Escucha esta entrevista en formato podcast:
Marwan nació y creció en Marruecos, en medio de una población mayoritariamente musulmana. Creció con muchas preguntas con respecto a la existencia de Dios, pero en el islam no encontró ninguna respuesta. Las ideas comunistas no tenían mucha vía libre en ese contexto, pero algunas personas cercanas a él las habían adoptado y no tardaron en compartírselas; fue ahí que escuchó y abrazó el ateísmo propio de la ideología comunista.
Sin embargo, durante un viaje a las montañas que realizó con unos amigos, el pasaje de Romanos 1:20 se materializó en su vida: “Porque desde la creación del mundo, Sus atributos invisibles, Su eterno poder y divinidad, se han visto con toda claridad, siendo entendidos por medio de lo creado” (NBLA). Si definiéramos cuál fue el camino que el Señor usó para que Marwan naciera de nuevo, podríamos decir que fue el del intelectualismo. Su curiosidad y sus dudas lo llevaron a hacer investigaciones, y así fue como, a sus 16 años, terminó descubriendo la Biblia. Las verdades que leyó en ella cada noche durante dos años, tuvieron sentido en su mente y, finalmente, hicieron mella en su corazón.
En esta entrevista, Marwan nos compartió su testimonio, el cual deja ver un cambio profundo guiado por Dios: pasó de estar rodeado por el islam y de abanderarse del ateísmo y el comunismo, a reconocer su condición pecaminosa y su necesidad de Cristo. También nos habló del antes y después de la llegada del islam a Marruecos; nos contó que, contrario a lo que creen muchos marroquíes actualmente, esta religión se impuso por la fuerza y no por vías pacíficas. Además, nos habló de las necesidades de la iglesia marroquí, y de la importancia y las oportunidades para compartir el evangelio en su país.
Marwan, háblanos un poco de tu testimonio. ¿Cómo conociste a Cristo y el evangelio?
Bueno, esa historia es un poco complicada. Crecí en un país musulmán, pero en medio de una familia mezclada: unos eran musulmanes, otros ateos y algunos comunistas. Desde niño, yo fui comunista. No recuerdo haber creído en el islam desde mi juventud o infancia y eso me dejó en un buen lugar, mirándolo desde afuera, sin que controlara mi corazón. Pero, mientras lo veía, crecía con una amargura y rechazo a Dios y a todas las religiones, más que todo hacia al islam, que era muy cercano a mi contexto.
A partir de los años 70, en los 80 y hasta los 90, hubo una ola de comunismo circulando en todo el mundo, y llegó también a Marruecos. Recuerdo que alguien de mi familia abría el Corán conmigo y me decía que solo era algo humano, que no hay un Dios. “Todo es humano porque al leerlo se pueden encontrar contradicciones, problemas, cosas que no tienen sentido”. Entonces, ahí empecé a estudiar el islam por mi cuenta, porque al intentar hacer tantas preguntas, la gente me respondía según su manera de pensar y se enfadaba: “no hay que preguntar eso”, “esa pregunta no es buena porque ya te está llevando al ateísmo, te está llevando lejos de Dios y a Él no le gustan las preguntas”. Al final, no hay respuestas, y las preguntas no son bien vistas.
Como comunista, no me gustó eso; me gustaban las preguntas. No iba a hacer algo solo porque alguien lo decía. Quería entender por qué. Además, había escuchado muchas cosas sobre el islam con las que no estaba de acuerdo. Esa curiosidad me llevó a estudiarlo muy bien y a leer el Corán. Lo hice para sentirme mejor con la verdad de que no había una religión, y para poder criticar y ganar debates. También, en el fondo de mi corazón, quería ver si de verdad había respuestas a esas preguntas fundamentales, pero nunca encontré ninguna.
