Al filósofo romano Séneca se le atribuye la frase en latín “loqui facile, praestari difficile”, que significa “hablar es fácil, cumplir es difícil”. En algún punto de la novela clásica española más conocida de Miguel de Cervantes, el caballero Don Quijote dice lo siguiente: “Las obras, amigo Sancho, no las palabras, deben testificar y mostrar la pureza de los nobles y grandes ánimos”. De esta y de otras expresiones del español con varios siglos de antigüedad se traza el origen de la famosa frase “del dicho al hecho hay mucho trecho”.
¿Qué tanto corresponden las palabras de los creyentes con sus acciones? ¿En qué medida ese refrán popular aplica para ellos? Diferentes investigaciones realizadas por Lifeway Research han demostrado que los creyentes afirman tener el deseo de realizar alguna acción que consideran bíblica y que corresponde a su fe, pero hay una brecha importante entre lo que dicen querer hacer y lo que realmente hacen.
En un artículo reciente, informamos que la Iglesia en los Estados Unidos está animando más a sus miembros a participar en procesos como la adopción o el acogimiento temporal, pero que el involucramiento en ambas formas de servicio no ha correspondido con ese ánimo. En el presente artículo analizaremos dos casos similares con el evangelismo y con diferentes formas activas de servicio, desde el contexto interno de las iglesias locales, hasta el voluntariado en organizaciones benéficas.
En busca de conversaciones evangelísticas
En abril de 2022, Lifeway entrevistó a 1011 estadounidenses protestantes que asistían a alguna iglesia acerca de su apertura para hablar sobre su fe. El 93 % de los encuestados afirmó estar abierto a una conversación acerca de la fe con un amigo, y el 81 % dijo tener la misma apertura para hablar sobre la fe con un extraño. Además, el 64 % aseguró haber orado al menos una vez en el último mes por la salvación de un amigo o un familiar no creyente. Esos números parecieran dar un buen panorama sobre qué tanto los creyentes están compartiendo el evangelio.
Sin embargo, solo el 46 % compartió un versículo o una historia de la Biblia con un ser querido no cristiano, el 43 % invitó a un amigo o familiar no creyente a la iglesia, y apenas el 38 % compartió con un no creyente cómo llegar a ser cristiano. Esos números disminuyen todavía más cuando se pregunta por las mismas acciones, pero hacia personas desconocidas.
En el artículo Los cristianos dicen que están buscando pero no teniendo conversaciones evangelísticas, Scott McConnell, director ejecutivo de Lifeway, afirmó al respecto que: “Orar para que alguien siga a Cristo es más fácil que hablar con alguien sobre ello. No es claro si el gato del proverbio se ha comido la lengua de algunos cristianos o si ellos no están conectando con los no cristianos en escenarios en donde estas conversaciones pueden tener lugar”.
Los hallazgos de Lifeway también son respaldados por un estudio de Barna Group acerca de la percepción del evangelismo en varias generaciones de estadounidenses. El estudio, titulado Reviviendo el evangelismo halló que casi el 100 % de los millennials, los nacidos entre 1984 y 1998, se sienten equipados para compartir su fe de manera precisa, aun así casi la mitad (47 %) considera que está mal compartir las creencias personales con el objetivo de que alguien cambie las suyas. Esto nos deja ver que la brecha entre el deseo de evangelizar y el evangelismo práctico tiene raíces en los diferentes desafíos generacionales.
Otro estudio de Barna titulado Conversaciones espirituales en la Era Digital lo confirmó. En él, se encontró que tres de cada cinco millennials cristianos (el 65 %) creen que es más probable que las personas hoy se ofendan cuando se les comparte la fe. Dicho porcentaje es mucho más elevado que el encontrado entre los cristianos boomers (nacidos entre 1946 y 1964), que fue solo del 28 %.
