Desde tiempos bíblicos, Dios ha usado matrimonios para extender Su reino. Priscila y Aquila fueron colaboradores del apóstol Pablo y desempeñaron un papel clave en la iglesia primitiva. En tiempos de la Reforma, Martín Lutero y Katharina Von Bora mostraron cómo un hogar cristiano podía ser un reflejo del evangelio. En años más recientes, parejas como Francis y Edith Schaeffer sirvieron juntos con dedicación. Dentro de esta tradición de matrimonios comprometidos con el ministerio, Keith y Melody Green dejaron su propia huella.
Los Green compusieron canciones e himnos que continúan inspirando a creyentes en todo el mundo. Si bien ya publicamos en BITE un artículo sobre Keith, todavía es necesario hablar de Melody, quien no solo como su esposa y compañera ministerial, sino también una importante autora y activista provida. La historia de esta mujer no terminó con la trágica y repentina muerte de su esposo y dos de sus hijos. Sobreponiéndose a la pérdida –y con ayuda del Señor–, Melody continuó con el ministerio, crió a sus hijas y levantó su voz en defensa de la vida y la justicia.
Encontrando el amor y la Verdad
En su juventud, Melody se dedicó al diseño de modas y trabajó en producción musical. Fue en ese ambiente que conoció a Keith Green, un talentoso músico que, al igual que ella, estaba en una búsqueda espiritual para la cual no había encontrado respuestas concretas. Aunque la madre de Melody tenía un origen ortodoxo (su abuelo era rabino y su abuela era hija de un Gran Rabino), no guió a su hija a través de aquella tradición.
Melody había nacido en Hollywood y creció en Venice, California, en un pequeño apartamento cerca de la playa. Su padre, un veterano de guerra, trabajaba en una fábrica, mientras que su madre era contadora. Durante su adolescencia, se sumergió en la cultura hippie, explorando filosofías orientales, la astrología y el misticismo. Su búsqueda la llevó incluso a viajar a Japón con un grupo budista. Sin embargo, ninguna de estas experiencias llenó su corazón de forma duradera.
Lo que sí encajó fácilmente en su vida fue su relación con Keith. “Sería imposible olvidar la primera vez que conocí a Keith, porque siempre causaba una gran impresión a donde iba”, contó Melody en el documental The Keith Green Story: Your Love Broke Through (La historia de Keith Green: Tu amor irrumpió). Ahí mismo, Randy Stonehill, cantautor estadounidense y gran amigo de la pareja, dijo:
Recuerdo el día en el que conoció a Mel. Llegó a casa después de hacer unos recados y yo estaba en su sala, creo que tocando la guitarra. Me dijo: “Randy, acabo de conocer a la chica más maravillosa”. Le dije: “Keith, eso es lo que dices todas las semanas”. “No, no, no, esto es diferente. Te lo digo, hay algo en ella (…) esto es diferente”. Y... tenía razón.
Melody fue cortejada insistentemente por Keith, quien, tras haberla conquistado y haber iniciado una relación con ella, escribió: “Con nuestra electricidad y la música a través de mí, podemos amplificar nuestra hermosa canción. Al fin y al cabo, tú eres una Melodía y yo un juglar, y nos estamos convirtiendo en un hecho: nosotros”. Inicialmente se fueron a vivir juntos, pero cuando la Persona de Jesús –la verdadera respuesta a sus inquietudes espirituales–, empezó a impactar la vida de Keith, decidieron casarse en 1973. Dos años después, ambos rindieron sus vidas al Señor.
Un ministerio compartido
Desde entonces, su hogar se convirtió en un refugio para jóvenes en crisis, drogadictos y personas sin hogar. Abrieron sus puertas a quien necesitara ayuda y compartieron el evangelio de manera tangible. Su ministerio creció hasta convertirse en Last Days Ministries (LDM), una organización comprometida con la evangelización y la acción social. Melody fue una colaboradora activa en aquel ministerio: escribía artículos para un boletín que crearon, supervisaba a las mujeres, escribía cartas de consejería y también cuidaba a su creciente familia. Además, componía canciones junto a su esposo y lo acompañaba en sus giras, en donde manejaba la consola de sonido y vendía discos.