Mis preguntas no eran solo acerca del islam, sino acerca de Dios, de la existencia de un ser superior, y el islam no podía responderlas. Tenía muchas. Estaba harto de la idea de que hay un Dios; ¿dónde estaba? Estaba en los cielos, lejos, no se podía ver. Pero ¿por qué no se puede ver? ¿Por qué se está escondiendo? Si quiere que la gente sepa que existe y crea en Él, ¿por qué no aparece? Las cosas serían más fáciles. Muchos no sabían responder; solo se enfadaban porque “no había que hacer esas preguntas”. Tenía interrogantes como: ¿qué es la muerte?, ¿por qué hay mal en el mundo?, ¿quién lo creó? También sobre temas específicos del islam, como la historia de Adán y Eva en el Corán.
Intenté leer el Corán, pero, igual que la mayoría de la gente, no entendí mucho porque está escrito en un idioma árabe muy antiguo. Es como un poema del siglo VII. Si se lee un capítulo o versículo, se comprende entre el 20 y 40 %, a menos que hayas estudiado muy bien el árabe antiguo. Los imanes, quienes han estudiado el Corán, las palabras antiguas y cómo hacer la interpretación, puede que entiendan mejor, pero la gente del común no. Aún así, ni los imanes podían responderme.
Tu “idea de Dios” estaba influenciada por el islam, pero querías conocer al Dios verdadero. ¿Tenías la posibilidad de conocer otras religiones en ese momento?
Al principio no. El evangelio estaba prohibido y no podías solo ir a buscar un Nuevo Testamento, ya que era difícil encontrarlo. Además, como crecí en un país musulmán, solo buscaba las respuestas desde la perspectiva del islam. Al estudiarlo, tomé la decisión de que no había un Dios. Cuando tenía 16 años, volví a hacer una investigación, pero esa vez tenía un ordenador e internet, entonces podía ampliarla más. Empecé con el Corán y el islam; pasé al cristianismo, judaísmo, hinduismo; todas las religiones, filosofías o ideologías que creen que hay un Dios, un Ser Creador más allá de lo que podemos ver y tocar. Ahí me encontré con la Biblia. Duré casi dos años desde que empecé mi búsqueda hasta que acepté a Cristo como mi salvador.
Según entiendo, estabas buscando a Dios, pero en ese momento lo buscaste solamente a través del islam. ¿Es así?
Había escuchado del evangelio, del Corán y de la Taurat (Torá), pero no de la Biblia. En árabe se llama El Libro Santo (cuya transliteración en árabe es al-Kitāb al-Muqaddas). Ellos mencionan “el evangelio”, “el Injīl”, “la Taurat”, pero no saben que es un libro en conjunto y que uno complementa al otro. Creen que primero Dios, a través de Moisés, nos dio la Taurat y que esta se corrompió por cambios que la gente le hizo. Entonces Dios la canceló y envió el Zabur, que son los Salmos o lo que escribió el profeta David, pero también se canceló porque se corrompió, y luego vino el evangelio. No creen que todo es un libro de Dios que se llama la Biblia, el Libro Santo.
Por eso fue interesante cuando lo encontré en árabe y lo descargué. Empecé a buscar: “¿Qué es el Libro Santo?” y “¿Quién lo escribió?” Me sorprendió, porque es un libro que contiene todos los textos (bueno, menos el Corán). Para mí, el evangelio, la Taurat, el Zabur, el Corán eran todos iguales, porque la gente decía que un profeta había venido de Dios y lo había escrito. No sabía que todos los que existieron antes del Corán eran un solo libro guardado, y que ninguno cancelaba al otro, sino que todavía eran válidos y necesarios.
¿Qué te llevó a retomar esa investigación?
Dios fue quien me guió todo el tiempo. En el 2006, fui con un grupo de comunistas a hacer un campamento en una de las montañas más altas de Marruecos, y una mañana empezamos a subirla. De repente, todo a nuestro alrededor era verde, pero estábamos sobre las nubes. Nunca había visto algo así, me impactó mucho. Había visto fotos similares, pero nunca me había subido a un avión, no había estado a esa altura; crecí en la ciudad y cerca del mar todo era plano, pero no había visto la naturaleza de esa forma. Era la primera vez que subía una montaña.
