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Es posible que el nombre de Hannah Marshman no te suene familiar, pero puede que el de William Carey sí. Él fue conocido como el padre de las misiones modernas y realizó grandes proezas para la obra de Dios. Sin embargo, no estuvo solo, contó con grandes compañeros de misión que lo ayudaron a hacerlo posible. Hannah fue uno de ellos.
Nació el 13 de mayo de 1767 en Bristol, Inglaterra. Fue hija de un granjero llamado John Shepherd y de Rachel Clark Shepherd. Su madre era hija del pastor bautista John Clark, un ministro del evangelio y, por más de sesenta años, pastor de la iglesia bautista de Crockerton en Wiltshire. Hannah recibió una buena educación en su hogar, a pesar de que para las mujeres de esa época era limitada: aprendió a leer y escribir en inglés y francés; escribió su primer poema a los doce años y demostró habilidades para la música.
Sin embargo, el dolor se asomó muy temprano en la vida de Hannah, pues Rachel falleció. De acuerdo con lo publicado en Place For Truth y Baptist History, así se refirió a los últimos momentos que compartió con ella:
Era costumbre de mi querida madre retirarse conmigo y hablarme del cielo y de las cosas celestiales. Su salud era entonces muy precaria. Recuerdo que me sentaba junto a su cama y escuchaba sus palabras. Me impresionaban mucho, eran suaves como el rocío de la mañana. Y luego sus oraciones por mí y por la bendición de Dios sobre todos nosotros, ¡eran tan fervientes y afectuosas! Cuando a la temprana edad de ocho años vi su hermoso rostro silencioso en la muerte, sus tiernas y afectuosas palabras me invadieron. Me esforcé por recordarlas y, aunque inconsciente de la pérdida que había sufrido, rogué a Dios que fuera mi Dios, y creo que escuchó mi plegaria.
Tan solo un trienio después, en 1783, John Shepherd también murió: “El fallecimiento de mi querida madre afectó tan sensiblemente a la salud de mi padre, que nunca se recuperó por completo del golpe. En unos tres años siguió a su amada esposa a la tumba silenciosa”. A partir de ese momento, el cuidado de Hannah recayó en su abuelo, el reverendo Clark, quien se encargó de su educación, por lo que tuvo que mudarse a Wiltshire. Él la instruyó en conocimientos generales y a la vez la formó en la piedad, siguiendo el ejemplo de su hija.
Hannah creció sana hasta los quince años, pero a partir de esa edad su salud comenzó a decaer. Sin embargo, la gracia de Dios permitió que se recuperara al cabo de tres años. Al poco tiempo, según la página The Alabama Baptist, profesó públicamente su fe y fue bautizada. Más adelante, contó cómo aquella época de enfermedad, aunque difícil, fue la más feliz de su vida porque conoció a Dios como un Padre amoroso.
A sus diecisiete años se encontró por primera vez con quien se convirtió en su esposo, un joven pastor llamado Joshua Marshman. Según Missionaries Of The World, se casaron en 1791 y, en 1794, se unieron a la Iglesia Bautista de Broadmead, Bristol. Tuvieron doce hijos, aunque seis de ellos fallecieron a tan solo meses de haber nacido.
Como Joshua tenía el deseo de ser un predicador y maestro de escuela, su esposa lo alentó. Sin embargo, cuando surgió la oportunidad de emigrar a Norteamérica, a Hannah no le pareció buena idea. Tiempo después, su marido recibió el llamado de William Carey y, tras orar, decidieron trasladarse a la India a apoyar la labor misionera. Ambos se enfocaron en la escuela para la formación de misioneros y en la traducción de la Biblia al bengalí.
Por misericordia no me he arrepentido y espero no hacerlo nunca. No soy digna de ser empleada en todo lo que pertenece a Cristo, y a menudo me asombro de las dispensaciones de Dios al enviarme a esta tierra, donde se necesita tanta gracia, y mi experiencia diaria es tal que a menudo temo no tener ninguna. Sin embargo, sé que anhelo que el reino de Cristo crezca en la tierra, especialmente en esta parte de ella.
Hannah Marshman
Labor misionera en la India
En mayo de 1799, Hannah, Joshua y sus dos hijos viajaron a bordo del barco Criterion durante 20 semanas, desde Portsmouth hasta la India. La travesía fue particularmente difícil para Hannah, puesto que se encontraba embarazada, pero finalmente llegaron en octubre y se establecieron en Serampore, una colonia danesa. Carey y su familia se unieron a ellos al año siguiente, junto a John Fountain, un maestro, y su esposa Mary. Pronto se sumaron otros dos misioneros de Inglaterra, William Ward y William Grant; sin embargo, Grant y Fountain murieron poco tiempo después.
Entre las familias, había un total de diez adultos y nueve niños que vivían juntos. Hannah asumió un rol de madre para la comunidad misionera en medio de un contexto complejo: Dorothy Carey luchaba contra una enfermedad mental, y Mary Fountain estaba afligida por la muerte de su esposo, mientras daba a luz a un niño. Entonces, además de cuidar de las dos mujeres y velar por el bienestar de todos, Hannah se hizo cargo de la administración de la misión, así que mantuvo correspondencia con la iglesia y, como si fuera poco, asumió la tarea de educar a los hijos de Carey.
