Londres. Siglo XIX. En el parlamento comienza una nueva sesión. El tema a discutir: leyes para abolir la esclavitud. No es un asunto fácil, provoca tensión porque no se llega a un acuerdo, pero no se puede eludir pues entre las calles de la ciudad y, de hecho, entre los presentes muchos ya han leído The interesting narrative of the life of Olaudah Equiano, or Gustavus Vassa, the african (en español, La interesante narrativa de la vida de Olaudah Equiano, o Gustavus Vassa, el africano).
En términos modernos, aquel era el best seller de la época. El autor describió los horrores de la esclavitud, con relatos vívidos y dramáticos, como el siguiente:
El ruido y el clamor con el que se atiende esto, y el afán visible en los semblantes de los compradores, sirven no poco para aumentar la aprehensión de los aterrorizados africanos, que bien se supone que deben considerarlos como los ministros de esa destrucción a la que se creen dedicados. De esta manera, sin escrúpulos, están las relaciones y los amigos separados, la mayoría de ellos para no volver a verse nunca más. Recuerdo en la embarcación en la que me trajeron, en el departamento de hombres, había varios hermanos que, en la venta, se vendían en diferentes lotes; y fue muy conmovedor en esta ocasión ver y escuchar sus gritos al despedirse (…) ¿Por qué los padres pierden a sus hijos, hermanos, hermanas, o maridos, sus esposas? Seguramente se trata de un nuevo refinamiento en la crueldad, que si bien no tiene ninguna ventaja para expiarla, agrava así la angustia, y agrega horrores frescos incluso a la miseria de la esclavitud.
Con pasajes como el citado, el testimonio de Gustavus Vassa no dejó indiferente a ninguno que leyó su obra, la cual incluso llegó a tener nueve ediciones durante su vida. Aquel no era su nombre original, pues un capitán de la Marina Real lo renombró, luego pudo pagar por su libertad y logró viajar por todo el mundo para combatir la esclavitud.
En sus alocuciones fue especialmente duro con los que se decían cristianos y apoyaban la esclavitud. Interpelaba sus conciencias así: “¡Oh vosotros cristianos nominales! ¿No podría un africano preguntarte, aprendiste esto de tu Dios? ¿Quién os dice: Haced con todos lo que queréis que los hombres hagan con vosotros?”.
Aspectos destacados de su vida
Nació bajo el nombre Olaudah Equiano (c. 1745 - 31 de marzo de 1797); fue conocido por su labor como escritor y abolicionista. La formación intelectual que adquirió le permitió ser el primer esclavo africano en escribir sus memorias, contó las penurias y humillaciones que sufría a manos de sus dueños. Finalmente, con él como gran impulsor de la causa, en 1807 se abolió la esclavitud en la ley británica.
A finales del siglo XX se publicó su autobiografía, la cual ha sido analizada por diversos estudiosos. Sin embargo, muy pocos han enfatizado en el rol fundamental que tuvo la fe cristiana en su vida. Al respecto, Elieen Razzari comentó:
Dentro de la tradición religiosa del cristianismo protestante, Equiano busca contar la historia del viaje espiritual de su alma, para testimoniar las acciones de Dios en su vida (…) La religión puede ser vista como el meollo del asunto en la perspectiva cambiante y conflictiva de Equiano, como la fuerza moldeadora en postura crítica. Más específicamente, su compromiso con las Escrituras, leídas a través de la lente de su propia experiencia.
Vida temprana y pérdida de la libertad
Según las memorias de Equiano, su lugar de origen estaba en la región de Eboe (etnia igbo) del Reino de Benin (hoy, sur de Nigeria). No obstante, el erudito literario Vincent Carretta, quien hizo una biografía del activista, argumentó que había nacido en la Carolina del Sur colonial. Esto, según un registro bautismal parroquial de 1759 y uno de abordaje a un barco, de 1773, que indica lo mismo. Sin embargo, otros eruditos cuestionan la conclusión de Carretta y creen que el peso de la evidencia apoya el relato de Equiano sobre su procedencia africana.
