Escucha este artículo en formato podcast:
El relato del nacimiento de Jesús contiene una sombría historia de tragedia y dolor. Mateo 2:16 narra lo que tradicionalmente se conoce como la “masacre de los niños”, la terrible matanza de todos los bebés menores de dos años en la región de Belén. Aunque este evento pueda resultar desconcertante en relación con la historia del nacimiento de Cristo, su veracidad histórica plantea incógnitas. ¿Se trata de un hecho que realmente sucedió o de una narración elaborada por los primeros cristianos? Además, si este acontecimiento se produjo realmente, ¿por qué carece de validación por parte de otras fuentes históricas?
Empecemos por hablar de un personaje que es central en esta historia: Herodes el Grande.
Puede que te sorprenda, pero lo creas o no, si alguien preguntara por la figura del mundo antiguo con más pruebas primarias de fuentes originales, la respuesta no sería Jesús, ni el apóstol Pablo, ni Augusto, ni Julio César, ni siquiera Alejandro Magno. El personaje del mundo antiguo con más fuentes documentales directas es Herodes el Grande, y esto se debió a la labor de alguien muy conocido por todos nosotros: el historiador judío Flavio Josefo, quien proporcionó abundante material primario sobre el monarca.
Herodes el Grande
El famoso rey se destacó como político por mantener la paz con Roma, Imperio que regía sobre Judea desde el año 63 a.C. La labor esencial de Herodes era supervisar el territorio como gobernador nombrado por los romanos. Conocido como un rey vasallo, a menudo sustituyó a los romanos, evitando que se nombraran autoridades romanas cuando se conquistaba una provincia.
Aunque Herodes tenía título de rey, el cual le fue entregado cuando asumió el poder en el año 40 a.C., fue un monarca sometido a Roma durante todo su mandato. Sin embargo, no ejerció el control hasta que, con ayuda del Imperio, expulsó a sus adversarios de Jerusalén. Desde aproximadamente el 37 a.C. hasta su muerte, en el 4 a.C., ejerció el poder con mano dura.
Herodes alcanzó un gran éxito en diversas esferas. Logros como reconstruir el gran templo de Jerusalén y fundar la ciudad portuaria de Cesarea, cuya construcción duró doce años, hicieron que hoy se le conozca como “el Grande”. Además, repitió proyectos similares en otras ciudades. En Jerusalén, revitalizó todo el paisaje urbano. Además de erigir un espléndido palacio, construyó un hipódromo, teatros, y muchas obras más. Por ejemplo, levantó siete fortalezas por todo el territorio, que servían como puntos estratégicos de defensa. La más famosa de ellas fue Masada, situada en el extremo suroeste del Mar Muerto.
Este monarca también tenía una fuerte capacidad diplomática. En general, mantuvo buenas relaciones con las autoridades judías y un sólido nexo con Roma. Aunque su éxito político era evidente, había un aspecto inquietante en su carácter.
Crímenes y paranoia
Esencialmente, este monarca fue un catalizador de numerosos problemas domésticos. Su casa era un espacio intrigante debido a sus diez matrimonios, cada uno de ellos con príncipes herederos que competían entre sí encarnizadamente. Con múltiples contendientes luchando por el favor del rey, los conflictos y los planes surgían incesantemente.
Josefo habló de intentos de envenenamiento y luchas entre hermanos. El desconcertado Herodes llegó a ordenar la ejecución de tres de sus hijos por sospechas de traición. Su esposa favorita, Mariana, una princesa macabea asmonea, fue ejecutada. En un giro macabro, orquestó el ahogamiento del sumo sacerdote, eliminó a varios de sus tíos y a unos cuantos primos. De hecho, incluso Augusto, hacia quien Herodes mostraba un gran respeto, bromeó: “Preferiría ser el cerdo de Herodes que su hijo”.
Flavio Josefo escribió un inquietante relato de los últimos meses de Herodes, quien de manera franca creía que su muerte sería recibida con júbilo y no con luto. En el fondo, su paranoia podía ser cierta, sin embargo, el historiador inmortalizó sus intentos de evitar dichos sentimientos.
Herodes luchó contra una serie de enfermedades, buscando remedios por todas partes. En el ocaso de su vida, orquestó un escalofriante plan para masacrar a un grupo de líderes judíos. Le ordenó a su hermana Salomé que los encarcelara en un hipódromo con el fin de ejecutarlos para prever las reacciones de júbilo a su muerte. Quería asegurarse de que hubiera una avalancha de hogares afligidos tras su fallecimiento.
