón que nuestros logros, triunfos y metas alcanzadas, sean claramente evidenciada la obra de Cristo a nuestro favor.
En mi vida como cristiano, esposo, padre y empresario he tenido y estoy seguro que tendré muchos obstáculos más. Sé que habran metas que Dios determinará que no alcanzaré. Sin embargo, descanso completamente en su voluntad, que sé que es buena, agradable y perfecta, descanso en que Dios tiene un propósito en mi vida y confío en que Él que empezó la buena obra en mí la ira perfeccionando hasta el día en que Jesucristo vuelva.
Finalmente quiero decir una palabra para los que están aquí, que se encuentran en este momento luchando con su trabajo y no saben qué hacer, en un empleo con un empleador difícil o en un proyecto que está prácticamente quebrado. Si hoy te sientes estancado, si hoy te sientes en el hoyo, si hoy al igual que yo continúas luchando, clama a Dios. Él responderá más abundantemente de lo que pedimos. No quiero decir con esto que Dios va a responder exactamente lo que tú estás pidiendo. La respuesta de Dios es mucho más de lo que nosotros pedimos, porque nosotros pedimos a veces cosas materiales y Dios nos da cosas eternas y espirituales y decide moldear nuestro carácter aún en medio de la prueba por amor.
Quiero terminar con la misma expresión con la que empecé: Hoy día vivimos en una generación donde muchos de nosotros deseamos convertir nuestros sueños en realidad, luchemos por ser fieles a Cristo, seamos diligentes como cristianos en nuestros hogares en nuestros trabajos y persigamos sueños que glorifiquen a Dios. Gracias.
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