La traducción de la Biblia
La primera traducción completa de la Biblia al bengalí, un idioma hablado por millones de personas en aquella región, fue uno de sus mayores logros. Hannah, su esposo y otros misioneros trabajaron en esa tarea monumental que, aunque tomó muchos años, finalmente se completó en 1809. También hizo parte de la creación de un diccionario bengalí-inglés. Este fue un hito en la historia de las misiones cristianas en la India, ya que permitió que las Escrituras fueran accesibles a la población local y se pudiera predicar el evangelio en su lengua materna.
La obra de Hannah no solo tuvo un impacto religioso, sino que también ayudó a preservar la cultura y la lengua bengalí en la India. Su legado permanece hasta hoy, pues dejó herramientas valiosas para difundir la Palabra de Dios en ese país.
La pasión por la educación
Joshua Marshman y William Ward también asumieron un rol de “tíos” y mentores hacia los hijos de Carey. Estos cuidados fueron de vital importancia, especialmente para Félix, el mayor de ellos, quien estaba viviendo su adolescencia. Posteriormente, la tutoría de William Ward desempeñó un valioso papel para John Marshman, el hijo mayor de Joshua y Hannah, cuando alcanzó la misma etapa.
Mientras todo esto pasaba, Hannah no cesó de seguir en la labor misionera. En mayo de 1800, ella y su esposo fundaron dos internados, uno para niños ingleses y otro para niñas, así como una escuela gratuita para los de la región. Esa fue la primera institución educativa de la India en la que se admitieron niñas y mujeres, allí recibieron educación básica en lectura, escritura, aritmética y costura. Por su parte, los internados fueron de ayuda para el sustento económico de otras obras misioneras.
Desde que bajó del barco, Hannah Marshman se preocupó por las mujeres indias. Hacia 1800 fundó y dirigió una escuela para las jóvenes, que se convirtió en un modelo para que finalmente, en 1926, hubiera 14 escuelas en el país. Servir mediante la educación era la pasión de Hannah: “para mí, no hay empleo más agradable que el de enseñar a los niños”, dijo. En una carta al ministro bautista John Ryland, Joshua Marshman escribió: “Mi querida compañera es muy feliz en su empleo, entre la escuela, la familia y el aprendizaje bengalí, le hacen una vida laboriosa”.
Enfermedad y muerte
No se conoce con certeza la enfermedad que llevó a la muerte a Hannah Marshman, ya que los registros médicos de la época eran limitados y escasos. A pesar de su debilidad física, nunca perdió su fe en Dios ni su compromiso con la obra misionera. A medida que la enfermedad avanzaba, y a pesar de su dolor y fatiga, Hannah seguía enseñando a otros misioneros y llevando a cabo su trabajo con tal de difundir la Palabra de Dios en la India.
Murió el 5 de marzo de 1847, diez años después que su marido. Su hijo John, quien escribió una historia sobre la misión de Serampore, la describió como "una mujer de sentimientos, piedad y buen sentido, de mente fuerte y gran desinterés, apta en todos los aspectos para ser una asociada en la gran empresa a la que se dedicó la vida de su marido, y con un carácter tan afable que nunca se supo de nada que alterara su temperamento".
Al menos una parte de la vida de Hannah fue descrita con más detalle por su hija Rachel Voigt en sus memorias. Los diarios y las cartas de Hannah revelan a una mujer con temperamento ardiente y emprendedor, que siguió dándolo todo hasta el final. Esto estaba dulcemente mezclado con profundos sentimientos de devoción, valor moral, humildad, fe no fingida, y un celo que ninguna dificultad o privación podía apagar o superar.
En las horas de mayor aflicción, su esperanza era firme e inquebrantable. Su religión estaba muy lejos del entusiasmo: era una esperanza firme y bien fundada, porque sabía en qué creía y en quién. Sus últimas horas de vida fueron tranquilas. Con frecuencia, Hannah Marshman recitaba estas palabras de Watts:
¡Lejos de mis pensamientos, mundo vano, vete!
Deja en paz mis horas religiosas;
Deseo que mis ojos vean a mi Salvador:
Espero tu visita, Señor.
Salve, gran Emanuel, todo divino,
En ti las glorias de tu Padre son tuyas;
Tú, el más brillante, el más dulce, el más bello,
Que ojos han visto, o ángeles conocido.
En la Capilla de la Misión, en Serampore, están escritas las siguientes líneas: "En memoria de Hannah Marshman, viuda de Joshua Marshman, el último miembro sobreviviente de la familia de la misión en Serampore. Hannah llegó a este asentamiento en octubre de 1799 y en mayo de 1800 abrió un seminario para apoyar la misión, después de haber consagrado su vida y sus bienes a la promoción de esta sagrada causa y exhibido un ejemplo de humilde piedad y enérgica benevolencia durante cuarenta y siete años”.
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