Hablar de Oswald Chambers es acercarse a una figura de profunda espiritualidad y equilibrio. Su vida, aunque breve, dejó una huella inmensa. Era un hombre austero pero cálido, reservado pero accesible, y profundamente humilde, que jamás buscó notoriedad. Su indiferencia por el reconocimiento le permitió alcanzar una influencia perdurable. Su alma contemplativa y activa se conectaba fácilmente con todos, encarnando su convicción de que “la vida de fe no es gloriosa, sino de dureza, pero es gloriosa en su dureza”.
Su espiritualidad, centrada en Jesucristo y el Espíritu Santo, enfatizaba la rendición total por encima del esfuerzo humano. Pasaba horas en oración y meditación, no como un deber, sino como el centro de su existencia. Chambers era un pensador agudo con formación artística y teológica, capaz de expresar verdades espirituales complejas en frases breves e impactantes, como “Dios no nos da pruebas para ver qué hay en nosotros, sino para que descubramos lo que Él ha puesto en nosotros”.
Su predicación era clara, bíblica y directa, con una autoridad que provenía de su vida entregada. Tenía el don de penetrar el corazón sin manipular la emoción. Como maestro, pensador y observador del alma humana, sus talentos fueron complementados providencialmente por su esposa, Biddy, quien captó su voz escrita con fidelidad asombrosa. Así, aunque Chambers publicó un solo libro en vida, su legado literario póstumo es vasto.
En sus relaciones personales, fue un esposo tierno, un padre cariñoso y un amigo leal. Los soldados en Egipto lo admiraban no solo como predicador, sino como un verdadero pastor. Oswald Chambers fue, en esencia, un hombre cuya vida entera giraba en torno a la pasión de glorificar a Cristo. Este artículo recorre la historia de un hombre cuya vida fue como un altar encendido: discreto, pero ardiente. Su legado no es una institución ni una corriente teológica, sino una invitación permanente a darlo todo por Aquel que lo dio todo primero.
Orígenes y educación: arte, fe y lucha interior
Oswald Chambers nació el 24 de julio de 1874 en Aberdeen, Escocia. Era hijo de Clarence y Hannah Chambers, ambos profundamente religiosos. Su padre fue pastor bautista y evangelista itinerante. Durante la niñez de Oswald, la familia se mudó con frecuencia: Stoke-on-Trent, Perth y luego Londres. Estos traslados no rompieron su arraigo espiritual, sino que lo formaron en una visión del reino de Dios que trascendía geografías.

Desde joven, Chambers exhibió una sensibilidad artística fuera de lo común. Estudió en la Escuela Nacional de Formación Artística y más tarde en el Royal College of Art de Londres, donde obtuvo una beca. Sin embargo, la rechazó. En vez de entregarse por completo al arte, comenzó una búsqueda interior más profunda. Estudió en la Universidad de Edimburgo, donde fue influenciado por la predicación del Dr. Alexander Whyte.

Una experiencia clave ocurrió en 1890, cuando acompañó a su padre al Tabernáculo Metropolitano de Londres para escuchar al célebre predicador Charles Spurgeon. De regreso a casa, le dijo a su padre que se habría entregado a Cristo en ese mismo momento si hubiera existido una invitación formal. Su padre, con sabiduría pastoral, le respondió: “Puedes hacerlo ahora, hijo mío”. Esa noche, bajo una farola, Oswald oró y creyó en Cristo.
A pesar de su formación y talento, Chambers declaró: “Nunca entraré al ministerio hasta que Dios me tome por el cuello y me arroje dentro”. Pero tal llamado no tardó en llegar. Durante ese período, atravesó una intensa lucha espiritual. En sus propias palabras, vivió “cuatro años de infierno en la tierra”. Se sentía espiritualmente seco, aunque cumplía con todos los deberes religiosos. Finalmente, en un servicio en Dunoon, confesó ante la congregación que necesitaba ser lleno del Espíritu Santo. Aquella noche marcó un punto de inflexión: ya no viviría para sí mismo, sino como testigo radical de la presencia de Cristo.