Lo primero que vino a mi mente fue: “Mira, qué hermosura, ¡qué vista! ¿De verdad todo eso vino de la nada?”. Toda mi vida había estado listo para defender esa “verdad”, que todo había surgido por casualidad, de una explosión, de un big bang; que no había un Ser creador ni un plan. Pero ese día, ante esa vista, pensé: “¿Cómo de la nada puede surgir esto que estoy viendo? ¿Cómo del fuego puede provenir este verde y ese cielo azul?”. Estaba intentando convencer a otros de que no había un Creador, pero nunca pensé que la duda respecto a esto iba a estar dentro de mí. Esa mañana me asusté.
Elegí no pensar mucho en eso. Disfruté mi tiempo, pero eso me devolvió a las preguntas que tenía antes acerca de un Dios, de cómo surgió todo. Decidí volver a buscar; soy curioso, me encanta conocer cosas. La diferencia era que ahora tenía un mundo más abierto y ya no dependía de las respuestas de la gente o de mis búsquedas individuales, página por página, en el Corán. Empecé a escribir mis preguntas en Google; la más grande de ellas fue: “¿Por qué no podemos ver a Dios según el islam?” Después escribí: “¿Por qué no podemos ver a Dios según el cristianismo?” Lo mismo según el judaísmo, el hinduismo, la filosofía, el budismo, y cualquier religión e ideología que conocía en ese tiempo. Quería saber cómo respondían a esa pregunta.
Luego, busqué otras preguntas acerca de Adán y Eva, la muerte, la vida, el infierno, el sufrimiento, el mal que existe en el mundo, pero no encontré nada que me convenciera. Hasta que un día encontré un artículo sobre por qué no podemos ver a Dios desde una perspectiva que nunca había escuchado antes. No recuerdo los detalles, pero hablaba de la Biblia, de un Dios santo y del pecado del ser humano; como Dios es justo y limpio, no puede mezclarse con el pecado y por eso no lo podemos ver. ¡Pero también decía que había un plan! Como comunista, esa respuesta me agradó porque me gustaba la justicia. Aunque todavía no creía que era verdad ni que había un Dios, al menos entendí por qué decían que existía, pero no se le podía ver. Esto atrajo mi atención. Entonces me pregunté: “¿Qué es este Libro Santo?”, “¿Por qué me gustó la respuesta y la entendí tan rápido?” Ahí descubrí la Biblia.
La descargué, empecé a leerla y también leí sobre ella. Empezaron a rondar todas mis preguntas, pero esta vez no según el cristianismo ni el judaísmo o el islam, sino solo según la Biblia. Estaba en los finales del colegio y, cada noche, después de terminar con mis deberes, me ponía a leer la Biblia y sobre ella hasta tarde. Duré dos años leyendo casi a diario. Después de eso, en algún momento pensé: “De acuerdo, hay un Dios. Todavía no quiero creer, no quiero cambiar nada, soy comunista. Lo que necesita el mundo es una revolución, es comunismo. Quiero ser un Che Guevara de Marruecos o un Lenin”. Ese era mi sueño y no quería cambiar, pero me fui enamorando cada vez más del carácter de Cristo en la Biblia. Él me impactó con cada palabra y cada cosa que hacía; eso era lo que saltaba a mi vista, especialmente al leer el Nuevo Testamento.
Además, como me gustan los rompecabezas, me encantó ver cómo la Biblia me desafió intelectualmente. Al leerla, aprendía; terminaba con respuestas y no con más preguntas ni más confusión. Entendí que Cristo era el centro de la Biblia y de todos los profetas. Eso nunca lo había escuchado: pensaba que Dios enviaba a alguien, luego Su mensaje se corrompía, enviaba a otro, luego lo cambiaba, y así sucesivamente. Pero, al leer la Biblia, todo era coherente; era un plan y me fascinó descubrirlo en cada lugar, en cada historia, en cada página, en cada libro.
A veces casi no lo creía. Me sorprendió que Isaías 53 hubiera sido escrito 500 años antes de Cristo. Pensé: “seguro alguien lo escribió después, porque está hablando claramente de Él”. Busqué pruebas de esto y supe que era verdad. Así pasó con otros temas, ¡me encantaba leer sobre Él! Cada vez descubría quién era Cristo Jesús, pero mi gran problema era que todo eso pasaba en mi mente. Pensaba “creo que Dios existe y envió a este hombre, Cristo, para salvar y ayudar a la gente, pero yo no soy pecador, nunca he matado a nadie; a veces miento pero en cosas pequeñas, eso no daña a nadie. Además, como soy comunista, soy buena persona porque quiero el bien para todos y lucho por eso”.
