En teoría, Henry Dunster (1609-1659) era la elección ideal para convertirse en el primer presidente de la primera universidad de América. Al ser un “orientalista aprendido”, hablaba varios idiomas con fluidez. Educado en Cambridge bajo la tutela de teólogos ingleses como John Preston y Thomas Goodwin, era un puritano de puritanos. Cuando Dunster llegó en 1640 a Cambridge, Massachusetts, como el primer presidente de Harvard, visualizó una “escuela de los profetas” en Nueva Inglaterra, modelada según la antigua Inglaterra.
Su pastor, Thomas Shepard, una de las voces principales contra Anne Hutchinson en su juicio por herejía solo dos años antes, llamó a Dunster “un hombre piadoso, diligente y apto para enseñar, y muy adecuado para establecer los fundamentos de los asuntos domésticos del Colegio; a quien Dios ha honrado y bendecido mucho”. Casi inmediatamente después de llegar al Nuevo Mundo, Dunster comenzó a establecer esos fundamentos. Los requisitos de los cursos que estableció en retórica, divinidad e idiomas se mantuvieron relativamente sin cambios durante la mayor parte del siglo XVII. Con un papel tan crucial en el experimento puritano, Dunster ayudó a determinar el futuro de la misma América.
Por lo tanto, cuando Dunster le negó el bautismo a su cuarto hijo en la Iglesia de Cambridge en el invierno de 1653, fue noticia. El hombre encargado de la educación teológica de los ministros de Nueva Inglaterra había privado a su propio hijo del sagrado “sello del pacto”. Una de las figuras más ilustradas e influyentes en la América colonial se había, en palabras de Cotton Mather, “enredado en las trampas del anabautismo”.
En una así llamada “comunidad piadosa”, donde la iglesia y el estado estaban entrelazados, la decisión de Dunster no solo fue sorprendente; fue potencialmente catastrófica. Retener el bautismo a un infante era subversivo para el orden público. Tales puntos de vista radicales podrían haber sido aceptables en Rhode Island o incluso en la Colonia de Plymouth, pero no en la Bahía de Massachusetts. En la tierra de los puritanos, la acción de Dunster fue el equivalente actual a que el presidente del Southern Baptist Theological Seminary bautizara a su recién nacido por aspersión mientras el credobautismo es una ley estatal.
Afiliciación valiente
De hecho, afiliarse públicamente con los bautistas en la Nueva Inglaterra del siglo XVII era una empresa atrevida, incluso valiente. En 1635, Roger Williams había sido desterrado a la colonia de Rhode Island por defender puntos de vista bautistas. En 1651, solo dos años antes de que Dunster decidiera no bautizar a su hijo, un hombre llamado Obadiah Holmes de la ciudad de Lynn fue atado a un poste de flagelación en Boston Common y azotado treinta veces por bautizar a varias personas. El encarcelamiento de Holmes y los bautistas John Clarke y John Crandall en Boston fue un punto de inflexión para Dunster.
Aunque él mismo nunca había sido inmerso en las aguas, Dunster siempre había sido algo escéptico sobre el bautismo infantil. Cuando se unió a la iglesia en Cambridge doce años antes, confesó que veía evidencia bíblica para la inmersión. Sin embargo, le dijo a la iglesia que como “había algo [de evidencia] para la aspersión en las Escrituras, no se ofendería cuando se usara”. La conciencia de Dunster estaba, en última instancia, atada a la Biblia. Sin embargo, el trato puritano a los bautistas abrió sus ojos nuevamente a los males de la religión patrocinada por el estado.
Los funcionarios de la institución se apresuraron a silenciar a su amado presidente. Si Dunster podía mantener en silencio sus objeciones al bautismo infantil, Harvard haría la vista gorda. Sin embargo, como cualquier puritano digno de ser llamado como tal, Dunster no podía aprobar algo que no encontraba en la Biblia. Poco después de abstenerse de bautizar a su hijo, el generalmente apacible Dunster decidió que el tiempo que había estado en silencio había sido suficiente. Para declarar sus puntos de vista y evitar la apariencia de que había sido amordazado con la amenaza de ser despedido, eligió el espacio más público en la sociedad de Nueva Inglaterra: la iglesia.
‘El paidobautismo no tiene ninguna’
Según el bautista Isaac Backus, Dunster “predicó audazmente contra el bautismo infantil y a favor del bautismo de creyentes en el púlpito de Cambridge en 1653, el año después de que los Sres. Clarke, Holmes y Crandal fueran encarcelados en Boston”. En el sermón, Dunster atacó cualquier forma de bautismo basada en la fe de otra persona. En uno de los manuscritos de Dunster escritos aproximadamente en la misma época, escribió:
Si la membresía de los padres en la iglesia hace que sus hijos sean miembros, entonces el hecho de que Juan sea admitido hace a su primogénito miembro de la iglesia; el hecho de que sea excomulgado durante 7 años hace que… 4 hijos suyos no sean miembros; el hecho de que sea restaurado en el 9º año hace de su 6º hijo un miembro. Muéstrame en dónde Cristo alguna vez acordó tal pacto.
