En la película Inteligencia Artificial (2001), Steven Spielberg nos hizo cuestionarnos sobre las complejidades éticas de crear un robot que pudiera experimentar emociones humanas. Hasta el día de hoy, los humanos tememos que algún día las máquinas sean como nosotros y, eventualmente, conquisten nuestro mundo (Matrix, Terminator, Ex Machina, etc.). Pero el desarrollo de la IA en nuestro tiempo nos lleva a una pregunta que pocas veces nos hacemos: ¿será que nosotros corremos el peligro de convertirnos en máquinas?
Samuel James, columnista de WORLD y autor del libro Digital Liturgies [en español, Liturgias Digitales], afirma que el internet no es una herramienta moralmente neutral. Su peligro, según James, no es solo el contenido que podemos encontrar en él, sino también su forma misma de existencia. De alguna manera, éste elimina los límites del mundo natural y le permite al ser humano llegar a donde desee tan solo presionando unos botones en su dispositivo tecnológico.
El ejemplo más evidente de esto es la pornografía: el disfrute del placer sexual, que no necesariamente es fácil de obtener en el contexto natural de las relaciones interpersonales, pero en la red se convierte en un elemento gratuito y accesible. El internet trasciende los límites de los contenidos intrínsecamente pecaminosos. Las redes sociales son la oportunidad para crear una nueva identidad a nuestro antojo, los motores de búsqueda y los nuevos sistemas de inteligencia artificial son la puerta a toda clase de conocimientos, y el Metaverso es un intento por acceder al cielo mismo, un mundo perfecto al alcance de una pantalla.
Esta aparente “falta de límites” puede convencer a los humanos, particularmente a las generaciones más jóvenes que han nacido en la era digital, de que tienen el poder innato de trascender las circunstancias naturales de sus cuerpos, mentes y deseos. Lo anterior puede resultar en una falta de contentamiento frente a la vida sin internet, pues llegan a considerar que su vida “real” –por así decirlo– es mucho menos emocionante y satisfactoria que la que tienen a su disposición en la pantalla.
De acuerdo con esta perspectiva de James, podemos concluir que el internet es un riesgo latente para el corazón del cristiano, el cual ha sido llamado al contentamiento (1 Timoteo 6:6-8).
Pero para nadie es un secreto que el internet, aunque represente una amenaza para la piedad cristiana, es un “mal necesario”, puesto que nuestro globalizado mundo actual está construido sobre los pilares de la tecnología digital. ¿Cuántos cristianos no se ganan la vida por medio de un teclado y una pantalla? Incluso, la aparición de la inteligencia artificial nos ha invitado a abrazarla con precauciones en lugar de satanizarla, como pudimos concluir en este artículo sobre el ChatGPT. Nos encontramos frente al desafío de hallar sabiduría para vivir en la era digital.
La teología de la provocación
Aunque suene obvio, nuestra discusión sobre la sabiduría en la era digital debe partir de la premisa de que el internet está lleno de bondades y oportunidades para el avance del evangelio en el mundo y la edificación de la iglesia. ¿No es un medio digital el que aloja el presente artículo?
Como lo hemos discutido previamente en BITE, después de la pandemia del COVID-19, la iglesia ha venido evolucionando en su forma de adoración, haciendo nuevos usos de los medios digitales. Si bien no hay tal cosa como una eclesialidad real sin la presencialidad, el internet sí ayuda a muchos creyentes a acceder a recursos bíblicos y a conectarse en diferentes escenarios con sus comunidades. Como lo afirmó el reverendo James Martin en una entrevista con CNBC, “… yo uso Facebook, Instagram, Twitter, Snapchat, TikTok, e historias en todos los tipos de plataformas para ir a donde las personas están, y allí es donde se encuentran muchos jóvenes”.
La era actual nos invita a buscar nuevas formas de echar mano del internet para el avance del reino, y por eso el pastor portugués Tiago Cavaco dio un paso más allá, proponiendo la “Teología de la provocación”:
Casi he construido una teología de la provocación. Jesús a menudo intenta provocar a su audiencia a través de sus enseñanzas. A menudo da como ejemplo cosas que la gente considera malas... para que aquellos que se creen muy santos no confíen en su propia benevolencia y, en cambio, abran los ojos a lo que, a primera vista, parece incorrecto, pero que tal vez podría enseñarnos algo.
En resumen, afirmó Cavaco, “todo lo que hago es clickbait”.
Cavaco trabajó en televisión durante una década antes de convertirse en pastor en la Segunda Iglesia Evangélica Bautista de Lisboa, más conocida como la Igreja da Lapa. Pero insiste en que no está simplemente tratando de entretener, divertir o molestar a la gente. Cavaco impregna todo lo que crea, ya sean sermones, obras, canciones o artículos periodísticos, con una cosmovisión cristiana. Esto se ejemplifica en algunos títulos de sus libros, como Unas vacaciones de fornicación y otras murmuraciones de un moralista y Seis sermones contra la pereza..