¿En qué momento te diste cuenta de tu condición pecaminosa? ¿Cómo ocurrió?
Seguí leyendo la Biblia hasta que una noche, en el 2008, me encontré en Apocalipsis con el versículo que dice que el número de Satanás o de la bestia es 666. Me asusté mucho porque mi primer correo electrónico era marwan666. Por alguna razón había elegido ese número. Lo vi en alguna película o foto, no sé, pero lo elegí. Por primera vez, Dios abrió mis ojos para que toda la verdad que leí durante esos dos años fuera a mi corazón. Ahora era una cuestión personal: se trataba de mí, no solo de Jesús hablando 2000 años antes con otra gente pecadora. Pude ver que estaba del lado de Satanás y que no se trataba solo de mi conducta. Tenía un problema dentro de mi corazón.
Pude ver la amargura y el odio que tenía contra la gente. Estaba enfadado con todos, los rechazaba, especialmente a quienes no eran comunistas como yo. A los musulmanes, a los cristianos, a quienes creían en Dios, los odié y traté mal. Insulté a Dios, al islam, a las personas y, cada vez que lo hice, lo disfruté. Conocía muchos chistes malos contra Dios y contra la gente. Si alguien intentaba hablar conmigo de Él o del islam, tenía tantas cosas para decirle y hacerle daño. Por primera vez vi cómo estaba mi corazón de verdad y me asusté, pero al mismo tiempo empecé a recordar lo que había leído en los últimos dos años.
Lo que me impactó y me dio tanta paz esa noche fue recordar el llamado de Cristo: que creamos en Él para que podamos ser hijos de Dios y hagamos parte de Su familia. Nunca nadie me dijo algo así. Algunos intentaron convencerme a creer en Dios usando el miedo: “si no crees en Dios, Él te va a matar, te va a cortar, te va a quitar el ojo, te va a quemar”. Eso nunca me llamó la atención y no funcionaba conmigo. Pero, al leer la Biblia, nunca encontré ese motivo. Sí, ese es el final si no crees en Dios, pero el motivo es que Dios nos ama y quiere que pertenezcamos a Su familia. Además, nunca había escuchado que podía ser Su hijo.
Como era algo tan bueno, pensé que no era verdad y dudé si lo había leído en la Biblia. Así que busqué en internet: “¿Dónde dice que podemos ser hijos de Dios?”. Encontré varios versículos que hablan de eso. Me dio tanta paz y ya no tenía ninguna duda: Dios existía y no podía negarlo más.
Dios existe, Satanás existe, y yo estuve al otro lado del puente. Esa noche decidí creer en Cristo y seguirlo. Todavía no sabía que era cristiano; pensé que tenía que hacer algo para eso, como ir a la iglesia. Pero sabía que Dios existía y que la única manera para ser Su hijo era a través de la salvación que ofrece Jesús. Quería ser como Él y de eso estaba seguro esa noche. Los días siguientes Dios me aclaró más verdades, pero estaba solo, no conocía a nadie, no tenía Biblia física, sino solo mi ordenador. Así pasaron meses, creo que incluso un año, hasta que conocí un hermano, una iglesia y alguien que me dio una Biblia física.
Marwan, ¿cuál crees que es el llamado que el Señor te ha hecho hoy para los siguientes años?
Servir a Dios, a la iglesia local, a mi país y a la gente. También seguir a Dios, estar pendiente de iglesias nuevas, entrenar líderes y pastores, obedecer a la Gran Comisión. Nuestra visión o anhelo es ver a la iglesia local más fuerte, obedeciendo a Dios y Su mandato de compartir las Buenas Nuevas.
Lo normal es que un marroquí sea musulman, pero tú eres marroquí y creciste en un contexto de ateísmo total. ¿Qué ventaja te da eso a la hora de evangelizar?