Pero el camino que Melody tuvo como compositora no inició de una forma tan sencilla, ni tampoco lo hizo su romance con Keith, con quien tuvo varios choques y discusiones al principio. Ella le compartía con emoción sus intentos de rimas, mientras él, con un talento innato para la música y la composición, los corregía. En una ocasión, le entregó una letra en la que había trabajado por horas, Keith la leyó en silencio y luego comentó: “Mel, estas rimas son realmente trilladas”. Herida por la crítica, Melody arrugó el papel y lo arrojó a la basura, pero Keith la animó: “Sé que puedes hacerlo mejor. Solo necesitas seguir escribiendo”.
Este proceso, aunque fue difícil, la llevó a desarrollar un estilo propio y a perfeccionar su habilidad para expresar verdades profundas de manera poética. Con hechos claros, su esposo le demostró que confiaba en su talento: por ejemplo, cuando la compañía discográfica CBS Records le ofreció un contrato en 1974, él negoció que su esposa fuera incluida como compositora de plantilla, asegurando que sus canciones fueran publicadas y distribuidas a gran escala.
El crecimiento de Melody como letrista fue tal que muchas de sus canciones se convirtieron en himnos reconocidos, los cuales reflejaron no solo su fe, sino también el impacto de esa relación de aprendizaje y perfeccionamiento continuo. There Is a Redeemer (Hay un Redentor) es una de sus composiciones más reconocidas. Ha sido incluida en numerosos himnarios y traducida a varios idiomas; incluso ha llegado hasta aldeas remotas de África y Asia:
Hay un Redentor, Jesús, el Hijo de Dios.
Precioso Cordero de Dios, Mesías… Oh Santo.
Gracias, oh mi Padre, por darnos a Tu Hijo
y dejar a Tu Espíritu hasta que Tu obra en la tierra esté completa.
Además de este clásico, Melody escribió Make My Life a Prayer to You (Haz de mi vida una oración a ti), You Are the One (Tú eres el único), Rushing Wind (Viento impetuoso) y The Lord Is My Shepherd (El Señor es mi Pastor), temas que han sido interpretados por generaciones de creyentes.
Melody y Keith hicieron su última gira juntos por Europa. Allí los impactó la realidad del pecado y la desesperanza casi tangible en lugares como el Barrio Rojo de Ámsterdam. Tras aquel golpe de realidad, ella compuso algunas canciones con un mensaje misionero, con el objetivo de hacer una nueva gira y que junto a Loren Cunningham, fundador de Juventud con una Misión (YWAM por sus siglas en inglés), hicieran un llamado a las misiones entre el público de Keith. LDM reservó grandes escenarios para la gira que se haría en ese otoño. Sin embargo, una tragedia llamó a la puerta de Melody, su familia y de todo el ministerio.
La tragedia que cambió mucho… pero no todo
El 28 de julio de 1982, la vida de Melody cambió para siempre. Un pequeño avión en el que viajaban Keith y dos de sus hijos, Josiah y Bethany, se estrelló poco después de despegar. Melody, embarazada de seis semanas y en casa con su hija de un año, recibió la noticia con incredulidad. El accidente cobró la vida de doce personas en total, incluyendo a la familia Smalley, amigos cercanos del matrimonio Green.
Tras recibir una llamada de su secretaria y escuchar las palabras “el avión se cayó”, Melody condujo rápidamente hasta el lugar del accidente con la inquietud de cuál era la magnitud de lo que había sucedido. Pero pronto sus dudas se disiparon y sus ojos fueron testigos del peor de los escenarios: era evidente que no había ningún sobreviviente. “Recuerdo haber caminado hacia el avión, pero sentí que el Señor me detenía y me decía: ‘No mires. ¿Qué quieres ver? ¿Qué quieres recordar?’. Así que simplemente me di la vuelta y me alejé”, narró Melody.
En su biografía, se citan algunas de sus palabras respecto a ese suceso: “Ese día me arrancaron la alfombra de debajo de mis pies. Sin el Señor y el apoyo de mis amigos y la comunidad de LDM, nunca lo habría logrado”. En el documental sobre Keith, también describió cada pérdida como devastadora, y detalló que el dolor de perder a un esposo y el de perder a sus hijos eran distintos. A continuación, dejaremos un extracto de lo que plasmó en su libro No Compromise: The Life Story of Keith Green (Sin concesiones: la vida de Keith Green):
Empecé a contar. “Estaban los Smalley con sus seis hijos—eso hace ocho. Y luego Keith y nuestros hijos, y Don. Doce”.