Esta necesidad de irrumpir el internet con títulos y estrategias provocadoras surge como respuesta a una cultura que considera a los evangélicos como personas extrañas:
Hoy en día, cuando alguien se presenta como evangélico, la gente tiende a pensar en algo más latinoamericano o incluso africano. El movimiento evangélico se asocia con algo típico de países pobres y existe un cierto prejuicio social hacia los evangélicos aquí. Los evangélicos portugueses luchan, tanto por formar parte de una cultura que no los acepta completamente, como por diferenciarse de la percepción que la gente tiene de las iglesias evangélicas brasileñas (…) Al principio de mi ministerio, intenté evitar esto. Luego me di cuenta de que debía tomar esta extrañeza como una oportunidad para dar testimonio. Esta resistencia misma puede ayudar a construir puentes. A veces, ser un forastero puede ser el ministerio que Dios nos ha dado.
¿Cuáles son los límites de los posibles usos del internet para el avance del Reino?
Los cristianos han considerado incluso convertirse en hackers por amor al evangelio. Bien conocida es la historia del Brother Andrew o “El contrabandista de Dios”, quien traficó Biblias y literatura cristiana en países comunistas durante la Guerra Fría. Bueno, la Biblia dice que no hay nada nuevo bajo el sol (Eclesiastés 1:9), y en la última década se ha puesto en discusión la “versión digital” de contrabandear Biblias en la Guerra Fría.
Barrett Duke, exvicepresidente de Políticas Públicas e Investigación de la Comisión de Ética y Libertad Religiosa, afirmó en el 2013 –durante una conferencia sobre libertad religiosa– que Estados Unidos debía realizar mayores esfuerzos para romper las barreras del internet de los regímenes represivos. “Demasiados países hoy están activamente comprometidos en impedir que las personas de fe accedan a esta plaza pública electrónica [el internet]”, dijo Duke a una audiencia de defensores de la libertad religiosa y miembros del personal del Congreso.
Para Duke hay, al menos, siete razones de por qué la libertad en el internet es vital para la libertad religiosa:
Las religiones minoritarias necesitan conexión para recibir estímulo y protección. Los líderes religiosos con pocas oportunidades para recibir instrucción teológica formal necesitan acceso a internet. Los nuevos grupos religiosos necesitan conexión con grupos más maduros para animarlos y ayudarlos en su crecimiento fiel. Las sectas producidas por teologías erróneas son menos probables cuando las interpretaciones erróneas de las Escrituras pueden ser investigadas a fondo. La comunión y el compañerismo son partes clave para expresar la fe religiosa. La libertad religiosa implica la libertad de buscar a Dios, lo que incluye la libertad de preguntar a otros sobre Dios. La adoración colectiva en línea es una parte vital de la expresión religiosa.
Algunos de los países que restringen el uso del Internet también están entre los que restringen la libertad religiosa de manera más fuerte, como Cuba, Irán y China. Estos se han mantenido en la Lista Mundial de Persecución de Puertas Abiertas por muchos años hasta hoy.
La paradoja del internet y la importancia de una dieta saludable
Nos encontramos frente a una paradoja. Aunque el diseño mismo del internet resulta nocivo para la salud espiritual del creyente, quien puede estar en descontento con su mundo natural y preferir las realidades ilimitadas que encuentra en sus dispositivos, también es cierto que la “plaza pública” del internet se ha convertido en un elemento vital para el creyente. Esto se evidencia desde el joven que encuentra recursos bíblicos en TikTok, pasando por el pastor que ministra en Portugal, y llegando hasta las comunidades cristianas en sociedades restrictivas de Medio Oriente y Asia. Entonces, ¿qué hacemos con el internet y sus peligros?
Hoy necesitamos pensar en propuestas como la de Brett McCracken, crítico de cine, editor de Coalición por el Evangelio, y autor del libro The Wisdom Pyramid: Feeding Your Soul in a Post-Truth World [en español, La pirámide de la sabiduría: alimentando tu alma en un mundo posverdad]. McCracken usó la pirámide alimenticia para hacer su planteamiento: en la base se encuentran alimentos saludables como frutas y verduras, que deberían formar la mayoría de nuestra dieta, mientras que cosas menos saludables, como azúcares y carne roja, aparecen en las secciones más estrechas en la parte superior.
Así, cuando traemos esa imagen al mundo del conocimiento y las ideas, en la base de la pirámide se encuentra la Biblia. Luego, subiendo de nivel, hay capas que progresivamente se van haciendo más pequeñas para cinco fuentes adicionales de sabiduría: la iglesia, la naturaleza, los libros, la belleza (películas, arte, música, etc.) y, finalmente, el internet y las redes sociales. En otras palabras, las Escrituras y la iglesia deberían ser nuestras influencias formativas primarias. Luego, el mundo natural, los libros y la belleza podrían enriquecer enormemente nuestras vidas. Pero el internet y las redes sociales, aunque no son intrínsecamente perjudiciales, tendrían que consumirse en pequeñas dosis.
La pirámide de la sabiduría ofrece algo más que una simple exhortación a usar menos tiempo en redes sociales y a leer más la Biblia. Es más bien una invitación a reconocer el riesgo que hay en el internet sin salirnos de la era digital en la que vivimos.
¿Qué otras propuestas conoces o propondrías para acercarnos al internet con sabiduría?
Referencias y bibliografía
- Digital Dissonance - World
- Entrevista al reverendo James Martin - CNBC
- Teología de la provocación - Christianity Today
- Internet freedom called vital for global religious freedom - Baptist Press
- Lista Mundial de Persecución de Puertas Abiertas
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