Ya seas un musulmán que cree en Cristo o un no musulmán, Dios le da una ventaja a cada uno para compartir su testimonio. La mía al crecer como comunista es que no veo la religión como obras sistemáticas, sino como una relación. Eso es lo que me mueve a mí al compartir el evangelio: que somos parte de la familia de Dios y queremos que más gente se sume.
Ahora, cuando los marroquíes escuchan que un local es cristiano, no lo entienden. “¿Eres marroquí pero cristiano? ¿No eres musulmán?”. A algunos les da curiosidad, quieren saber por qué. Me preguntan: “¿Por qué rechazaste al islam? ¿Por qué eras comunista?” Cuando llegué a Dios, no favorecí el islam ni el cristianismo ni el judaísmo, no crecí en una familia cristiana ni musulmana. Cuando hice la investigación, era neutral, y todas las religiones eran iguales para mí. Entonces, me tomé mi tiempo para entender qué enseñaba Dios. Pasé dos años o más leyendo, y por eso al final sabía hacia qué dirección Él me estaba llevando.
Marwan, ahora me gustaría hablar un poco más de la historia de Marruecos, del islam y del continente africano. ¿Qué pasaba con la religión en el norte de África antes de la llegada de los árabes en el siglo VIII?
Antiguamente, previo a la llegada del islam, muchos de los bereberes o amazig que vivían al norte de África eran cristianos. En esa zona, que hoy comprende países como Marruecos, Argelia, Túnez y otros, nacieron personas muy famosas y relevantes en la historia, como San Agustín, Tertuliano y otros. También había muchos judíos en esa zona. Había una mezcla; todos convivían juntos.
¿Cómo y en qué momento llegó el islam al norte de África, especialmente a Marruecos?
Cuando el islam empezó a expandirse hubo lo que en árabe se llama “al-ghazawat” o “futuhat”, que principalmente significa “guerra santa”. Esto consiste en que los musulmanes llegaban a un lugar en tónica de guerra y había dos opciones: aceptaban su religión y pagaban los impuestos que imponían, o empezaba un conflicto bélico. Es decir, estaban con ellos o eran sus enemigos. Después de salir de la península arábiga, el islam llegó a la mayoría de los lugares de esta forma bélica, al menos del Medio Oriente hasta el norte de África y cruzando a España. Esa era la guerra santa.
En ese tiempo, los bereberes no eran gente de guerra; solo querían vivir en paz, no querían problemas, así que muchos de ellos aceptaron el islam. Desde ahí, esa religión empezó a poner sus raíces en todo el norte de África y también llegó a más partes del continente.
¿Crees que, en esa época, las personas fueron coaccionadas u obligadas a seguir el islam, o fue algo más bien voluntario?
Seguro que hay gente que ha aceptado ser musulmana de forma pacífica, pero la historia cuenta que en ese entonces la religión se impuso por medio de la guerra, y lo mismo ocurrió al cruzar a España. El objetivo era controlar la tierra y tener más gente dentro del Imperio musulmán.
¿Hoy por hoy, los habitantes de Marruecos conocen la historia de cómo llegó el islam a sus territorios?
Lamentablemente, no. Muchos no saben esas historias. La mayoría cree que llegó pacíficamente, por negocios entre países, y que al ver lo amables y “buena gente” que eran esos negociadores, se convirtieron. Eso no es verdad. Puede que el islam haya llegado a algunas partes de esa manera, especialmente a Asia, pero no al norte de África ni a España. Fue un imperio que luchó contra otros imperios o tribus de ese tiempo, como ocurrió en Marruecos. Entonces, hubo choques.
Hay una frase muy famosa, que creo que muchos marroquíes o árabes conocen, de un hombre que se llama Tāriq ibn Ziyad, quien cruzó hacia España y de su nombre se derivó Ŷabal Tāriq, o sea, el país Gibraltar. El dicho es “Al-bahr min wara'ikum wa-al-adu amamakum”, que significa “el mar está detrás de nosotros, el enemigo está al frente”. Entonces, no hay otra forma: al frente hay un enemigo, hay que luchar. Eso era una guerra, no solo una exploración o un acercamiento para hacer negocios.