En su autobiografía, Equiano escribió: “Mi padre, además de muchos esclavos, tenía una familia numerosa, de los cuales siete vivieron para crecer”. Él fue el hijo menor. También señaló que su progenitor era uno de los ancianos o jefes que se sentaban a juzgar y decidir qué hacer con las disputas o los delitos. Se refirió a hombres llamados Oye-Eboe, que traían mercancías como armas de fuego, pólvora y pescado seco… y esclavos. Sobre aquello, Equiano comentó:
A veces sí les vendíamos esclavos, pero no eran más que prisioneros de guerra, o los que entre nosotros habían sido condenados por rapto, o adulterio, y algunos otros delitos, que tuvimos por atroces (…) Cuando un comerciante quiere esclavos, se los solicita a un jefe y lo tienta con sus mercancías ... y acepta el precio de la libertad de su prójimo con tan poca renuencia como el comerciante ilustrado.
Además, la vida en la aldea no estaba exenta de peligros. Equiano contó un intento de secuestro de niños en su pueblo, que fue frustrado por los adultos. Pero, cuando tenía alrededor de once años, él y su hermana se quedaron solos cuidando sus pertenencias, como era común cuando los mayores salían de la casa a trabajar. Entonces, ambos fueron secuestrados y vendidos a traficantes de esclavos. Él trató de escapar pero no lo logró.
Así, siendo un niño, fue enviado al Caribe, transformándose en otra víctima de la trata de esclavos en el Atlántico. Fue vendido tres veces, la primera a un oficial de la Royal Navy. Sobre sus primeros años reflexionó: “Ya sea el amor a la patria real o imaginario, o una lección de la razón, o un instinto de la naturaleza, aún recuerdo con placer las primeras escenas de mi vida, aunque el placer se ha mezclado en su mayor parte con el dolor”.
También, de aquellos años en los que fue vendido una y otra vez, señaló que estaba tan impresionado por la experiencia que trató de lavarse el color de su rostro, como un intento de escapar de su condición de esclavo.
La vida entre la esclavitud y la libertad
El teniente de la Royal Navy que lo compró en Virginia fue Michael Henry Pascal. Él renombró al niño como Gustavus Vassa, en honor al rey de Suecia del siglo XVI (Gustav Vasa, quien inició la Reforma protestante en ese país). Esto lo mencionó Alberto López en el diario El País.
Para entonces, Equiano ya había sido renombrado dos veces: se llamó Michael mientras estuvo a bordo del barco que lo trajo a las Américas; y Jacob, por su primer dueño. Por eso, ante la posibilidad de un tercer cambio, se negó y le dijo a su nuevo amo que prefería mantenerse como Jacob. Sobre ese episodio comentó: “me gané muchos golpes”, por lo que finalmente se sometió al nuevo nombre, el que usó por el resto de su vida, incluso en todos los registros oficiales. Pero empleó Equiano en su autobiografía.
Con Michael Pascal, aprendió sobre la marinería y tuvo que participar en la Guerra de los Siete Años de Gran Bretaña con Francia. Así, se ganó el respeto de su dueño y, después de viajar extensamente, fue enviado a Inglaterra para recibir una educación básica. En 1759, también se convirtió al cristianismo, algo que tuvo gran relevancia en su vida, hasta el punto de utilizar como su regla de oro: “trata a los demás como te gustaría que te trataran a ti”.
Luego, fue vendido a Robert King, un marinero de Filadelfia. Mientras estuvo con él, trabajó en las rutas de envío y en sus tiendas. En 1765, cuando Equiano tenía unos 20 años, King prometió que si lograba juntar 40 libras (equivalente a 5 800 libras esterlinas en 2021, que fue lo que pagó para adquirirlo como esclavo) podría comprar su libertad. Walvin James lo registró así en An African's Life: The Life and Times of Olaudah Equiano, 1745–1797 (en español, La vida de un africano: vida y época de Olaudah Equiano).