Esta falta de acciones evangelísticas concretas por parte de más de la mitad de los cristianos se da en un contexto con muchas oportunidades. De acuerdo con el reporte Americans’ Openness to Talking about Faith, hecho en 2021 por Lifeway y el ministerio Evangelism Explosion, 66 % de los estadounidenses están “abiertos o muy abiertos a tener una conversación sobre la fe con un amigo”. En otras palabras, mientras que una gran parte de los estadounidenses está dispuesta a escuchar y hablar sobre el evangelio, la mayoría de creyentes ha optado por guardar silencio.
También vale la pena resaltar algunas opiniones notables sobre el evangelismo halladas en el estudio de Lifeway. El 65 % de los entrevistados estuvo de acuerdo en afirmar que compartir con un no creyente cómo convertirse en cristiano es el acto más amoroso que se puede hacer por él. El 52 %, que animar a alguien a cambiar sus creencias religiosas es ofensivo e irrespetuoso y el 42%, que compartir con un no creyente cómo convertirse al cristianismo es aterrador.
Esto genera una pregunta: ¿Qué hacen los creyentes de hoy con aquello en lo que creen? En todo caso, el evangelismo no es el único ejemplo de la brecha que hay entre el deseo y la acción.
En busca de un servicio fructífero
En noviembre de 2021, Barna entrevistó a aproximadamente 2000 estadounidenses, con un porcentaje importante de cristianos practicantes (que asistían a una iglesia protestante) incluido. El estudio se tituló Más allá de la ofrenda y en él se encontró que la mayoría de los encuestados (el 80 %) consideraba que hay más formas de manifestar la generosidad distintas a dar dinero.
Por ejemplo, el 38 % de los cristianos practicantes encuestados estuvo de acuerdo con la afirmación “todas las personas deberían hacer voluntariado regularmente”, pues son los que tienden a verlo como una responsabilidad. En contraste, solo el 19 % del total de los sondeados estuvo de acuerdo con ese mismo enunciado. En otras palabras, hay el doble de probabilidad de que, entre los estadounidenses, un creyente afirme que todos deberían hacer voluntariado.
Con un enfoque similar, en septiembre de 2022 Lifeway entrevistó a 1000 estadounidenses cristianos y publicó los resultados como Opinión de los fieles protestantes sobre el voluntariado. El 84 % de los participantes aseguró que su congregación local los anima a servir a personas que no están afiliadas a ella, y el 86 % afirmó querer servir a personas que no asisten a la iglesia con la esperanza de compartir el evangelio.
Dicho de otra forma, en los creyentes hay un deseo importante de servir “fuera de las cuatro paredes” de la iglesia, con el objetivo de ganar almas. Esto es promovido activamente por los pastores y líderes de las congregaciones locales.
Sin embargo, a pesar de ese deseo, solo un 66 % de los encuestados afirmó haber hecho algún tipo de voluntariado para una organización benéfica o haber servido en algún ministerio similar dentro de su iglesia en el último año. Esto demuestra que hay una brecha importante entre lo que las personas desean realizar al escuchar a sus líderes hablar sobre el servicio y lo que realmente llevan a la práctica.
La falta de involucramiento por parte de los creyentes resulta en la pérdida de oportunidades de ayudar a comunidades completas. En el artículo La mayoría de los feligreses dicen que quieren servir, pero son menos los que realmente lo hacen, McConnell afirmó: “Este estudio no midió el servicio individual que los feligreses de la iglesia pudieron haber realizado para sus vecinos. [Esa] es una gran forma de servicio… Pero algunas de las necesidades más extendidas en las comunidades requieren voluntarios que trabajen juntos”, y la mayoría de feligreses no lo hace.
El estudio también encontró una correlación interesante entre la frecuencia con la que alguien asiste a la iglesia y su involucramiento en diferentes maneras de servicio. Aquellos que van al servicio dominical entre una y tres veces al mes, esto es el 73 %, tienen mayor probabilidad de no haber servido en ninguna organización el año anterior. En cambio, el porcentaje es menor (60 %) entre aquellos que asistieron cuatro veces al mes. Puesto de otra manera, el estudio encontró que quienes asisten cuatro veces al mes tienen 37 % de probabilidad de haber servido en el último año.