¿Cómo incide en los marroquíes de hoy el no conocer el trasfondo de cómo llegó el islam al norte de África?
Al menos en esa región de Marruecos la mayoría de la gente es pacífica y le es difícil aceptar esa parte de la historia. El islam también tiene muchas raíces o escuelas de interpretaciones, y la que está en Marruecos no quiere problemas con la gente, no quiere luchar, no cree en la guerra santa, sino que cree que Dios es quien puede cambiar una nación. Creen que su obligación es proteger el islam o la fe dentro de su país, su comunidad local y su familia, y ya está. Lo que pasa fuera de eso no es tan importante: si otro es cristiano, judío o ateo, es su asunto. Entonces, les es difícil aceptar que el islam llegó usando la guerra.
Pasó lo mismo cuando surgió ISIS, el Estado Islámico. Muchos decían: “ellos no son musulmanes porque matan a otros, porque hacen la guerra santa, la yihad (en español, lucha). Eso no es correcto, porque el islam enseña paz y hay que tratar a los demás bien, ya sea musulmán o de cualquier otra religión”. Entonces, no lo aceptan. Es más fácil ignorar esa parte y solo construir una cultura diferente: son musulmanes, pero son marroquíes al mismo tiempo, entonces hay algo que hace que su fe sea un poco diferente, única.
¿El hecho de que haya paz sería una posibilidad para que el evangelio pueda ser predicado más fácilmente?
Sí. Los marroquíes son más abiertos y aceptan las diferencias con otras personas. Además, tratan a los extranjeros, judíos y cristianos muy bien, a veces mejor que a otro musulmán. A Marruecos, por ejemplo, se le conoce por eso: es un país de hospitalidad entre ellos, pero más con los extranjeros. Eso, claro, también abre otra puerta a que acepten a los cristianos; no es malo escucharlos, servirles, comer con ellos e invitarles a la casa a dormir. No ven al cristiano como alguien sucio, a quien debes echarlo fuera, que no puede entrar ni saludarte con la mano.
¿Cuál es el porcentaje actual de cristianos en Marruecos?
Muy poco, menos de un 1 %. La iglesia poco a poco está creciendo en número, pero también en su profundidad en Cristo, y está saliendo más a la luz, porque no queremos ser una iglesia secreta siempre; no somos criminales, no estamos haciendo nada malo. Amamos a nuestro país, a nuestro rey. Estamos agradecidos, somos de ahí y no queremos nada malo para nuestra gente. El llamado que tenemos no proviene de otra nación: es de Dios, es de Cristo mismo.
No estamos trayendo una cultura o ideología de otro lugar, no es un asunto político. Queremos vivir la fe abiertamente, vamos a respetar las leyes, a amar el país, a servir a nuestra comunidad. Lo que tenemos es agua viva, es vida eterna, es un llamado de Dios mismo, y nuestra misión es extenderlo a los demás. No estamos obligando ni haciéndole daño a nadie, sino que estamos extendiendo el llamado de Dios mismo. Si alguien lo quiere, está bien, si no, es entre esa persona y Dios.
No queremos ser una iglesia que está a la sombra. Las autoridades y la gente entienden eso y lo respetan; cuando conocen quiénes somos y qué queremos, ya no tienen tanto miedo. Lo secreto genera eso, pero si ya todo está sobre la mesa, no hay nada que temer.
Pero si hay paz, ¿por qué no hay más evangélicos en Marruecos?
Bueno, al decir que es fácil que lo prediquen, no significa que lo acepten y lo sigan, porque todavía tienen adentro su fuerte creencia en el islam. Para ellos no es solo una idea, sino una identidad, y eso es más difícil de cambiar; no cambia solo porque alguien me mostró algo diferente. Es una cultura, una manera de vida, una religión; representa todo para ellos. Entonces, aunque son más abiertos a recibirte, comer contigo y escucharte, también quieren compartir el islam contigo.