Si bien fracasó, ¿qué reveló esto sobre él? ¿Podría un hombre capaz de tan despiadadas intenciones hacia los líderes judíos ser también responsable del trágico incidente de Belén con los niños? Entonces, ahora sí vamos a nuestro punto: ¿el asesinato de los niños inocentes en Belén que relató Mateo es realidad o ficción?
La matanza de los inocentes
En Mateo 2, la Biblia relata una angustiosa escena derivada de la paranoia tardía de Herodes. Informado por los sabios del nacimiento de un nuevo rey en Belén, intentó eliminar esa supuesta amenaza. Los sabios, de forma sagaz, no regresaron a él. En respuesta, Herodes ordenó la masacre de todos los niños menores de dos años de Belén y sus alrededores. A pesar de los detallados escritos de Josefo sobre Herodes, no mencionó este incidente y, fuera de las fuentes bíblicas, no existen pruebas que lo corroboren. Entonces, ¿cómo abordamos este asunto?
Hay que reconocer que es intrigante. Especialmente porque el silencio de Flavio Josefo sobre este asunto lleva a muchos críticos bíblicos a descartar esta parte de la historia de la natividad, alegando que nunca ocurrió. Sin embargo, argumentar a partir del silencio es débil; la ausencia de más pruebas no asegura que el hecho no sucedió.
Entonces, ¿cómo podemos saber, históricamente hablando, que este hecho sucedió?
Hay explicaciones plausibles. Por ejemplo, es posible que Josefo tuviera conocimiento del hecho pero haya decidido no incluirlo, tal vez porque el número de niños asesinados no era considerable, quizás se trató de la trágica muerte de una docena o veintena de bebés. En consecuencia, dada la alta mortalidad infantil en el mundo antiguo, esto podría no haber sido visto como algo extraordinario. Si Josefo tuvo que elegir entre dos relatos para describir la muerte de Herodes, probablemente le dio prioridad a la orden que dio de matar a cientos de líderes judíos.
Otra posibilidad es que Josefo no fuera consciente de la importancia del acontecimiento. Belén, una pequeña aldea de unos mil quinientos habitantes, podría no haber llamado mucho la atención. Estadística e históricamente, Belén habría tenido unas dos docenas de niños de dos años o menos, la mitad de ellos, niñas. Esto podría explicar por qué Josefo no oyó hablar de la matanza o no la consideró digna de mención.
El argumento común de los escépticos acerca de esto es que un acontecimiento tan importante aparecería en otros registros históricos, y podríamos estar de acuerdo. De hecho, si se hubiera masacrado a cientos de personas, habría sido imposible pasarlo por alto. Sin embargo, es improbable que en un pueblo de ese tamaño hubiera más de una o dos decenas de niños varones de un par de años o menos.
La versión Reina Valera añade “en todos sus alrededores”, lo que podría abarcar Belén y lugares aledaños, tal vez en un radio de media milla. Esto ampliaría la probabilidad de tener más víctimas. Sin embargo, si tomamos como base un kilómetro a la redonda, el número de niños en la mira de Herodes no se habría incrementado de forma relevante, ya que cerca no había ciudades significativamente grandes, como Jerusalén.
Además, debemos considerar lo que vimos anteriormente: los actos de tiranía y crueldad de Herodes fueron numerosos. Entonces, la masacre de los niños fue otro acto despiadado de este gobernante.
Desde una perspectiva histórica, es muy complicado negar la autenticidad de este evento ya que no contamos con pruebas sólidas que lo desmientan. Aunque el Evangelio de Lucas no lo menciona, es esencial contrastar las perspectivas singulares de su autor con la de Mateo sobre la Natividad, ya que no son idénticas, sino que se complementan entre sí de manera notable. Esta convergencia entre los dos relatos fortalece la validez del trágico suceso.
Finalmente, es crucial resaltar la falta de atención a las historias sobre los niños que fueron buscados para ser asesinados en Belén. Pasar por alto este suceso sería descuidar una parte vital de la historia de Cristo y de su ministerio, que al final hace parte de nuestra historia.
¿Y tú? ¿Qué piensas? ¿Cuál es la relevancia de este evento para la historia de Cristo y su ministerio? ¿Cómo el carácter de Herodes el Grande apunta a que este hecho sucedió realmente? ¿Qué otras evidencias históricas o bíblicas podemos extraer para validar el suceso de la matanza de los niños inocentes? ¿Cómo este triste hecho nos ayuda a meditar en el ministerio de Cristo y en el evangelio?