Cuando Dunster fue convocado ante una conferencia de ministros y ancianos para defender sus puntos de vista, su tesis fue muy simple: Soli visibiliter fideles sunt baptizendi (en español, Solo los creyentes visibles deben ser bautizados).
Para Dunster, la cuestión era sobre la autoridad bíblica. “Todo culto evangélico instituido tiene alguna palabra expresa de las Escrituras”, insistió. “Pero el paidobautismo no tiene ninguna”. Basándose en la comprensión puritana de la salvación, también señaló: “Si estamos injertados en Cristo por la fe personal, entonces no es por la parental”. El bautismo era más que una cuestión de gobierno de la iglesia; tenía potencialmente consecuencias eternas. Como Dunster articuló más tarde en una carta, el verdadero peligro del bautismo infantil era su potencial para privar a los pecadores de su “correspondiente consuelo que viene de Cristo y la obligación debida a Cristo”.
La conferencia no se conmovió. En su opinión, el presidente había caído en un grave “error”. Para empeorar las cosas, Dunster fue llevado ante la Corte General de Massachusetts. Debido a su significativa influencia sobre los jóvenes de la colonia, sus puntos de vista sobre el bautismo se convirtieron en un asunto civil. Fue considerado “insano en la fe”. Pero Dunster no cambiaría de rumbo. Evidentemente, le importaba más su fidelidad a la Biblia que su trabajo. Más tarde escribió a la Corte del Condado de Middlesex: “Concebí entonces, y aún lo hago, que hablé la verdad en el temor de Dios, y no me atrevo a negarlo ni apartarme de ello hasta que el Señor me enseñe de otra manera”.
Renuncia humilde
De hecho, Dunster tuvo un último momento de “Esta es mi postura” (como Lutero en la Dieta de Worms). En un intento desesperado por retener a su presidente, Harvard informó a Dunster que podía permanecer en su puesto siempre que se abstuviera de “imponer” sus puntos de vista a otros. Sin embargo, esto tampoco fue suficiente para cambiar su mente. Dunster presentó oficialmente su renuncia y ¡una vez más predicó en la Iglesia de Cambridge contra el bautismo infantil! De sus cinco puntos, su punto principal era que “los sujetos del Bautismo eran creyentes penitentes visibles”. Su último punto fue una advertencia y un presagio del así llamado “Pacto del Medio Camino”, que provocaría el desdén de los puritanos posteriores como Jonathan Edwards: “Había tales corrupciones infiltrándose en la Iglesia, contra las cuales todo cristiano fiel debería dar testimonio.”
Dunster renunció a su puesto en Harvard con tanta humildad y dignidad, que algunos historiadores han admirado la falta de “controversia aparente” en todo el episodio. El clérigo desprestigiado no provocó un debate en la plaza pública, y Harvard hizo mucho para cubrir la vergüenza. Irónicamente, para reemplazar a Dunster, Harvard eligió a Charles Chauncy, otro congregacionalista que creía en la inmersión. Sin embargo, a diferencia de Dunster, Chauncy aceptó mantenerse callado sobre sus puntos de vista.
Como paria en la sociedad puritana y recibiendo poco apoyo de Harvard para su familia, Dunster se trasladó a la colonia vecina de Plymouth, que era más tolerante, donde asumió un puesto ministerial en la iglesia independiente en Scituate, a solo 28 millas de Boston. Como su biógrafo (y presidente bautista) Jeremiah Chaplin señala:
Probablemente nunca se identificó con una iglesia bautista, ya que en su vida apenas hubo oportunidad de hacerlo. Juzgamos que estaba contento, dadas las circunstancias, de permanecer en comunión con sus hermanos independientes siempre que no interfirieran con su libertad de conciencia.
Amigo de los bautistas
Es difícil decir si Dunster era un bautista o si simplemente tenía creencias bautistas. La evidencia sugiere que nunca fue inmerso y nunca fue excomulgado de la iglesia en Cambridge. Sin embargo, los bautistas a ambos lados del Atlántico eran aficionados al hombre que había desafiado al establecimiento puritano.
Thomas Gould, el primer pastor de la Primera Iglesia Bautista de Boston, llamó a Dunster su amigo, lo que llevó al historiador Chaplin a especular si Dunster se habría unido a la Primera Iglesia Bautista si hubiera estado vivo cuando se estableció en 1665 (Dunster falleció en 1659). En julio de 1656, Dunster también recibió una carta de los bautistas irlandeses invitándolo a trasladar a su familia a Irlanda y “tener plena libertad de su conciencia”. Al final, Dunster se quedó en Plymouth, simbolizando sus cálidas relaciones con congregacionalistas y bautistas por igual.
Esta combinación de convicción y ministerio conciliatorio fue su legado. Incluso Cotton Mather, que tenía poco afecto por Roger Williams, elogió a Dunster por llevar “su parte en eternos aleluyas celestiales”. “Si sobre el cristiano”, escribió Mather “mientras canta salmos en la tierra, Crisóstomo pudo bien decir '¡Estás en un concierto con ángeles!', cuánto más puede decirse ahora de nuestro Dunster”.
Este artículo fue traducido y ajustado por David Riaño. El original fue publicado por Obbie Tyler Todd en Desiring God. Allí se encuentran las citas y notas al pie.