Esto también sucede porque, como cristianos, sabemos que Satanás usa la religión, no solo el islam sino cualquier otra, para atrapar el corazón de las personas. Les hace tener ideas equivocadas del cristianismo o de la Biblia, que las hace rechazar a Cristo. Al mencionar el término van a escucharte, pero en su mente dicen: “No, eso no es para mí”. También hay otra creencia: “Como el islam es mi identidad, entonces yo como marroquí automáticamente soy musulmán, no puedo cambiar; y tú, como eres americano, español o extranjero, entonces automáticamente eres cristiano”. Si les dices “Yo no creo en Dios”, les es difícil entenderlo. Dicen: “De acuerdo, eres ateo, pero cristiano”. De la misma manera, para ellos, un marroquí no puede ser cristiano; debe y tiene que ser musulmán, no hay otra opción.
¿Cuál es la mayor necesidad espiritual de Marruecos actualmente?
Conocer a Cristo, las Buenas Nuevas, la salvación que Él nos da. Los marroquíes quieren conocer a Dios, el problema es la idea equivocada que tienen sobre el cristianismo, los cristianos o Cristo. Cuando un extranjero le dice a un marroquí que es cristiano, lo primero que el marroquí se imagina es que bebe, sale con chicas, comete todos los pecados. Es como alguien del mundo que dice “creo en Dios, así que voy al cielo”. Eso es lo que ven en las películas de Hollywood o en los extranjeros que tienen una cruz como collar, pero hacen fiestas y están borrachos. La gente piensa que eso es el cristianismo. Necesitan conocer la verdad y a cristianos verdaderos, que aman a Dios y a la gente.
También hay mentiras que Satanás plantó en su conocimiento espiritual. Una de las más grandes es que la Biblia está alterada. Si alguien me dice eso, le pregunto: “¿Y cómo lo sabes?”. No tienen pruebas. Yo les digo: “Dame solo una, no te pido diez ni tres, dame una. ¿Por qué crees que la Biblia es corrupta?”. No saben, porque es una mentira que Satanás plantó; fue la primera que puso en el pensamiento de Eva: “¿De verdad Dios dijo eso?”. Hoy en día sería: “¿De verdad Dios dijo que Jesús murió en la cruz?”. Es la misma táctica: Satanás controla a la gente con mentiras, les hace dudar de la Palabra de Dios.
¿Qué podemos hacer los cristianos fuera de Marruecos por la iglesia cristiana en ese país?
Orar por la iglesia y por el pueblo de Marruecos, para que conozca a Dios. No tener miedo del musulmán, del marroquí o de ir a Marruecos. Temen porque piensan que son radicales y van a matarlos o simplemente a rechazarlos, pero no es verdad. Pueden cambiar la mentalidad, la imagen que tienen sobre los musulmanes en general. No tengan miedo de visitar el país, de acercarse a un marroquí y preguntarle sobre su cultura; de hacer un puente de comunicación y empezar así una amistad. Claro, luego viene lo más importante: compartir las Buenas Nuevas, pero también escucharles, acercarse a ellos. Jesús hizo eso muchas veces. La Biblia dice que fue a comer en la casa de alguien y, al terminar, empezó a predicar. Pero primero buscó la comunión, una relación, una amistad con esas personas.
Apoya a nuestra causa
Espero que este artículo te haya sido útil. Antes de que saltes a la próxima página, quería preguntarte si considerarías apoyar la misión de BITE.
Cada vez hay más voces alrededor de nosotros tratando de dirigir nuestros ojos a lo que el mundo considera valioso e importante. Por más de 10 años, en BITE hemos tratado de informar a nuestros lectores sobre la situación de la iglesia en el mundo, y sobre cómo ha lidiado con casos similares a través de la historia. Todo desde una cosmovisión bíblica. Espero que a través de los años hayas podido usar nuestros videos y artículos para tu propio crecimiento y en tu discipulado de otros.
Lo que tal vez no sabías es que BITE siempre ha sido sin fines de lucro y depende de lectores cómo tú. Si te gustaría seguir consultando los recursos de BITE en los años que vienen, ¿considerarías apoyarnos? ¿Cuánto gastas en un café o en un refresco? Con ese tipo de compromiso mensual, nos ayudarás a seguir sirviendo a ti, y a la iglesia del mundo hispanohablante. ¡Gracias por considerarlo!
En Cristo,
Giovanny Gómez Director de BITE |