Los rescatistas simplemente me miraron cuando se los dije. Entonces me golpeó el pensamiento: ¿por qué rayos doce personas subirían a ese avión?
Ahora me sentía tan débil que quería acostarme, pero no había ningún lugar allí en el bosque. De repente, me sentí tan vulnerable. No tenía sentido quedarme más tiempo, así que me di la vuelta y salí de nuevo de los bosques. Janet y Carol vinieron también.
Cuando estábamos casi fuera del bosque, pasamos junto a un bombero que iba entrando. Debió haber pensado que yo era una sobreviviente, porque seguramente me veía fatal.
Sonrió. “¿Todos están bien?”
Simplemente dije: “No hay sobrevivientes”. Lo que eso significaba para él y lo que significaba para mí eran dos cosas muy diferentes.
Mientras Janet, Carol y yo, junto con algunos otros, íbamos de regreso en el auto cruzando el campo, ocurrió algo muy extraño. Había sido un día completamente despejado, pero de repente, nubes oscuras parecieron juntarse de la nada. Rayos enormes cayeron de las nubes sobre nuestra propiedad hasta el suelo, y de repente empezó a llover. Las gotas eran enormes, como monedas de cincuenta centavos, y salpicaban el parabrisas.
Nos metimos a la carretera y manejamos a lo largo de los límites de nuestra propiedad. Era fácil ver que las nubes y los rayos estaban solo sobre nuestra tierra. Las gotas de lluvia parecían lágrimas enormes, lágrimas del cielo. Sentimos la presencia inconfundible del Señor en esos momentos. Él quería que supiéramos que estaba allí. Lo que ocurrió no fue aparte de Su conocimiento o cuidado. Sin duda, lo que estábamos viendo era una demostración de Su poder y Su presencia.
Cuando llegué a casa, fui directamente al teléfono y llamé a Leonard antes de hacer cualquier otra cosa.
“Leonard, soy Melody”, dije, aún aturdida. “Keith, Josiah y Bethany han partido para estar con el Señor”.
“¡¿Qué?! Voy para allá de inmediato”.
Entonces me arrodillé al lado de mi cama y comencé a llorar.
Más tarde, fui golpeada por cada emoción imaginable. (…)
Entonces John dijo: “Melody, tu propia sanidad viene de no impedir su gozo”. Esas palabras realmente me hablaron. Sabía que era verdad.
Pero era más fácil decirlo que hacerlo. Sí me alegraba que Keith y los niños estuvieran con el Señor. Sabía que los vería de nuevo en el cielo, lo que hacía que el cielo fuera aún más dulce para mí. Era profundamente consolador saber que mis seres queridos estaban en la presencia del Señor. Sabía que ellos estaban bien, pero yo me sentía miserable. Los extrañaba. No solo los extrañaba ahora, sino que también me faltaban los años de relación que esperaba tener con ellos. Mi fe en Jesús era fuerte, pero aun así estaba devastada. Toda mi vida quedó destruida. La vida tal como la conocía nunca volvería a ser la misma.
La mañana siguiente al accidente, abrí los ojos y, por un instante fugaz, sentí que era una mañana cualquiera. Ese fue el único alivio del día, ya que la realidad me golpeó como una tonelada de ladrillos. Ese día tenía programada una cita médica, para confirmar oficialmente mi embarazo. Decidí asistir. Tenía que ocupar mi tiempo haciendo algo. Mi mamá fue conmigo.
Mi embarazo fue confirmado, pero estar en el pueblo era terrible. El accidente de avión era noticia de primera plana, con imágenes en los periódicos. Vi los periódicos en la farmacia y fuera del restaurante donde me detuve a comer. Quería ponerme de pie y gritarle al mundo entero: “¡Esa es mi familia! ¡Mi esposo! ¡Mis hijos! ¿Cómo pueden actuar como si todo fuera normal? ¿Cómo pueden seguir sonriendo hoy?”.