En ese período, King le enseñó a leer y escribir con mayor fluidez, profundizó su camino espiritual y permitió que realizara sus propios negocios. Equiano vendió frutas, vasos de vidrio y otros artículos entre Georgia y las islas del Caribe. Gracias a su capacidad de ahorro y sus actividades comerciales, Equiano logró comprar su libertad en 1766. Empezó una nueva vida que él mismo definió como “el día más feliz del mundo; por la mañana era esclavo y por la tarde mi propio maestro”.
Después de esto, King lo invitó a quedarse como socio comercial. Sin embargo, para Equiano era peligroso permanecer en las colonias británicas como liberto, de hecho, mientras cargaba un barco en Georgia casi lo secuestran y lo vuelven a esclavizar. Así que, alrededor de 1768, Equiano se mudó a Inglaterra y continuó trabajando en el mar y viajando a veces como marinero a Inglaterra.
En 1773, según Douglas Chambers, abordó el barco de la Royal Navy HMS Racehorse que viajó al Ártico en una expedición hacia el Polo Norte. En ese viaje, trabajó con el Dr. Charles Irving, quien había desarrollado un proceso para destilar agua de mar. Dos años más tarde, él lo reclutó para un proyecto en la Costa de los Mosquitos en América Central. Allí usó su origen africano para ayudar a seleccionar esclavos y manejarlos como trabajadores en las plantaciones de caña de azúcar.
Irving y Equiano tuvieron una relación de trabajo y amistad durante más de una década, pero la empresa de la plantación fracasó. Finalmente, el africano salió de la Costa de los Mosquitos en 1776 y llegó a Plymouth, Inglaterra, el 7 de enero de 1777.
La fe: fundamental para comprender su vida
En sus escritos, Equiano describió la religión igbo y observó que ciertos aspectos de las creencias africanas se asemejaban a las del judaísmo y el cristianismo. De hecho, en varios párrafos de su autobiografía compartió información muy interesante, como la clara conciencia de la existencia de un Creador:
En cuanto a la religión, los naturales creen que hay un solo Creador de todas las cosas, y que vive en el sol, y está ceñido con un cinturón, para que nunca coma ni beba; pero según algunos, fuma en pipa, que es nuestro lujo favorito. Creen que gobierna los acontecimientos, especialmente nuestras muertes o cautiverio; pero, en cuanto a la doctrina de la eternidad, no recuerdo haber oído hablar nunca de ella: algunos sin embargo creen en la transmigración de las almas en cierto grado. Esos espíritus, que no se transmigraron, como sus queridos amigos o parientes, creen que siempre los asisten y los protegen de los malos espíritus de sus enemigos. Por esta razón, siempre, antes de comer, como he observado, ponen una pequeña porción de la carne, y vierten algo de su bebida, en el suelo para ellos; y a menudo hacen ofrendas de la sangre de animales o aves en sus tumbas.
También tenían algunas prácticas muy llamativas, como el cuidado hacia los nombres de las personas, las palabras que se dirigían:
Practicamos la circuncisión como los judíos, e hicimos ofrendas y fiestas en esa ocasión de la misma manera que ellos. Como ellos, nuestros hijos también fueron nombrados por algún evento, alguna circunstancia o presentimiento imaginado, en el momento de su nacimiento. Fui llamado Olaudah, que en nuestra lengua significa vicisitud, o también fortuna; uno de los favorecidos, y teniendo una gran voz, y bien hablado. Recuerdo que nunca contaminamos el nombre del objeto de nuestra adoración; por el contrario, siempre fue mencionado con la mayor reverencia; y desconocíamos por completo las palabrotas y todos esos términos de insulto y reproche que encuentran su camino tan fácil y abundantemente en el lenguaje de las personas más civilizadas.
