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La palabra japonesa para cristianismo es Kirisuto-kyo (キリスト教), que es una composición de kirisuto (キリスト), la adaptación japonesa de la palabra portuguesa para ‘Cristo’, y Kyo (教), la palabra chino-japonesa para ‘doctrina’. En Japón los cristianos son una minoría. Solo entre el 0.5% y el 1% de la población afirma tener creencias o afiliaciones cristianas. Sin embargo, la mayoría de las grandes ramas del cristianismo, incluyendo el catolicismo romano, el protestantismo y el cristianismo ortodoxo, están representadas en el país.
Pero a pesar de ser una minoría, hay rasgos culturales cristianos que se han adoptado en la cultura japonesa. Por ejemplo, desde mediados de la década de 1990, la mayoría de los japoneses se casan en ceremonias de estilo cristiano. También se festejan la navidad, como una celebración en familia, y el día de San Valentín. Las dos fiestas fueron adoptadas después de la segunda guerra mundial por la influencia cultural norteamericana.
El cristianismo es tan ínfimo en Japón, que el 70% de las iglesias cristianas en el país tienen un promedio de asistencia de menos de 30 personas por servicio.
¿Cómo llegó el cristianismo a Japón?
Existe cierta evidencia de que algunos misioneros nestorianos llegaron a Japón a través de India, China y Corea, y que las iglesias nestorianas se mantuvieron en el país hasta al menos el año 400 d.C., pero tenemos poca evidencia al respecto. La primera aparición conocida y bien documentada del cristianismo organizado en Japón fue la llegada de los católicos portugueses en 1549.
Francisco Javier (1506-1552) llegó a Japón con la intención de comenzar una iglesia en el área de Nagasaki; estaba muy ansioso y expectante frente a los vacíos que aparentemente tenía la fe budista y sintoísta de los japoneses, y creía que el cristianismo podía suplir con amplitud esos vacíos. Las expectativas que los jesuitas empezaron a tener con los japoneses eran esperanzadoras para ellos. Creían que los asiáticos en general eran personas con un "espíritu inferior" pero, al conocer a los habitantes de Japón, sintieron que eran superiores.
A los japoneses no se les podía convertir a la fuerza: era necesario usar la razón. No toleraban la cárcel, los golpes o cualquier otro método que los católicos usaban en otras partes de Asia para motivar la conversión. Inicialmente los locales asumieron que los extranjeros eran de la India y que el cristianismo era una nueva "fe hindú". Estas impresiones erróneas se debieron a los vínculos ya existentes entre los portugueses y la India. La ciudad india de Goa era una base central para portugueses en ese momento y una parte significativa de la tripulación a bordo de sus barcos eran cristianos indios.
Al principio, la misión de los jesuitas obtuvo buenos resultados y sus esfuerzos parecieron haber sido recompensados con una próspera comunidad de conversos. A los conversos se les daban "nombres cristianos" portugueses y se les animaba a adoptar la cultura occidental.
Sin embargo, los jesuitas no pudieron manejar un equilibrio entre la cultura japonesa y la religión católica. Por un lado, los japoneses desconfiaban profundamente de la influencia extranjera y el daño que ésta le pudiera causar a sus intereses, y por otro, el catolicismo romano no era flexible para desarrollar una religión entre los japoneses que pudiera nombrar a sus propios clérigos y mantuviera cierta autonomía.
Las sospechas por parte de los japoneses de que los conversos eran en realidad agentes extranjeros que trabajaban para subvertir el orden social, desencadenó el caos. Bajo la responsabilidad de Oda Nobunaga (1534-1582), los jesuitas gozaban del favor del sogunato, el gobierno japonés de la época, pero la situación comenzó a cambiar una vez que las sospechas contra el cristianismo comenzaron a agitarse con más fuerza.
Bajo Toyotomi Hideyoshi (1537-1598) y el subsiguiente sogunato de Tokugawa, el cristianismo católico fue reprimido y los adherentes fueron perseguidos. Durante estos tiempos, muchos cristianos fueron asesinados en el país, algunos por crucifixión.
Llegada del protestantismo
En 1613 llegaron los primeros protestantes a las costas de Japón. Se trataba de mercaderes holandeses e ingleses que, más allá de evangelizar, buscaban aumentar su influencia comercial.
Por ese tiempo, en 1614, el gobierno japonés publicó un edicto que acusaba a los cristianos de haber llegado al país para, según cuenta la historia, “difundir una ley perversa, derrocar la verdadera doctrina, de modo que pudieran cambiar el gobierno del país y apoderarse de la tierra”. Como consecuencia, todos los cristianos europeos debían marcharse y los cristianos japoneses debían abandonar su fe. Esto dio lugar a una de las persecuciones religiosas más crueles y prolongadas de toda la historia. Se calcula que entre 1614 y 1643, aproximadamente 5,000 cristianos fueron víctimas de asesinatos judiciales de las maneras más crueles y tortuosas.