El Dunoon College: donde la santificación se volvió vivencia
En 1897, Chambers ingresó al Dunoon College, una modesta escuela teológica dirigida por el reverendo Duncan MacGregor. Allí pasó nueve años, primero como estudiante, luego como maestro. Dunoon no era un seminario prestigioso, sino una comunidad donde los estudiantes vivían juntos: compartían pan y Escritura, oración y lucha.
Fue allí donde Chambers abrazó con firmeza la doctrina de la santificación como una entrega total. No se trataba de una meta moral, sino de una comunión continua con Cristo. No era perfeccionismo, sino participación: “La santificación es Cristo en ti (...) una impartición, no una imitación”, diría más tarde. Esta comprensión le permitió interpretar la vida cristiana no como un esfuerzo ascético, sino como una rendición amorosa.

En aquellos años, Chambers se unió también a la League of Prayer (Liga de la oración), un movimiento interdenominacional que promovía una vida devocional profunda y una búsqueda sincera de santidad. En el otoño de 1907, durante una de sus predicaciones en Speke Hall (una antigua mansión isabelina en Liverpool) titulada Santidad y hermandad, advirtió a los presentes:
La trampa de una audiencia como esta no es un socialismo superficial, sino una santidad egoísta sin Dios. La verdadera santidad es una protesta individual que busca que Dios eleve la vida de la Iglesia al estándar que Él mismo estableció, no una mascota espiritual moldeada por mis pequeñas convicciones. ¿Qué magnifica la santidad? “Jesús siempre, solo Jesús, Jesús en todo”.

Chambers y Cowman: los hilos cruzados de un legado devocional
Tras dejar Dunoon, Chambers comenzó a viajar como predicador y maestro. Entre 1906 y 1907 conoció al evangelista japonés Juji Nakada, con quien viajó a Estados Unidos y luego a Japón. En Cincinnati enseñó en la Escuela Bíblica de Dios. En Japón trabó amistad con Charles Cowman y su esposa Lettie, la futura compiladora del reconocido devocional Streams in the Desert (Manantiales en el desierto). Algo similar ocurriría con el devocional de Chambers, aunque daremos detalles de esto más adelante.
Es una interesante coincidencia que ambos, Chambers y Cowman, hayan llegado a ser autores de dos de los libros devocionales más influyentes del siglo XX. Ambas obras, nacidas desde el dolor y editadas desde la fidelidad, han acompañado a millones de creyentes en todo el mundo. El impacto devocional de esa época no puede explicarse sin esos hilos cruzados provenientes de dos vidas entregadas que, en el silencio de sus escritorios, mantuvieron encendida la llama.
¿A qué se debió esto? Aunque los caminos de los Chambers y los Cowman se cruzaron brevemente en Japón, compartían más que un espacio geográfico: los unía una visión común de la vida devocional como entrega total en medio del sufrimiento. Mientras Charles Cowman enfrentaba el desgaste físico que lo dejaría fuera del campo misionero, Oswald predicaba sobre una santidad que florece en la prueba, no en la comodidad. Ambos comprendían que la profundidad espiritual no nace del éxito, sino del quebranto.

Gertrude “Biddy” Hobbs: la ayuda idónea
En 1908, durante un viaje en barco hacia Estados Unidos, Oswald recibió la encomienda de cuidar de una joven inglesa llamada Gertrude Annie Hobbs, quien viajaba sola. A lo largo del trayecto se conocieron con discreción, pero fue al despedirse cuando comenzó una relación que derivaría en amor. En sus cartas él la llamaba “BD” (que correspondían a Beloved Disciple en inglés) y más tarde “Biddy” (el sonido de las letras BD juntas en inglés). Se casaron en 1910. Biddy fue su colaboradora más fiel; anotaba cada palabra que él pronunciaba en clase o en púlpitos improvisados. Su velocidad de escritura era prodigiosa: 250 palabras por minuto, pero su humildad era aún más notable.
En 1913, poco antes de que la familia partiera a Egipto como misionera, nació en Inglaterra su única hija, Kathleen Faith, quien pasó sus primeros años en el país africano. Su vida encarnó silenciosamente el legado espiritual de sus padres; mientras crecía, fue testigo del esmero con que Biddy convirtió apuntes en libros y sermones en devocionales. Su fidelidad discreta permitió que el ministerio literario de la familia Chambers continuara vivo mucho después de que su madre partiera. Fallecería en 1997, a la edad de 84 años, dejando atrás una vida llena de la misma espiritualidad sencilla y rendida que había marcado a sus padres.