La fe es un aspecto fundamental para comprender los orígenes y la vida de Olaudah Equiano. Desde el primer saludo para los lectores de su libro, se presentó como un cristiano piadoso, cuya conversión religiosa significó una libertad tan significativa como su manumisión de la esclavitud, de acuerdo con Eileen Razzari.
Un hombre influyente en su vida espiritual fue Daniel Queen, un asistente de capitán que le enseñó al joven esclavo a leer, escribir y realizar operaciones matemáticas básicas. Queen le presentó la Biblia y discutió varios pasajes con él: “Era como un padre para mí”, dijo Equiano.
En su Narrativa, explicó que una pariente femenina de su maestro le decía a menudo que no podía ir al cielo a menos que fuera bautizado. Por eso, le pidió a esta mujer, la señorita Guerin, que lo bautizara, y ella convenció a su maestro para que lo hiciera. El 9 de febrero de 1759 fue bautizado en la Iglesia Anglicana de Santa Margarita, en Westminster. Seis años más tarde, escuchó al famoso predicador del Gran Despertar, George Whitefield, predicar en Savannah.
Como hombre libre, siguió navegando por los mares, viajó mucho y se enfrentó a varios peligros: un naufragio en las Bahamas y la peligrosa aventura en el Polo Norte (junto con el joven Horacio Nelson). Los azares de este último viaje lo llevaron a reflexiones más profundas sobre su salvación eterna y a un mayor compromiso con Cristo. Estaba decidido, dijo, a “trabajar en su salvación”. En este esfuerzo, asistió a múltiples iglesias, escudriñó la Biblia y buscó el consejo de otros, pero sus intentos se vieron frustrados por su confusión acerca de la ley y el evangelio, las obras y la fe, explicó Simonetta Carr.
No obstante, la claridad llegó en medio de un viaje a España:
En la tarde del mismo día, mientras leía y meditaba en el capítulo cuarto de los Hechos, versículo doce, bajo los solemnes temores de la eternidad, y reflexionando sobre mis acciones pasadas, comencé a pensar que había vivido una vida moral y que yo tenía motivo propio para creer que tenía interés en el favor divino; pero aun meditando sobre el tema, sin saber si la salvación había de obtenerse en parte por nuestras propias buenas obras, o únicamente como el don soberano de Dios; en esta profunda consternación el Señor se complació en irrumpir en mi alma con sus brillantes rayos de luz celestial; y en un instante, quitando el velo, y dejando pasar la luz en un lugar oscuro, vi claramente con el ojo de la fe al Salvador crucificado sangrando en la cruz en el monte Calvario: las escrituras se convirtieron en un libro abierto, me vi a mí mismo como un criminal condenado bajo la ley, que vino con toda su fuerza a mi conciencia, y cuando “vino el mandamiento, el pecado revivió, y yo morí”. Vi al Señor Jesucristo en su humillación, cargado y llevando mi oprobio, pecado y vergüenza. Entonces percibí claramente que por las obras de la ley ninguna carne viviente podía ser justificada. Entonces me convencí de que por el primer Adán vino el pecado, y por el segundo Adán (el Señor Jesucristo) todos los que se salvan deben ser vivificados.
De allí que la vivencia de sus creencias fuera intensa. Realizaba continuamente una distinción entre el cristianismo de los esclavistas blancos y el “verdadero”, practicado tanto por él como por sus amigos metodistas y cuáqueros. Llegó a considerar la fe sencilla de sus hermanos africanos como más honesta y legítima. A su juicio, los primeros pervirtieron su religión; no cumplieron con los principios más simples descritos en la Biblia, pues permitieron que la codicia, la lujuria, el orgullo y la ira impregnaran sus corazones a pesar de los principios que profesaban.