La relación entre la asistencia a la iglesia y la participación en alguna forma de voluntariado demuestra que la raíz de un servicio fructífero es la relación personal del creyente con Dios. Por supuesto, esta última no se limita a la asistencia dominical, pero sí es una expresión fundamental según la Biblia (Heb. 10:25). En un artículo de Coalición por el Evangelio, Paul Tripp describe la relación entre la obediencia y la relación con Dios de la siguiente manera:
El asombro es la base para una vida de obediencia. Cuando el asombro por algo que no sea Dios reemplaza el asombro por Él, la desobediencia reemplazará a la obediencia. Una vida de sumisión a la voluntad de Dios, a Su plan, a Sus mandamientos y a Sus propósitos fluye de la adoración a Aquel que ha dado esos mandamientos.
Así, en resumen, aunque hay un gran deseo en los creyentes de servir en organizaciones benéficas y diferentes ministerios de la iglesia local, este no siempre se materializa.
¿Cuáles son las causas?
¿Por qué los creyentes tienen deseos de llevar a cabo acciones para la gloria de Dios, pero les cuesta llevarlo a la práctica? Esta pregunta puede tener una infinidad de respuestas. Jesús mismo les dijo a las multitudes en el Sermón del monte: “Antes bien, sea el hablar de ustedes: “Sí, sí” o “No, no”; porque lo que es más de esto, procede del mal”, Mateo 5:37 (NBL). Esto nos hace pensar que la coherencia entre las palabras y las acciones es propia de la naturaleza humana.
En Opinión de los pastores sobre los ídolos modernos (2021), otro estudio de Lifeway, también puede haber algunos factores causantes de esta brecha entre el deseo y la acción. De acuerdo con el reporte, más de la mitad de pastores protestantes en EE.UU. creen que la comodidad (67 %), el control y la seguridad (56 %), el dinero (55 %) y la aprobación (51 %) son los ídolos que más impacto tienen en sus congregaciones.
¿Será que la búsqueda de comodidad, de control, de dinero y de aprobación resultan ser un obstáculo para que los cristianos se involucren en formas activas de evangelismo o formas de servicio dentro de la comunidad? De hecho, la primera de ellas ha dado de qué hablar. En el artículo que da a conocer el estudio previamente mencionado y que se titula Los pastores identifican a los ídolos modernos: la comodidad encabeza la lista, McConnel dijo:
La obsesión de los estadounidenses por perseguir más cosas se ve claramente también dentro de la iglesia (…) El mayor número de congregaciones lucha contra la influencia de las comodidades del primer mundo, y el segundo ídolo más común en la iglesia hoy en día es el compromiso de mantener seguras las comodidades que ya tienen.
Cerramos con una reflexión que Erik Raymond, pastor en la iglesia Redeemer Fellowship Church en Boston, hizo en The Gospel Coalition acerca de ese mismo tema, la comodidad:
Cuando se nos presentan opciones, tendemos a inclinarnos hacia aquello que será más cómodo y gratificante a nivel personal. Pero ¿qué sucede si nuestra brújula está defectuosa? ¿Y si el sentido correcto de la dirección nos indica que debemos hacer lo difícil, lo que requiere humildad? Creo que la comodidad personal es una brújula mortal.
Referencias
Americans' Openness to Talking about Faith - Lifeway y Evangelism Explosion.
Beyond the Offering Plate - Barna Group.
Christians Say They’re Seeking but not Having Evangelistic Conversations - Lifeway Research.
Comfort is a deadly compass, Erick Raymond - The Gospel Coalition.
Most Churchgoers Say They Want to Serve, Fewer Actually Do - Lifeway research.
Nuestra desobediencia es un problema de asombro, Paul Tripp - Coalición por el Evangelio.
Pastors Identify Modern-day Idols, Comfort Tops List - Lifeway Research.
Pastors’ Views on Modern Day Idols - Lifeway Research.
Protestant Churchgoer Views On Volunteering - Lifeway Research.
Reviving Evangelism - Barna Group.
Spiritual Conversations in the Digital Age - Barna Group.
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