Sentí un destello repentino de ira cuando vi a personas mayores. Sabía que era irracional, pero aun así me preguntaba: “¿Cómo pueden vivir tanto tiempo, cuando mi preciosa familia murió tan joven?”.
En algún punto de su duelo, Melody encontró consuelo en la fe. Un versículo de la Escritura vino a su mente: “...si el grano de trigo no cae en tierra y muere, se queda solo; pero si muere, produce mucho fruto”, Juan 12:24 (NBLA). Comprendió que, aunque Keith había partido, su legado debía continuar.
El ministerio después de Keith
Lejos de rendirse, Melody tomó las riendas de lo que su esposo –tras sus 28 años de vida– y ella habían construido. En el otoño del mismo año en que él y sus hijos fallecieron, realizó el Concierto Conmemorativo de Keith Green, un evento que reunió a más de 300.000 personas en diferentes ciudades de EE.UU. En 1985, convirtió el boletín del ministerio en la revista Last Days Magazine (Revista de los últimos días) y la envió a más de 500.000 personas en todo el mundo.
En los años siguientes, Melody se convirtió en una reconocida autora y conferencista. Su biografía sobre Keith Green fue traducida a varios idiomas, por lo que se convirtió en un éxito internacional. Adicional a eso, se involucró en la causa provida, convirtiéndose en una de las voces más influyentes dentro de la comunidad evangélica en el país. LDM distribuyó millones de ejemplares de Children: Things We Throw Away (Los niños: cosas que desechamos), un folleto que confrontaba a la sociedad con la realidad del aborto. En su biografía en la web de LDM se narra un panorama general de su labor:
En esta temporada, Melody recorrió la nación enseñando la perspectiva bíblica sobre el cuidado de la vida y alentando a todos los creyentes a tomar una postura determinada. Apoyando únicamente medios no violentos y usando un chaleco antibalas debido a amenazas de muerte, Melody habló en iglesias, realizó mítines en los escalones del Capitolio, convocó conferencias de prensa seculares, dirigió marchas en toda la ciudad y protestó frente a clínicas de aborto. Incluso fue arrestada una vez durante una protesta pacífica; pasó la noche en una cárcel del centro de la ciudad y regresó a casa con una lesión en la cabeza.
Dios va a levantar a Melody
Un día antes del accidente, Keith le había dicho a Melody:
¡Dios va a levantar a mi esposa! Ella va a hablar en contra del aborto (...) pero eso no es todo. El Señor va a usar a Melody de una manera poderosa, y ella va a hablar sobre muchas cosas diferentes, en muchos lugares diferentes.
Sus palabras, aunque inesperadas en ese momento, marcaron un punto de inflexión en la vida de Melody y la dirección de su ministerio. Efectivamente, ella terminó viajando por más de 30 países, visitando prisiones, campos de refugiados, aldeas remotas y zonas de guerra, llevando esperanza a los más vulnerables.
La historia de Melody Green se convirtió en un testimonio de la fidelidad de Dios en medio del dolor. Ella fue mucho más que la esposa de Keith Green; fue su compañera en el ministerio, su colaboradora en la música y, tras su muerte, la guardiana de su legado. Pero, en medio de la pérdida y el dolor, Dios se convirtió en su fuerza para seguir adelante, criar a sus hijas y servirlo a Él y a los demás. Han pasado más de cuatro décadas después del accidente y Melody aún recuerda a su esposo e hijos fallecidos. En su cuenta de Instagram se pueden ver fotos y textos en los que comparte sus recuerdos y su perspectiva de su propio dolor:
Nadie “supera totalmente” esas pérdidas. Pero la absoluta fidelidad de Dios hacia mí y hacia mis hijas va más allá de las meras palabras. Todos necesitamos “simplemente aguantar” a veces. “Mantengamos firme la profesión de nuestra esperanza sin vacilar, porque fiel es Aquel que prometió”, Hebreos 10:23.
Su vida demuestra que un llamado por parte del Señor trasciende la tragedia y que, aún en los momentos más oscuros, hay un Redentor que sostiene a quienes confían en Él.
Referencias y bibliografía
Bio - Melody Green | Last Days Ministries
About Keith Green | Last Days Ministries
No Compromise: The Life Story of Keith Green (1989) por Melody Green y David Hazard. Bethany House.
Keith Green Documentary: Your Love Broke Through | YouTube
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