El cristianismo es tema recurrente en su autobiografía. Allí se describió a sí mismo como un “protestante de la iglesia de Inglaterra”, aunque también tuvo interés en el metodismo. Equiano resumió su búsqueda espiritual con las siguientes palabras:
“Primero fui entre los cuáqueros, donde la Palabra de Dios no se lee ni se predica, así que permanecí tan a oscuras como siempre. Entonces busqué en los principios católicos romanos, pero no me edifiqué en lo más mínimo, finalmente recurrí a los judíos, lo que no me sirvió nada, ya que el temor de la eternidad acosaba diariamente mi mente, y no sabía dónde buscar refugio de la ira venidera”.
Sin embargo, varios eventos en su vida lo llevaron a cuestionar su fe. En 1774, estaba angustiado por el secuestro de su amigo, un cocinero de color llamado John Annis, quien fue sacado a la fuerza del barco británico en el que ambos servían. Con la ayuda de Granville Sharp, Equiano trató de liberarlo antes de que se lo llevaran de Inglaterra. Pero, a pesar de todos los esfuerzos, terminó en San Cristóbal, allí lo castigaron severamente y trabajó como peón en una plantación hasta que murió.
A pesar de sus cuestionamientos, su fe en Cristo fue afirmada. Algunos analistas de la autobiografía de Equiano sugieren que su conversión fue más utilitaria que sincera, pero la autora y doctora Mary-Antoinette Smith discute esa idea señalando que:
Creo que detalla una convincente conversión en la narrativa. Aunque, como ha sugerido Costanzo, muchos esclavos africanos se convirtieron al cristianismo debido a una noción ingenua y equivocada de que los haría hombres y mujeres libres. La interpretación paso a paso de Equiano de sus luchas para convertirse en un converso digno confirma la profundidad de su sinceridad. Es comprensible que, para hacer frente a los rigores de la esclavitud, Equiano necesitara una vida espiritual en la que pudiera participar vigorosamente, que lo transportaba de la aburrida rutina del cautiverio y que prometía que un tiempo mejor estaba a su alcance.
Pionero de la causa abolicionista
En la década de 1780, Equiano se instaló en Londres y se involucró en el movimiento abolicionista, el cual había sido particularmente fuerte entre los cuáqueros. Sin embargo, la Sociedad para la Abolición de la Trata de Esclavos se fundó en 1787 como un grupo no confesional, con miembros anglicanos y con la intención de influir directamente en el parlamento.
Según la ley de la época, sólo aquellos preparados para recibir el sacramento de la Cena del Señor, de acuerdo con los ritos de la Iglesia de Inglaterra, podían servir como diputados. El 21 de octubre de 1785, Equiano fue uno de los ocho delegados africanos que presentaron un Discurso de agradecimiento a los cuáqueros en una reunión que se realizó en Gracechurch Street, Londres.
En esos años, Equiano se hizo amigo y recibió el apoyo de los abolicionistas, los cuales le animaron a escribir y publicar la historia de su vida. Para lograrlo, fue apoyado financieramente en aquel esfuerzo por filántropos de aquel movimiento y ciertos benefactores. Sus conferencias y la preparación del libro fueron promovidas, entre otros, por Selina Hastings, condesa de Huntingdon.
El libro autobiográfico de Olaudah Equiano sirvió para que mucha gente conociera de primera mano el sufrimiento de los esclavos y se animara a apoyar la causa abolicionista. Las buenas críticas que recibió hacían referencia no solo a la dureza de los contenidos, sino a la calidad de la escritura, el estilo y la habilidad en las descripciones (Alberto López, El País). Gracias a la fama que alcanzó a través de este, Equiano tuvo la oportunidad de pedirle al rey de Inglaterra el fin de la esclavitud. A la vez, ayudó a desmontar muchos de los mitos y prejuicios respecto a los pueblos africanos.