Basándose en las transmisiones orales de las comunidades católicas japonesas, Shūsaku Endō (1923-1996) escribe Silence, una novela histórica en la que plasma los relatos detallados de la persecución del siglo 171. Los cristianos restantes, tanto extranjeros como japoneses, eran obligados a renunciar públicamente a su fe. A pesar de ello, muchos continuaron practicando el cristianismo en secreto. La expulsión de los cristianos y de los comerciantes extranjeros, especialmente europeos, se dio bajo la ley del sakoku, la cual prohibía que nadie, fuese extranjero o japonés, pudiera entrar al país, o salir de él, bajo pena de muerte.
La instauración del sakoku implicaba que todas las relaciones comerciales o culturales de Japón con el resto del mundo serían mantenidas en un nivel muy reducido, y siempre bajo el control directo del gobierno, impidiendo así que cualquier japonés intentase mantener contacto con extranjeros de modo particular. Los únicos países con los que Japón mantendría relaciones serían Corea y China, a través del comercio, y con los holandeses, pero de forma muy restringida.
El sakoku, o literalmente "país en cadenas", asombrosamente se mantuvo más de 200 años, y solo hasta 1853 el país empezó a abrirse de nuevo a la influencia exterior. Con la apertura empezaron a llegar misioneros de todas las corrientes doctrinales; católicos, ortodoxos y protestantes empezaron a hacer esfuerzos por tener alguna representación en el país.
Los protestantes iniciaron labores misioneras por primera vez en su historia en Japón, aunque el evangelismo estaba prohibido. En 1859 llegaron a Nagasaki los primeros misioneros anglicanos. Durante ese mismo año llegó el primer misionero presbiteriano. Las misiones se enfocaron en la apertura de iglesias, hospitales y centros educativos.
Después de la Restauración Meiji de 1866, en la cual hubo reformas y una apertura al mundo mucho más consolidada, la libertad de cultos se introdujo en 1871, otorgando a todas las comunidades cristianas el derecho a la existencia y a la evangelización legal.
Los japoneses respondieron favorablemente al evangelio para finales del siglo XIX. Sin embargo, esto fue seguido por una renovada sospecha y rechazo de la enseñanza cristiana. El crecimiento del protestantismo se desaceleró dramáticamente a principios del siglo 20 debido a la presión causada por las críticas y la influencia del gobierno militar. Pero la labor no se detuvo y la Sociedad Bíblica Japonesa se estableció en 1937.
¿Por qué Japón es tan resistente al evangelio?
Los japoneses han abrazado con entusiasmo todo lo occidental, desde las modas hasta las filosofías, el béisbol y el método científico. ¿Por qué no el cristianismo? Incluso China, que oficialmente es una sociedad atea y represiva de cualquier cosa fuera del control estatal, cuenta con 52 millones de cristianos. En Corea del Sur, el 30% de una población de 50 millones de personas profesan el cristianismo.
Con menos del 1% de la nación cristiana, Japón ha sido llamado el "cementerio de los misioneros". Muchos misioneros han sucumbido frustrados ante la inexplicable resistencia de los japoneses al evangelio. Otros se han recluido en pequeñas iglesias haciendo el trabajo de uno a la vez.
Es probable que la historia del cristianismo en el país nos dé una respuesta. Cuando el cristianismo fue legal en Japón después de la restauración de Meiji en el siglo XIX, todavía se le consideraba una idea extraña en un momento en que el nacionalismo estaba creciendo en el país.
Un breve avivamiento después de la Segunda Guerra Mundial generó importantes conversos, pero la gran mayoría de ellos ya son viejos y algunas de las iglesias que se plantaron producto de ese avivamiento están estáticas o en decadencia. Otro motivo probable por la que los cristianos son poco aceptados es que los japoneses tienen miedo de dañar la armonía familiar y social de su entorno al cambiar de religión.
De hecho, el contraste se hace interesante si lo comparamos con el crecimiento del cristianismo en China o Corea del Sur. Algunos antropólogos han descrito a Japón como una "sociedad orientada hacia las relaciones humanas", pero a China y a Corea del Sur como sociedades "orientadas a los principios". La espiritualidad y la religión para los japoneses es importante para su identidad nacional y permea todos los aspectos de su vida incluyendo los negocios, las tradiciones y la vida familiar a unos niveles muy profundos.
Debido a que la lealtad es uno de sus valores fundamentales de su identidad, los japoneses ven a su cultura tradicional, con el budismo y el sintoísmo de fondo, como una tradición nacional que debe ser respetada. Japón es uno de los países menos cristianos del mundo, no por la persecución o por algún tipo de restricción para el cristianismo, sino por razones culturales que aún nos resultan difusas.
Oremos por la extensión del evangelio en Japón: por cada uno de los misioneros que con amor por la obra persisten en el evangelismo y por cada uno de los pastores, diáconos y creyentes que testifican de Cristo con fidelidad en esta nación.
¿Y tú? ¿Qué piensas? ¿Por qué crees que es tan difícil evangelizar en Japón? ¿De qué forma te comprometerás con la extensión del evangelio en el país oriental?
1 Recomendamos la película Silence (2016), dirigida por Martin Scorsese y basada en el libro de Endo.
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