El Bible Training College: hospital espiritual y forjador de vocaciones
En 1911, Chambers fundó el Bible Training College (BTC) en Clapham Common, Londres. Lejos de ser un centro académico frío, el BTC era una casa de oración, un refugio para el quebrantado, un semillero de obreros para la mies. No había fondos suficientes ni becas aseguradas. Sin embargo, más de 100 estudiantes pasaron por allí, muchos de los cuales se convirtieron en misioneros.
Chambers enseñaba sin notas, confiando en la dirección del Espíritu Santo. Las clases eran vivas y los debates intensos. Un tipo de fuego descendía del cielo, pero él se mantenía con los pies en la tierra. Alumnos y profesores vivían juntos, compartiendo oración matinal, café y conversación teológica hasta entrada la noche. Uno de sus estudiantes escribió: “El colegio mantenía puertas abiertas para los quebrantados, los golpeados, los abandonados…”. Su antigua institución fue descrita por alumnos como “una escuela del Espíritu”.

Capellán de guerra: del Cairo a Su presencia (1915–1917)
Cuando estalló la Primera Guerra Mundial, Chambers cerró temporalmente el BTC y se enlistó como capellán de la YMCA. Fue asignado a Zeitoun, Egipto. Allí se encontró con soldados australianos y neozelandeses, muchos de ellos heridos en alma más que en cuerpo.
Chambers enseñaba la Biblia a cientos de soldados que, al principio escépticos, pronto colmaban las salas para oírlo. Su enseñanza bíblica sencilla, directa y vivencial comenzó a atraer a multitudes de combatientes hambrientos de verdad espiritual. En lugar de entretenimiento, Chambers les ofrecía a Cristo. “No vine aquí a divertir hombres, sino a presentarles a Dios”, afirmó. Decía que había que “aplicar primeros auxilios espirituales”. Biddy transcribía cada enseñanza, y su hogar en Egipto se transformó en un oasis espiritual para los soldados: un lugar de descanso, conversación sincera y búsqueda de Dios.
En octubre de 1917, Chambers sufrió una apendicitis. Inicialmente rechazó atención médica, priorizando a los soldados heridos en Gaza. Fue operado de urgencia el 29 de octubre, pero sufrió una hemorragia pulmonar y falleció la mañana del 15 de noviembre de 1917, a los 43 años. Su esposa envió un telegrama a Inglaterra que decía simplemente: “Oswald, en Su presencia”. Fue enterrado con honores militares. Oficiales caminaron con las armas a la funerala, señal de respeto absoluto.

El “milagro editorial”: Biddy y la voz de Oswald
Biddy nunca se volvió a casar. Vivió con muy pocos recursos, dedicando todo al ministerio literario en el que trabajó por más de 40 años. Aunque en vida su esposo solo había publicado un libro —Baffled to Fight Better (Desconcertado para luchar mejor), sobre el libro de Job—, ella preparó, a partir de sus taquigrafías, más de 30 libros firmados con el nombre de Oswald, sin atribuirse mérito alguno. En 1927, publicó el devocional My Utmost for His Highest (En pos de lo supremo), con una meditación para cada día del año.
El libro fue rechazado inicialmente por algunos editores que lo consideraban “demasiado radical” para un diario devocional. Sin embargo, hoy el libro ha sido traducido a más de 45 idiomas y nunca ha dejado de imprimirse. Se convirtió en el favorito de personajes como Billy Graham y Elisabeth Elliot. Además, es considerado uno de los devocionales cristianos más significativos y perdurables del siglo XX, y posiblemente de la historia cristiana moderna, compartiendo ese honor no solo junto a Manantiales en el desierto de Cowman, sino también con Morning and Evening (Mañana y tarde) de C. H. Spurgeon, y La imitación de Cristo, escrito por Tomás de Kempis.