En sus exhortaciones, combatió el mal uso de versículos bíblicos para justificar la opresión de las personas. Tal fue el caso de un hombre que había amputado la pierna de un esclavo fugitivo usando como pretexto Mateo 18:8, que dice: “Y si tu mano o tu pie te es ocasión de pecar, córtatelo y échalo de ti; te es mejor entrar en la vida manco o cojo, que teniendo dos manos y dos pies, ser echado en el fuego eterno”.
En su defensa, el hombre dijo que era una política común y una justificación frecuente de los dueños de esclavos. Por eso, parte de la labor de Equiano fue ayudar a sus lectores a mirar más allá de la convenciones aceptadas, incluidos aquellos que intentaban encontrar apoyo en una lectura defectuosa de las Escrituras, comentó Simonetta Carr en Olaudah Equiano - Waking Up Christians to the Evils of Slavery (en español, Despertando a los cristianos a los males de la esclavitud).
El libro fundamental: “The interesting narrative of the life of Olaudah Equiano, or Gustavus Vassa, the african” (1789).
Es uno de los primeros ejemplos conocidos de escritura publicada por un africano que se haya leído ampliamente en Inglaterra. Fue la primera narrativa de esclavos que alcanzó notoriedad. Su publicación en 1789 contó con la ayuda de abolicionistas británicos, entre ellos Hannah More, Josiah Wedgwood y John Wesley, que recopilaban pruebas sobre el sufrimiento de los esclavos. En 1792, fue un éxito de ventas y se publicó en Rusia, Alemania, Holanda y Estados Unidos.
Cabe aclarar que la experiencia de Equiano en la esclavitud fue bastante diferente a la de la mayoría de esclavos, pues no participaba en los trabajos de campo, servía personalmente a sus dueños y navegaba. Recibió educación y pudo trabajar a cambio de ganancias que usó para sí. A pesar de eso, su relato sorprendió a muchos con detalles sobre su ciudad natal, y las leyes y costumbres del pueblo eboe. También describió las comunidades por las que pasó como cautivo en su camino a la costa.
Además, denunció las deficientes condiciones en que vivían las personas de color liberadas en esos mismos lugares, pues seguían enfrentando el riesgo de secuestro y esclavización. Compartió aspectos personales, como su instalación en Londres y su matrimonio con una mujer inglesa.
A la obra le fue tan bien en las ventas que Equiano logró independizarse de sus benefactores. Viajó por Inglaterra, Escocia e Irlanda promocionando el libro. Trabajó para mejorar las condiciones económicas, sociales y educativas en África. Específicamente, se involucró en el trabajo en Sierra Leona, África Occidental, una colonia fundada en 1792 para esclavos liberados por Gran Bretaña.
La autora Ann Cameron adaptó la autobiografía de Equiano para niños, dejando la mayor parte del texto con las propias palabras de Equiano. El libro fue publicado en 1995 en los Estados Unidos por Random House como The Kidnapped Prince: The Life of Olaudah Equiano (en español, El príncipe secuestrado: la vida de Olaudah Equiano). Así se transformó en una figura destacada, referente y a menudo portavoz de la comunidad negra. Fue uno de los principales miembros de los Hijos de África, un grupo abolicionista compuesto por africanos libres en Londres.
Los comentarios de Equiano se publicaron en periódicos como Public Advertiser y Morning Chronicle. En el primero, atacó dos panfletos de James Tobin en 1788 y un libro de Gordon Turnbull (1786). Tenía más voz pública que la mayoría de los africanos y aprovechó sus oportunidades para usarla, según Olaudah Equiano; Nigerian Abolitionist and First Leader of Africans in Britain (en español, O.E; abolicionista nigeriano y primer líder de los africanos en Bretaña). Además, era un miembro activo de la London Corresponding Society de la clase obrera radical, que hizo campaña por la reforma democrática.
Matrimonio y familia
El 7 de abril de 1792, Equiano se casó con Susannah Cullen en la iglesia de St. Andrew, Soham, Cambridgeshire. La pareja se instaló en el área y tuvo dos hijas, Anna Maria (1793 - 1797) y Joanna (1795 - 1857), quienes fueron bautizadas en la iglesia de Soham. Lamentablemente, la mayor murió cuando tenía cuatro años. De acuerdo con BBC History, Susannah, su esposa, falleció en febrero de 1796, a los 34 años. La única sobreviviente de la familia, Joanna Vassa, se casó con el reverendo Henry Bromley, un ministro congregacionalista, en 1821.
Últimos días y testamento
Olaudah Equiano redactó su testamento el 28 de mayo de 1796 y su muerte ocurrió el 31 de marzo de 1797, cuando vivía en Paddington Street, Westminster. Esto se informó en periódicos estadounidenses y británicos. Aunque se sabe que murió en Londres, hoy no se conoce la ubicación de su tumba.
En 2009, se instaló una tablilla en memoria de Equiano en la iglesia de Santa Margarita de Londres, donde fue bautizado en 1759. Algunos antecedentes dan cuenta de que su cuerpo fue enterrado en el Tabernáculo de Whitefield el 6 de abril. La entrada en el registro dice “Gustavus Vasa, 52 años, St Mary Le bone”. Según los archivos, el pequeño cementerio se encontraba a ambos lados de la capilla y ahora es Whitfield Gardens.
Homenajes y legado
Ocho ediciones de Interesting Narrative se publicaron en Inglaterra y una en Estados Unidos mientras su autor vivía. Luego, se imprimieron más de quince ediciones póstumas, desde el siglo XIX hasta la actualidad. Así, se puede llegar a afirmar que Equiano “nunca ha perdido su voz” y su narración fue un poderoso toque de trompeta de una sola voz contra la esclavitud, así como un llamado a todos los cristianos para terminar con el comercio de esclavos.
En aquella obra, Equiano presentó el argumento contracultural de que los igbos (y los africanos) son portadores de la misma imagen que los europeos, y viven en sociedades funcionales completas con un sólido sistema de justicia y un complejo sistema religioso. La descripción que hizo de su pueblo no contiene ninguno de los estereotipos que los europeos usaban para presentar a los africanos como salvajes.
Además, él refutó la idea de que la piel más oscura implicaba inferioridad. También argumentó con base en la Biblia, citando Hechos 17:26: “Dios que hizo de una sola sangre a todas las naciones de los hombres, para que habiten sobre toda la faz de la tierra”.
En 2007, cuando se celebró el bicentenario de la abolición de la trata de esclavos en Gran Bretaña, la vida de Equiano fue incluida en el Currículo Nacional. Incluso ha sido honrado por la Iglesia de Inglaterra y recordado en su calendario de santos el 30 de julio, junto con Thomas Clarkson y William Wilberforce.
Otro homenaje especial fue el 16 de octubre de 2017, Google rindió homenaje a Oulaudah Equiano por el 272 aniversario de su nacimiento a través de un doodle que lo muestra escribiendo entre dos barcos y con unas cadenas rotas que simbolizan su vida: esclavitud desde África a América, marinero, escritor e impulsor de la abolición de la esclavitud.
El gran logro de Olaudah Equiano fue sobrevivir a una vida muy dura, su gran legado fue dejar testimonio de ello. Pero el punto clave y eje central de su vida y obra fue el conocer a su Salvador y verdadero libertador. Aquello lo llevó a reconocer su providencia y poner sus talentos y energías al servicio de dos causas: reconvenir a los cristianos de su falsas creencias y buscar la eliminación de la pérfida institución de la esclavitud.
Referencias y bibliografía
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- Olaudah Equiano, Interesting Narrative of the Life of Olaudah Equiano, London, 1794, Pág. 57. En el siguiente enlace se pueden encontrar varios párrafos del libro, en inglés: https://docsouth.unc.edu/neh/equiano2/equiano2.html
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