Muchos estudiosos han descrito a Chambers como un “místico evangélico” por su enfoque en la comunión diaria con Dios, la muerte al yo y la presencia viva de Cristo en el creyente. Su espiritualidad era profunda sin ser sentimentalista, práctica sin dejar de ser trascendente.
El título del devocional de Oswald fue tomado de una frase recurrente en sus enseñanzas. Aunque la traducción extendida en español es En pos de lo supremo, el título en inglés literalmente significa “Lo máximo de mí para lo máximo de Su grandeza”. Esto refleja su convicción de que el creyente debe ofrecerle a Dios lo mejor de sí mismo, no lo que sobra. Era la manera en que él resumía la vida cristiana auténtica: darlo todo para Aquel que lo dio todo primero.
Otras de las frases más perdurables de Oswald Chambers, que resumen su teología de la entrega y la confianza radical, son:
- “La fe nunca sabe a dónde va, pero ama y conoce a Aquel que la guía”.
- “Deja el pasado irreparable en las manos de Dios y entra en el futuro irresistible con Él”.
- “La santificación no es imitar a Jesús, sino dejar que Él viva Su vida en mí”.
- “El proceso de ser convertido en pan partido y vino derramado implica que debes ser alimento para las almas de otros hasta que aprendan a alimentarse de Dios. Deben agotarte por completo, hasta la última gota”.
- “Abandónate a Dios, y Él te llevará mucho más allá de lo que jamás soñaste”.
- “La oración no es preparar a Dios para nosotros; es prepararnos a nosotros para Dios”.
- “Dios no quiere simplemente usarme, quiere que yo lo conozca a Él”.

Eric Pearson, discípulo de Oswald, escribió citando a Biddy: “Los libros de Chambers se limitan a quienes se toman en serio su relación con Dios. Y cobran fuerza en tiempos de crisis personales y nacionales”. También escribió sobre la fidelidad de Biddy: “Ningún hombre jamás tuvo una ayuda más leal”.
En última instancia, el legado de Oswald Chambers no se mide por estructuras o números, sino por la profundidad espiritual que continúa inspirando. Su vida, aunque “escondida con Cristo”, sigue siendo un llamado a una entrega radical y sin reservas, demostrando que “la santidad no es espectáculo, sino fidelidad; no es notoriedad, sino obediencia”. Su voz, a través de las palabras preservadas por Biddy, sigue resonando: “Mi máximo de mí para lo máximo de Su grandeza”.
Y tú, ¿qué estás haciendo para la gloria de Dios?
Referencias y bibliografía
My Utmost for His Highest (1992) de Oswald Chambers, compilado por Biddy Chambers. Grand Rapids, MI: Discovery House.
Oswald Chambers: Abandoned to God (1993) de David McCasland. Grand Rapids, MI: Discovery House.
Daily Thoughts for Disciples (1994) de Oswald Chambers, compilado por Biddy Chambers. Grand Rapids, MI: Discovery House.
Oswald Chambers - My Utmost for His Highest | Utmost
Everything You Need to Know about Oswald Chambers | Christianity
Biography | Oswald Chambers Publications Association Ltd
Oswald Chambers | Wheaton College
Rev Oswald Chambers (1874-1917) | Find a Grave
Biography Of Oswald Chambers | Believers Portal
¿Quién fue Oswald Chambers? – Cristianos de Valor | Biblia
Who was Oswald Chambers? | Michelle Ule
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